CARTA XIX.
Catálogo de los Obispos Segobricenses.
Mi querido hermano: La experiencia me ha hecho ver cuan útil, y aun necesario es para el desempeño de mi comisión tener a la vista un catálogo exacto de los Obispos que gobernaron las Iglesias. No basta saber los ritos particulares de ellas; es preciso averiguar también la época de su establecimiento, decadencia o abrogación. Lo cual sería tan difícil sin la serie cronológica de los Obispos, como sin la de los Reyes el ordenar los sucesos que presenta la historia civil. Mas como la noticia circunstanciada de los Obispos da luz a la historia de sus Iglesias, debo extenderme en estos catálogos algo más que en el de los Prelados de Valencia, cuya serie cronológica bastaba para ilustración de la liturgia a que estaba ceñida por entonces mi comisión. Diré pues brevemente de los Obispos Segobricenses de la Iglesia antigua y moderna, cuanto pueda ilustrar nuestra literatura eclesiástica. Y digo de la Iglesia antigua, porque mientras no se demuestre lo contrario, no osaré quitar a los Prelados modernos Segobricenses la gloria de ser sucesores de los antiguos. Para la formación de este catálogo he tenido presente un episcopologio MS. que conserva en su archivo esta Iglesia, escrito por el sabio Obispo D. Juan Bautista Pérez hasta su tiempo, y continuado por otro hasta el 1659: item, el que publicó el Obispo de Albarracín D. Fr. Andrés Balaguer de los Prelados de su Iglesia, y va al principio del sínodo que celebró en 1604: el que imprimió en las antigüedades de la Iglesia de Segorbe su canónigo D. Francisco Villagrasa año 1664; y también lo que de los antiguos Obispos dejó escrito Flórez en su España sagrada. De propósito omito los Obispos que Villagrasa, sin poder averiguar sus nombres, supone haber asistido a los Concilios I y II de Toledo, y también al Valentino. No es inverosímil que a fines del siglo V y principios del VI tuviese Segóbriga Obispos que asistiesen a aquellos Concilios; pero supuesto que ellos en las firmas no expresaron sus sillas, vamos a los ciertos e indubitables de que nos queda memoria.
I. Próculo es el primer Obispo Segobricense, de quien consta que el año 589 asistió al Concilio III Toledano, en que el Rey Recaredo con toda su corte abjuró el arrianismo. De los sesenta y dos Obispos que se hallaron presentes el nuestro firma en el número 23: único Prelado de esta silla y católico, teniendo otras Iglesias dos Obispos, uno de ellos arriano, como sucedió a la de Valencia, donde a más de Celsino católico, se hallaba Wiligisclo que abjuró en el mismo Concilio.
II. Porcario (no Portario como dijo Ambrosio Morales, ni Poscario como escribió Loaysa) asistió el año 610 a un Concilio extraordinario de Toledo, reinando Gundemaro, en el cual se trató de no reconocer otra metrópoli en la provincia Cartaginense que Toledo. Firmó este Obispo en el décimo lugar entre los quince Prelados que asistieron.
III. Antonio se halló en el IV Concilio Toledano de 63 tan célebre por la uniformidad de la liturgia que en él se estableció. Firma este Prelado en el número 46. El M. Flórez supone que sólo asistieron a este Concilio sesenta y dos Obispos; mas el Señor Pérez dice que fueron sesenta y seis. En los Concilios siguientes V y VI firma por este Obispo Antonio un Diácono de su Iglesia llamado Vamba, y también Pedro; altero scilicet nomine Gotthico, añade Pérez, altero magis ecclesiastico. Vacaba sin duda esta silla por los años 646 en que se celebró el Concilio VII de Toledo, puesto que no se halla suscripción alguna perteneciente a esta Iglesia.
IV. Al VIII, celebrado en el año 653, quinto de Recesvindo, asistió Floridio, Obispo de Segóbriga, firmando el decimoquinto.
V. Eusicio subscribió en los dos Concilios Toledanos IX y X celebrados en 655 y 656. Del primero dice el Sr. Pérez que sólo fue de nueve Obispos, cuyas suscripciones vio en los MSS. de Toledo y del Escorial. Loaysa y el P. Flórez aumentan su número hasta diez y seis.
VI. Memorio, Obispo Segobricense, asistió al Concilio XI de Toledo de 675, y al XII de 681. Acerca de este último Concilio dice el Obispo Pérez: “Illud observandum subscriptionem in libris impressis esse mendosam. Nam ibi legitur Memorius Egobinensis, et Ella Segobricensis, quem errorem secutus est Antonius Beuter historicus, dicens in hoc Concilio Ellam fuisse Segobricensem; cum in libris Gotthicis aperte legatur Memorius Segobricensis, et Ella Segontiensis, quae nunc est Siguenza (Sigüenza). Nam Episcopatus Egobinensis nusquam legitur inter Episcopatus Hispaniae; et hunc ¡psum errorem librorum impressorum animadvertit Ambros. Morales historicus.”
VII. Olipa asistió a los Concilios XIII y XIV de Toledo en los años 683 y siguiente. Villagrasa atrasó un año estos Concilios sin decir por que se apartaba de la cuenta y parecer del Señor Pérez, cuyo episcopologio me consta que tenía presente.
VIII. Anterio subscribe como Obispo de esta silla en los Concilios Toledanos XV del año 688 y XVI del 693. En el siguiente 694, séptimo del Rey Egica, se celebró el Concilio XVII, en el cual, aunque carece de suscripciones, es verosímil se hallase este mismo Prelado, último de los Segobricenses que sabemos anteriores a la invasión de los sarracenos; la cual es también muy posible que alcanzase, como acaecida diez y siete años después poco más o menos.
