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dimarts, 3 de gener del 2023

Carta CVII. Historia de la iglesia de Lérida desde su restauración, &c.

Carta CVII. Historia de la iglesia de Lérida desde su restauración, sus monedas, legislación, costumbres civiles y población del tiempo medio. 

Mi querido hermano: Aunque las armas de los Condes de Barcelona habían adelantado mucho sus conquistas hacia el Mediodía, llegando a conquistar a Tortosa a fines del año 1148, quedaba sin embargo atrás la gran fortaleza de Lérida, que siempre habían defendido los Moros con tenacidad. Varias veces habían intentado nuestros Príncipes batir a Lérida y Fraga. De esta última hallo memorias en el archivo de Roda, de haber sido sitiada por el Rey Don Alfonso I en los años 1133 y 1134, como consta de dos donaciones que allí hizo: una en 1133 regnante Aldefonso Rege, et sedente in obsidione de Fraga: y otra, era M.C.LXXII. in mense martio, fecha in illo pugo super Fraga in obsidione eius. Pues de Lérida acuérdome haber notado en el mismo archivo el testamento de uno que quería pergere in oste de Lérida, fecho en 1122: prueba de que entonces se verificó o al menos se meditaba alguna expedición contra esta ciudad. Con esto cuadra la donación que los Condes Don Ramón Berenguer III y su mujer Doña Dulcia hicieron al monasterio de Solsona el año XVII del Rey Luis (1123 o siguiente), en que le conceden ipsam meschitam maiorem quae est infra villam Ilerde, scilicet, intra ipsas tendas... quando Deus concedere nobis peccatoribus civitatem Ilerdam voluerit. (Cartoral de Solsona). 

Sin duda se proyectaba su conquista, o por lo menos se buscaban auxilios para ella por medio de estas liberalidades. Al fin desembarazado el Conde Don Ramón Berenguer IV de Barcelona de las conquistas de Mediodía, aunque a los Moros quedaban algunas fortalezas en las montañas de Prades, volvió toda su atención y poder sobre ambas plazas, que miraba como rica porción del patrimonio que había heredado por su casamiento con Doña Petronila, hija del Rey Don Ramiro el Monje. Y por lo tocante a Lérida sitióla muy de propósito poco antes de la mitad del año 1149, asentando sus reales en una pequeña colina que se eleva a corta distancia del castillo llamada Puig de Garden, nombre que ya tenía entonces, y que con esta ocasión se hizo famoso, no sólo por lo que proporcionó este lugar la conquista de la ciudad, y por las muchas y esclarecidas personas que a él acudieron, deseosas de tener parte en tan gloriosa expedición, sino principalmente por las donaciones y concordias y otros actos judiciales que en él se firmaron. Halláronse presentes, según la costumbre de aquellos tiempos, el Arzobispo de Tarragona y varios Obispos de la provincia; entre los cuales, como más interesado en aquella empresa, no es regular que faltase el Obispo de Barbastro y Roda Guillermo Pérez, a quien pertenecía la Sede nueva, como matriz de las que tenía; las cuales, como ya se ha dicho, no eran sino vicarias y substitutas de la de Lérida. Así vemos que hizo allí una permuta con los Templarios y su maestro Pedro de Roveria de la iglesia de San Juan de Monzón por la de Fonç. La fecha es de ese año 1149 III idus junii in podio de Garden, in obsidione Illerdae. Esta fecha obliga a creer que el sitio de esta plaza comenzó antes de lo que dicen Zurita y otros. Gobernaba a la sazón la fortaleza sitiada el Moro Avifelet; el cual, viendo el empeño de los Cristianos que le cortaban el único socorro que podía esperar de parte de Mediodía, resolvió su rendición, que se verificó día 24 de octubre del mismo año 1149. No he podido hasta ahora topar con instrumento que nos indique las condiciones de esta rendición. Mas parece que fue por capitulación y concordia, en la cual quedó a dicho Alcaide la posesión de algunos lugares en feudo de dicho Conde Don Ramón. Parece esto por un instrumento del día 14 de noviembre siguiente, en que el Conde ofrece aprestar las naves necesarias para que el Alcaide pueda pasar a Mallorca con doscientos caballos; le cede también la mitad de las parias de los lugares y alodios en que quedaba por acá heredado. Dio el Alcaide rehenes por la entrega prometida de los castillos de Chalamera, Cegdí (Çaidí, Zaidín), Escarpe, (Escarps) Seros (Serós), Calaterrá, Aitona y otros; con lo demás que dirá por mí la copia adjunta (a: Ap. núm. I).

