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dimecres, 17 d’agost del 2022

CARTA LXXIII. Secularización de la iglesia de Solsona, y erección en sede episcopal. Catálogo de sus obispos.

CARTA LXXIII. 

Secularización de la iglesia de Solsona, y erección en sede episcopal. Catálogo de sus obispos. 

Mi querido hermano: Varias veces te he dicho que el papa Clemente VIII secularizó las canónicas Agustinianas de los condados de Barcelona, Rosellón y Cerdaña, expidiendo para ello su bula fecha a 1.° de Agosto de 1592. Ahora añado que la primera que entre ellas expresa es la de Santa María de Solsona; la cual por otra bula de 19 de Julio de 1593 erigió en iglesia catedral, desmembrando al efecto el dilatadísimo territorio de la diócesi de Urgel, agregando alguna porción del de Vique, y creando las dignidades de deán, arcediano, chantre y tesorero, con doce canonicatos. Dotó la mensa episcopal con las rentas de la abadía suprimida, y con las del priorato de benedictinos de S. Lorenzo de Morunys: las dignidades con las rentas de la abadía de Vilabertran secularizada (cosa que no se verificó en gran parte): y la mensa canonical con los réditos de todos los oficios claustrales suprimidos, con los prioratos de Rocarosa, de S. Pedro de Clará, de Santa María de Gualter y de S. Emeterio y Celedonio de Sellés; de cuyos monasterios antiguos se hablará a la larga cuando se trate de los suprimidos en la diócesi de Urgel. A la sacristía y fábrica asignó los prioratos de canónigos reglares de Serrabona y de Castellnou, en la diócesi de Elna. Dicha bula tardó a publicarse hasta el 20 de Febrero de 1595, después de estar ya en posesión el primer obispo. Con esta ocasión erigió en ciudad la villa de Solsona; lo cual debe tenerse por una declaración de estilo, porque cierto es que los documentos desde el siglo X y XI, la llaman siempre urbs y civitas. El rey Felipe II autorizó esto mismo con su decreto de 30 de Julio de 1594. No es menester que yo diga las dificultades que hubo que vencer en el establecimiento de la nueva sede y capítulo, en la consignación de rentas y demarcación de territorio &c. Mas era muy grande el bien que de ello debía resultar a esta feligresía, cuanto lo era el daño que le causaba la distancia e influencia remota del obispo: daño que todavía lloran otras ciudades y partidos de gran población, a los cuales alcanza muy de tarde en tarde y cansada la voz del pastor, por impedirlo los muchos negocios que cargan sobre él, o la dilatada e irregular demarcación de sus diócesis, u otras causas, que aun siendo justas en sí, acarrean a la grey perjuicios notables. Objeto es este muy digno de la atención del Gobierno, que aun en lo temporal sacaría grandes ventajas de la desmembración de unos obispados, y de los nuevos y más cómodos límites de otros. Mas esto ni a mí me toca, ni es de este lugar. Vengamos a la serie de estos obispos, que es de lo que se sirve la historia: y ya sabes que sólo me toca fijar las épocas de los hechos, sin pararme a elogiar las virtudes. El primero fue

I. Luis Sanz y Codol, natural de Puigcerdá, donde fue bautizado a 20 de Diciembre de 1547, doctor en leyes y cánones, beneficiado de la parroquial de su patria, cura de S. Martín de Ur, canónigo y vicario general muchos años de la iglesia de Urgel, donde fue admitido a 8 de Mayo de 1574; y después proveído en un canonicato de Barcelona, vacante por promoción al consejo de Cataluña y sacristía de Tortosa de su tío Micer Gerónimo Manegat, sucediéndole también en el cargo de formar inventario de todas las escrituras del archivo real de aquella ciudad, y también abad comendatario de Gerri. Este fue el primer obispo de Solsona nombrado por el rey Felipe II, cuya noticia recibió en Barcelona a 4 de Agosto de 1594. Tomó posesión a 13 de Febrero de 1595. En 23 de Abril del mismo año ya celebró órdenes en la iglesia de S. Severo de Barcelona. A 4 de Abril del siguiente 1596 asistió al reconocimiento del cuerpo de S. Raimundo de Peñafort con el arzobispo de Tarragona D. Juan Teres (Terés), el obispo de Barcelona D. Juan Dimas Loris, el de Vique D. Pedro Jaime, y el de Elna D. Francisco Robuster y Sala. Vino a Solsona en el Noviembre del mismo año, donde fue recibido con la alegría que es de presumir. Dedicose luego a visitar y ordenar su nueva esposa; para lo cual dispuso algunas constituciones que se publicaron el día 3 y 4 de Noviembre de 1597. Entre otras cosas ordenó que de los doce canonicatos ocho fuesen presbiterales, dos diaconiles y dos subdiaconiles. Convocó y tuvo sínodo el día 1.° de Abril de 1598, después del cual salió a visitar su diócesi, comenzando por Cervera. Otros sínodos y visitas repitió en los años siguientes. En el de 1607 se dio posesión al primer canónigo penitenciario de esta nueva catedral. Gobernó este obispo su iglesia hasta el día 19 de Septiembre de 1612 en que tomó posesión de la de Barcelona, adonde fue trasladado, y donde murió en 1620. Sucedióle 

II. Fr. Juan Alvaro o Albaro, cisterciense, abad del monasterio de Veruela, cuyos registros le suponen natural de Calatayud, aunque Moreri, D. Nicolás Antonio y otros dicen que nació en Torralba de Aragón. Entró en dicha religión a 13 de Abril de 1566: fue confesor de las monjas de la Zaidía de Valencia por espacio de 22 años, y en el de 1602 fue nombrado para la abadía de Veruela: la cual sirvió hasta el 1612 en que fue electo obispo de Bossa en Cerdeña; y estando ya en Barcelona para verificar su viaje fue promovido a esta silla, de que tomó posesión a 26 de Julio de 1613. Al mismo tiempo fue nombrado abad del monasterio de Gerri. Luego convocó sínodo para el 13 de Mayo de 1614. Erigió en colegio de padres dominicos la casa hospital llamada comúnmente den Llobera, fundada en 1411 por Francisca, mujer de Bernardo Guillem de Peramola (piedra muela). Verificose la nueva fundación en 1617, y tres años después fue erigida en universidad, con facultad de conferir grados, que disfrutó casi un siglo, hasta la reunión de todas las de esta provincia con la de Cervera. Defendió con celo el derecho a las parroquias asignadas a su diócesi, desmembradas de la de Urgel; y vio terminado este pleito perjudicial. Finalmente murió visitando su diócesi en Tárrega a 13 de Octubre de 1623. Trájose acá su cadáver, y se enterró en el presbiterio de la catedral. 

Su retrato existe en la escalera del colegio de padres dominicos con su nombre, apellido y escudo de armas, que son castillo con puerta y almenas en campo obscuro, un árbol en campo blanco, al cual se dirige una ave desde el castillo y cinco abarcas en campo rojo. De los escritos de este prelado pueden verse los citados Nicolás Antonio y Moreri. 

