dilluns, 31 d’octubre del 2022

Carta XCIV. Noticia de varios ritos de Gerona y de sus códices rituales.

CARTA XCIV. 

Noticia de varios ritos de Gerona y de sus códices rituales. 

Mi querido hermano: Una de las cosas que más deben excitar la curiosidad de los anticuarios en esta iglesia de Gerona es la multitud y singularidad de sus ritos antiguos. Yo creo que así por ellos como por la gravedad de los oficios eclesiásticos mereció esta catedral ser llamada madre de las ceremonias, título que suponía ser ya muy antiguo el Obispo Don fray Benito de Tocco en una alocución que hizo al capítulo sobre reforma del culto, día 2 de octubre de 1574. Sería pues un delito no seguir mi costumbre en dar alguna muestra de las más notables que se practicaron antiguamente, guardando para la historia de los ritos de España un cúmulo inmenso de observaciones con que saldrá enriquecida de los códices Gerundenses. El que más me ha servido para el objeto es una consueta manuscrita a fines del siglo XIV, el año 1360. De ella y de los otros libros rituales y capitulares, es tomado el ensayo siguiente: Comenzando por el principio del año eclesiástico en los maitines de la primera Dominica de adviento, se decía con voz baja: Domine labia. Deus in adjutorium, y también el invitatorio hasta el Hodie si vocem, etc. Entonado el primer salmo, dejado su asiento el precentor tenens ferulam viridem in manu dextra et incedit per chorum faciendo clericos decantare. De uno y otro han quedado reliquias hasta nuestros días. La férula parece ser el bordón o insignia de su oficio en las solemnidades. En otras partes he advertido también el uso de la voz submisa en los maitines e introitos de las misas, que sólo dejaba de practicarse en las ferias y semidobles. En los maitines de Navidad había cuanto en otras partes se ha dicho de prosas, verbetas, sibilas, profetas, laudes intra misam, representación del parto, y otras mil cosas. Para la misa pontifical del día, señala la consueta el rito de subir el Obispo a la Sede alta detrás del altar mayor, como ya insinué los correos pasados. Y para que formes alguna idea añadiré hoy lo siguiente: Salía el prelado de la sacristía acompañado de diez presbíteros, el diácono y el tesorero, todos con capas sericas, rezando el salmo Judica me. Llegado al altar decía la confesión “Ipsa finita (dice la consueta) osculatur textum, et postea retrocedit ad ianuam rexiarum. 

Postea diaconus primo, et postea thesaurarius, et postea sacerdotes sibi assistentes singulariter accedunt ad eum, et quilibet eorum osculatur sibi manus, et postea os. Et postea episcopus ascendit ad Sedem et ibi facit officium usque ad Credo inceptum; postea venit ad altare et ibi finit Credo. Quo finito osculatur textum Evangelii... et ista fiunt in his diebus solum et S. Johannis, Paschae et Pentecostes, Asumptionis beatae Mariae et Corporis Xpi... et ut episcopus videatur in Sede retro altare, vertantur per clavigerum ganfernones", que son las cartelas de plata en que remata el retablo. Hoy queda esta solemnidad en algunos días; mas en lugar del ósculo en la boca, besan los sobredichos el hombro del Obispo. En las segundas vísperas de Navidad, llegando a la conmemoración de San Esteban, fiat, dice la consueta, repraesentatio martyrii B. Stephani: que cierto, si se hacía al vivo sería cosa notable. En las segundas vísperas de San Juan Evangelista, en la conmemoración de los Inocentes, comenzaba a ejercitar su oficio el Obispillo electo anticipadamente el día de San Nicolás de Bary (Bari) con todas las circunstancias de hacer el oficio, predicar, bendecir, etc. Todos los niños, como familia y empleados principales del Obispillo ocupaban el coro superior, sirviéndoles el clero libros, velas, y cuanto ellos hacen los otros días del año. Omito la noticia de otras extravagancias que tengo copiadas. Figuraba además la administración del Sacramento de la confirmación, durante toda la octava de los inocentes en que duraba su autoridad. Grandes males y alborotos se seguían de esto, y más con las competencias que había entre el Obispillo y el abad de San Félix, que también se elegía un niño a quien llamaremos Abadillo. Sentidamente se quejaba de ellos el sabio arcediano de Besalú, Don Andrés Alfonzello en 1475, cuando propuso al capítulo la total abolición de representaciones tan indecentes, a imitación de la catedral de Valencia y otras que las habían quitado del todo. Mas la consideración de lo que es una costumbre envejecida, obligó al Obispo Don Juan de Margarit, en cuyas manos puso el capítulo la resolución a permitir su tolerancia con ciertas restricciones prudentes que verás en el cronicón de cosas notables que he formado de los registros capitulares de dicho Alfonzello, y ya envié los correos pasados. Duraba todavía esta tolerancia en 1539, en que a 11 de enero hizo el capítulo la ordinación siguiente: quod nullus maxime magnorum invitus sive coactus apportetur ad episcopellum pro confirmando: sed si magni et parvi bonis verbis induci possunt ut confirmationem à dicto episcopello accipiant, hoc toleretur (Act. cap. eo anno fol. 343). Del 1541 queda un decreto corrigiendo aquellas insolencias, que va copiado (a: Ap. núm. XXXVI.). A fines del mismo siglo se quitó del todo esta costumbre.

No era reliquia de la penitencia antigua en el principio de Cuaresma la costumbre que había en el siglo XV, y expresa un manual de la curia episcopal (n. 20. fol. 153) con estas palabras: "Praecentor tenetur prima die lunae kadragesimae qua dicitur advenerunt nobis dies poenitentiae, omnes scholares scholarum cantus facere spoliari ratione maioritatis et in signum correctionis quam habet in ipsis; et dum ipsi cantant advenerunt spoliati in camisiis, percutit eos cum corrigia, secundum quod meruerint et postea dat eis placentulam valentem unum denarium." Hacíase esto privadamente, y pues era justo que se hiciese en un tiempo o en otro, se escogía para tal ceremonia el de la penitencia pública.