Entre los Condes y señores que contribuyeron a tal conquista, se distinguió por su valor y gastos el Conde de Urgel Ermengol VI, el cual por lo mismo mereció ser distinguido en el repartimiento de lo conquistado. Fue así que el Conde Don Ramón le dio en feudo la ciudad de Lérida con varios lugares y castillos de su comarca, cuya escritura debe estar publicada en la Marca Hisp. Ambos Príncipes y conseñores hicieron a principios del año 1150 la proclama convidando a los que quisiesen poblar dicha ciudad, de lo cual pienso que hay razón en la misma obra. Continuaron los Condes de Urgel con la posesión de este feudo, aunque sobre ello hubo varias altercaciones y concordias con el clero y vecinos de esta ciudad. Consta que Geraldo de Cabrera, Conde de Urgel, continuaba en poseerla en el año 1224, cuando junto con el Rey Don Jaime declaró a los de Lérida libres de pagar cierta medida del trigo que vendían en las plazas (medios cuciolos bladi) como digo más largamente en la Historia de estos Condes. Es regular que cuando aquel condado se unió a la corona a principios del siglo XIV, y los Condes lo fueron sólo feudatarios, perdiesen el señorío de esta ciudad. Esto sé, que en la vacante del Rey Don Martín no hay rastro de tal señorío en las cartas que el Conde de Urgel Don Jaime de Aragón escribía a los Paheres de Lérida para atraerles a su partido, ni en las respuestas de estos. A los tiempos de la conquista de esta ciudad ha creído alguno que pertenece la moneda del Conde de Urgel, cuyo dibujo pondré en la Historia de estos Príncipes. Mas lo que en el reverso de ella se muestra, no es el lirio, que son las armas y, como decían, la señal de esta ciudad, que nunca pintó el cayado que allí se ve, sino tres flores de lirio (tres flors de lis) unidas a un pezón. Así se ve en todas las monedas que batió hasta los tiempos de Felipe IV. Y digo monedas, no porque fuesen de varias especies, sino porque era de varios módulos y cuños, la única que era propia y peculiar de esta ciudad, llamada Pugesa, que hasta de diez y ocho cuños diferentes tiene mi amigo Don Anastasio Pinós; y aun yo, al paso, he recogido ocho o diez. Quien conozca la constitución de este principado hasta la entrada de los Borbones, no extrañará en Lérida esta libertad de tener moneda propia. Muy menos extraña parecerá a los anticuarios, que saben que la tuvo en tiempo de los Romanos, de quienes era municipio. Ducange conoció la pugesa francesa, mas no la de Lérida: ni aun nuestros nacionales dan de ella la razón que es menester. Su valor era la cuarta parte de un dinero barcelonés, y la sexta de un dinero jaqués; y eso que algunas de ellas eran cuatro veces mayores que el dinero, mas por lo regular estas eran de latón grueso, y las que se hallan de cobre eran del mismo tamaño que el dinero. En las más antiguas se ve grabado el lirio en anverso y reverso con el letrero Pugesa de Leida o Leda. En las de los dos últimos siglos ya se puso en una parte el lirio grabado sobre un escudito de las barras de Cataluña, semejante al que se ve en la portada de la casa de Ayuntamiento. De la misma divisa del lirio usó el tribunal de la veguería, o curia secular, llamado vulgarmente la Cort, pintando en su sello las barras, y alrededor dos lirios que nacen del pie. La Curia eclesiástica usó perennemente del báculo pastoral, sostenido por una mano, de la cual salían también unos lirios. Los mismos ponía el Capítulo en el reverso de su sello de cera, que era la imagen de nuestra Señora sentada. Esta uniformidad da motivo para creer que se eligió esta divisa en alusión al nombre de Lérida, conforme a la costumbre usada en los tiempos bajos, y que ha durado hasta nuestros días. Volviendo a las monedas de esta ciudad, desde el siglo XII corría en ella la moneda jaquesa y la de Barcelona, como se ve en los instrumentos de compras y ventas y censos. Y en 1340 hallo que la ciudad hizo varias súplicas al Rey Don Pedro para que no privase en Lérida la circulación de la moneda barcelonesa. Mas no me acuerdo haber visto escritura alguna que expresase el quebrado del dinero con el nombre de pugesa, sino sólo con el de óbolo o malla; que siendo, como era, equivalente en el valor, y más conocido en Aragón y Barcelona, fue preferido para el efecto. Con todo eso es indubitable que circulaba en todo ese tiempo la pugesa en esta ciudad. La primera memoria que hallo de ella es en las Constituciones que para su régimen recopiló Guillermo Botet en 1228, donde en el título De taxatione usurarum, se lee: "Nemo percipiat usuram de aureo, nisi de centum aureis XX in anno vel in mense duos et denarios ad pugesalium rationem." En el Manual de deliberaciones del consejo general del año 1371 (Arch. de la ciudad), se lee al día 28 de agosto lo siguiente: Fonch proposat que en la ciutad se appar moltes pugeses, et que negun no les vol quax pendre, et que apparen sich moltes pugeses noves; et algun tindrien per be que axi com se donen sis pugeses per un diner jaquès, ques donasen VIII pugeses per I diner jaquès

Aquí se ve que la pugesa era la sexta parte de un dinero jaqués. No accedió el consejo general a este proyecto, que sin duda hubiera desacreditado más aquella moneda. Lo que hizo fue quitar de la circulación y encerrar en un arca quinientas libras jaquesas, con que la carestía de dinero las hiciese más apreciables. En otro descrédito igual se vieron las pugesas muchos años después, en 1434, y para remediarlo echaron mano día 7 de junio de un medio mucho más costoso, que fue acuñar de nuevo esta moneda, de tamaño mucho mayor y más gruesas que las que corrían, y publicar el cambio de ellas con las viejas peso por peso; y para evitar el daño que resultaba a los interesados de la desigualdad del peso del llautó, resolvieron a 13 del agosto siguiente que el cambio se hiciese mitad por mitad, esto es, que al que presentase diez sueldos de pugesas viejas, se le diesen cinco sueldos de las nuevas. Nada más sé de esta moneda.