III. Miguel Santos de San Pedro, tomó posesión de esta iglesia a 7 de Julio de 1624. También obtuvo como sus dos antecesores la abadía de Gerri. En este primer año y los dos siguientes publicó varias pastorales, y visitó su catedral y toda la diócesi. A principios de 1627 pasó a Barcelona con el cargo de capitán general, que regentó hasta la mitad del año siguiente en que regresó a Solsona, y se dedicó a formar un código de leyes generales para toda la diócesi, las cuales publicó en el sínodo que tuvo a 11, 12 y 13 de Septiembre de 1629. Estas constituciones con las del sucesor Fr. Pedro de Santiago impresas después, como se dirá, son las que hoy rigen en este obispado. A fines de ese mismo año le nombró el rey presidente del consejo de Castilla, para lo cual pasó a Madrid, y a principios de 1631 fue promovido al arzobispado de Granada. Aquí se declaró esta vacante en 12 de Marzo de ese año. Créese que fue tío de Don Bartolomé Santos de Ribosa, electo obispo de Almería en 1633, y natural de Santervas, reino de León. Una memoria no debo callar de este prelado, y es haber renunciado en 1630 la abadía de Gerri que tenía en encomienda, pidiendo al mismo tiempo al rey que la diese en propiedad a quien cuidase de desempeñarla. Desprendimiento ejemplar, que antes y después de este prelado no tuvieron otros poseedores de semejantes dignidades. Sucedió 

IV. Fr. Pedro de Puigmari (Puigmarí, podio marino) y Funes, natural de Aveles, obispado de Elna, y benedictino de la congregación claustral Tarraconense, en la cual fue sucesivamente abad de Amer, Breda y Cuxá. Tomó posesión de esta silla a 15 de Abril de 1631. Antes de salir de Barcelona para Solsona ya dirigió a su clero y pueblo dos pastorales impresas, como preparándole para su gobierno celoso que fue bien corto. Otras pastorales y edictos publicó, de que se halla una colección en la biblioteca episcopal: tuyo dos sínodos, visitó toda la diócesi por una vez, y en la segunda murió en Bellpuig a 25 de Diciembre de 1634: traído acá su cadáver fue enterrado en el presbiterio en la sepultura común de los obispos, que antes lo fue de los abades. Sucedió

V. Fr. Diego Serrano de Sotomayor, nacido en Chillón, obispado de Córdoba en 1578, general de la orden de la Merced. Tomó posesión de este obispado a 12 de Marzo de 1636, y lo gobernó hasta el 1.° de Septiembre de 1693 en que pasó al de Segorbe, como dije en lo de aquella iglesia. Se señaló particularmente este obispo en el cuidado y recogimiento de su familia. Sucediole

VI. Fr. Pedro de Santiago, natural de Jaca, hijo de Pedro de Anglada. Entró en los agustinos descalzos, de quienes fue vicario general. Tomó posesión de esta sede a 5 de Abril de 1640. En el Septiembre inmediato tuvo sínodo, y otros dos en los dos años siguientes. Por las actas del último que quedan incompletas, consta que el partido francés, que a la sazón gobernaba en Cataluña, le desterró de su iglesia e hizo pasar a Aragón. Estando allí, y recobrada la ciudad de Lérida por las armas del rey católico, fue promovido a aquella silla nuestro obispo, cuyas bulas despachó el papa Inocencio X en 14 de Noviembre de 1644, y la silla de Solsona se declaró vacante en 22 del Diciembre inmediato. Esto consta en los registros originales de acá. Las guerras que acabo de indicar, y que son bien conocidas, tuvieron a esta iglesia sin obispo por espacio de 13 años. En cuyo tiempo hay memoria de algunos electos. Uno de ellos fue Fr. Josef de Lainez (de Laín, Laínez), agustino, el cual suena con título de obispo de Solsona hasta el año 1653 en que fue promovido a la iglesia de Guadix. Al mismo tiempo por nombramiento del rey de Francia se llamaba obispo de Solsona Fr. Vicente de Margarit, que suena así desde 1647 hasta 1652. En las actas capitulares de Urgel desde el día 3 de Enero de 1655 hasta todo el 1659 suena Juan Bautista Chaveri y Valentí, arcediano mayor de Urgel y electo obispo de Solsona. Este también lo fue por el rey de Francia, porque el de España nombró a otro, que llegó por fin a tomar posesión, y fue

VII. Fr. Francisco Roger, natural de Barcelona, de la orden de Santo Domingo. Tomó posesión de esta silla (después de 4 años de electo) a 22 de Marzo de 1657. 

Luego convocó sínodo, visitó la catedral y obispado, y en medio de estos y otros ejercicios episcopales murió en esta ciudad a 18 de Enero de 1663. Sucedió 

VIII. Fr. Luis de Pons y de Squerrer, natural de Montclar, diócesi de Urgel, benedictino claustral Tarraconense y abad del monasterio de Arlés. Tomó posesión de esta silla a 4 de Noviembre de 1664. Celebró seis sínodos, y en el tercero de ellos se decretó la impresión de las constituciones de sus predecesores Miguel Santos y Fr. Pedro de Santiago, y así se verificó. Las he visto impresas en Barcelona apud Mathevat 1665. Reimprimió el ritual de Paulo V, que ya había acomodado al uso de esta diócesi su antecesor Puigmari. Murió en esta ciudad a 4 de Enero de 1685. Cuentan que la ocasión de su muerte fue que quiso tomar un purgante preparado con clara de huevo (albúmina), y lo que en la receta decía albumin. ov., el boticario leyó alumin. ust., con que le puso alumbre calcinado en lugar de clara de huevo. Una cosa semejante me acuerdo haber leído en los apuntamientos de Pedro Simón Abril. 

IX. Manuel de Alba, natural de Madrid, tomó posesión de esta silla a 8 de Octubre de 1685, y la dejó por traslación a la de Barcelona en 3 de Noviembre de 1693. En un sínodo que tuvo en Enero de 1686 nombró por patrono de toda la diócesi a S. Raimundo Nonat.

X. Fr. Juan de Santa María. Alonso y Valeria, natural de Albarracín, de la reforma de franciscos de S. Pedro de Alcántara, tomó posesión a 27 de Abril de 1694. Tuvo además en encomienda el priorato de canónigos del Santo Sepulcro de Calatayud. En 1696 fue nombrado embajador de Carlos II a la corte de Viena. Otros negocios públicos manejó, siendo muy estimado de los papas y reyes. Fue trasladado a Lérida a 1.° de Junio de 1699.

XI. Fr. Guillermo de Goñalons, natural de Leyor, en la isla de Menorca, religioso agustino, tomó posesión a 31 de Mayo de 1700: murió a 12 de Agosto de 1708, habiendo seguido el partido de la casa de Austria en las guerras de sucesión. 

Enterrose en el convento de su orden de Barcelona. El rey Felipe V dio luego este obispado a Miguel de Marimón, arcipreste de Ager, y hermano del famoso obispo de Vique de este nombre; pero murió luego en 1709, y así prevaleció la elección hecha por el archiduque Carlos en

XII. Fr. Francisco Dorda, natural de Mataró, cisterciense y abad de Poblet, el cual tomó posesión de esta silla a 3 de Abril de 1710. Ganada Barcelona y toda Cataluña por Felipe V en 1714, fue extrañado de su diócesi con carta orden de 11 de Enero de 1715, y tratado como intruso. Retirose a Poblet, donde lleno de disgustos murió a 3 de Diciembre de 1716.

XIII. Fr. Pedro Magaña, natural de Alfaro, en la Rioja, benedictino observante, tomó posesión de esta silla a 7 de Agosto de 1717. Murió a los tres meses y once días de su residencia en esta ciudad, día 9 de Febrero.

Fue electo luego D. Josef Taverner y Ardena; mas no llegó a tomar posesión, porque en 1720 fue trasladado a la silla de Gerona, como allá se dirá. Con esta ocasión fue nombrado 

XIV. Tomás Brotó y Pérez, maestre-escuela que era de Zaragoza: tomó posesión a 8 de Agosto de 1720, y murió en Abril de 1736. En su tiempo, se suscitó la pretensión de Cervera sobre la traslación de catedralidad a aquella ciudad tan favorita de Felipe V. Reimprimió en 1725 el ritual de esta diócesi. También se construyó el altar mayor de la catedral, el cual bendijo este obispo a 20 de Mayo de 1731. Cuatro años antes se colocó en la capilla actual la imagen de nuestra Señora del Claustro. Sucediole 

XV. Fr. Josef Esteban de Noriega, natural de Salamanca, canónigo premonstratense: tomó posesión de esta silla a 10 de Abril de 1738. Murió en Bellpuig estando en actual visita a 10 de Mayo de 1739, no dejando tan temprana muerte disfrutar a esta diócesi de la literatura que su pastor mostró en su juventud en varias disertaciones, cuya noticia hallarás en Moreri. Fue enterrado en el presbiterio de la capilla de S. Pedro de esta catedral.