En todas las Dominicas de Cuaresma se hacía ese mismo siglo XV en esta catedral una representación de la historia del Evangelio, por la tarde a la hora del sermón, que por la misma razón no se predicaba por la mañana como en todos los otros días. Así se mandó en el año 1473, como verás en los extractos de los libros de Alfoncello. Esta es también la época de la Cuaresma continua, digo, de los sermones diarios predicados por uno mismo: que en esta carga se conmutó al lector de la catedral la que tenía de leer la escritura. En el mismo estatuto se ve que ya entonces era por la tarde el sermón de Carlo Magno; lo cual es una prueba de que entonces había ya cesado aquí su fiesta establecida hacia el 1346. La consueta que aquí queda más antigua con ser del año 1360, no pone esta fiesta en el calendario. Mas pónela en el cuerpo con este título: In natale Sancti Karoli magni Imperatoris et confessoris, al otro día de la fiesta, dormitionis Sanctae Paulae. Su rezo tiene algunas antífonas propias, mas la mayor parte es del común. Al margen hay una nota de letra de fines del siglo XV, que dice: “Istud officium hodie non celebratur, qui per Summum Pontificem per suum breve fuit mandatum capitulo non celebrari: et ideo fuit ordinatum supersederi in dicta celebratione, donec aliter fuerit ordinatum per Sedem apostolicam". De esto ya se dijo en los correos pasados. Hoy queda la costumbre de predicar de este héroe en la Dominica II de Cuaresma a la una de la tarde. El sermón que yo oí este año 1807, me parece muy ajeno del espíritu de la iglesia, que tolera se haga un recuerdo fúnebre de este héroe, mas no un elogio cual se hiciera venerándolo en los altares. Es esto mucho más chocante a quien conozca el poco motivo que hay para que Gerona distinga aquel Príncipe con este honor: que cierto no le debe más de lo que deben Barcelona y Urgel a Ludovico Pío, Vique a Odón, Lérida y Tortosa al Conde Don Ramón Berenguer IV, y Valencia a Don Jaime el I; y con todo, no se hallarán en aquellas iglesias otras memorias de sus bienhechores sino las que la religión quiere que se hagan de los finados no declarados por Santos y dignos de culto. Mas dejando esto a quien toca, vuelvo al canto llano de mis ritos. Una cosa hay loable en este acto, y es que antes de comenzarse dicho sermón se lee en el púlpito la nómina de los que murieron en la ciudad desde el mismo día del año anterior. Las demostraciones de alegría que la iglesia hace en la Dominica IV de Cuaresma reducidas a que se taña el órgano en la misa mayor, eran aquí mucho mayores en el siglo XIV y de costumbre muy antigua. Porque se hacían tres procesiones: una después de Laudes a la capilla del Santo Sepulcro, cantando la antífona: Ecce mater nostra Jherusalem, donde se celebraba una misa solemne. La segunda después de prima por el claustro, donde el cantor segundo cum ferula in manu, entonaba Alleluia: Confitemini Domino, etc., la cual cantaban todos, y luego se repetía en tono más alto que la vez primera. Después se entonaba el R). Christus resurgens ex mortuis iam non moritur: mors illi ultra non dominabitur: quod enim vivit, vivit Deo: alleluia. V). Dicant nunc Iudaei quomodo milites custodientes sepulcrum, perdiderunt Regem ad lapidis positionem: quare non servabant petram iustitiae? Aut sepultum reddant; aut resurgentem adorent nobiscum dicentes: alleluia. Con esto remataba esta procesión. La última se hacía después de tercia, según la costumbre de todas las Dominicas: Quare fiant, añade la consueta, hae processiones, his versibus continetur: 

Urbs hodie sancta Jherusalem iam tot liberata

Letatur, gaudet, exultat laude novata.

Sed quoniam veterum nova sunt monimenta beata,

In Gerundensi processio fit triplicata.

Prima notat pulcrum Domini canendo sepulcrum:

Res nova vox munda Alleluia secunda:

Tertia sollempnis, ut est jus mosque perhemnis. 

En la Semana Santa hay curiosidades notables. Diré de algunas. Los maitines de tinieblas se cantaban post solis occasum. No había tenebrario, sino que se colocaban veintisiete cirios sobre las rejas del altar mayor, cuyo medio ocupaba el llamado Traditor, por la antífona ad Bened. del primer día, que es cuando lo quitaban. Los cirios se iban matando al principio de cada salmo y responsorio. Al fin se decían las rimas que otras veces he dicho, que antes llamaban Fars y ahora Fassos, derivados de Farsa, nombre propio de ciertas preces rimadas. Las tablas de que se servían en lugar de campanas ya se llamaban en el siglo XIV batzoles. La Eucaristía en el Jueves Santo se reservaba in armario Sancti Martini, cum sindone munda, poniendo delante del armario cuatro velas. En la capilla del mismo Santo se colocaba al amanecer del Viernes una cruz en el pavimento para que los fieles la adorasen, cuando venían por devoción. Y este puede decirse el origen de nuestros monumentos tal cual se usan hoy día. En el que digo del Viernes Santo se mostraba al pueblo la Santa Espina antes de la adoración de la Cruz. Concluidos los oficios se lavaba el altar mayor (cosa de que no se habla el Jueves Santo), por el Obispo y doce presbíteros del Capítulo, y el pavimento al rededor por los ministros inferiores de la iglesia. Durante esto se cantaban en alta voz el himno Pange lingua, etc., y varios R)R). No se cantaba cosa alusiva a Santa María cum hac die (dice la consueta), ipsa fuerit multum mesta et tristis propter filii passionem et cum altare filium representet, et broques, sive fustes aut rami cum quibus purgatur vel mundatur altare, representent coronam spineam capitis, et etiam aqua quae ibi loco vini et aquae ponitur, representet aquam et sanguinem lateris J. C.; ideo in hac sancta ablutione non fit comemoratio Sanctae Mariae.

En la pasión del mismo día al decir partiti sunt, quitaban dos clérigos las toallas del altar per modum furantis vel frangentis pannum propter sortem vestimentorum vel fugam discipulorum. Así esta pasión como las demás la leía uno solo. A fines del siglo XV se introdujo el cantar entre tres la del Domingo de Ramos, por ser más solemne. Hízose la primera vez en 1474, leyendo el diácono de la misa mayor las palabras quae dicuntur sine cantu, y lo restante otros dos. Agradó mucho la nueva invención; pero hubo algunos más serios que dijeron: quod passione non debent cantari cum cantu organi. Para conciliar ambos partidos resolvió el Obispo Don Juan de Margarit que en adelante se cantase por tres la pasión del Domingo de Ramos por ser tan solemne, y los otros días la leyese uno solo (Reg. de Alfonzello, fol. 18. b.) En el Sábado Santo, mientras el Obispo bendecía el fuego se cantaba el himno que comienza Inventor rutilis, y entonces se quitaban las capas corales negras y comenzaba el uso de la sobrepelliz. Una nota del siglo XV en la misma consueta dice que esto se hacía concluida sexta. En las profecías no se leía título (rubrica), ni in diebus illis, ni haec dicit Dominus; y da la consueta esta razón: Quia sumus sine capite, id est, sine Christo. Antes de entonar la Gloria in excelsis anunciaba el Obispo por tres veces al pueblo la resurrección, diciendo: Christus Dominus resurrexit; y el coro respondía: Deo gratias. No se decían hoy completas, quia hoc officium est totum de nocte sequenti, et propter neophitos in lege fuit ordinatum ita breve. Todas estas ceremonias se practicaban a proporción en la colegiata de San Félix, donde sólo hallo que advertir que en el año 1378 se mandó que en el día de Jueves Santo se adornase el altar de San Esteban de pannis pulchrioribus dictae ecclesiae pro ornamento corporis Domini nostri Jesu Christi qui inibi ipsa die reponitur reservandum pro die Parasceve. Mandábase también poner delante del mismo altar la Cruz para que el pueblo la adorase, como hasta entonces se pusiese delante del de San Narciso. Item aún antes de ese año dos clérigos leían todo el salterio delante del cuerpo del Señor. Prueba de que se depositaba en público, cuando en otras iglesias se reservaba in sacrario; y como dicen más expresamente algunos códices in sacristia. El Domingo de Pascua por la tarde, a la hora de vísperas, se hacía la representación de las tres Marías por los tres canónigos más modernos, a lo cual se obligaban en su ingreso. En 1539 se reformó en parte esta costumbre, como verás en la copia adjunta (a: Ap. núm. XXXVII.), que indica lo que esto era anteriormente, y también otras representaciones del mismo día.