Otra corría aquí llamada pitta. Así la hallo nombrada en una escritura del archivo de esta Catedral del año 1335, donde dice: Praedicta censualia sint in summa ducentos solidos, et tres denarios iaccenses, obulus et pitta: y luego repite, quatuordecim denariorum minus pitta. En las cuentas de sacristía del año 1488 se hallan varias memorias de pittas, quebrado del dinero, nombrándolas en esta clase ya una, ya dos, ya tres. Ducange, que supone haberse derivado el nombre de pitta o picta del condado Pictaviense (de Poitiers), donde primero se acuñó, dice también que había pictas turoneses, propias de la moneda tornesa o de París, puesto que en los cómputos de aquella moneda suena este quebrado. Por esta regla debemos decir que también hubo pictas o pittas jaquesas, pues las vemos nombrar entre los sueldos y dineros jaqueses, y que era la cuarta parte del dinero jaqués, como el citado Ducange dice que lo era la francesa en aquel país. Y lo que él mismo añade, que era lo mismo que la pugesa, podrá entenderse de la de Lérida respecto del dinero barcelonés, de quien era la cuarta parte, mas no del jaqués, de quien sólo era la sexta. En resolución, yo entiendo que eran equivalentes pitta y pugesa, la primera usada en Aragón y la segunda en Lérida, ambas la cuarta parte de un dinero. 

De paso advierte cuánta dependencia había de nuestros países de los de Francia hasta en los nombres de las monedas. Y sin salir de esto de las pittas, las había aquí en tanta abundancia a fines del siglo XV, que el Capítulo, día 30 de marzo de 1484 deliberarunt ex pictis reprobatis fieri corroneres pro cimbalis de Tertia et Prima; quae pictae sunt in techario scribaniae. Tal era su copia que de las falsas y reprobadas se pudo hacer tal obra. Por donde es verosímil que las hubiese propias de Lérida o de Barcelona; aunque acaso indicaron con el nombre de pictas o las pugesas o las mallas. Más confusa es la noticia que tengo de otra moneda que corría acá a fines del mismo siglo XV, llamada pacifich. En el archivo de la parroquia de Santa María Magdalena hallé casualmente un recibo donde, entre otras monedas, se nota: Item; pacifich XXX è cinch. En las cuentas del comunero de esta Catedral se halla a 27 de septiembre de 1487 el siguiente Item: quod eis (a los canónigos) missa fuerit littera per Dominum Regem, quae illos certos reddidit de captione Malega, et ea propter gratias Deo agerent; qua de causa fuit facta processio et alimares (: alifares) in civitate; deliberarunt ob reverentiam Magestatis quod darentur nuntio tres pacifichs. En el mismo libro a 4 de enero de 1490, hay deliberación de dar a Miguel Johan, porterio Domini Infantis hun pacifich, eo quod viriliter se habet in negotiis ecclesiae. Estas son las únicas noticias que me han venido a mano de tal moneda; y por las dos últimas parece que debía ser de gran valor. No dejaré esto sin darte noticia de una moneda que suena frecuentemente en escrituras de los siglos XII y XIII, en que singularmente los censos se mandan pagar con moneda de pan y vino; y así dicen: illius melioris monetae quae erit curribilis pani et vino in Illerda. = VIII. sol. iaccen. monetae curribilis ad panem et vinum. Mas esta no era moneda particular destinada para comprar pan y vino, sino que como la moneda jaquesa estuvo por algún tiempo maleada y adulterada, el pan y vino tan necesarios para la vida no se vendían sino con la moneda de mejor ley; y los que establecían censos o vendían sus heredades para denotar que querían ser pagados con buena moneda, expresaban la con que se contrataba en pan y vino, como ahora se dice moneda metallica.

En 1203, 31 de marzo, Raimundo de Gixario confesó deber a Bertrando de Pinell trescentos solidos jacc. melioris monetae curribil. Illerde pani et vino... quod si forte haec jaccensis moneta in aliquo deteriorabitur, deja a su voluntad cobrarlos en mazamutinas novas obtimas boni auri, rectique ponderis secundum valorem quem modo habent, et patefiat omnibus hae audientibus quelibet mazamutinarum valet modo quinque solidos iaccensium et quinque denarios.

En 1320 prid. kal. januar. los marmesores del testamento de Galcerán de Barberá, canónigo de Barcelona, que fundó un beneficio de Santa Eulalia in claustro Sed. Illerdae: Attendentes... summam XXXI morabatin. (qui ascendunt ad summam XIII libs., XIX sol. de Barcin. de terno, computato quolibet morabat. ad IX sol. eiusd. monetae) non sufficere. En 1284 Pedro de Cervera y Gueralda su mujer compraron a Raimundo Giner el castillo de Gaten por mil y quinientos morabatines, los cuales dice allí en varias partidas equivalían a diez mil quinientos sol. jaqueses. Otra escritura de los mismos, mil doscientos y cincuenta morabatines Alfonsinos a razón de siete sueldos jaqueses por cada uno que suman (ut ibi) 8750 sol. En 1277 se hizo un inventario de los bienes que tenía Magister Ventri, canónigo de Lérida. Y entre ellos se dice tener en la arca de depósito de los Dominicos de Huesca 37 maz. duplices y 53 maz. simplices. Los notarios decían en latín duplices núm. doblas o doblones. Además de estas dos especies de mazmudinas supone otras dos especies de las dobles cuando dice que tenía en los Dominicos de Lérida 115 maz., duplicis del mir... y 90 duplices de rexet.: dice también que tenía en la casa de Poblet, que es de depósito público de Lérida, 659 morabatines, de los cuales sunt 157 Castellani et reliqui omnes sunt Alfonsini.