XVI. Fr. Francisco Zarceño, natural de Colmenar de Oreja, arzobispado de Toledo, religioso trinitario calzado: entró en posesión de esta silla a 15 de Febrero de 1740. Murió a 23 de Enero de 1746 en su palacio. Tiene su entierro en nuestra Señora del Claustro, a la parte del evangelio.

XVII. Fr. Josef de Mezquia, natural de Salvatierra, en Álava, mercenario calzado, tomó posesión a 30 de Noviembre de 1746. Era menester un largo artículo para decir su solicitud pastoral en sínodos, visitas &c., su pobreza personal y liberalidad con los pobres, y su virtud como persona privada y como obispo. En su tiempo, a saber en 1757, fundaron los padres Escolapios, y en el siguiente las religiosas de la Enseñanza. Murió con grande opinión en su palacio a 9 de Septiembre de 1772. 

Se enterró en la capilla de nuestra Señora de la Merced. (mercedario : mercenario) 

XVIII. Fr. Rafael Lasala y Locela, de quien puesto que he tenido ocasión, no quiero dejar perdidas las noticias que he adquirido. Nació en Vinaroz a 7 de Agosto de 1716. Tomó el hábito en el convento de S. Agustín de Valencia día 23 de Agosto de 1731, donde fue prior, como de otras casas de su orden; y en aquella universidad obtuvo la cátedra de filosofía, y sucesivamente la de matemáticas. Su grande y escogida sabiduría y virtud le elevaron al obispado titular de Adramita en 1767; y el año siguiente a 20 de Marzo fue consagrado en el convento de S. Felipe el Real de Madrid. Muerto el arzobispo de Valencia D. Andrés Mayoral, el sucesor D. Tomás Azpuru, que siempre estuvo en Roma, como encargado de los negocios de la corona, le nombró gobernador del arzobispado, donde además de otras muestras de su celo y prudencia, la historia conserva entre otras cosas viva la memoria del sabio plan de estudios que extendió de orden del Rey, los procesos que formó para la beatificación del V. Antonio Margil, franciscano, y la V. Inés de Beniganim: la consagración de la iglesia de la orden de Montesa a 3 de Noviembre de 1770, y de la de los PP. Escolapios dos años adelante a 18 de Abril. Poco después fue nombrado para esta silla, de la cual tomó posesión a 18 de Junio de 1773, haciendo su entrada en esta ciudad cinco días después. En el sínodo que luego celebró quiso que el subsidio caritativo, con que según costumbre le acudieron los curas y que importó 40 (símbolo) mil reales, se distribuyese entre los pobres de las mismas parroquias. Ayudó mucho a la conclusión de la fábrica de los PP. Escolapios: y costeó por entero la de su palacio episcopal, que era, según me han dicho, indecentísimo; cuya descripción omito, porque ya Ponz la hace muy detenida, publicando también la inscripción de la fachada. En la epidemia que afligió a su diócesi en 1783, hizo venir al médico Masdevall; con lo cual y con su buena diligencia y limosnas contribuyó mucho al alivio de sus feligreses. Era dadivoso sobremanera en las limosnas, cuya abundancia y los demás gastos no pudiera sobrellevar, atendida la tenuidad de sus rentas, a no ser tan grande como era su frugalidad, y la economía de su persona y familia. Consagró la iglesia de Iborra en 1782, autorizando el milagro de la Santa duda de que ya te hablé. 

Todas estas cosas, y algunas otras propias de su celo pastoral, no valdrán tanto para los literatos, como los dos catecismos que compuso e imprimió en Cervera en 1791. El santo afán con que en todas sus visitas y en sus continuos sermones en la catedral declaraba las verdades de la doctrina, no se dio por contento si no dejaba escritos estos dos libros, uno intitulado menor en 8.° de pocas hojas, para los niños y rudos, y otro mayor en folio para facilitar a los párrocos el ejercicio de catequistas. La exactitud, claridad y debida extensión que se ve en estas obras, así como las han hecho sumamente útiles a los encargados del ministerio eclesiástico, así perpetuarán en su diócesi y en toda la república literaria la memoria de este prelado, que tan oportunamente y con tan buen ejemplo supo valerse de todos sus conocimientos en las ciencias matemáticas para hacer este gran servicio a la religión. Murió este obispo a los 76 años de su edad, día 17 de Junio de 1793, y fue enterrado donde él por su humildad lo mandó; esto es, a los pies de su antecesor Mezquia.

XIX. Fr. Agustín Vázquez Varela, natural de Novelúa, cerca de Lugo, cisterciense y abad de Poblet, autor de una disertación sobre el breviario, misal y ritual de su orden, la cual publicó en 1783. Durole poco el pontificado: murió a 11 de Febrero del año 1794. 

XX. Fr. Pedro Nolasco Mora, natural de Barcelona, mercenario calzado y general de su orden, tomó posesión a 12 de Diciembre de 1794. Este es el obispo actual. 

A Dios. 

P. D. Al principio de esta carta mencioné varios monasterios ya suprimidos, cuyas rentas sirvieron para dotación de la nueva catedral de Solsona. De todos ellos se ofrecerá en adelante ocasión de hablar con más oportunidad. Y por si no la hay acerca del priorato de Roca Rosa, diré de él lo que tengo a mano. Era este un monasterio de benedictinos, situado en el condado de Gerona, y en el término de Ostalrich, el cual fundó Geraldo de Cabrera, vizconde de Gerona y de Urgel, cediendo y donando plenamente a un monje llamado Bernardo, el alodio de la Fredena, para que allí edificase una iglesia en honor de Santa María. Hízose esto en el año 1145, VIII de Luis el joven, con anuencia del obispo de Gerona Berenguer de Llers, el cual subscribe en la escritura que de ello se formó, como también otros dos Berengueres, el uno abad de Vilabertrán y el otro de S. Félix de Gerona. Va copia del documento (a: Apend. n. XI), sacada del cartoral de dicho monasterio, el cual existe en esta iglesia de Solsona. El sitio de la Fredena estaba muy cercano y hacia el occidente de Roca Rosa, punto que siendo por algún motivo más famoso, dio nombre a la nueva casa, de manera que sólo con él era conocida. Así todas las escrituras de dicho cartoral la intitulan Sancta Maria de Rupe ruffa, de rauca rosa, y alguna vez rupis flave (roja; rubea; rosso, rossa en italiano). De ellas mismas  consta que fueron sus priores: Bernardo en 1145. - Guillermo Arnaldo de 1185 a 1196. - Bernardo de Lemena de 1197 a 1202. - Pedro de 1203 a 1205. - Juan de 1206 a 1235. - Raimundo de 1237 a 1240. - Arnaldo de 1240 a 1257. - Vidal de 1262 a 1269 - Guillermo Lloret (Loreta, Loreti) de 1275 a 1294. - Bernardo Loreta de 1300 a 1309.

dimecres, 6 de juliol del 2022

Tomo 5. ÍNDICE DE LAS CARTAS QUE CONTIENE ESTE TOMO.

TOMO V.

(1806)


ÍNDICE DE LAS CARTAS QUE CONTIENE ESTE TOMO.