En las rogaciones no se hacía procesión sino en la feria II. Así es que en un acta capitular de 1535 se dice que las tres procesiones en los tres días eran de uso reciente en esta iglesia. La fiesta del Corpus ya vemos que la instituyó aquí el sacrista Berenguer de Palau, que murió en 1314. Dícelo su inscripción sepulcral, que ya envié. Hacíase su procesión por la mañana, y en ella, además de los gigantones y otros comparsas, se representaban en las plazuelas de San Pedro y del Vino el sacrificio de Isaac, el sueño y venta de José y otras historias sagradas, las cuales ejecutaban los beneficiados de la catedral. En la procesión de la fiesta del Ángel Custodio iba un muchacho representándolo y cantando coplas en lengua vulgar, lo cual se quitó en 1585. En Valencia todavía hay algo de esto.

Los invitatorios de los días clásicos los cantaban doce presbíteros con cirios encendidos. Las antífonas ad Magnificat y Benedictus en estos códices se llaman Antifona in Evangelio, sin duda porque se tomaban de la letra de él. La hora que decimos sexta llamaban alguna vez meridies (siesta, mediodía). A este tenor hay otras mil observaciones que en la historia de nuestros ritos vendrán bien y aquí serían importunas. Escusado es decir que esta iglesia continuó en el uso de sus libertades por lo tocante al oficio eclesiástico hasta los tiempos de San Pío V, cuyo decreto, con el orden del Breviario Romano, no fue aquí admitido hasta el día 4 de febrero de 1574, seis años después que lo publicó y mandó el sobredicho Papa. 

Entonces resolvieron el Obispo y capítulo comenzar el oficio nuevo en las vísperas de la Dominica inmediata de Septuagésima. Consiguiente a esto ordenaron a 10 del mismo mes y año, que en adelante al fin de la misa no se dijese la Salve Regina, según era costumbre inmemorial, sino que en su lugar se dijese el Evangelio de San Juan In principio, según el orden Romano. Conservaron con todo eso algunas cosas propias suyas, tal es la letanía antigua de esta iglesia después de los salmos penitenciales, que no se dejó hasta 1599, en que resolvieron admitir la romana.

Los códices Gerundenses más notables que he visto anteriores a la admisión del nuevo oficio son los siguientes:

I. En la curia episcopal un Breviario cuyas circunstancias expresa el epígrafe que se halla en las tablas de cómputo hacia la mitad del volumen. Dice así: Anno Domini M.CCC.XXXIX. currit aureus numerus in decem: unde fuit Pascha illo anno dominica post VI kal. Aprilis (como si dijera: fue la Pascua a 28 de marzo, la primera Dominica después del día 27 en que cayó el plenilunio: cuenta exactísima) in quo anno Breviarium istud fuit completum per manum Petri Arnaldi de Podiolo (Pere Arnau de Pujol), tunc clerici Sancti Petri de Gallicantu. Est autem Breviarium Vitalis de Blanis Abbatis. Fue este Vidal abad de San Félix desde el año 1337 hasta el 1342, en que fue hecho arcediano mayor y más adelante Obispo de Valencia. El códice es precioso, y de él se tomaron varias curiosidades y copia del oficio de la Concepción y del de Carlo Magno, que se halla al fin añadido cuando se instituyó esta fiesta en 1345. Ya creo haber dicho que esta última fiesta no se guardó siempre en la iglesia de San Félix; mas como su Abad puede residir en la catedral se escribió allí el oficio para esta circunstancia. 

El archivo de la catedral conserva más de treinta volúmenes rituales de varios tamaños, edad y objeto. El más considerable por su antigüedad es un códice que contiene los santos cuatro Evangelios con el índice de las festividades y del texto que en ellas se leía. En él hay mención de pocos Santos Españoles y ninguno Gerundense: llama al sábado feria VII; pone en cada día la estación de Roma. Va copiado este índice (a: Ap. núm. XXXVIII.). Con esto es cierto que el códice es de allá, y acaso uno de los primeros que acá sirvieron en la introducción de aquel rito; porque es indubitable ser escrito en el siglo XI. Y como no es fácil fijar el año, pudo suceder que sea anterior al 1069, en que dicen se admitió el Romano: no siendo irregular que acá se practicase antes de ese año, como se probó de la catedral de Vique. Las cubiertas del códice de madera están adornadas de relieves y figuras: por las fórmulas de obediencia canónica en las primeras hojas se ve que sirvió para estos actos y el juramento que los acompañaba.

Posteriores a este son los misales, pontificales y ordinarios que quedan; algunos de ellos escritos con gran lujo y delicadeza. Es notable que en algunas de las rúbricas que prescriben, dicen estar así mandado in libello Romano. Tal es la de quitar los manteles del altar in modum furantis el día de Viernes Santo, cuando en la Pasión se decía partiti sunt vestimenta, etc. De donde se ha de inferir que otras ceremonias no menos nuevas para nosotros que la sobredicha eran de costumbre antigua y no mendigadas de allende, digo, de más allá de los Alpes. No sé si diga lo mismo de los Kiries, Gloria y Sanctus propios para cada fiesta principal del año. Hay de ellos una colección que he copiado, junto con muchas prosas, todo ms. en el siglo XI, con las notas de canto sin llaves ni rayas. Omito otras curiosidades.

Además de todos estos códices hay la consueta que antes decía, muy completa, escrita en 1360, ya desusada en el día en la mayor parte. De ella se formó otra acomodada al siglo XVI en 1595, la cual está ya también en gran parte anticuada, y de esta se formó en 1656 otra, que es la que rige. En estos libros se ve el origen y suerte de muchas ceremonias. A Dios, etc.

CARTA XCIII. Templo y canónica del siglo XI: su dedicación: reliquias de aquel antiguo edificio:

CARTA XCIII. 