La correspondencia que he dicho de la pugesa con el dinero jaqués, esto es, la sexta parte de él, se comprueba con la correspondencia de los sueldos jaqueses con la de Barcelona, de quien era ella la cuarta parte. Toda la moneda de Barcelona, según el fuero de Lérida, iuxta cotum Illerdae, durante el siglo XIV valía la tercera parte menos que la jaquesa. Así en innumerables escrituras que expresan ambas monedas, se comparan como equivalentes 150 sol. barceloneses a 100 jaqueses. = 125 sol. barceloneses a 90 jaqueses. = 240 libras barcelonesas a 140 jaquesas. Así con poca diferencia la jaquesa excedía a la otra en una tercera parte de valor. Y pues cuatro pugesas hacían un dinero de Barcelona, las seis componían un jaqués, como ya se vio además por instrumentos coetáneos. No será importuno añadir aquí algunas observaciones que tengo hechas sobre la correspondencia de la moneda jaquesa y barcelonesa, según el fuero de Lérida, iuxta cotum Illerdae. Anotaré algunas notas de escrituras.

En 1385, a 27 de agosto, centum quinquaginta septem sol. sex denarii barchinon. valían centum quinque sol. iacenses ad concambium de XVIII (dihuitens) iuxta cotum et statutum Illerdae.

En 1357, 210 libras barcelonesas eran 140 jaquesas. = Eod. ann. 18 dineros barceloneses 12 jaqueses, iuxta cotum Illerdae.

En 1386, 100 sueldos jaqueses siete libras y media barcelonesas.

En 1378, seis libras, quince sueldos de Barcelona, eran noventa sueldos jaqueses.

Omito otras memorias de esos años, en todas las cuales se ve que la moneda jaquesa valía una tercera parte más que la de Barcelona, según el cambio usado en Lérida con los dihuitens.

Otra libertad tuvo esta ciudad, que fue la de gobernarse por su legislación municipal, escogida y entresacada de la romana, gótica y barcelonesa. Hízolo así desde el tiempo de su conquista; mas no se escribieron sus leyes hasta pasados 78 años de ella, esto es, en el de 1228, en que Guillermo Botet las compiló, según van copiadas (a: Ap. núm. II. ). Guillén Botet vivía aún en 1250, y se llama parrochianus S. Egidii Illerden. El texto es de un códice que posee en Barcelona Don Ramón Dalmaces; el cual he cotejado con dos ejemplares antiguos, uno del archivo secular y otro del de la iglesia; que aunque el primero es más antiguo que el de Barcelona, no por eso es de mayor veracidad. En todos ellos se dice hecha esta colección en 1228, no en 1232, como se dijo en la Sacr. Themid. hisp. arc. (sed. IX, núm. 28). Divídese esta curiosa obrita en tres libros: el primero contiene los privilegios del Conde de Barcelona Don Ramón Berenguer IV, Reyes de Aragón y Condes de Urgel, dados a esta ciudad: el segundo las costumbres escritas: y el tercero las no escritas. Al fin, hablando de los Códigos barcelonés, gótico y romano, dice: In his iste ordo servatur: quod consuetudines nostras scriptas et non scriptas, cotos et bannos, praeferimus omnibus, et primo utimur illis. Post hoc vero servamus cartas nostras et privilegia Principum: postea usaticos (los de Barcelona), consequenter leges gotas, ultimo vero loco leges romanas. En particular excluyen de los usajes las leyes que hablan de intestatis et exorquiis et cucutiis. Del código godo dice que sólo estaban en uso las de testamentis post mortem scribendis. Del romano era muy vaga la elección, y parece que sólo era el último asilo, faltando las otras legislaciones. He puesto las variantes en algunos lugares oscuros de esta Colección, inédita hasta ahora, y espero que no te disguste mi trabajo. Un punto curioso se me ofrece ahora, y es la dependencia o sea respeto con que la ciudad de Valencia miró a esta de Lérida, en razón de haber sido los naturales de este país o los primeros que asaltaron aquella ciudad o los que más contribuyeron a su población. Por esta causa dicen tres cosas: 1.° Que Lérida dio a Valencia por armas una flor del lirio, y que desde entonces se quedó con solas tres, como antes tuviese cuatro: 

2.° Que dio a aquella ciudad los pesos y medidas, viniendo de tiempo en tiempo a refinarlos acá: 

3.° Que pagaron un censo anualmente en testimonio de gratitud; y cuando lo quitaron, fabricaron los de Lérida con aquella suma la acequia de Segriá u otras de las muchas que se sirven.