Permaneció esta silla sin Obispo por espacio de 460 años, con poca diferencia hasta el de 1172, en que habiendo dado el Rey Moro de Valencia a D. Pedro Ruiz de Azagra, caballero navarro, la ciudad de Albarracín, que otro llamaron Abenrazin; y queriendo el nuevo Señor honrarla con Obispo propio, acudió al Cardenal Legado Jacinto Bobo, que después fue Papa Celestino III. Con esto, y con la facultad que dio Urbano II a D. Bernardo Arzobispo de Toledo y sus sucesores, de poner Obispos en los lugares que se fuesen conquistando de los moros, logró Azagra ver cumplidos sus deseos, eligiendo D. Cenebruno, que a la sazón era Arzobispo de Toledo, para Obispo de Albarracín a un Canónigo de su misma Iglesia llamado
I. D. Martín, al cual se le dio el título de Arcabricense, o como quieren otros Ercavicense, por haberse creído que Albarracín estaba comprendido en el territorio del antiguo obispado de este nombre. Pero cuatro años después, averiguado mejor este punto, se vio que Albarracín pertenecía a la diócesis Segobricense, asignándose luego a la de Cuenca, que se erigió en 1182, todo el territorio que fue de los obispados antiguos Arcabricense y Valeriense. Los nuestros siempre se llamaron Segobricenses, aun durante el espacio de setenta años, que tardó Segorbe en salir del cautiverio de los moros. Y así con razón comienza la serie de los Obispos modernos de Segorbe por este D. Martín; el cual juró obediencia al Arzobispo de Toledo D. Martín López de Pisuerga como a su metropolitano en el año 1200 a 15 de Septiembre. En el instrumento que se hizo con esta ocasión, y existe en Toledo, habla así dicho Obispo: Ego Martinus Segobricensis Episcopus, cum Ecclesiam S. Mariae de Barrazin, quam modò pro sede habeo... subiectionem et reverentiam promitto vobis Domino Martino Metropolitano meo, Toletanae sedis Archiepiscopo, sicut in consecratione meam antecessori vestro Domino Cenebruno promissi &c.... El Señor Pérez, que copió del documento original estas palabras, añade que en él sólo firman ocho clérigos de Albarracín, entre ellos dos Canónigos, dos Diáconos y un Porcionario, y siete Párrocos, es a saber, de Torres, Moscardón, Roncales, Náxera (Nájera), Oriola (Orihuela), Frías y Calomar. Créese que era este primer Obispo Canónigo de Toledo. Pérez lo infiere de una constitución hecha por D. Cenebruno, era 1210 (año 1172), de número quadragenario Canonicorum, a la cual subscriben todos ellos, no con nombre de Canónigos, sino de Presbíteros, Diáconos y Subdiáconos; y en la primera clase entre los más antiguos se halla Martinus Presbyter. Puedes certificarte de ello en la copia adjunta (a: V. apéndice n. I.). Tengo por harto bien fundada esta conjetura, constando por otros ejemplares que los Arzobispos de Toledo solían nombrar Obispos de las Iglesias sufragáneas a los Canónigos de la suya. Es casi cierto que en tiempo del dicho Don Martín se establecieron las constituciones antiguas de esta Iglesia, gran parte de las cuales convienen hasta en las palabras, como dice Pérez, con las antiguas de Toledo. Debieron establecerse desde el año 1172 hasta el 1208 en los tiempos de D. Cenebruno, o de D. Martín López de Pisuerga, Arzobispos de Toledo, cuyos pontificados alcanzó nuestro D. Martín (b).
(b) Del Arzobispo López de Pisuerga consta que hizo una constitución para esta Iglesia, estableciendo el modo de partir los frutos entre el Obispo y el Cabildo, la cual confirmó el año 1232 el Arzobispo D. Rodrigo, como resulta del instrumento que se conserva en este archivo.
No sabemos fijamente el año de su muerte; mas como la primera memoria de su sucesor sea del año 1213, bien puede conjeturarse que vivió hasta ese tiempo. Sucedióle II. Hispano, el cual sin duda era el deán de la Iglesia de Toledo, a quien tres años antes escribió el Papa Inocencio III; la carta se halla entre las impresas (a: V. epist. Innoc. III, lib I. epist. 10.). Lo cierto es que era ya Obispo Segobricense en 1213, en que a instancia del Señor de Albarracín Don Pedro Fernández de Azagra partió a Roma a tratar con dicho Papa de la libertad del niño Rey D. Jayme I, detenido por el Conde Simón de Monfort, contribuyendo a la restitución de dicho Príncipe (b);
(b) V. Hist. Roder. Tolet. lib. VI. c. V., donde dice: venerabili Episcopo Hispano sollicite procurante etiam propriis sumptibus V. Zurita Annal. lib. II. c. 66.
la cual verificó de orden del Papa Inocencio el Cardenal de Benevento Pedro de Mora. Así por esto, como por su literatura y virtud dicen que mereció ser nombrado por el mismo Cardenal Maestro de dicho Príncipe. Dos años después volvió a Roma a la celebración del Concilio Lateranense IV con su Metropolitano D. Rodrigo Ximénez y otros Obispos españoles, cuyos nombres refiere el Señor Pérez tomándolos del libro de los privilegios de la Iglesia de Toledo, y dice que faltan en los ejemplares impresos. Porque sé que no te disgustará esta noticia, pondré aquí sus palabras. Dice, pues, que asistieron a este Concilio Petrus Compostellanus, Garsias Conchensis, Gerardus Segobiensis, Melendus Oxomensis, Joannes Calagurritanus, Joannes Ovetensis, Martinus Civitatensis, et N. Vicensis Episcopus, Procurator Sparagi Archiepiscopi Tarraconen. absentis et G. Bracaren. Archiepiscopus, et alii. Por esta nota se ve que es yerro de imprenta el nombre de Segobiensis, que se da a nuestro Hispano en la historia del Arzobispo D. Rodrigo; pues a más de que no se halla ningún Obispo de este nombre en el catálogo de los de Segovia, a este Concilio, en que firmó Hispano Segobricense, asistió también Gerardo Segobiense. Murió este Prelado a 11 de Diciembre de 1215, como se nota en el libro viejo de los aniversarios de Toledo. Y aun por eso el Señor Pérez, a quien debemos esta noticia, sospecha que murió en aquella ciudad. Lo cual es harto inverosímil, siendo cierto, como lo es, que el citado Concilio no se concluyó hasta el día 30 de Noviembre del mismo año. Tampoco se puede saber con certidumbre si este Hispano es el que Gauberto Fabricio en la Historia antigua de Aragón llama Raymundo Hispano; ni si era su pariente un Bernardo Español, soldado, que se halló en la conquista de las Islas Baleares, año 1228, de quien hace mención Zurita (a: Annal. lib. III. cap. 4.). Lo cierto es que este mismo Obispo es el que la crónica del Rey D. Jayme (atribuida equivocadamente a este Príncipe), tratando de su restitución a los señoríos legítimos, llama en lengua lemosina: Lo Bisbe Nispan, porque esto equivale a En Hispan o D. Hispan (Hispán), lo mismo que Nugo y Not, y Namfós valen D. Hugo, D. Oto, y Don Alfonso.