Templo y canónica del siglo XI: su dedicación: reliquias de aquel antiguo edificio: fábrica de la nueva iglesia en el siglo XIV: arquitectos que entendieron en ella: su descripción, cementerio y sepulcros insignes: altar mayor de plata y noticia de algunos artífices que lo trabajaron: cimborio que lo cubre: silla episcopal detrás de él: formas incorruptas que allí se guardan: la iglesia actual no está consagrada: claustro e inscripciones notables de él.

Mi querido hermano: No queda vestigio del templo antiguo, digo del que hubo en tiempo de los Godos. Se sospecha que permanecería algo de su edificio a principios del siglo XI cuando el Obispo Pedro Roger emprendió la construcción de un nuevo templo, alegando que el que había era antiquísimo y tan deteriorado (pone deteriodado) que en tiempo de lluvias no podían celebrarse en él los divinos oficios. 

Así lo asegura en la escritura con que él y su capítulo vendieron al Conde de Barcelona Raimundo y su mujer Ermesindis la iglesia de S. Daniel, extramuros de esta ciudad, por precio de cien onzas de oro que habían empleado en la fábrica de la catedral. Publicó esta escritura el padre Roig, pág. 190, copiada del original que yo he visto en el archivo del monasterio de S. Daniel. De ella infiere el citado escritor que el templo que llamaba viejo el Obispo era el del tiempo de los Godos, conservado hasta el siglo XI: porque si Carlo Magno lo hiciera nuevo, cuando se conquistó esta ciudad, no parece, dice, verosímil que al cabo de 300 años (sólo son 230) se hallase tan deteriorado. Valgan o no estas conjeturas, es cierto que se había ya comenzado la fábrica de un nuevo templo el año 1015, que es al que pertenece, según la cuenta más común, el año XVIIII de Roberto notado en aquella escritura, y nunca puede pertenecer al 1017 como dijo el padre Roig; ni al 1016 como aseguró Pontich. El mismo año, y al otro día de esta venta, los sobredichos Condes en aumento de aquel precio dieron a la sacristía de esta iglesia cuatro modiatas de tierra en el llano de esta ciudad junto al río Guadello (hoy Guell) (Güell). Va copia del original que está aquí (armari. de la Canonja). Esta escritura basta para hacer ver que la Ermesindis, bienhechora insigne de esta iglesia, no fue mujer de Ramón Berenguer, sino de Ramón Borrell, que murió poco después en 1017 (a: Ap. núm. XXXIII.). Es regular que juntamente se construyesen el claustro y demás oficinas de la canónica; y no hay dificultad en entender así materialmente lo que dice la escritura de dotación de la canónica en 1019. Statuerunt... ut domus canonica construeretur = ad construendum et ditandum jam dictam canonicam. El edificio anterior, o estaría también deteriorado o sería mezquino y poco acomodado a los usos del siglo XI. En la escritura de consagración de la iglesia en 1038, se dice expresamente que el Obispo Pedro y su hermana Ermesindis domos in quibus qui Deo militare cuperent, canonice viverent... struxerunt. Y estas casas o edificios son los que indicaron distinguiéndolos de la iglesia, cuando decían: universas praefatae ecclesiae facultates, et congregationis ejusdem canonicae cum utrumque una sit eclesia propter fidei unitatem, et alterum utriusque diversum videatur habere nomen pro melius vivendi consuetudine. Continuaba esta obra en 1064, según se ve en el testamento que dije otro día de Ponce, precentor, el cual dejó centum mancusos auri monetae aeneae ad ipsam mansionem de ipsa canonica, quam Johannes facit edificare. El nuevo templo estuvo ya para ser consagrado en el año 1038, día 21 de septiembre: solemnidad a que concurrieron Wifredo, Arzobispo de Narbona, y los Obispos Oliva, de Vique, Heriballo, de Urgel, Bernardo, de Coserans, Guilaberto, de Barcelona, Berenguer, de Elna, Arnaldo, de Magalona y Guifredo de Carcasona (este último había sido Obispo de Besalú) (a: V. Tom. VI de este Viaje, págs. 192 y 204.), todos los cuales a ruegos de nuestro Obispo Pedro Roger y su hermana Ermesindis dedicaron el templo y confirmaron su dotación. Publicose esta escritura en la Marca Hispánica (apéndice número CCXVIII.), aunque con algunas inexactitudes de poca entidad, sino es haber omitido la palabra era en la fecha. Digo esto porque la he cotejado con el original. Permaneció este templo hasta principios del siglo XIV. Queda todavía una parte de él en la torre que el vulgo llama de Carlo Magno, y está al lado del norte; obra conocidamente del siglo XI, y que sirvió entonces de torre de campanas, como entre otras cosas consta de la escritura de erección del altar de San Esteban, hecha en 1362 in capella subtus campanile vetus (arch. episcopal, not. 43, fol. 37), y hasta hoy permanece bajo de dicha torre. La longitud total de este templo era lo que es ahora la nave grande del nuevo, y tenía también dos puertas, occidental y meridional, casi en el mismo lugar que las actuales. De esto se darán algunas pruebas en el discurso de este viaje.

A fines del siglo XIII se trataba ya de construir un nuevo templo, como se ve de una cláusula que más abajo copiaré del testamento del tesorero Guillermo Gaufredo. Y cierto que no podía obligarles a ello la ruina del que entonces había, pues tan fuerte es lo que nos queda de él. La empresa sin embargo no se verificó hasta entrado el siglo XIV. La primera memoria que hay de ello está en el Lib. verd. fol. 119, donde se lee: "Anno Domini M.CCC.XII. III. kal. maii capitulum Gerunden. in cerca nova ecclesiae Gerunden. more solito congregatum statuit, voluit et ordinavit, quod capud ipsius ecclesiae de novo construeretur et hedificaretur, et circum circa ipsum capud, novem capellae fierent, et in dormitorio veteri, fieret sacristia. Et cura ipsius operis fuit comissa per dictum capitulum, venerabilibus Raimundo de Vilarico, Archidiacono, et Arnaldo de Monterotundo Canonico." A estos comisionados se entregaron desde luego 10.000 sueldos que para el objeto había dejado el citado Guillermo Gaufredo. Repitiose el mismo decreto en 1316 (ibid. fol. 121). 