Todo ello son hablillas del vulgo, en que deben entrar también los escritores modernos, que sin testimonio alguno lo han asegurado. Primeramente es cierto que la ciudad de Valencia se tomó por capitulación y no por asalto. En su población ningún historiador antiguo, ni la Crónica del mismo Rey Don Jaime I, da preferencia alguna a los de Lérida. Aragón y Cataluña, y también Francia contribuyó con pobladores, particularmente cuando el Rey, descubierta una traición de los Moros que habían quedado, los echó (con h) de aquel reino hacia el de Murcia, cuando el Infante Don Enrique de Castilla, Señor entonces de Villena, impuso un tributo a los que por allí pasaron; y dicen los historiadores antiguos que el producto ascendió a cien mil besantes (a: Fr. Pedro Marsilio, Cron. ms. Jacobi I, lib. III. cap. 66). Para llenar este gran hueco no es difícil creer que viniesen colonias de varios partidos, convidados con la liberalidad del Rey, y que entre ellos viniesen los de Lérida y los cien Moros y cien doncellas que dicen de su parroquia de San Martín; y aun para poblar determinadamente un barrio de Valencia. Todo esto concedo; mas nadie inferirá de ahí, si no hay documento que lo certifique, aquellos tres artículos de esta vana tradición. Lo de haber dado a los Valencianos un lirio, ni allá ni acá se puede probar. Cuanto más que las pugesas de Lérida, algunas de las cuales son de Príncipes (principios) del siglo XIII antes de la conquista de Valencia, no representan sino tres lirios o un lirio con tres flores, como se ve en su letrero. Pues lo de los pesos y medidas no es más fundado. Basta leer la Temis Hispana y los historiadores de esta corona, para ver como en Valencia se estableció fuero propio y peculiar de aquella ciudad, apenas conquistada. Y que se adoptase peso y medida de aquí o de allá, nada tiene que extrañar; mas que por eso tuviesen que venir a refinar acá, no se habrá leído tal especie en las historias. Porque fijada y adoptada allá, es claro que debía quedar en un lugar público y en el tribunal del mustazaf. Y es cosa bien notable que habiendo en el archivo de esta ciudad varias deliberaciones y aun cartas del siglo XIV y XV sobre consultas de pesos y medidas con otras ciudades, ni la menor enunciativa se halle de Valencia. ¿Qué diré de los que a este fin y objeto interpretaron la palabra Leida, que se halla en las pugesas, como si esta ciudad se llamase Lei-da, por la que dio a Valencia?

De los cuales quisiera yo saber cómo interpretan lo que no en pocas pugesas se lee: Leda. Pero claro está que estas son corrupciones del nombre Lérida derivado del Illerda romano. Lo demás es buscar sentidos acomodaticios. Finalmente, lo del censo y su quitación y la acequia construida con aquella suma, es ignorancia de las antigüedades de Lérida. Porque sobre el silencio y ningún documento de semejante cosa, es cierto que muchos años antes de conquistarse Valencia, ni de nacer su conquistador, estaba ya corriente la principal y más costosa acequia de riego, que llaman de Segriá, cuya compra, hecha por los de Lérida, confirmó ya en 1213 el Rey Don Pedro II de Aragón. Por último, la circulación de los ochavos de Valencia, propia aún hoy día de aquel reino, en que se ve grabado un ramillo que parece semejante al lirio de Lérida, aun cuando esto sea así, no prueba lo que acá se dice. Porque ni aquel dinerillo circuló jamás aquí, ni es cosa nueva que la moneda de un país circule en otro; como, por ejemplo, Lérida no tenía otra que la jaquesa y barcelonesa, y no por eso diremos que Aragón ni Barcelona le dieron la ley. Mas para que del todo se acabe de ver la falsedad de esta opinión, singularmente en punto a las monedas y a la flor de lis, de que se desprendió Lérida, bastará reflexionar que los dinerillos de Valencia son mandados acuñar por el Rey Don Jaime I en 1247, a los nueve años de la conquista de aquella ciudad, como se ve entre los impresos (núm. XII). 

"Cupientes, dice el Rey, civitates et regna Valentiae et Maioricarum (quae dudum a perfidis captivata Paganis, dignata est divina clementia nostro ministerio restituere cultui Christiano) in statum debitum iuxta Christianorum morem in melius reformare... subditorum utilitatibus deliberato consilio providentes, monetam cudi fecimus sub sino (signo) salutiferae crucis super florem et nomen regni Valentiae positae, nostrae etiam imaginis et nominis insigniis figuratam ut sit Christianis... Quam monetam volumus et statuimus, quod semper appelletur et vocetur Reals de Valencia, in cuius parte sit caput regium coronatum, et in reliqua parte sit arbor ad modum floris, in cuius summitate extensa usque ad superiorem circulum ponatur crux contigua ipsi arbori infra extremum circulum."