III. Egidio, o Juan Egidio Gil, cree el Señor Pérez que debe ser colocado en este lugar como sucesor de Hispano desde el 1216 hasta el 1222. En una nota que se lee con alguna dificultad, cuando habla de D. Martín, dice estas palabras: Hic Egidius Episcopus videtur interponendus: nam alibi vix potest, vel certè post Hispanum, non post Dominicum. Por donde no parece tan infundada, como pretende Villagrasa, la cuenta del Ilustrísimo Balaguer que hace a este D. Juan inmediato sucesor de D. Martín. Tampoco sería reprensible el que le colocase después de D. Ximén desde el 1245 hasta el 1247, porque en la escritura de donación de Zeyt Abuzeyt de 1238, el primer testigo es AEgidius Archidiaconus, (página borrosa)* calidad que todos le conceden antes de *ser Obispo. Como quiera, la cosa es oscura, y por ahora estos seis años desde la muerte de Hispano hasta que nos consta de su sucesor, quedan huecos si no suponemos Obispo Segobricense a este D. Gil. Inciertos son también los principios del Obispado de
IV. D. Domingo, del cual sólo sabemos que era ya Obispo en 1223, en que acepta la donación de ciertos viñedos que hizo a su Iglesia D. Pedro Fernández de Azagra, tercerSeñor de Albarracín en la era 1261, la cual he copiado (a: Véase el apéndice núm II.). Lo era también en 1232 en que D. Rodrigo, Arzobispo de Toledo, estando en Brihuega hizo la constitución sobre la división de diezmos en esta Iglesia, de que antes hablé. Parece que debieron hallarse en el mismo lugar con dicho Arzobispo nuestro Don Domingo y los diputados de su Cabildo, pues todos firman de su mano esta concordia, que quedó rubricada con los sellos del Arzobispo y del Obispo y capítulo Segobricense; de estos sellos sólo se conserva el último, el cual está grabado en cera roja (pone roxa), y representa una imagen de nuestra Señora sentada con el niño en los brazos, y alrededor estas palabras: S. Capituli Segorbic. et S. Mariae de Albarracino (a: Véase este documento en el apéndice núm. III.). En el año siguiente asistió nuestro Prelado al Rey D. Jayme I en el sitio y toma de Burriana, y dijo la primera misa en los lugares conquistados de Almenara y Olocau, protestando que tomaba esta posesión por su Iglesia y por la de Toledo. Del mismo año 1234 se conserva la respuesta del capítulo de Toledo, al cual, por hallarse ausente el Arzobispo D. Rodrigo consultaron nuestro Obispo y su capítulo sobre la pretensión del cuarto Señor de Albarracín D. Álvaro Pérez de Azagra, que contra la voluntad de ellos quería elegirse sepultura en la Iglesia de dicha ciudad. Usaron en esto sin duda de la facultad que el Papa Celestino III había concedido el año 1192 al capítulo de Toledo, para que vacando su silla pudiese oír las apelaciones de los sufragáneos. De cuya concesión, por si no la has visto envío copia (a: Véase el apéndice núm. IV ?? No se ve bien). Siendo ciertos como lo son estos datos, debemos fijar su muerte en el mismo año 1234; pues por otra parte en el siguiente ya era Obispo de esta Iglesia V. D. Guillermo, como consta de la donación que le hizo el Rey D. Jayme de la alquería llamada Teresa, hoy pueblo grande a la orilla del río Palancia, no lejos de esta ciudad; su fecha en Barcelona a 13 de Septiembre de 1235. Villagrasa cree que aquel Obispo era el Arcediano de esta Iglesia, llamado comúnmente el Maestro Guillermo. No me atrevo a contradecirlo, y más estando de por medio la autoridad del Señor Pérez, que también lo asegura. Pero séame lícito observar que acaso *pudieron equivocarle con un Maestro Guillermo, *Ar, que suena en el instrumento **ción que hizo el capítulo para * Iglesia en la persona de D. Pedro Ximénez de Segura año 1272. Como quiera, merece particular memoria este Prelado por haber sido el primero a quien se sujetó y donó sus posesiones el Rey Moro Zeyt Abuzeyt, arrojado de Valencia por la tiranía de Zaen. Acaso debía el neófito a nuestro Obispo la instrucción en la fe y la administración del bautismo, aunque Casiri pone su conversión el año 1229 (a: Véase la nota primera a la Carta antecedente.). Hízole pues donación con escritura pública, fecha en Teruel a 23 de Mayo de 1236, de Segorbe y otros lugares que quedaron a su devoción (b: Véase el apéndice núm. V.). Dícese que Zeyt obtuvo privilegio de la Sede apostólica para dar sus estados a la Iglesia que quisiese. Así lo asegura su nieto D. Gonzalo Ximénez de Arenós en el proceso de D. Sancho Dull. Acaso hizo esto en virtud del privilegio general de Urbano II dirigido al Rey D. Pedro de Aragón y Grandes del Reyno, para que diesen los lugares que fuesen conquistando a los Obispos que quisiesen. Y en efecto este mismo privilegio, como dice el señor Pérez, alegó el año 1247 D. Ximén Pérez de Arenós, hermano de dicho D. Gonzalo, para dar los diezmos de Andilla a Pedro, Arzobispo de Tarragona, como a su metropolitano, y al Obispo de Valencia como a su diocesano. Sea de esto lo que fuere, la donación no tuvo de pronto el efecto deseado; antes quedó oculta, porque los moros que se conservaban sujetos al dominio de Zeyt no se le rebelasen sabida su conversión. Esta y otras causas de la pobreza en que se vio este Obispo, obligaron al Papa Gregorio IX a recomendarle al Arzobispo de Toledo y sus sufragáneos para que le socorriesen, et non cogatur (dice) in opprobrium Pontificalis officii mendicare; la fecha de esta carta es de 9 de Enero de 1237. El mismo día escribió al Rey S. Fernando de Castilla, exhortándole a que cooperase a la conquista de Segorbe, y a que su Obispo quedase en posesión de esta ciudad y de los otros lugares que le pertenecían (a: Se hallarán estas dos Cartas en el apéndice en los números VI y VII.).