De las mismas palabras citadas se infiere que ya había entonces algunas obras nuevas, tal como cerca nova, donde se congregaba el capítulo, lo cual se repite en otros lugares. A principios de este mismo siglo se congregaban in dormitorio claustri. Más adelante in theca nova, y in volta (la nave) S. Johannis. En 1345 el Obispo Arnaldo de Monrodó (Monterotundo) ya fundó un beneficio en la capilla de los Santos IV mártires, Germano, Justuro, etc., que es una de las nueve que se construyeron en el cap o testero de la iglesia. El año siguiente se trasladó el altar mayor del antiguo sitio al actual. Sin embargo la obra prosiguió con lentitud bajo la dirección de varios arquitectos. Los que yo conozco son Jaime de Taverant, Francés, maestro de la catedral de Narbona, admitido a trabajar aquí en 1320: Francisco de Plana, Catalán, lo era a mitad de ese siglo, y fue excluido en 1368, cuando dieron la dirección de la obra a Pedro Coma (de Cumba), que al mismo tiempo trabajaba en la colegiata y torre de San Félix. En 1397 trabajaba Pedro de San Juan, de natione Picardiae. Otros se dirán más adelante. A principios del siglo XV la fábrica se continuó bajo nueva forma. Habíase trazado primero para templo de tres naves, circuyendo las colaterales el altar mayor. Bajo este plan se siguió la obra hasta los machones que sostienen el cimborio (pone simborio), inmediato al presbiterio. Parecioles entonces que su conclusión por el mismo término haría el edificio mezquino y agobiado. Y así se emprendió su continuación, de una sola nave que tuviese de latitud lo que las tres primeras, y mucho mayor elevación según correspondía. Dirigía esta obra Guillermo Boffiy. Levantados ya los machones laterales y paredes, se comenzó a dudar en 1416 sobre la solidez de la construcción, mayormente contra los embates de los vientos y estrépito de los truenos, estando como está en lugar tan elevado. Para asegurarse en punto tan principal fueron convocados los arquitectos siguientes: Pascual de Xulbe, arquitecto de la iglesia de Tortosa (llámanle lapicida et magister operis, y así a los siguientes), Juan de Xulbe, hijo del antecedente, y su sustituto en la misma obra de Tortosa, Pedro de Vallfogona y Guillermo de la Mata, arquitectos de la catedral de Tarragona, Bartolomé Gual, de la de Barcelona, Antonio Canet, escultor de Barcelona y arquitecto de la catedral de Urgel, Guillermo Abiell, director de las fábricas de Santa María del Pino, Carmen, Monte Sión, San Jaime y hospital de Santa Cruz de Barcelona, Arnaldo de Valleras, de la de Manresa, Antonio Antigoni de la parroquial de Castellón de Empurias, Guillermo Sagrera, de la de San Juan de Perpiñán, y Juan de Guinguamps, vecino de Narbona. Oídas las declaraciones juradas de todos, resolvió el Obispo Don Dalmacio de Mur con el capítulo proseguir la obra de una sola nave, porque a más de la solidez del edificio tendría mucho mejores luces y mayor elegancia. De este acto va copia (a: Ap. núm. XXXIV.) que no disgustará a los amadores de las bellas artes. Su obra continuó bajo este plan hasta su conclusión. En 1427 entró a ser su director Rotlinus Vautier dioces. Biterrensis. Excluido este en 1430 le sucedió Pedro Ciprés. La última bovedilla de la obra en el siglo XVII la construyó Josef Ferrer. A proporción que se iban concluyendo las capillas, se construían en ellas sepulcros para los que murieron antes de comenzarse la nueva fábrica, y habían costeado o elegido para sus entierros las capillas antiguas de la misma advocación. Y esto debe tenerse presente para evitar equivocaciones. Delante de la catedral hay una gran cuesta hasta el llano de la calle. A la escalera antigua que allí había, quiso sustituir otra el Obispo Don Francisco Arévalo Zuazo, a principios del siglo XVII. Al fin del mismo lo verificó el sucesor D. fray Miguel Pontich. Es un cuerpo de obra magnífico, cuyo total dividido en tres rellanos o mesetas, consta de ochenta y seis escalones con su balaustrada lateral de granito. La latitud en las gradas es de cincuenta y seis palmos, y en las mesetas de más de ciento. Mirando desde abajo presenta un todo elegante coronado con la fachada de la catedral, que aunque no está concluida, ni es de las de Herrera, conserva algunos vestigios del buen gusto. La puerta colateral del mediodía se llama de los doce Apóstoles por las imágenes de barro que en ella hay en otros tantos casilicios, labradas en 1458 por Antonio Claperos, obrer de Ymagens ó imaginaire, como decían, de Barcelona por precio de 600 florines de moneda de aquella ciudad. Existe la contrata en un lib. de act. capitul. en la curia episcopal, donde entre otras cosas se estipula que se labrasen de aquella ó semblant terra que es obrada la ymage de S. Eularia è la creu del portal nou de Barcelona, y que se cociese el barro y se barnizase de la misma manera.

La latitud del templo, así en la única nave como en las tres, es de 112 palmos, excluyendo el fondo de las capillas. La longitud total es de 408 salvo error, excluido también el fondo de la capilla última. De esta cantidad los 249 palmos, son la longitud de la única nave hasta el arranque de las tres, y los restantes 159 es la longitud de estas. La magnificencia y grandiosidad de la primera pieza, queda afeada con el coro que ocupa un buen espacio de ella, y es de mal aspecto y mezquino en lo exterior. Lo más notable que hay en él es, que en su salida al altar mayor hay cuatro sillas por parte de espaldas a dicho altar, las cuales tenían su destino determinado para ciertos oficios y dignidades. En los dos ángulos exteriores hay dos púlpitos donde se cantan las epístolas y evangelios. 

Las lecciones diariamente se cantan en el corillo alto al testero del coro. Sobre todo él cuelga desde la bóveda una como tienda recogida que llaman la mulaza, la cual despliegan (pone desplegan) para cubrir el coro en tiempo de grandes fríos. No sé qué parte de él se llamaría potentia, nombre con que expresan una obra de madera que en él se hacía por los años 1351 en el coro del Obispo, y para cuyo adorno labró algunas estatuas un maestro Aloy imaginator civis Barchinon.; cuya apoca está en la curia episcopal (not. 25. fol. 31). Advierto que el imaginator o ymaginayre de entonces, era lo que ahora decimos escultor. 