¿Dónde está aquí la flor de lis quitada a Lérida, ni aun puesta a su imitación? Valencia tuvo su moneda propia dispuesta de nuevo por su conquistador con una insignia de árbol, o para indicar la fertilidad de aquel país con muchas más razón que en las de Lérida; o lo que yo creo, para denotar la victoriosa conquista de los reinos de Valencia y Mallorca. Y no hay más. En caso debieran extender igualmente la supuesta cesión del lirio al reino de Mallorca. De paso advierto que los principales autores que vendieron por cierta esta historieta son: Beuter, lib. 2, cap. 41. = Escolano, tomo 1, col. 858. = Del Olmo, Litología, capítulo 17. En resolución, hablillas de vulgo, y por tales las tendré siempre, mientras no se trate de acotar pruebas y documentos de una tradición, que por sí sola contradicen las noticias que de una y otra ciudad nos quedan. Lo que ahora poco decía de la acequia de Segriá es un privilegio con que el Rey Don Pedro, a 28 de mayo de 1213, confirmó la compra que el común de Lérida hizo de la acequia, quod transit per Segrianum, a Pedro Raimundo de Çabazequia por precio de mil morabatines, desde cuyo tiempo estuvo a cargo de la ciudad este manantial de beneficencia pública, a quien debe esta llanura toda su fertilidad y hermosura. Nada sé de su antigüedad; pero tengo por imposible que a lo menos los Árabes no tuviesen abierto este conducto desde el río Noguera, como está ahora. Y acaso será obra suya el corte de una peña en la misma presa que he visto celebrar por acá. Yo, que vine a esta ciudad desde la de Roda, extremos bien distantes entre sí, no puedo ponderar la suave impresión que hizo en mí al descubrir esta llanura de más de ocho horas de longitud, saliendo a ella y a la vista del río Noguera, y caminando al lado de la acequia más de seis horas. Pareciome sin duda que el unctus mitteris Illerdam de Horacio, era más bien una bendición que él daba a su libro. Deliciosísima es la vista desde la torre magnífica de campanas que se conserva en lo alto del castillo, junto a la antigua Catedral. Desde allí, con los Comentarios de Julio César en la mano me explicó mi amigo Don Anastasio Pinós los puntos que fueron el teatro de las victorias de este Capitán famoso. Siendo muy de admirar que tan pocos sean los vestigios conservados aquí de la grandeza romana, que si no son unas inscripciones que diré otro día, nada queda que merezca aquel nombre si no es un trozo de una puerta, única acaso de los tiempos bajos, que llaman de Boters, donde se ve algo que se parece a sus edificios. Y no porque no la tuviesen en gran consideración, porque cierto es que fue uno de sus municipios, sino que las continuas guerras a que su misma situación la ha expuesto, ha ido gastando toda la antigüedad. No creo lo que por aquí he oído que esta ciudad tuviese en los siglos XIII y XIV mayor extensión que ahora. Los monasterios de San Hilario, Santo Domingo, San Francisco y otros, cuyos vestigios se ven pegados a la parte exterior de las murallas actuales, suenan también en ese tiempo extra moenia urbis Illerdae. Esto es por la parte de norte y poniente; pues por levante y mediodía todavía ha adquirido alguna extensión en nuestros días, que antes no tenía, con la calzada que construyó el Marqués de Blondel, Gobernador de esta ciudad, con la cual ha retirado un poco la corriente del Segre, que batía en las mismas casas. Algunas de estas había a la otra parte del puente, que hoy no existen. Y en este género hay calculistas que creen haberse disminuido mucho la población de este veguerio o corregimiento, por no hallarse hoy día muchas poblaciones que existían en los pasados siglos (a).

(a) Por varias noticias que debo a sujetos curiosos, y por las que he adquirido yo mismo con la lectura de documentos, faltan en este obispado de Lérida cuarenta lugares, poco más o menos, que existían en los siglos XIV y XV, es a saber; en Cataluña: Carratalá, Cugullada, Cisquella, Gebut, Gimells, Gispertá, Grealó, Macharri, Malpartit, Margalef, Masroig, Melons, Mesedilla, Montagut, Palau del horta, Raymat, Remolins, Rufea, Suchs, Tarregó, Torreribera, Triquells, Valmanya, Vilanova del pont, Vilasolana, Vimfanó, Vinadesa.

En Aragón: Alfaques, Arias, Casasnovas, Cofito, Encomienda, Monbrun (Monte bruno, Monbrún, Monbrú, Mombrú, Montbrú), Pueblas, Rafols, Ripol, Solas, Torregrosa, Valverde, Ventafarinas, Vinsello. No salgo responsable de todos estos artículos, porque acaso el loco de N., que dirán algunas escrituras, no es lugar, sino nombre de partido. Para ello es menester ver si se nombra algún vecino de tal o tal lugar, o si se le da el nombre de Universidad, o por otros indicios.

Mas yo no sé si valdrá este modo de calcular, mientras no se haga el cotejo de la población actual de las ciudades, villas y lugares que hoy quedan, con la que tenían cuando existían los pueblos arruinados. Este artículo y la erección de nuevos lugares disminuirá notablemente la decantada despoblación de este país. Efectivamente, Barcelona contaba... mil fochs (vecinos) (N. E. fuegos) en el siglo XV. Supongamos que se hayan destruido en su corregimiento cincuenta lugares de a cien vecinos cada uno; entiendo que con el aumento de la población de la capital queda aquel territorio bien indemnizado de la ruina de sus lugares.

dilluns, 12 de desembre del 2022

CARTA XCVIII. Miscelánea.

CARTA
XCVIII.


Miscelánea.