(Se omite la paginación)


CARTA XXXV. Noticia de algunos historiadores de la ciudad de Tortosa y de los códices litúrgicos de su iglesia: dos cronicones breves que hay en su archivo: rito del experimento del agua fría para descubrir la verdad de los delitos ocultos: noticia de un jubileo para los sacerdotes de esta iglesia en el siglo XV. 

Carta XXXVI. Estado de la iglesia de Tortosa después de su restauración: fue por algún tiempo parroquia suburbana de Tarragona: cartas inéditas del papa Adriano IV al conde D. Ramón Berenguer, y su contestación: número de los primeros canónigos de esta iglesia: origen de la desigualdad de sus rentas respecto de las dignidades: masa común y reunión de ambos cuerpos en un solo capítulo: secularización de esta iglesia: reliquias que han durado hasta nuestros días de la vida reglar antigua: fórmula de profesión: congregación de esta catedral: clase de conversos: memorias de lo que era.

Carta XXXVII. Fábrica de la antigua iglesia de Tortosa: su verdadero sitio: descripción de su claustro, capítulo y otras oficinas: consagración y conclusión del templo actual: monstruosidad de su fachada: cementerios antiguos de Tortosa: construcción de uno moderno: inscripciones que se han de poner en él: vestidura de los prebendados de esta catedral.  

Carta XXXVIII. Catálogo de los obispos de la santa iglesia de Tortosa después de su restauración. 

Carta XXXIX. Conclúyese él episcopologio de la misma iglesia. 

Carta XL. Si S. Rufo fue obispo de Tortosa.

Carta XLI. Reliquias de la catedral de Tortosa: memoria de la santa Cinta: su fiesta y oficio: costumbre de llevarse a la corte, cuando comenzó: carta de la reyna Doña Margarita dando varias reliquias: custodias nueva y vieja: pila del papa Luna

Carta XLII. Inscripciones romanas y otras de Tortosa

Carta XLIII. De la orden del Hacha propia de Tortosa: nuevos documentos en prueba de su existencia: por qué se llaman amazonas las mujeres a quienes se concedió: verdadera etimología y origen de la palabra hacha: biblioteca de la catedral de Tortosa: noticia de algunos MSS.: edición antigua de Tortosa en el siglo XV

Carta XLIV. Extracto de varios documentos tocantes a los templarios de la corona de Aragón; bula inédita de su extinción en el concilio Vienense copiada de los registros auténticos del rey D. Jayme el II


APÉNDICE DE DOCUMENTOS


(Erratas. Se omiten las páginas. Algunas las he corregido en el .odt, pero no en el blog)

siglo XIV siglo XII

tom. XXXII XLII

en 1158 1153

1010 1019

Bancalli Barcalli

vitae rite

Montechano Montecathano

Turrecla Turrella

Clemente Pérez Clemente Zapera

Zaragoza Barcelona

APVIANIC APVTANIC

defensionem ad defensionem

ecclesia ecclesiae

dijous, 12 de maig del 2022

Carta 2, Templo del Santo Sepulcro

CARTA 2. 

Templo del Santo Sepulcro: si le hubo en Valencia antes de su conquista. Restauración de la silla Episcopal en esta ciudad. Esplendor de su Iglesia en el nuevo estado. Fundación de la Catedral y y su advocación. Circunstancias señaladas de este edificio. Decoro del culto: vestiduras corales de sus Prebendados y demás ministros, así de ella como de las parroquias. Capilla del Colegio de Corpus Christi. 

Mi querido hermano: Me acuerdo que en tus cartas pasadas me prometías una gran cosecha literaria en esta ciudad de Valencia. Efectivamente me ha asombrado la multitud de códices litúrgicos que se hallan depositados en la Biblioteca de esta Catedral, y me llena de reconocimiento la generosidad con que el Ilustrísimo Cabildo de esta Iglesia me ha permitido a ciertas horas el uso libre de esta pieza y de todas las preciosidades que encierra. Así que, en lo tocante a los oficios eclesiásticos poco nos quedará que desear. Mas no he sido igualmente feliz en los demás puntos de la literatura eclesiástica; algunos de los cuales quedarían mucho mas ilustrados, si hubiera conseguido ver los documentos originales. Como quiera, diré hoy algo del estado moderno de esta Iglesia.

Ya sabes que la larga dominación de los moros en esta ciudad destruyó casi del todo la religión cristiana y su culto exterior. A excepción de los pocos años que la poseyó el Cid, en los otros siglos anduvo desterrada de ella y su comarca la adoración del verdadero Dios. La opinión de la supuesta Iglesia de los morabatins o mozárabes (morabatinos también fue una moneda), que creen algunos haber existido en esta ciudad desde los primeros siglos con el nombre del Santo Sepulcro, merecía otros apoyos que los que alegan sus defensores (a : Escol. lib. IV cap. XXIII n. 2 y lib. V. cap. V núm 4. Sales, Memorías de la Iglesia del Santo Sepulcro de Valencia.). 

Verdaderamente causa admiración la repentina mudanza de su título en el actual de S. Bartolomé, de todo punto inverosímil en tiempos pacíficos, cuando era ya dominante en esta ciudad la religión cristiana, y mucho más después que los monjes Basilios moradores de esta casa, como se supone, durante la dominación de los moros, a costa de grandes expensas y trabajos, le habían conservado su antiquísima advocación del Santo Sepulcro. Mas dejando esto a los historiadores, luego que D. Jayme I de Aragón conquistó esta ciudad de los moros en el año 1238, se dedicó enteramente al restablecimiento del culto divino, purificó mezquitas, erigió iglesias, fundó monasterios: de suerte que en menos de dos años se vio renacer el antiguo esplendor de la religión: había ya numeroso clero, que con decoro y solemnidad celebrase en varios templos los divinos oficios: dotó liberalísimamente la Iglesia Catedral, como lo tenía ofrecido a Dios, y él mismo lo confiesa en la escritura de donación, que se conserva, según dicen, en el archivo (a), con lo cual puede decirse que (1) puso los segundos cimientos de la silla Episcopal, que han ocupado hasta nuestros días Prelados de buena memoria, muchos de los cuales no dejaron lugar para que este pueblo envidiase los días floridos de la cristiandad; siendo gloria bien particular del último estado de esta Iglesia que dos de sus Obispos hayan sido colocados sobre los altares; y otros dos, hijos también de esta Diócesis, elevados a la silla de San Pedro. 

(a) Así esta escritura otorgada en el año 1241, como el voto que sobre ello había hecho el mismo Rey cinco años antes, pueden verse en la Colección de los Concilios de Aguirre (edición de Catalani, tomo V página 188 y siguientes.) 

No es inferior la gloria que se granjeó esta Iglesia con la multitud de sus Sínodos, celebrados en todo este tiempo, no sólo desde que fue erigida en Metropolitana el año 1492, sino también cuando aún era sufragánea de la de Tarragona. A la ilustrada piedad con que en ellos se trataron los negocios eclesiásticos, debe esta ciudad el haberse mantenido pura en la religión, y haber conservado en las solemnidades eclesiásticas cierta majestad devotísima que convendría fuese general en todas las Diócesis. 

El templo de la Iglesia Catedral reconoce por fundador al Obispo D. Fr. Andrés Albalat, que puso su primera piedra en 1262. Siguieron las pisadas de este liberalísimo Prelado algunos de sus sucesores, ensanchándole hasta la grandeza que hoy tiene. Hácele muy vistoso el suntuoso adorno que en nuestros días ha recibido, no sólo por la multitud de jaspes, sino por el nuevo orden de las capillas, y el buen gusto en la construcción de algunos de sus altares (2). El retablo mayor ya muy de antiguo es de plata, y las puertas de oro, como decía Felipe II, aludiendo a sus hermosas pinturas (3), obra (según dicen) de Pablo de Areggio y Francisco de Neápoli, que florecieron a principios del siglo XVI.