Poco más debió de vivir este Obispo, pues ya en el año siguiente 1238 a 19 de Abril confirma Zeyt su primera donación al Obispo Segobricense.
VI. D. Ximeno. Llamo así a este Obispo, porque así le nombran en la copia legalizada en el siglo XIV de la escritura de venta del lugar de Tramacastiel hecha por Doña Teresa Cascant y su hijo Martín Egidio al Obispo y Cabildo Segobricense pro 700 aureis Alphonsinis, fecha en la era 1277 (año 1239). El Señor Pérez le llama Simón, porque en el instrumento de la nueva donación de Zeyt se nombra este Obispo con la inicial S. Mas esta letra también pudo serlo de Simino o Semeno. Como quiera, este Obispo es a cien el Rey Zeyt Abuzeyt confirmó y aumentó la donación que tenía hecha a su antecesor; cuyo instrumento original con la firma del Rey en lengua árabe he visto y copiado (a: Véase el apéndice núm. VIII.). Hallóse este Prelado en el sitio y toma de Valencia, donde sostuvo los derechos de su metropolitano, diciendo la primera misa en la Iglesia de S. Vicente Mártir, extramuros de la ciudad, y ganada esta hizo lo mismo en la de S. Miguel, dando además sepultura al primer difunto en la mezquita mayor ya purificada y bendecida. Consta esto del proceso que guarda la Iglesia de Toledo acerca de la jurisdicción que esta metrópoli y la de Tarragona pretendían sobre la de Valencia: la cual el año siguiente 1239 quedó adjudicada a la de Tarragona, accediendo en esto el Papa Gregorio IX a los deseos del Rey D. Jayme. Entrando luego este feliz conquistador en posesión de Segorbe sin fuerza de armas por los años 1245, pasó el Obispo Ximeno a tomar posesión de su silla diciendo misa en el arrabal. Mas fue tal el alboroto de los moros al oír la campanilla, que se vio precisado a huir para salvarse de su furor (a). (a) Están contestes los Autores en este hecho; mas en el proceso de D. Sancho Dull del año 1323 depone un testigo haber oído decir a su padre, que se halló presente a este acto de posesión, que los moros se sosegaron luego que el Obispo concluyó el sacrificio, y que á otro día partió de Segorbe. Hay algunos otros contestes, salvo que atribuyen esto al siguiente Obispo D. Pedro; cuyo pontificado debió comenzar el mismo año 1245.
Poco más vivió este Prelado; pues como veremos, en 1247 ya suena un Pedro, Obispo Segobricense, que tomó posesión de esta silla para tener el dolor de ser despojado de ella con violencia. Será preciso extenderme un poco en declarar quién fue este sucesor de D. Ximeno. He visto en el archivo de esta Iglesia el instrumento original de la donación que un P. Obispo Segobric. hizo a Pedro de Alcalá de la mitad de los diezmos de Olocau, Azaneta y Chodos en 13 de Diciembre de 1247. Por otra parte todos convienen en que se llamaba Pedro el Obispo arrojado de esta Iglesia por el de Valencia Don Arnau de Peralta, que pasó a ser Obispo de Zaragoza en 1248. Mas quien sea este D. Pedro Obispo Segobricense, es lo que resta averiguar. Villagrasa le llama Pedro Argidio, al cual en 1259 sucediese D. Martín Álvarez o Alvavel, y a este en 1265 D. Fr. Pedro Garcés. Yo juzgo que de este episcopologio se deben quitar los dos primeros, y que el verdadero sucesor de D. Ximeno, y el séptimo Obispo de la Iglesia moderna es
VII. D. Fr. Pedro Garcés. No me mueve a esto la autoridad de Escolano (Lib. VIII. cap. 16.), ni la de Diago (Lib. VII. annal. cap. 47 y 53.), ni la de Blasco de Lanuza (Historias.... de Aragón lib. V. cap. 24.), ni la de otros que pudiera alegar; muévenme principalmente las razones siguientes, fruto del escrutinio del archivo de esta Catedral.
El Papa Inocencio VI en una Bula que expidió a favor de D. Sancho Dull, Obispo de esta Iglesia, sobre las pretensiones de la de Valencia, cuenta al principio la tragedia de esta silla en 1248; y aunque no nombra al Obispo atropellado, pinta sin embargo a su sucesor con estas palabras: “Cujus inmediatus succesor, videlicet bonae memoriae Petrus, afflictionem afflictis Ecclesiis superadens, castrum de Tramacastiel.... Egidio Eximini Patri suo pro certa peccuniae quantitate pignori obbligavit... Dictus etiam Petrus Episcopus una cum Episcopo, qui tunc praeerat Ecclesiae Valentinae non solum super Eccl. Segobricen. tunc de facto detenta per Episcopum Valentin., sed super aliis Ecclesiis, in quarum possesionem Episcopus Segobricensis tunc existebat, in quosdam arbitros compromisserat &c.” Por estas palabras se ve que el Papa Inocencio habla del Obispo D. Pedro Ximénez de Segura; porque en él solo se verifican las dos circunstancias referidas en la Bula, es a saber, la venta de Tramacastiel a su padre Gil Ximénez de Segura, y el compromiso con el Obispo de Valencia, cuya escritura con las firmas originales de ambas partes he visto y copiado en este archivo. Ahora bien, dice el Papa que este Obispo Don Pedro Ximénez de Segura fue el inmediato sucesor del Obispo atropellado por el de Valencia: cujus immediatus succesor. Si constara pues quién fue el inmediato antecesor de Segura, sabríamos quién era aquel Pedro que ya gobernaba esta silla en 1248. Pues esto consta por la escritura de la elección que hizo el capítulo de esta Iglesia para su Obispo en la persona de dicho Don Pedro Ximénez de Segura, la cual he visto original, y al principio dice así: “Anno Domini 1272, die Jovis kal. Decembris apud Anguitam Segontin. Dioc. venerabilis Pater noster P. Segobricen. et S. Mariae de Albarracino Episcopus diem clausit extremum.... Nos attendentes quod Ecclesia non debet esse longo tempore pastoris solatio destituta &c.” Prosigue leyendo la copia que envío, y verás que al cabo de tres meses de vacante fue elegido dicho Segura IV kal. Martii. El Pedro difunto de que se habla aquí, es D. Fr. Pedro Garcés, en lo cual convienen todos. Así que, si este es el inmediato antecesor de D. Pedro Ximénez de Segura, síguese que él mismo es el que padeció las vejaciones por parte del Obispo de Valencia, y por consiguiente que ya era Obispo Segobricense antes del año 1248, en que ocurrió aquel fracaso. Es de notar que el Papa Inocencio se funda en la Relación del Obispo D. Sancho Dull, tan próximo a los tiempos de que hablamos, como que entró en esta silla el año 1319, y a quien por otra parte le era indiferente que el Obispo atropellado fuese D. Pedro Argidio, o D. Pedro Garcés. A más de esta razón, que basta por sí