En los altares hay la desigualdad consiguiente a los tiempos de su construcción. En la segunda capilla a mano derecha están las fuentes bautismales, que son una taza octágona sostenida sobre un pie, adornada de buenas labores. Tratose de su construcción en 1535, y que fuese ex nostro optimo et duro lapide, encargándola a Juan Belljoch, Francés (que dirigía la fábrica de la catedral ya desde antes de 1528) por precio de setenta ducados de oro. Cobradas las dos terceras partes se fugó el artífice, en cuyo lugar entró Juan Roig, escultor. Esto digo porque no perezcan los nombres de estos profesores que me vienen a mano. Otras capillas están decoradas con sepulcros de Obispos, y en algunas se han ocultado estas memorias respetables con los adornos del mal tiempo. Dos sepulcros hay insignes en esta iglesia, los cuales estaban antiguamente en su galilea o cementerio a la parte exterior de la puerta principal, en tiempo en que la piedad de los fieles respetaba el sagrado del templo con una humildad que califica de soberbia la costumbre actual. En este punto eran tan religiosos los canónigos de esta catedral, que no se hallará uno enterrado dentro de ella antes del siglo XVI. Desde que se comenzó la obra del claustro actual en el siglo XIV, hicieron constitución con su Obispo D. Gastón de Moncada, en la cual se concedió a los prelados que ahora llaman dignidades, canónigos, presbíteros y clérigos de capítulo elegirse sepultura en el plano de él. Esto fue el año 1331. Antes de esta época se enterraban en el cementerio, y esto aún en 1292, como se ve en el testamento de Guillermo Gaufredo, tesorero de la catedral y hombre muy rico. Los presbíteros llamados stabiliti se enterraron siempre, y aún hoy por lo regular, en el carner del marrech, cementerio delante de la puerta de los Apóstoles. Los Obispos hasta todo el siglo XIII se enterraban en la sepultura que había en el capítulo, como se ve en el testamento del Obispo Don Pedro de Castellnou, y el del sucesor don Bernardo de Vilamarí, dice de aquella sepultura: ubi consuetum est pontifices ipsius ecclesiae sepeliri. Pontich dice que los Obispos cuya sepultura se ignora, se ha de creer que están en la del coro, que él llama Común de Obispos. Mas he registrado este depósito abierto a mis instancias, y con no pequeño trabajo, y hallé ser tan reducido, que apenas caben en él los dos únicos cadáveres que contiene. Los sepulcros principales que decía son del Conde Ramón Berenguer de Barcelona, llamado Cap de estopa, que murió violentamente a 6 de diciembre de 1082, y de la Condesa Ermesindis, que murió a 1.° de mayo de 1058, o 1059 como quieren otros. Ambos estuvieron antes en el lugar que he dicho hasta el año 1385, en que a 28 de julio mandó el Rey Don Pedro IV estando en la villa de Figueres, que fuesen trasladados donde hoy se hallan, es a saber, el del Conde sobre la puerta de la sacristía, y el de la Condesa al lado opuesto en lo alto de la pared entre las capillas de Corpus y San Juan. De la traslación del Conde da razón un letrero que hay junto a él, y dice así: in hoc tumulo iacet corpus illustris ac potentis viri domini Raymundi Berengarii, Comitis Barchinonae filii Dni. Raymundi Berengarii Comitis Barchinonae qui usaticos condidit. Hic propter multitudinem et densitatem crinium crisporum fuit dictus cap de stopes, qui vulnerato decessit nonas december in civitate Gerundae anno Dni. M.LXXXII. et fuit sepultus in quodam tumulo constructo foris in presenti Sede iuxta portam. Et postmodum translatus per illustrissimum principem et dominum Dnm Petrum tertium aragonum Regem (III de Cataluña y IV de Aragón) (3° como conde de Barcelona) ipsius comitis octavum neptem V. die november anno Dni. M.CCC. LXXXV regnique sui quinquagessimo. Pons dijo que esta era la Condesa Mahalta, mujer de aquel Conde, la cual después de muerto el marido en 1082, casó con Aimerico, Vizconde de Narbona, y vivía aún en 1111. Tengo por más verosímil que la Condesa aquí enterrada es la que dije, Ermesindis, mujer del Conde Ramón Borrell, hermana del Obispo Pedro Roger, la cual hizo mil bienes a esta canónica, fundó la capellanía de Santa Anastasia, la única que había aquí en su tiempo, dio trescientas onzas de oro como se dirá, y murió en 1058. Todos estos motivos de afecto y de gratitud inclinan a creer que de ella es este sepulcro, faltando en él inscripción y documentos coetáneos que lo testifiquen. Tampoco hay inscripción en el sepulcro del Conde, ni otra cosa más que el rótulo que dije.

Lo más notable de esta Iglesia es el altar mayor por su materia, labores y construcción. Su ara es una pieza de mármol de unos doce palmos de longitud y seis de latitud, adornada de varios recalados en su plano, los cuales se llenan con tablas para comodidad del sacrificio. Está enteramente aislada, y sus cuatro costados cubiertos con gran riqueza de plata y oro, y algunas piedras no despreciables. El principal está cubierto con un frontal de oro, que creo ser la tabula aurea, para cuya construcción dio la Condesa Ermesindis trescientas onzas de oro el día que se consagró la iglesia, como se dice en su escritura. A lo mismo pertenecerá la manda que Berenguer Guillem hizo en su testamento a 10 de marzo, año XXV de Luis el Craso (hacia el 1132), con estas palabras: Ad tabulam altaris Sanctae Mariae XL, et I mancussos almodienses: añadiendo además seis morabatines ad chorum faciendum Sanctae Mariae. Dicho frontal está dividido en treinta y dos cuadros, que representan de relieve varios pasajes de la vida del Salvador, cuyo centro ocupa un óvalo con una imagen de nuestra Señora. Al pie de este óvalo hay otro pequeñito, en que está figurada de esmalte una señora sentada, y al rededor se lee: Gisla Cometissa fieri iussit. Esta fue la segunda mujer del Conde Berenguer, hijo de Ermesindis, la cual ejecutó los deseos de su suegra, cuyo nombre se ve entallado en una piedra al lado derecho del que mira el ovalito, donde se lee: Ermesindis. Las figuras todas son de pésimo dibujo; cosa tanto más para extrañar viendo en el contorno y fajas divisorias algunas grecas y arabescos que no displacen. En los cuatro ángulos se pusieron de esmalte las figuras alegóricas de los Evangelistas con sus respectivos lemas. De los cuales sólo pude leer el de San Juan, que dice: More volans aquilae verbo petit astra Johannes. Entre las piedras engastadas hay un camafeo que me pareció la cabeza de Medusa, y dos sellos árabes que no copié por lo incómodo de su localidad. Las tablas laterales y testera son de plata, con varios relieves menos incorrectos que los otros, y que saben al siglo XIV. A lo menos es cierto de ese tiempo la tabla testera, pues a 1.° de julio de 1320 el Obispo Don Pedro de Rocaberti resolvió con su capítulo quod quadraginta Carlini qui erant... deputati ad opus turris de Subiranicis, ponerentur in opus tabulae argenteae quae erit RETRO altare... et ponderarunt dicti Carlini quinquae marchas et III uncias. (V. act. Capitul.) Yo no sé si pertenecerá a esta pieza la apoca que he visto de mil sueldos de Barcelona pro solvendo et satisfaciendo magistro Bartholomeo argenterio de operibus per eum factis et completis in retrotabulo argenteo altaris maioris, fecha VI, id. Maii, año 1325. Porque esta palabra retrotabulum propiamente es el retablo, o lo que ahora impropiamente decimos altar.