Comúnmente se cree que esta Iglesia se dedicó a nuestra Señora con el título de la Asunción. Alegan no sé qué voto del Rey D. Jayme I. Si fuese así sería (4) distinto del hecho en Lérida en 1236, el cual nada dice de esto, 

sino sólo de dotar las Iglesias que conquistase en el reino de Valencia. Lo cierto es que en la sacristía de esta Iglesia se conserva la misma imagen que trajo consigo el Rey conquistador, y puso en el altar mayor, bajo de la cual se leen estos dísticos: 


Obtulit huic urbi post barbara colla subacta 

Hanc primam sacrae Virginis effigiem 

Rex super insignis, regumque norma Jacobus. 

Mente reverenti prospice, quisquis ades. 


Es una pintura que representa a María Santísima con el niño en los brazos, sin alusión ninguna a su gloriosa Asunción. Por otra parte, el Rey D. Jayme, ni en sus privilegios, ni en la historia que corre con su nombre, jamás da tal invocación a esta Iglesia; siempre la llama Ecclesia Sanctae Mariae: Sancta Maria sedis Valentinae. 

También dicen que el Cid había antes dedicado esta Iglesia a S. Pedro (5). Creo que el M. Berganza en su obra Antigüedades de España dice algo que desmiente esta opinión.

El Obispo D. Vidal de Blanes costeó el aula capitular: obra del arquitecto Pedro Compte, como asegura Ponz en su Viaje tom. IV (a). 

(a) Si es así, habiéndose indubitablemente concluido este edificio en 1358, debemos reconocer dos arquitectos del mismo nombre y apellido, acaso abuelo y nieto, los cuales trabajaron en esta ciudad en distintos siglos: a saber el ya dicho a mediados del siglo XIV, y (el) otro en el siglo XV, artífice de la famosa Lonja de la seda, que se construyó en 1482 (como se lee en Esclapes Noticias de Valencia); el mismo sin duda que pocos años antes sucedió a un maestro Baldomar en la conclusión de esta Catedral desde las pilastras del Tráscoro (detrás del coro) hasta la puerta principal y torre llamada del Micalet; obra que se comenzó lunes a 10 de Septiembre de 1459. Así consta del Diario MS. por un anónimo, Capellán del Rey D. Alonso V de Aragón, que se conserva en la Biblioteca de PP. Dominicos de esta ciudad.   

Hizo en ella un púlpito que algunos creen haber servido de cátedra para la Lectura de Teología poco antes instituida en esta Iglesia, en el cual enseñase S. Vicente Ferrer desde el año 1385 hasta el 1390. Mas en el Epítome de las constituciones de esta Catedral (fol. 87) se ve que esta Lectura se tenía, no en el aula capitular, sino en la casa que hasta nuestros días se llama de la Almoyna, o limosna (elemosina). Otro púlpito se conserva junto a la capilla mayor a la parte del evangelio, donde es tradición que predicó este Apóstol de la Europa.

Con suma complacencia estoy observando el decoro y gravedad con que celebra esta Iglesia los oficios divinos. Además del plan de educación eclesiástica, que se halla establecido en esta Diócesis, contribuye también a este objeto el gran número de Dignidades, Canónigos y Pabordres y otros ministros que residen en ella. No me parece ajeno de mi propósito renovarte la memoria (6) de sus vestiduras corales, por si conviniese hacer uso de esta descripción. Hay dos clases de Beneficiados residentes en el coro. Unos graduados, y otros no graduados. Figúrate sobre la sotana ordinaria otra de seda negra, y encima una sobrepelliz abierta por los costados con las mangas sueltas y volantes, y sobre ella una capa corta, o sea muceta, que cubre el brazo hasta los codos poco más: este es todo el año el vestuario de los no graduados. Los que lo son, llevan sobre la segunda sotana un roquete sin mangas: sobre él un ropón, que llaman colas, y es un equivalente de la capa coral: su figura es la que resulta cuando alguno recoge la capa por bajo de los bazos para que lo arrastre por detrás, dejando caer delante todo el envoltorio de la ropa hasta los pies. Las dos alas de la capa se figuran con dos triángulos, que llevan al canto una cenefa de tafetán encarnado. Sobre esta reliquia de capa encaja la muceta o capirote puntiagudo por detrás, y por delante redondo con pieles cenicientas en invierno, y raso o tafetán encarnado en verano. De esta misma hechura es el vestido de los Clérigos de oficio, los cuales, a excepción de los Sochantres, Maestro de capilla, Organista y Hebdomadarios, que visten como los graduados, usan siempre de tafetán o raso negro en las colas y la muceta, y de pieles negras en esta última durante el invierno. Esta misma es la figura de los hábitos canonicales, con la diferencia que el roquete tiene mangas ajustadas hasta la muñeca, y las pieles en invierno son de armiño, y todo el vestido es de seda morada. Así visten los individuos de este Cabildo desde el Pontificado del Papa Alexandro VII, que les permitió mudar los vestidos antiguos como lo verás en la copia adjunta de su Bula, sacada de otra no muy exacta: que el original no le pude ver (a: Véase el apéndice núm. I.). De la figura y color de los hábitos antiguos da razón la Bula de Calixto III, expedida en 1457 a favor de los Canónigos de S. Felipe, a quienes concede el uso de los mismos vestidos corales que los de la Iglesia de Valencia. También envío copia de este documento, que me franqueó original el Cabildo de aquella Colegial (b: Véase el apéndice núm. II.), y con ello me excuso de decir más sobre esta materia. 

Los Cleros de las parroquias, que son numerosísimos, visten todos como los que no son graduados en la Catedral. Y para distinguirse en ellas los que tienen grado mayor de universidad, en la capa o manteleta corta llevan una cenefa ancha de raso o tafetán carmesí. En las tres ferias mayores de semana santa usan los Canónigos de (7) capa morada con la cola larga, y los Doctores visten otra igual de color negro sólo para la adoración de la cruz en el viernes santo, y para cantar las lecciones en los maytines (maitines) de estos tres días. Esta capa cae desde las escápulas partida en dos puntas largas. Con esto se entiende mejor que levantada y doblada por bajo de los brazos, resulta la figura ya dicha, que llaman colas.

De este género de vestiduras corales, que son con alguna diferencia comunes a toda la Corona de Aragón, se exceptúa el Clero del Colegio de Corpus Christi que fundó el B. Juan de Ribera, en el cual se conserva el uso de las sobrepellices solas como en Castilla. Este devotísimo templo campea entre todos los de esta Diócesis en la solemnidad del culto. Quizá no habrá otro que le exceda en toda la cristiandad, y serán rarísimos los que lleguen a igualarle en la diaria magnificencia y decoro de los divinos oficios. Hasta los minutos que deben durar las horas rezadas, dejó señalados su santo fundador, estableciendo muchas ceremonias religiosas, que dan nueva majestad a sus fiestas eclesiásticas, de las cuales diré algún día, dándolo Dios, que ya hoy no permite más el correo. 

Dios te guarde muchos años. Valencia 19 de Octubre de 1802. 


NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Puso los segundos cimientos de la silla Episcopal. De esto da puntual razón en su Historia Gaspar Escolano, diciendo: "Luego que (el Rey D. Jayme) hubo reedificado la Iglesia mayor que había sido primero mezquita, trató de adornarla de Obispo, Canónigos, Dignidades y Clerecía. Al principio no le fueron señaladas más de doce Calongías (canongías) y cuatro Dignidades, es a saber, Arcediano mayor de Valencia, Sacristán o Tesorero, Chantre o Capiscol, y la de Arcediano de Xátiva; si bien en el año 1260 D. Fr. Andrés Albalate, Obispo que entonces era de Valencia, juntamente con las cuatro Dignidades instituyó quinta Dignidad, que fue el Deanazgo (deán).... En el año 1240.... se partieron el Obispo y Cabildo medio por medio todas cuantas rentas les había dado el Rey, como parece por el libro del Cabildo, que llaman la Obispalía.” (Escol. lib. III, c. VII. n. 5.) 