Mi
querido hermano: Hoy estamos de miscelánea. Hay en esta ciudad
algunas antiguallas, parte verdaderas, parte fabulosas, que
 merecen
la pena de ser referidas, y si cabe analizadas. Entre las últimas
cuento la famosa torre llamada Geronella, y no porque no sea una
torre real y verdadera, sino porque el vulgo ha sabido dar ser a sus
vanas imaginaciones. Su situación es en la parte superior en un
ángulo de la muralla, muy oportuna para resistir al asalto y
combates que facilita el declive del terreno. Es de figura circular,
construida sobre una gran base, que dicen ser la parte baja de otra
que antes había más gruesa, construida por Gerión, y que fue
hundida milagrosamente en castigo de los Judíos que prestaban a
usura durante (delante ?) la torre de Geronella. No haría yo caso de
estas hablillas, si no las estampara el P. Roig y otros escritores.
La verdad es que la torre actual es obra de principios del siglo XV,
y que antes había otra, que aunque fuese mayor que la de hoy, no lo
sería, 
cuanto
indica lo que suponen ser su base, que yo tengo por obra exterior, y
antemural de la torre ceñida con aquella defensa de muralla, etc.
Mas sea enhorabuena tan grande y enorme como quieren, la memoria más
antigua que he hallado de ella es del año 1020, anno XX quarto quod
regnare cepit Robertus in Francia, en el cual, día 31 de marzo, la
Condesa Ermesindis, con su hijo el Conde
 Berenguer,
hicieron donación a esta iglesia de ipsa turre rotunda, construida
en esta ciudad en la muralla, como verás en la escritura adjunta (a:
Ap. núm. XV.). Es cierto que no se expresa aquí el nombre de
Geronella, mas las circunstancias con que se pinta no dejan duda que
es la misma. Continuó en su ser la torre hasta el año 1404, en que
se desplomó a 31 de mayo. Al principio de un Cartoral de la casa de
ayuntamiento está copiada una nota, y sacada, según allí se dice,
de un libro colectario que tenían los PP. de San Francisco en el
coro de su convento de esta ciudad. Cuéntase allí el suceso con
estas palabras: "Anno Dni. M.CCCC. quarto ultima die mensis
madii, quae erat dies sabbati, et secunda hora noctis fuit factum
magnum signum in civitate Gerundae; quia turris quae vocatur
Geronella, quae erat magna, grossior, et pulcrior totius regni, sine
vento flante, nec pluvia irruente, sed tempore quiescente, dicta
turris subito cecidit in terram a summo usque deorsum; de quo fuit
magnus stupor, et maxima admiratio in tota ista patria, et
circumquaque.” Del mismo modo se explicaban seis años después los
jurados de esta ciudad, cuando a 21 de julio de 1410, pidieron al
Papa Luna que aplicase la décima que el difunto Rey Don Martín
percibía en esta diócesi para reedificar esta torre, quae, dicen,
talis
erat, et taliter fabricata, quod in hac terra, nec in
tota
Hispania similis repiriri non poterat, y que era
el baluarte de toda Cataluña. Haec turris, añaden, Pater SS. casu
fortuito, et mirabili sex anni efluxerunt, corruit ex toto peccatis
exhigentibus. Tan fácilmente se atribuyó a milagro y castigo, lo
que no fue sino efecto de la vejez y quebranto de esta torre, que más
había de un siglo estaba hendida y rajada, y amenazando ruina.
Dícelo el Obispo Don fray Raimundo de Castellar en un decreto que
dio a 11 de enero de 1410, para que se reparase luego la bóveda de
la iglesia de San Narciso de Tayalá, no sucediese ad instar illius
ingentis turris civitatis Gerunden., turris Gerundellae
communiter nuncupatae, quae per centum annos in suae fissurae hiatu
dilatato sustenta, subitam et incredibilem passa fuit ruinam. (Cur.
ep. Reg. XI, fol. 3.) (N. E me encanta la ironía de Raimundo de
Castellar contra los ploramiques catalanes ya de
antiguo.)

Reedificose el año siguiente 1411, y según parece
igual en todo a la antigua.
He aquí como continúa la nota que
dije del Cartoral de la ciudad:


"Anno
Dni. M.CCCCXI. et XII. julii turris de Geronella nuncupata, fuit
rehedificata, a fundamentis inchoata, et in quatuor alnarum
altitudine super muros elevata per juratos honorabiles civitatem tunc
regentes, et in praeclara sapientia, quorum digna est memoria: ideo
sunt subscripta hic eorum nomina:


Petrus
de Burdillis, vir sapiens et subtilissimus.


Joannes
Zarriera (Çarriera), vir prudens et robustissimus.


Petrus
Çatria, urbanus et corpulentissimus.


Ludovicus
Torti, vir sagacissimus.


Ubique
laudabiles sunt cives isti venerabiles:


Franciscus
Borraçani, pictor clarissimus.

Petrus Perpiniani in factis
verissimus.


Praefati
igitur jurati de turris reedificatione fuerunt multum comendati; nam
populus urbis civitatis nunquam credebat cernere quod iterato fieret
opus tantae nobilitatis. Igitur talibus rectoribus pro meritis
congruentibus det coronam omnibus Xpus. cum coeli civibus. Amen."


Esto
hay de la famosa Geronella, que persevera hoy en buen estado. Debo
añadir que el nombre Geronella no era peculiar de esta torre.
Llamáronse así otras, de Balaguer, etc., como se dirá en su lugar.