Este es también de plata desde el nivel de la mesa arriba, de la cual está separado obra de una vara, y tendrá de elevación unos doce palmos. Divídese en cuatro cuerpos iguales subdivididos en varios cuadrados, y con muchos relieves y figuras. El primero es obra de los dos Obispos Cruilles, hacia la mitad del siglo XIV, como se dirá en sus artículos: en los extremos están las figuras de estos dos prelados con muchos escuditos de sus armas, y en la base de este cuerpo se lee: Pere Bernec me feu. En la Curia Episcopal (lib. not. 34, fol. 102. b.), se llama este artífice Petrus Barners argenterius Valentiae et de domo Domini Regis, el cual a 1.° de diciembre de 1358 firmó a favor del Obispo Don Berenguer de Cruilles apoca final de todo lo que este le debía ratione illius (pone ilius) tabulae argenti cum universis imaginibus in ea per me factis... quae deposita et affixa est iuxta et retro altare Beatae Virginis Mariae Sedis Gerundae. Yo no decidiré si estas palabras se han de entender de la plancha que cubre el testero de la ara o del primer cuerpo del retablo, lo que sí me parece que el mismo artífice lo es de ambas cosas. Por otra parte me consta que Raimundo Andreu, platero de Gerona, ofreció al mismo Obispo en octubre de 1357 fabricar totam tabulam argenti quam vos facere intenditis subtus retrotabulum argenteum altaris maioris. (Ibid. not. 36. fol. 64.) Otro letrero había repartido en las dos pilastritas laterales de este primer cuerpo, mas cuando se trasladó a Barcelona todo el altar con motivo de la última guerra con los Franceses, saltaron varias planchas en que estaban las letras, y hoy sólo se lee: En lany M... bra deiars. El centro del segundo y tercer cuerpo ocupa el Sagrario, y el del cuarto la imagen de nuestra Señora, titular de esta iglesia: en sus extremos se hallan las de San Narciso y San Félix. También hay en las extremidades dos arquillas, que sin duda serán de reliquias. Remata el retablo en algunas cartelas, que llaman juratoris, y tres grandes cruces, dos de las cuales tienen antigüedad respetable. El retablo y mesa y escaño está todo cubierto con un pabellón o cimborio de plata, sostenido sobre cuatro columnitas cubiertas del mismo metal, y apoyadas sobre bases de mármol de mezcla en que abunda este país. Tratábase ya de su construcción en el siglo XIII, como se ve en el testamento citado del tesorero Guillermo Gaufredo de 12 de agosto 1292, en que dice: Dimitto etiam ad capud praedictae ecclesiae, vel ad cimborium argenteum faciendum desuper altare Beatae Mariae ad recognitionem Dni. Episcopi et capituli... illa decem millia solidorum barchinon. quae ad illud dare promisseram iam est diu. Mas quien costeó lo principal y se tiene por su autor es Arnaldo de Soler, arcediano de Besalú, que murió en 1326. La grandeza de este don merece que se copie aquí la inscripción sepulcral del bienhechor, que se halla en el claustro junto a la capilla que llaman de nuestra Señora de Bellulla. Dice así: Hic iacet Arnaldus de Solerio Archidiaconus Bisuldunensis, Doctor in jure canonico et civili, qui semper pro posse extitit promptus et fidelis atleta pro libertate et iuribus ecclesiae defendendis: qui etiam suis expensis propriis fecit fieri cimborium seu cohopertam argenteam super altari maiori ecclesiae Gerunden. Obiit autem anno Dni. M.CCCXX sexto. VIII. Kal. Augusti. R. dic pro tua et eius anima Pater noster. Cuando se construyó este cimborio estaba todavía el altar en su sitio antiguo, porque como dije, este presbiterio, o como llamaban Cap de la Esglesia, no se comenzó hasta por los años 1316, ni el altar se trasladó al sitio actual hasta el día 12 de marzo de 1346 (1347), a cuyo acto asistió el Arzobispo de Tarragona Don Fray Sancho López de Ayerbe, el cual consagró de nuevo el altar colocando en él las reliquias que se hallaron en el antiguo, y la misma taza de plata en que estaban depositadas. De esto se hizo escritura que he visto en la Curia Episcopal (not. 18. fol. 50), y no añade cosa particular a lo dicho, sino es la asistencia a este acto de Gaufrido, Obispo de Tarazona, y de Don Nicolás de Jamvila, Conde de Terranova, con otros nobles. Del mismo año hay noticia auténtica de otras reliquias, que serían de varios altares viejos. Va copia de la escritura (a: Ap. n. XXXV.). 

El grande espacio que queda entre el remate del retablo y el arco del cimborio o pabellón es oportunísimo para una práctica bien singular de esta iglesia. Por ambos lados del altar se sube en trece escalones al nivel del remate del retablo, donde en el intercolumnio central del presbiterio está colocada la silla pontifical de mármol blanco de una pieza y de buen gusto en sus sencillos adornos laterales. Téngola por obra del siglo XII. Más antigua que esto es la costumbre de subir el Obispo a esta silla cuando celebra de pontifical después de la primera turificación, y de continuar allí la misa hasta el ofertorio en que baja a concluirla al altar. De este rito antiquísimo y otras circunstancias suyas se dirá más otro día. Véase Martene de antiq. eccl. rit., lib. I, cap. IV, art. 3, mientras yo sigo mi descripción.

En un armario detrás del altar mayor está depositado un relicario que costeó D. Galcerán de Cartella en 1630, en el cual hay seis formas numularias ensangrentadas de color muy subido, pegadas a un lienzo. Se ignora el origen y circunstancias de estas formas: y esto basta para que no se expongan a la pública veneración. Conducta prudente que ojalá imitasen otros cuerpos. Un sepulcro de mármol que hay en el presbiterio es del cardenal Anglesola, de que se hablará. Está aquí corriente el uso de la cortinilla negra al tiempo de la elevación de la hostia. Si el edificio de esta catedral, que existió desde el siglo XI hasta entrado el XIV, estuvo consagrado o no, es cosa difícil de averiguar. Porque aunque existe la escritura de lo que llamamos consagración en 1038, ya sabes que muchas de estas actas no prueban más que la simple dedicación y confirmación de la dotación clerical. Con más certidumbre puedo hablar del templo moderno, que cierto no está consagrado: En 1539 con ocasión de un incidente funesto se declaró que no lo estaba quia nondum consumata (act. capitul. eo ann. fol. 27). En 1544 se mandó averiguar en libros antiguos y escrituras si constaba de su consagración; y como nada se hallase habita est pro non consecrata (ibid., fol. 320). Congregado aquí el concilio provincial de 1717, presidido por el Obispo de esta silla D. Miguel Juan de Taverner, como decano de la provincia, se entabló la pretensión de que se consagrase esta iglesia, mas no se efectuó. Sin embargo, se reza de su dedicación en la dominica II de octubre, día fijado por resolución capitular de 1581; antiguamente, quiero decir, en el siglo XI y XII, se hacía esta fiesta XI. kal. octob., como se lee en el martirologio Adoniano de este archivo, que es el día en que se efectuó la dedicación en 1038. 