sola, hallo documentos del año 1255, en que suena ya Obispo D. Pedro Garcés; es a saber, diez años antes de 1265 que suponen primero de su pontificado. He visto y copiado para este efecto la escritura de venta de las salinas de Noguera que hizo D. Remir González, Alcayat de Albarracín, al Obispo y Cabildo en dicho año 1255 (a: Véase el apéndice núm. IX.). Está en castellano, y dice así: Vendo a vos D. Pedro García por la gracia de Dios Obispo de Segorbe &c. Este hecho refiere Villagrasa, cap. 19, como acaecido el año 1256, y en el pontificado de D. Pedro Argidio. Pero cualquiera podrá entender que García está más cerca de Garcés que de Argidio. Así que, si en el año 1255 era ya Obispo el mismo que murió en 1271, se desvanece el pontificado de D. Martín dé Álvarez, que suponen fue desde el 1259 hasta el 1265. No está más seguro el de D. Pedro Argidio, el cual alargan hasta el 1258; porque ya vimos que tres años antes, en 1255, era Obispo el dicho Garcés. En resolución, y salgamos de cómputos fastidiosos, no hay inconveniente en que D. Fr. Pedro Garcés fuese Obispo por espacio de veinte y tres años; y con esto sólo se salva y combina perfectamente cuanto queda dicho. Mas ¿qué son menester conjeturas, cuando en la sumaria información que se hizo en el año 1323 sobre los límites y jurisdicción que pretendía la Iglesia de Valencia, hay muchos testigos que claramente nombran al Obispo atropellado D. Pedro García, o Garsia (Garsía) o Garcés (de Garci)? Es increíble la uniformidad de todos los que deponen. Entre ellos hay algunos de cien años, es decir, nacidos en 1223, diez y siete antes de dicho atropellamiento, que le conocieron, y recibieron de su mano la confirmación. Supuesto que D. Pedro Garcés fue el sucesor de D. Ximeno, si me preguntas de dónde sacó Villagrasa los otros dos Obispos que excluyo del catálogo, diré que acaso le movió a contarlos entre los demás la autoridad del Señor Pérez, que en su episcopologio MS. los cuenta también, señalándoles los mismos años de prelacía que arriba dije. Confieso que la autoridad de este grande hombre me ha hecho vacilar largo tiempo sobre esta materia. Pero al cabo he visto que está decidido a favor del único pontificado de Garcés. Dice así: 1246 Petrus Episcopus Segobricensis: aquí sin expresar quién era este Pedro (ni hallarse en todo su episcopologio el sobrenombre de Argidio) cuenta brevemente en solas catorce líneas el suceso de la tropelía y destierro del Obispo Segobricense, y deja pendiente la narración, interrumpiéndola a la mitad de un período. Sigue luego otra plana, y en lo alto de ella dice: Frater Martinus Alvarez Episcopus; puto ab 1239 ad 1265, dejando en blanco toda la plana. Sigue luego en otra: Fr. Petrus Garces, y refiere largamente todos los sucesos acaecidos en esta Iglesia desde el año 1247 hasta el 1271, como pertenecientes a su pontificado. Diré algunas de sus palabras: Hic Episcopus coepit possesionem Segobricae favente Rege Jacobo (lo cual fue el año 1245). Hic Episcopus obtinuit Bullam ab Innoc. IV datam Lugduni pridie idus April. Pontif. anno IV, nempe anno Christi 1247, quae incipit Praepostulatio &c. = Hujus Episcopi tempore, anno 1255, die 3 Sept., et iterum 1261, Rex Jacobus dat Xericam filio suo Jacobo ex Terasia Gil de Viduara (Teresa Gil de Vidaure) uxore (mujer, esposa) &c. = Hic idem Petrus anno 1256 (debe ser 1255), habuit Salinas de Noguera &c. = Anno 1259 ab Alexandro IV obtinuit unionem fieri Ecclesiarum Segobricen. et Albarrac. &c. = A este tenor va refiriendo otros sucesos de aquellos tiempos. Debo advertir que las palabras en que refiere el despojo padecido por este Obispo, se hallan borradas, lo mismo que el sobrenombre Garcés, el cual siempre es de letra del Señor Pérez. Mas como las que antes he referido permanecen intactas, bastan ellas, a pesar de las enmiendas que quiso hacer alguna mano posterior, para conocer que el Señor Pérez creyó que D. Pedro Garcés fue Obispo de esta Iglesia desde el año 1247 hasta el de 1271; y que si halló en alguna memoria los nombres de los dos Obispos Argidio y Álvarez, los tuvo por puramente imaginarios. Tampoco debo perdonar a Villagrasa la equivocación con que reprende a Diago, porque llamó Alvavel a D. Martín Álvarez. Pues Diago, ni en las obras impresas, ni en las MSS. hace mención de tal pontificado de Álvarez ni Alvavel. Todavía quiero averiguar de dónde pudo nacer que él mismo diese al Obispo Pedro, sucesor de Ximeno, el apellido de Argidio, que no hallo en el Señor Pérez. Conjeturo que si aquel Aegidius que puse en el número III fue sucesor de D. Ximeno, como parece haber sospechado Pérez, debiéndosele dar tan corto pontificado entre el año 1245 y 1247, pudo acontecer que en tiempo de Villagrasa se hallasen documentos de un mismo año con ambos nombres AEgidius, y Petrus, y que por equivocación del que escribía o leía se pusiese Argidius por AEgidius. O también que D. Pedro Garcés se llamase Gil de segundo nombre (Egidio, Aegidio) o primer apellido; y acaso sería hermano o pariente de un Gil Garcés de Azagra, que suena en los tiempos de la conquista. Otra conjetura me ofrece el citado P. Ribelles, quien me asegura haber visto escrito muchas veces en documentos antiguos Arces por Garcés; y no es dificil entender que los latinos del siglo XIII dijeran Arcisius (como en el Mas de Arsís, en Peñarroya, de la familia Gil, de la empresa Virgen de la Fuente), Argicius y Argidius. Esto he dicho por amor a la verdad, y por aclarar este punto, ya que vino a mano. Por lo demás, Villagrasa trabajó doctamente su libro de las antigüedades de Segorbe. Volviendo pues a nuestro Obispo D. Fr. Pedro Garcés, inmediato sucesor de D. Ximeno, sabemos que fue natural de Teruel, monje cisterciense del monasterio de Piedra, ejercitado con muchas y graves tribulaciones. Apenas tomó posesión de su silla, con el favor del Rey D. Jayme, purificó la mezquita mayor de esta ciudad, dedicándola a Santa María, y edificó en el arrabal una ermita dedicada a S. Pedro, la cual permanece hoy día harto bien conservada (a). (a) Algunos testigos del citado proceso suponen ya existente la ermita en este año, y aun añaden que de ella fue arrojado el Obispo. Tengo por más cierto que él la edificó: su arquitectura lo persuade; y los tres únicos cristianos que había en el arrabal no sufren decir otra cosa.