(2) El retablo mayor ya muy de antiguo es de plata. 

Con la ocasión que se dirá en la Carta núm. VIII, se quemó y derritió este altar en el año 1469. Mas no tardó mucho el Cabildo en comenzar a reponerle, ni su nueva construcción es obra de un artífice italiano, como supone Ponz. El Diario MS. ya citado, después de hablar del incendio, dice así: "En lany LXX fonch principiat lo dit retaule tot de argent, e foren mestres del dit retaule mestre Jaume Castellnou, e mestre.... Cetina, e mestre Nadal Yvo argenters, tots naturals de Valencia; e fonch messa la Verge Maria ab lo Jesus en lo retaule en lany LXXI vespra de la Verge Maria de Agost.” Que en castellano dice así: "En el año LXX se comenzó a labrar el dicho retablo todo de plata, fueron sus artífices el maestro Jayme Castellnou, y el maestro.... Cetina, y el maestro Nadal Yvo (no Yrro como se lee en el Diccionario de profesores de las bellas artes), plateros, todos naturales de Valencia; y fue colocada la Virgen María con el niño Jesús en el retablo el año LXXI víspera de la Asunción de nuestra Señora.”

A pesar de la diligencia de los artífices no pudo perfeccionarse esta pieza hasta entrado el siglo XVI. En el año 1500 a 5 de Mayo todavía encargaban los Jurados a Micer Juan Vera, Capiscol y Canónigo de esta Iglesia, que pidiese al Papa Alexandro VI una limosna para concluir el retablo, siendo, dicen, gran mengua de esta ciudad, que en el espacio de treinta y un años como ha que se quemó, no se ha podido acabar. Pudo ser también que esto se dijera de los adornos y puertas del altar, no de la obra de plata. Como quiera, el citado Diccionario atribuye su conclusión a solo el platero Cetina; y aun cuando en ella trabajara algún italiano, no basta eso para decir que el artífice fue extranjero. 

De esta clase de retablos y altares de plata u oro hay varios ejemplos en la antigüedad eclesiástica. Además del de oro guarnecido de pedrería, dado por la Emperatriz Pulchêria, hermana de Teodosio el Menor, de que habla Sozomeno (Hist. lib. IX. c. I.), describe también el constantinopolitano de Santa Sofía Pablo el Silenciario (in descript. Aed. Sophian.), diciendo que estaba sostenido de columnas de oro, y engastado de piedras preciosas. Anastasio el Bibliotecario refiere también que el Papa Sixto III puso en la Iglesia de Santa María la Mayor un altar de plata que pesaba trescientas libras; y el Papa Hilario dio otro también a la Iglesia de S. Lorenzo, en que se consumieron treinta marcos de plata; y de S. Gregorio dice el mismo: fecit ciborium Beato Petro Apostolo cum columnis suis quatuor ex argento puro. Y de Pascual I: propitiatorium (seu ciborium) altaris ex laminis argenteis circumduxit. (V. Grancol. l' Ancien Sacram. de l' Eglis. II. part. pág. 40 seq.) 

En el Cronicón abreviado de Lieja (ap. Mart. Anecdotor. t. III. col. 1404.) se leen estas palabras: cum B. Lamberto patrono fieret novum ciborium exterius argento, et auro coopertum. y en la vida de S. Odilon Abad (act. SS. Benedict. saec. VI. p. I, pag. 687.) incoepit etiam ciborium super altare S. Petri, cujus columnas vestivit ex argento.... (Vid. Ducang. Glossar. V. ciborium, propitiatorium).

Entre estas y otras muestras de magnificencia en el culto, merece contarse el retablo de que tratamos, al cual Ponz y el citado Diccionario dan 40 palmos de elevación y 24 de latitud. Acaso incluirán en estas dimensiones todos sus adornos. Pero medido sólo lo que es plata, no tiene más que 28 palmos de alto y 22 de ancho. Así lo asegura en sus Memorias valencianas Onofre Esquerdo, el cual era Síndico del Secreto el año 1682, en que se concluyó la renovación del presbiterio, y había visto desarmar, limpiar y pesar dicho retablo. Hállanse estas Memorias MSS. en la Biblioteca de Santo Domingo. Por el mismo documento se sabe que la plata del altar pesaba en ese año 1684 marcos y 8 onzas. Y siendo este el que se fabricó después del incendio de 1469, resulta que a la plata que entonces se pudo recoger en cantidad de 1027 marcos y una onza, se añadieron entonces 657 marcos y 7 onzas, para que tuviese 6 palmos de alto y 4 de ancho más que el primitivo. Debo estas noticias y las de la nota siguiente al P. Lr. Fr. Bartolomé Ribelles, Dominico, Cronista de la ciudad y reino de Valencia.

(3) Obra de Pablo de Areggio &c. Algunos han dudado si son estos dos pintores los mismos que más de treinta años antes habían venido de Italia, llamados para pintar en esta santa Iglesia, como consta del citado diario MS., en el cual se leen estas palabras: "En lany 1471 feren venir dos mestres pintors florentins, molt sobtils e aptes en lart de la pintura, per pintar lo cap de la Seu dels Angels, e de les altres coses de pintura al fresch.” Esto es: "En el año 1471 hicieron venir dos maestros pintores florentinos muy hábiles y diestros en su arte para pintar la capilla mayor de la Seo (sus paredes y cielo), y otras cosas al fresco.” Mas que estos pintores al fresco sean los ya dichos y no otros, lo certifica la escritura ante Juan Esteve, Notario del Cabildo, en 28 de Julio de 1472 (que está en su Notal N: fol. 128), donde se ve que el Obispo D. Rodrigo de Borja y su Cabildo se obligaron a pagar 30 ducados en tres tercias a Pablo de Areggio y Francisco Neápoli por precio de las pinturas al fresco de la capilla mayor. Acaso serán estos los 30 ducados de oro que Ponz dice haber costado las puertas del altar. Mas en esta escritura sólo se habla de pinturas al fresco; las cuales si se conservaran, pudiéramos juzgar por ellas si las otras eran de la misma mano. Pero como en la renovación del presbiterio, que empezó el año 1674, fueron destruidas, y reemplazadas por los adornos que entonces eran una maravilla del arte, queda todavía en duda este punto mientras no se liquide por los documentos del archivo. Y si, como lo parece, estos pintores eran ya entrados en edad en ese año 1471, cuanto era menester para que su crédito los trajera de Italia a España, no es inverosímil que muriesen antes del 1500: tiempo en que el retablo estaba aún por concluir (como se ha dicho), a lo menos sus adornos, y entre ellos sus preciosas puertas, las cuales es cierto que no se colocaron hasta el año 1506; y es muy probable que una de las causas de esta dilación fuese el no estar todavía concluidas. Por otra parte se cree comúnmente que estas pinturas son obra de alguno de los discípulos de Leonardo de Vinci, en cuyo número yo no me atrevo a contar a Neápoli y Areggio, hombres ya muy acreditados en su arte, cuando el supuesto maestro sólo tenía veinte y cinco años de edad, como nacido en 1445 (1452 según otras fuentes). Menos errado me parece el juicio de los que atribuyen estas pinturas a un Felipe Paulo de Santa Leucalia, Borgoñón, por la analogía que tienen con las tablas de la pasión y de la vida de Santo Domingo, que se conservan en el aula capitular del convento de Predicadores, las cuales pintó para el retablo mayor antiguo de su Iglesia, que costeó el Obispo Cristopolitano D. Fr. Ausias Carbonell, como me aseguran que consta de una escritura ante Pedro Cherta a 9 de Febrero de 1525. 