En el siglo XIV se celebraba en la dominica inmediata a las témporas de septiembre, según dice una consueta escrita en 1360. El claustro ya creo que dije que es obra del siglo XIV y XV (a: El continuador de la España Sagrada, tom. 43, página 19, dice que puede ser obra del siglo IX. Tanta admiración me causa eso como el que atribuya (ibid.) la obra de los claustros de la catedral de Vique a los siglos X y XII; y mucho más diciendo en la página siguiente que sus columnas las trabajaba el cantero Portello en 1325. La verdad es que uno y otro claustro son del siglo XIV.) 

Algunas inscripciones hay en él que excitan la curiosidad por lo ingenioso de los leoninos usados entonces. Vayan algunas por muestra. 

A la parte de la iglesia y pegado a su pared. 


Post decies septem centum bis denique mille 

Et post tres annos Julii nonas bonus ille 

Bn. de Quexanis prohibens sua tempora vanis 

Sedis secundus precentor, crimine mundus 

Transiit ad regem celi servans bene legem. 

Iste corum rexit clare modulamina vexit. 

Cum superis vivit qui perpetuo stabilivit 

Ut sapiens obitum precibus misisque munitum 

In monasterio sancti de monte vocato 

Laurenci, proprioque loco Sedis sibi grato. 

Tu qui me cernis, pro me da vota supernis, 

Ut per vota pia valeat michi Virgo Maria. 


A la parte de la capilla de nuestra Señora del Claustro se halla este otro. 


Hoc iacet in pulcro persona pudica sepulcro 

Domnus Jazpertus. Folcradi laude refertus, 

Qui Gerundensis nituit Sacrista secundus 

Ac Ilerdensis virtute decanus abundus 

Consultus legum Patriarcarum quoque Regum 

Pluribus expertus in cunctis vir bene certus 

Norma bonorum, dogma piorum, semita morum. 

Forma proborum, duxque virorum, flosque decorum. 

Ut prius optavit, cum sanctis se sociavit, 

Regno Regnorum jubilans rectore polorum 

Anno milleno ter C. que quater duodeno 

Vicenoque die Junii cum fonte Sophie: 


En el foso que se abrió en el terreno del testero de la iglesia, luego que él estuvo concluido, comenzaron a enterrarse algunas personas ilustres, cuyos sepulcros se conservan sostenidos sobre columnitas y de otras construcciones en lo alto de la pared. Tanto más que estaban a la vista, y como que pertenecían sus entierros al cementerio que todavía se llama dels negres. De entre ellos va la siguiente inscripción de uno que se halla a espaldas de la capilla que antes fue de corpore 

Xpi, y ahora se llama del Crucifijo o Gregoriana, que refiere la institución de la fiesta del Corpus en esta iglesia antes de 1314. 


Iste Berengarius de Palacio vocitatus 

Moribus egregius vite meritis trabeatus 

Sedeque Sacrista pariterque Diacon in ista 

Contemplans festa Dominique salubria gesta 

Qualiter in cena residens turba duodena 

Panem mutavit in corpus, sicque sacravit 

Vinum fans ore suus hinc fit sanguis honore 

Ipse Sacramenti tanti statuit reverenti 

Voto laude pari sollemnia concelebrari 

Huius formosi pre cunctis et preciosi 

Corporis hic Xpi. per quem gens salva fuisti 

Anniqueversaria duo constituit peragenda 

Digne pro venia sibi cultus attribuenda 

Unum maiorum, reliquum quoque Presbiterorum

Quisquagenorum petiit requiem superorum 

Anno milleno tercenteno quoque deno 

Quatuor addendis, Februique bis octo Kalendis. 

Hunc comitem mense Sanctorum Xpe. recense. 


Y ya que estamos en inscripciones no es de omitir la del sacrista de esta iglesia Guillermo de Mongrí, electo Arzobispo de Tarragona, cuya silla gobernó desde 1234 hasta 1238; varón célebre por los hechos que de él se dirán en el catálogo de los prelados de aquella metrópoli, como por la humildad con que se resistió siempre a ser consagrado, y con que al fin logró que se le admitiese la renuncia. Vivió ejerciendo su dignidad de sacristía hasta el 1273: tiempo en que fundó la cartuja de S. Pol de marítima, trasladada después a Montalegre. Hállase hoy su sepulcro sobre la puerta que sale de la iglesia al claustro. El epitafio es de su tiempo, y está distribuido en dos columnas que no se han de leer seguidamente como está en las copias que hay por acá, sino pareando los versos de una con los de la otra, así: 

Vivendi norma sit cunctis haec mea forma. 

Sum G. de Montegrino Sacrista Gerunde 

De cujus fonte multi dotantur habunde 

Metropolim rexit, hereses sua dextera flexit. 

In Terrachona donavit grandia dona, 

Christicolis apta per eum fuit Eviza capta 

Et Frumentera, statuendo cantica vera. 

His de Cartoxa dat cenobium sua doxa 

Edeque Sacriste templum Domino dedit iste 

Dans Sancti dici missas ara Dominici 

Lumine centeno Sedes hec gaudet ameno 

Claustris eximie per eum fit imago Marie:

Prequedicatores vestiri datque minores 

Pascuntur miseri panibus huius heri. 

Denos presbiteros ter constituit probus heros 

Transiit e mundo Cristo societur eundo. 

Anno milleno C. bis cum septuageno 

Et tribus undenas Julii jungendo Kalendas. 


Más apreciable que todas estas deberá ser una inscripción romana, que según me dijeron está en el altarcito de Santa Elena en el tránsito del palacio a la catedral. No me retrajo de su examen lo difícil que era desembarazar aquel lugar para poderla leer, sino el haberme asegurado un amigo que estaba ya publicada por D. Ramón Lázaro Dou, canciller actual de la Universidad de Cervera, en el cuaderno que imprimió en aquella ciudad en 1767 con el título: Inscriptiones romanae Catalaun. repertae post vulgatam Syllog. Josephi Finestres. Con lo cual, pues no era cosa nueva, pasé a ver otras que lo fuesen (a: En el tomo 43 de la España Sagrada, pág. 16, y sig. se publica dicha inscripción como inédita, supuesto que ni Pujades, ni Marca, ni Roig, ni Masdeu la publican. Mas también lo es que Dou la publicó, y que de su obrilla dio noticia la Bibliot. de escrit. de Carlos III, y que la conoció y disfrutó el padre M. Risco en el tomo 34 de la España Sagrada pág. 30.) 

No faltan en esta iglesia pinturas buenas. En el aula capitular y piezas anteriores las hay de mérito. En las ciudades limítrofes, como esta, la frecuencia y estragos repetidos de las guerras, no dejan estar de asiento las bellas artes, que sólo medran a la sombra de la paz y tranquilidad pública y privada. He llegado tarde y cansado a estas reflexiones. A Dios, etc. 

Anales de Cataluña, Narciso Feliu de la Peña y Farell (Index)

(Nota del editor : Se corrige parcialmente la ortografía en castellano.)  Imagen: Biblioteca de Catalunya. Llibres Pere Borrás: MCMXIX: D. V...