En estas y otras santas ocupaciones le cogió la tribulación que sobrevino por parte de D. Arnau de Peralta, Obispo de Valencia, el cual pretendiendo que su diócesis, según la división de Wamba, se extendía hasta Alpuente, y que por consiguiente le pertenecía la Iglesia de Segorbe, arrojó de ella con violencia a este Prelado. Las circunstancias del hecho, que fue a principios de 1248, se pueden ver en Villagrasa con los documentos que le acreditan. A esto aluden algunas de las constituciones de la Catedral de Valencia, en que se adjudican al Deán y otras Dignidades los diezmos de algunos lugares de esta diócesis. Por lo que toca a Segorbe, duró esta contestación veinte y siete años con poca diferencia, como se verá en el número siguiente. No contribuyó poco a su restitución este Prelado, que habiendo recibido la Bula de unión de esta Iglesia con la de Albarracín, expedida por Alexandro IV en el año 1258, cuya copia incluyo (a: Véase el apéndice núm. X.), partió a Roma en el de 1266 para tratar de su recobro. Mas no pudo ver cumplidos sus deseos, pues de vuelta de aquella corte, murió en Anguita (no Enguieta como dice Villagrasa), diócesis de Sigüenza, un Jueves a 1.° de Diciembre de 1271, y fue enterrado en su monasterio de Piedra a 15 del mismo mes y año. Debe la Iglesia de Segorbe a este Obispo la creación de sus canonicatos y la del arcedianato de Alpuente. Otras muchas cosas debió de ordenar pertenecientes al culto y gobierno de esta Iglesia, aunque es regular que se pusiesen luego en ejecución.
A este Prelado escribió D. Sancho, electo de Toledo, mandándole restituir al deán y otros de su Capítulo ciertas porciones que solían percibir, las cuales se había reservado el Obispo para remediar la pobreza de su Iglesia. También le mandó que se abstuviese de las molestias que causaba a su Capítulo, quas (dice) est indecens enarrare, videlicet, quod cives non eant ad Ecclesiam Cathedralem pro benedictionibus recipiendis, et pro sepulturis ibidem eligendis, quod est manifestè contra jus. Bueno fuera tener presentes los papeles que escribió el Obispo sobre esta materia. La fecha de la carta que he visto original, es de Valladolid a 12 de Marzo, era 1296 (año 1258) (a: Véase el apéndice núm. XI.). Muerto este Prelado, dice el. Señor Pérez que los Canónigos quisieron elegir a Sancho Muñoz, clérigo de Teruel; pero que él lo rehusó propter tenuitatem mensae episcopalis. Villagrasa da por hecha esta elección. Bien pudo ello ser asi; mas nada consta en la escritura de elección del Prelado siguiente.
VIII. D. Pedro Ximénez de Segura, electo por el Cabildo en Albarracín Domingo a 26 de Febrero de 1272, de cuyo instrumento envío copia, porque comprueba varios puntos que se han tocado hasta aquí (a: Véase el apéndice núm. XII.). Era natural de Teruel, e hijo del noble D. Gil Ximénez de Segura, el que había educado a los dos hijos de D. Jayme I, D. Juan de Xérica, y D. Pedro de Ayerbe. El favor que por esta razón tenía en la corte, y el ardor de sus años, que no pasaban de treinta y cinco, le arriesgaron a recobrar la iglesia de Segorbe por el mismo medio con que había sido quitada a su antecesor. Porque tomando consigo cuatrocientos soldados de Teruel, y algunos de Alpuente, con su Alcayde García Lopiz (López, Lopis), arrojó de esta Catedral a tres Sacerdotes, que en ella había dejado el deán de Valencia Ramón de Ballester (b) y se fortaleció cuanto pudo en su posesión.
(b) Así le llaman comúnmente los escritores. Mas en el compromiso, de que se hablará luego, firma el mismo R. de Belestar. En el proceso de don Sancho Dull, el testigo XVI, pág. 120 dice, que por estos mismos años 1274 el deán de Valencia era Jayme Zarocha, y que por él residían en Segorbe cuatro Presbíteros llamados Domingo Valls, Pedro de Tárrega, Bernardo Finestres (ventanas; finestra; Fenster en alemán) y Pedro Zacapella (ça capella, ipsa capella). Otro testigo afirma que el Obispo Ximénez no encontró ningún Clérigo en esta Iglesia, que la tuviese por parte de Valencia. Lo cual es de todo punto in verosímil.