(4) Distinto del hecho en Lérida. Otra promesa hizo este Rey en el mismo lugar y año de sujetar todas las Iglesias que fundase a la Catedral de Tarragona, en atención a los servicios que de ella había recibido y de su Arzobispo D. Guillermo. Estos documentos y la dotación de la Iglesia de Valencia, y otras constituciones del mismo Rey acerca de la libertad e inmunidad de los judíos que se hiciesen cristianos, publicó el C. Aguirre en la colección de Concilios de España; mas se engañó en creer que antes de él no habían visto la luz pública. El impresor Diego Gumiel publicó todos los privilegios y constituciones de este Rey pertenecientes a Valencia, corregidos y ordenados por Luis Alanya. La edición se hizo en la misma ciudad en un tomo en folio año 1515, de la cual he visto varios ejemplares. 

(5) Creo que el M. Berganza debe decir algo &c. 

Efectivamente queda desvanecida esta opinión con lo que dice Berganza en sus Antigüedades (lin. V. c. XXV n. 303) por estas palabras: "para que los cristianos (de Valencia) tuviesen adonde asistir al sacrificio de la misa y a las horas canónicas, como se estilaba en aquellos tiempos, por lo menos a laudes y vísperas; de nueve mezquitas hicieron nueve Iglesias, que la crónica del Cid llama colaciones, y la general parroquias. Dedicaron la mayor al Apóstol S. Pedro, y la que estaba cerca del alcázar, adonde el Cid acudía de ordinario a los oficios eclesiásticos, fue consagrada a nuestra Señora con el título de Santa María de las Virtudes, que fue la Iglesia Catedral.”

La opinión de los que atribuyeron a la Iglesia Catedral la advocación de S. Pedro, parece haberse fundado en el testimonio de la crónica del Campeador, que llama colación o parroquia mayor a la del Apóstol S. Pedro. Y esta parece haber sido la opinión de Escolano, que refiriendo este hecho añade; y a la (parroquia) mayor llamaron S. Pedro por la devoción que le tenía el Cid (lib. II. cap. XXIII. n. 5), redoblando su equivocación con añadir (en el n. 9) que la Iglesia de nuestra Señora de las Virtudes, cerca del alcázar, es la actual parroquia de S. Esteban. El M. Risco con el testimonio de la historia latina que publicó, y añadiremos luego, prueba que sólo erigió el Cid la Iglesia de Santa María, aprovechándose para ello de la mezquita que tuvieron los sarracenos. Lo demás que se dice de la Iglesia de S. Pedro (añade), y otras cosas que se ponen en la citada crónica relativas al santo Apóstol, como la aparición que se refiere en el cap. 279, son tan sospechosas como otras muchas noticias que trae la misma crónica; y se puede presumir haberse fingido con pasión hacia el monasterio de Cardeña, que tiene también la advocación de S. Pedro, (Risc. Hist. de Rodr. Díaz cap. XIV.) Confírmase esto con la misma escritura de dotación de esta Iglesia, hecha por el mismo Rodrigo Díaz el año 1098, la cual se conserva en el archivo de la santa Iglesia de Salamanca, en donde referidas las posesiones dadas por él a aquella Catedral, se lee lo siguiente: haec autem omnia superiùs pertaxata Domino Deo, et Ecclesiae Valentinae in honorem Beatae, et gloriosae semper Virginis Genitricis Dei Mariae consecrate, liberè et absolutè, remota omnium posterorum nostrorum, totiusque successionis nostrae callida argumentatione, obstrusa omnium perversorum voce... donamus in manu Pastoris nostri Hieronymi, ab Urbano Papa secundo canonicè ordinati, et à Deo, ut credimus, ad restaurandam eandem Ecclesiam praedestinati, quatenus piissimus Dominus à vinculis peccatorum nostrorum nos immunes efficiat, simulque potenter ab hostium nostrorum tàm visibilium, quàm invisibilium insidiis clementer expediat. 

Esta escritura firmada del Cid, que se descubrió el año 1617 con la otra de Doña Ximena, de que hablaré luego, la puso Gil González Dávila en el archivo de la santa Iglesia de Salamanca. Tiénenla por sospechosa los editores de Mariana por datarse en ella la conquista de Valencia en el año 1088, esto es, seis años antes de 1094, correspondiente a la egira (hégira) 487, en que la fijan las memorias del árabe Ben Hayan (Casir. Bibl. arab. hisp. t. II pág. 43.). Pero examinada la escritura, se ve que en ella se data el año de la dotación de la Iglesia, y no de la conquista de la ciudad: y que fue una equivocación del que la escribió poner el año de 1088 en lugar de 1098. Sus palabras, según la corrección del M. Risco, son estas: Anno siquidem incarnationis Dominicae XCVIII post millesimum: ego Rudericus (Rodericus, Rodrigo) Campidoctor (Campeador), et Principes, ac populus, quos Deus, quandiù ei placuerit, meae potestati commissit, donamus ipsi Redemptori nostro... et Matri nostrae Ecclesiae, sedi videlicet Valentinae &c. 

Publicáronla el mismo Berganza en el apéndice a las Antigüedades secc. III. cap. XIV. tomo II. pag, 673, y el M. Risco en la historia de Rodrigo Díaz apend. IV. p. 10. Así esta escritura, como la de Doña Ximena, no dice Gil González haberlas hallado en el archivo de Salamanca, como escribieron los ilustradores de Mariana, sino haberlas colocado en él: Esta escritura dice, pareció año 1617, y la puse de mi mano en el archivo de Salamanca con otra de Doña Ximena &c. Lo mismo consta de la escritura de donación al Obispo D. Gerónimo y a su Iglesia de Valencia, hecha en 21 de Mayo de la era 1139, notando también el año de Cristo 1101 por Doña Ximena Díaz, mujer de Rodrigo Díaz, juntamente con sus hijos e hijas, por el remedio de su alma y de su difunto marido, a quien da el nombre de Campeador, en la cual se lee: 

Ego denique Eximena Didaz, inspirante me divina clementia, nullius cogentis imperio, neque suadentis articulo, sed propria atque spontanea mea voluntate, una cum cunctis filiis atque filiabus, nec non et meis bonis hominibus, facio hunc titulum scriptionis et donationis ad honorem Dei, et Beatae Mariae semper Virginis Valentinae sedis. De esta escritura hace memoria Sandoval en su historia del monasterio de Cardeña §. VI: publicáronla Yepes en el tomo VI de la Crónica general de S. Benito, y el M. Risco en el citado discurso apend. V. pág. 13.

Con estos documentos concuerda la historia antigua del Cid, que se conserva MS. en la biblioteca de S. Isidro de León, en la cual se lee: Venit ipsemet (Rodericus) Valentiam, et in domo sarracenorum quam illi mezquitam vocant, Ecclesiam Sanctae Mariae Virginis ad honorem ejusdem Redemptoris nostri genitricis miro, et decoro opere contruxit. Publicó este códice el M. Risco en la citada obra apend. VI. pág. 17. 

(6) De sus vestiduras corales. Sobre estas vestiduras comunes en las Iglesias de la Corona de Aragón deben hacerse las siguientes observaciones. 

1. Que las colas de la ropa coral no son las prohibidas al Clero en el Concilio de Lima de 1582, y en otros varios Sínodos de nuestra Península, como lujo y superfluidad ajena de la moderación eclesiástica; sino los dobleces de la capa de coro, que allí llevan cogida todo el año, y no se suelta sino en algunas determinadas fiestas, conforme a la costumbre de cada Diócesis. 

2. Que estas capas llamadas corales son un equivalente de las que antes se tenían por propias de los cantores, como dice Honorio de Autun (lib. I. capítulo CCXXVII) Cappa propria est vestis cantorum.