Con igual diligencia recobró las Iglesias de Xérica, Toro y Pina. Fue esto el año 1273. Las instancias que hizo sobre esto la Iglesia de Valencia y las censuras del Legado apostólico Arnaldo, Obispo de Tortosa, obligaron a nuestro D. Pedro cuatro años después, a firmar un compromiso con el de Valencia D. Jasperto de Botonac, en que fueron nombrados jueces árbitros Guillermo de Allerico, Arcediano de Valencia, y Pedro Martínez, Arcipreste de Teruel. He visto y copiado el instrumento que existe original en este archivo, buen documento de la historia de aquel tiempo. Los jueces sentenciaron a 13 de Julio de 1277, que de los treinta y seis lugares sobre que se litigaba, sólo pertenecían a esta silla Segorbe, Altura, Castelnovo (Castellnou) y Bexix. Esta es la sentencia que el Papa Inocencio VI llamó después injusta, cuando sus auditores restituyeron casi todos los lugares dichos a la diócesis Segobricense. Antes de esto en 1274 ya se halló nuestro D. Pedro en León a la celebración del Concilio que convocó el Papa Gregorio X, a cuya corte (León : Lyon) quiso volver los años siguientes para tratar del total recobro de su diócesis; pero le atajó la muerte en Teruel a 31 de Octubre de 1277. Comúnmente es reprendido este Obispo por haber consentido en el compromiso arriba dicho, y por haber vendido a su Padre Gil Ximénez el lugar de Tramacastiel, que era de esta Iglesia, por precio de cinco mil sueldos. Mas en lo primero le pueden excusar las amenazas del Legado pontificio, y en lo segundo la escasez de sus rentas, y la necesidad de dinero para litigar sobre el recobro de sus derechos, y en todo la turbación y circunstancias críticas de aquellos tiempos. Es digno de memoria el viaje que el año primero de su pontificado hizo este Obispo a Granada, enviado por el Rey D. Jayme I de Aragón, para persuadir a ciertos nobles castellanos que volviesen a la obediencia de su Rey Alfonso X (yerno de Jaime I, casado con su hija Violante).
IX. D. Miguel Sánchez, natural de Navarra, y Canónigo de esta Iglesia, fue electo en 1278 por la mayor parte de su Cabildo en discordia con D. Fr. Pedro Zacosta (ça costa; ipsa costa; la cuesta, Lacuesta; de la Costa pone más abajo), de quien se hablará luego. El favor que este último tenía con el Rey de Aragón obligó a nuestro don Miguel, aunque ya consagrado por el metropolitano de Toledo, a abandonar esta Iglesia al principio de su gobierno, y retirarse como fugitivo a Castilla. Murió finalmente en su país el año 1288, sin dejarnos otra memoria de su pontificado que la paciencia con que se vio privado de él por un intruso, cual fue el dicho D. Fr. Pedro Zacosta o de la Costa, de la orden de S. Francisco, natural de Daroca, y Guardián del convento de Valencia, grande (gran) orador y confesor y muy favorecido del Rey D. Pedro III de Aragón el Grande. De este poder se valió para lo que no debiera. Un solo vocal de este capítulo le nombró Obispo, eligiendo los demás unánimemente al dicho D. Miguel. Así lo asegura el Papa Inocencio VI en la Bula que dije arriba hablando de D. Fr. Pedro Garcés.
A pesar de esta nulidad, acudió al Arzobispo de Tarragona don Bernardo de Olivella para que le consagrase. Negóse este, pretextando que estaba pendiente la lid sobre jurisdicción con el Arzobispo de Toledo. Sin embargo, en calidad de Obispo electo, arrojó de Albarracín a su competidor ya consagrado, y gobernó esta Iglesia mientras vivió, dejando memorias harto funestas en la enajenación de bienes y privilegios auténticos y otros daños. Entre ellos se cuenta la concordia que asentó con D. Jayme de Xérica, hijo de D. Jayme I de Aragón, sobre los diezmos de Eslida, Ayn, Veyo, Zuera y Janzara, fecha en 1280. Hallóse con el dicho Rey D. Pedro en el Campillo en los tratados de paz, que se asentaron el año 1281 con D. Alonso X de Castilla. Asistió también a su Rey, y con espada en mano alentó a los soldados en la toma del monte llamado Mola de Montesa, de que se habían apoderado los moros. No sé qué pleito tuvo con D. Jayme Pérez, primer señor de Segorbe, porque su mujer Doña Sancha Fernández, rehusando asistir en la Catedral a los oficios divinos, oía misa en su oratorio privado. De estos y otros hechos particulares deponen varios testigos en el citado proceso. Finalmente, estando en Aviñón (Avignon, sede papal en algunos tiempos) litigando contra la justicia de su competidor, y sabida su muerte, por más que apresuró su viaje, no pudo volver antes que se concluyesen los nueve meses de vacante, en los cuales, no conviniéndose el Capítulo en elegir sucesor, el metropolitano de Toledo, que miraba a Zacosta como cismático, nombró luego a
X. D. Aparicio a fines de 1288. Era este natural de Atienza en Castilla, y Arcipreste de la Iglesia de Sigüenza. Consagrado por su metropolitano D. Gonzalo Gudiel logró que su contrario Zacosta fuese arrojado del puesto que no merecía. Así pudo tranquilamente emplear su doctrina y piedad en el gobierno de su diócesis. Era docto en la medicina; y así le tildaban sus émulos, porque observaba la orina de los enfermos; motejábanle también de viejo, con otras personalidades, según resulta de los testigos del proceso que he visto. De él consta que este desprecio con que le trataron algunos, nacía de la extrema pobreza a que le redujo el pago de los créditos que le dejó el buen Zacosta, ademas de la disminución y menoscabo de sus rentas (a).
(a) En el citado proceso el testigo XII Miguel Sánchez de Sadorniu depone de esta pobreza lo siguiente: “Quod tam in civitate Segobric. quam in aliis locis gentes, tam clerici, quam layci, vilipendebant Dominum Aparicium Episcopum pro eo quod ibat equitando se tertio tantum, et cum duobus peditibus, et quod morabatur quamdiu erat in civitate Segobr. in quadam camera modica juxta Ecclesiam, quam modo unus Capellanus cappellaniae simplicis pro defunctis statutae inhabitare recusaret: et ibidem de die juxta ignem reclinabat se in quadam plomacia.” Otro dice que le vio en Albarracín ponerse quandam pelliciam, quae non valebat XII denarios Jaccen. (de Jaca, Jacca, Iacca, etc, jacense, jacenses) Por el testimonio de otros sabemos que entre los enemigos y burladores de la dignidad episcopal era común esta expresión: Lo Bisbe de Albarrazi (Albarrací, Albarrazí, para que rime con rozí, rocí) com duas mulas, et un rozi (rocín). Así es que por la ignorancia de aquellos tiempos llegó a desestimarse lo que tan digno es de aprecio en el oficio pastoral. (Pues a día 30.05.2022, mientras estoy editando este libro, esta ignorancia continúa.)