3. Que esta especie de capas, así en Valencia como en otras Iglesias, sirviendo ahora para decoro y ornamento, se llevan todo el año: no obstante que habiéndose concedido en su origen para abrigo, eran usadas sólo desde Todos Santos hasta la Pascua, como consta de una constitución de esta Iglesia hecha por el Obispo D. Vidal de Blanes, y de la Bula de Nicolao III, expedida en 1278 para fijar los hábitos corales de los Canónigos de S. Pedro de Roma, donde dice que en invierno superpelliceas lineas deferunt cappas nigras de sergia simplices, y en verano lineis togis superpelliceis sive cottis absque cappis utantur.

4. Que la sobrepelliz de ahora es la misma túnica talar de lino, de que hablan los antiguos escritores de ritos, vestis alba laxa talaris (Honor. Augustodum. lib. I de Gemm. cap. CCXXXII.); la cual ya el Concilio de Basilea (Basel) celebrado en 1431 permitió que llegase hasta más abajo de las rodillas: horas canonicas dicturi cum tunica talari ac superpelliceis mundis ultra medias tibias longis, vel cappis, juxta temporum ac regionum diversitatem &c. 

5. Que la sobrepelliz no se diferenciaba del roquete en la tela ni en la longitud, sino sólo en las mangas anchas, a diferencia de las del roquete (rochetum seu romana camisia), que son angostas, como lo dice el primer Concilio de Milán: superpellicia latis sint manicis, non angustis instar rocheti. 

6. Que es muy antiguo y extendido el uso de llevar sueltas las mangas de la sobrepelliz, como ahora en esta Iglesia y en otras de Aragón, diciendo Lindwod (ad Provinc. Eccl. Cantuar. lib. III tit. XXVII.) rochetum differt à superpelliceo, quia hoc habet manicas pendulas, sed rochetum est sine manicis, et ordinatur pro Clerico ministraturo Sacerdoti. Donde se ve también autorizado el uso de los roquetes sin mangas, que llevan en esta Iglesia algunos de los residentes, que no son Canónigos. Conjeturo también que los que usaban roquete eran los llamados tunicati, a diferencia de los que vestían sobrepelliz, llamados superpelliceati; cuya diferencia vemos ya establecida en las cartas de Hugon Metelo (Ep. XLI. Monum. sacrae antiq. t. II. pág. 386.) por estas palabras: isti sunt superpelliceati, isti sunt tunicati, quasi regnum Dei obtineatur vestibus... Tunicati exordium sumpserunt à Norberto: superpelliceati à B. Agustino.

7. Que las actuales mucetas de nuestro Clero no parecen ser de la hechura de las que unas constituciones antiguas de la Iglesia de Valencia llaman muzzas panni nigri, y un Concilio de Lima mozzeta (V. Ducang. Gloss.), sino semejantes al almutium o almutia, divisa antigua de los Sacerdotes (Jo. de Janua in V. Flamen), que con el tiempo vino a ser ropaje propio de los Canónigos en el coro: quo caput et humeros tegebant (Radvic. de gestis Fred. Imper. lib. II, cap. LXVII. Vid. Grancol. l' Ancien Sacram. part. II. p. 145.) 

(7) Capa morada con cola larga. De esta práctica de dejar suelta la capa en algunas solemnidades principales de la Iglesia hace ya memoria S. Gregorio de Tours (de Vitis Patr. c. VII.), hablando de una parte de la casulla usada por un Diácono fuerte y robusto: sus palabras son estas: capsa autem hujus indumenti ita dilatata erat atque consuta, ut solet in illis candidis fieri quae per paschalia festa Sacerdotum humeris imponuntur. Ruperto dice también, hablando del coro (de Divin. offic. lib. II. cap. XIV.): cappas quoque in majoribus festis superinduimus. 

dimarts, 19 de setembre del 2017

Prinsipis 2

Prinsipis 2

L’agüelo “Sebeta” no ere un d’els espabilats del seu curs. Pero se habíe donat cuenta que a l’Aldea, com a tots los puestos,  manaben les dones. Que encara que a tots los papés apareisien los homens com a prinsipals, a les cases, de porta pera dintre, davall dels llansols qui manabe ere la dona.

Cuan una dona se empeñabe en una cosa, l’home fae lo que ella volíe. Un dissapte per denit: lo home: “Demá ña que matiná que sinó no acabarem les olives”. La dona: “Primé ham de aná a misá de sinc, que lo campo n’ol cambiarán de puesto.” Lo domenche, tots a misa “primera” y a les sis tots al campo.

Aisó se li habíe quedat al cap al aprendís de retó. Entonses a tota la chen que veníe a parlals, la pregunta de Luiset sempre ere la mateisa: “Cóm creu vusté que mos debem de portá en les dones del poble?”. Enrecordeutos que les dones eren unes persones mol perilloses pa los seminaristes, an aquell tems, prohibit cualquier (consevol) trate en elles. Sin embargo los entrevistats, com es normal, sempre contestaven lo matéis: “Tos debeu comportá com en una persona normal, es que acás la dona es diferenta?.

Pero, claro, an eises charrades sempre estaben presens los retós que cuidaben als seminaristes. Y, com es natural, no s’els va passá per alt, eise interés de Luiset. Se u van apuntá. ¿Per qué sempre preguntabe per les dones?. Debíe tindre alguna desviasió. Ñauríe que vichilal, mol de prop.

Y va arribá l’estiu y lo viache al poble. Dormíem a les escoles damún de palla. Als chovens del poble los va agradá que cuan van aná a buscá palla a les pallises, lo Luiset va sé lo primé en estendre la borrassa, agarrá la forca pa umplila de palla y después sabé lligá les puntes de la borrassa al crusat. Eise chic ere de poble, ere dels d’ells.

Al fes denit, van fé una missa de arribada. An aquells tems los homens encara se posaben als bancs de un costat y les dones, en mantellines, als bancs del atre costat. Van cantá, van resá y la misa se va acabá. Tots al carré. Los homens a un costat de la plasa, les dones al atre. Los seminaristes van eisí de la iglesia y tots van aná cap al grapat de homens. Tots?. No!. Ne va ñabé un que, portán la contraria als demés, sen va aná cap a les dones. Al momén totes li habien roglat y estaben intentán parlá, totes al matéis tems, en ell, en un gran soroll.
Al atre costat, los retós y los demés seminaristes, a la bora dels homens, sense aubrí la boca ningú.
Los retós y los seminaristes van prende nota. Los retós del atrevimén de Luiset. Los seminaristes del cas que li habíen fet les dones.

Al día siguién; a la mateisa hora; al matéis puesto; la mateisa misa; bueno no, un atra missa. Cantán, resán,… los homens als bancs de un costat, les dones en mantellines al atre.
Mantellina, dona, misa, iglesia

Se acabe la misa, tots al carré. Los homens a un costat, les dones al atre. Pero, les coses habíen cambiat, tots los seminaristes a parlá en les dones; tots mesclats dones y seminaristes. Bueno tots, no, Luiset se va quedá en los homens. Estos com s’enrecordaen de la palla y les borrasses ya teníen de qué parlá, van roglá al seminariste rebelde y venga preguntali per qué sabíe fe aquells trevalls.

Los retós, mirán de mala manera als seminaristes y a les dones y sobre tot a aquell condenat que habíe contagiat als demés, ell tenie la culpa de tot, ñabie que lligal curt.
Ya sé que eisos homens-sans, no son rencorosos, pero estos segur que pensaen: “eise atrevit, u pagará”.

Seguirá......

Lexique roman, A (+ Index)

Lexique roman, ou dictionnaire de la langue des troubadours, comparée avec les autres langues de l' Europe latine. A. A, s. m., voyelle,...