Acaso por esta causa vivió largo tiempo en su patria. Hallóse en el Concilio de Valladolid de 1291, y murió en Albarracín cargado de años en el de 1301, décimo quinto de su pontificado, y fue sepultado allí mismo.
XI. D. Antonio Muñoz, profesor de derecho canónico en Salamanca, y varón de gran crédito en su tiempo, el cual siendo Canónigo de esta santa Iglesia acompañó a su Obispo D. Pedro Ximénez de Segura al Concilio Lugdunense; fue elegido por el Capítulo el año 1302; y consagrado por el Arzobispo de Toledo D. Gonzalo Palomeque. Gobernó ambas Iglesias por espacio de diez y siete años, de los cuales pasó la mayor parte en Aviñón, tratando con el Papa de los derechos de su silla. Murió en Teruel, su patria, a 1.° de Septiembre de 1318; y su sepulcro se conserva en la Iglesia de San Andrés de la misma ciudad en la capilla de nuestra Señora del Pilar, que es de la ilustre familia de los Muñozes. Así se afirma comúnmente; mas yo no sé cómo componer con esta época de su muerte lo que escribe Carrillo (Historia de S. Valero, pág. 258.), que a 13 de Diciembre del mismo año 1318 asistió al Concilio provincial celebrado por el primer Arzobispo de Zaragoza, Domingo Abad, Arcediano de Segorbe, procurador del Obispo D. Antonio, junto con Romero Coronal, procurador del Cabildo de la misma Iglesia. Lo cierto es que viviendo aún este Obispo se verificó la erección de Zaragoza en metropolitana, que fue a 14 de Julio de 1318, y que las constituciones del Concilio provincial de aquel año existen en un códice antiguo de esta Catedral de Segorbe, de donde las estoy copiando, porque son inéditas. Volviendo a nuestro Obispo, es creíble que su larga residencia en Aviñón le proporcionase asistir al Concilio Vienense, celebrado por Clemente V en 1311, al cual asistió también don Fr. Raymundo de Ponte, Obispo de Valencia. El Chantre de esta Iglesia Romero Sánchez, uno de los testigos en el proceso que tantas veces he citado, dice que este Obispo ordenó que hubiese doce Canónigos, seis en Albarracín, y seis en Segorbe. Otras constituciones le atribuyen que ya no se observan en esta Iglesia. En su tiempo se instituyó la Orden de Caballería de Montesa, que tantos y tan reñidos pleitos sostuvo con los Obispos sucesores sobre diezmos. Muerto nuestro D. Antonio quiso el Capítulo elegir a un Fr. Joan Fernández, de la orden de Predicadores, natural de Murviedro. El Señor Pérez dice que sus parientes se opusieron por la pobreza de la mensa episcopal. Sea de esto lo que fuere, el sucesor de D. Antonio fue uno de los Prelados más ilustres, y de más gloriosa memoria de esta Iglesia. Llamábase
XII. D. Fr. Sancho Dull, nacido en Real, diócesis de Pamplona, y de la orden de nuestra Señora del Carmen. Había ya nueve años que era penitenciario pontificio en Aviñón cuando fue elegido por este Cabildo, y consagrado en la Dominica Laetare de la Quaresma de 1319. Su primer cuidado fue el bien espiritual de sus ovejas, proporcionóles (les proporcionó) desde luego el pasto y consuelo de los sínodos; cosa hasta entonces no vista en esta diócesis. Dos se conservan celebrados por este Obispo, uno el año 1320 en Albarracín, y otro en Segorbe en 1323, de los cuales hablaré en su lugar. No descuidó tampoco los intereses temporales de su Iglesia, antes a costa de crecidos gastos y de treinta y tres años de residencia continua en la corte de Aviñón, logró recobrar gran parte de los diezmos y derechos que le disputaban las órdenes de Santiago, Montesa y Calatrava, D. Jayme de Xérica, y los Obispos de Zaragoza, Tortosa y Valencia. La ocasión del pleito con este último queda ya insinuada. El objeto de D. Sancho era impugnar el compromiso hecho por D. Pedro Ximénez de Segura en 1277, alegando que sólo fue efecto del temor, e insuficiente para fundar título de prescripción. He visto en este archivo copia del primer proceso que formó Raymundo, Obispo de Lérida, por comisión del Papa Juan XXII. Terminóse el pleito por tercera sentencia en el año 1347, recobrando esta silla los lugares de Alpuente, Xérica, Chelva, Andilla y otros hasta el número de diez. Por hallarse ausente de su diócesis no pudo asistir al segundo Concilio provincial que celebró en Zaragoza su Arzobispo D. Pedro López de Luna en 1328. Era ya nuestra Iglesia, como dije, de aquella provincia; y así permanece hoy la de Albarracín; la de Segorbe en la desmembración se adjudicó a Valencia. En fuerza de este decreto pontificio, y de lo mandado en el Concilio provincial Tarraconense del año 1240 se opuso nuestro D. Sancho con el Obispo de Valencia D. Raymundo Gastón a la entrada que el Arzobispo de Toledo D. Juan de Aragón hizo con cruz alta por el lugar de Sieteaguas junto a Requena. Trata de esto Luis Ponz de Icart en sus Antigüedades de Tarragona; Zurita en sus índices latinos hace memoria de una carta que sobre esta materia escribió el Papa Juan XXII al Rey D. Jayme, padre de dicho Arzobispo de Toledo. Murió nuestro D. Sancho en Aviñón, año 1356, a los treinta y ocho de un pontificado de que tanto bien resultó a su Iglesia.
Basta por hoy: estas menudencias molestan al que lee y al que escribe; pero son agradables al que busca exactitud en los hechos; por falta de esta luz andan a tientas muchos historiadores. Mas ya que en este Prelado se acaba la serie de Obispos elegidos por el Cabildo, cortaré aquí el catálogo, dejando para el siguiente correo el de los nombrados por los Sumos Pontífices, en que confío darte noticias harto curiosas.
Dios te guarde. Segorbe &c.