Otra
torre hay memorable por su nombre, que hace sin duda relación al
dominio de los Romanos en esta ciudad. Llámase torre Cornelia, y se
llamaba ya así en el siglo XIV en que fue reedificada, como dice la
inscripción que en ella se conserva, y es la siguiente: Aquesta
torra appelada torra Cornelia fo comensada de volentad del Conseyl de
la ciutat de Gerona per los honrats en R. Malarç, Francesc Sant
Celoni, R. Ribot, Francesc Çatria, A. de Vilagra. e G. Guic, jurats
de la predita ciutat dimecres a XVI de març del any de la Nativitat
de nostre Senyor M.CCC.LXII. =
Subsiste esta torre unida hoy día
al edificio del claustro y aula capitular de la Catedral, y
sirviéndole en algún modo de estribo y depósito de parte de sus
archivos. Perteneció a la antigua fortificación de esta ciudad,
guardándola por la parte media entre el Norte y Poniente. No tiene
mucha mayor antigüedad un monumento que permanece bien conservado,
dentro del convento de las religiosas Capuchinas de esta ciudad. El
cual ha despertado la atención de los curiosos, y los ha dividido en
opiniones de si eran baños o baptisterio. Mientras los Señores del
Viaje pintoresco publican los dibujos que de ello tomaron, yo diré
lo que baste para informarte de este negocio. Próximo a la huerta
interior de dicho monasterio y en piso más alto que ella, hay una
pieza cubierta de bóveda de mucho espesor, que arranca casi a veinte
pies del pavimento, y viene a terminar en su centro en una claraboya;
correspondiente a ella hay en el piso un aljibe, o piscina, o cuenca,
octágona de piedra, elevada sobre él como unos seis palmos y de la
misma profundidad en su interior; el diámetro de su cavidad es de
diez y ocho palmos, sin contar la espesor del pretil, que será de
unos tres palmos: sobre este pretil y en cada uno de sus ocho ángulos
se elevan otras tantas columnas de veinte y un palmos de altura, con
sus bases y capiteles bien labrados, siendo estos últimos según el
modo corintio: sobre los arcos correspondientes, que son todos de
medio punto a distancia de cinco o seis palmos de sus llaves, se
eleva otro cuerpo octágono de columnas de ocho palmos cada una,
 con
sus arcos igualmente de medio punto, sobre los cuales se sostiene el
cimborio puntiagudo que cubre todo el descubierto, y 
por
donde se comunica la luz al edificio interior, elevándose esta
linterna sobre el tejado que cubre las bóvedas del primer cuerpo. La
altura total de este monumento será de unos sesenta palmos.


Según
esta descripción, lo primero que ocurre es fijar la época de su
construcción, que cierto no es Romana, ni aun Árabe, sino lo más
del siglo XII. De esto no se pueden dar pruebas, al que no vea por lo
menos el dibujo. Cuando este se publique en el Viaje pintoresco,
verás claramente cuanto distan aun de los tiempos bajos de los
Romanos las bases de las columnas, la cúspide del cimborio, la labor
varia de los capiteles y el todo del edificio. No cuadra más con el
gusto de los Árabes en tiempo de su dominio, que no dejarán
(dejaran) de manifestarse en las labores que tanto estimaron,
habiendo planos suficientes donde lucirlo. Por lo contrario, todo el
monumento y cualquiera parte de él dice a maravilla con los muchos
 edificios
que quedan en este país del siglo XII y por ahí, cuando las
columnas iguales sentaban sobre bases no planas, sino entumecidas y
como preñadas, y los capiteles eran corintios, al menos en la
intención del artífice, y algunos muy acabados, con la
circunstancia de variar su labor de propósito, que uno no dijese con
otro, y los arcos eran de medio punto, tardando a introducirse el uso
de los apuntados hasta fines del siglo XIII. En suma, la obra tiene
una total conformidad con el modo usado en el siglo XII, y si en algo
he de reformar mi parecer, ha de ser quitándole algún siglo de
antigüedad.


Supuesto
lo dicho, no es fácil atinar el objeto y el porqué de este
edificio. Porque claro es que no fue baptisterio como algunos han
opinado, habiéndose desusado el tenerlos fuera de las iglesias desde
el siglo V; ni tampoco estuvo este dentro de templo, de que no hay
memoria lo hubiese en tal lugar. Cuanto más, que es cosa ridícula
que la matriz estuviese como estuvo dentro de los muros, y su
baptisterio fuera de ellos, como lo estuvo este sitio de que hablamos
hasta el siglo XIV, y acaso más. Sobre esto, si se considera que la
piscina está elevada sobre el pavimento unos seis palmos sin rastros
de gradas para subir y bajar, y que los arcos del segundo cuerpo
estaban y se hicieron para estar descubiertos, se verá que faltaba
la comodidad y abrigo necesario para el bautismo de adultos, muchas
veces débiles. La facilidad con que se introduce por la linterna el
agua de lluvia, la espesor del pretil de la piscina, que impedía el
uso fácil de las ceremonias, así en el bendecir el agua como en el
acto de bautizar, la inmensa mole no necesaria de agua que era
menester para llenar dicha piscina, la ninguna señal de cerradura ni
tapa para su custodia, y la facilidad con que por consiguiente se
mezclaría la agua pluvial con la consagrada; todo esto y más acaba
de convencer que no se hizo para este fin dicho monumento.


¿Se
haría, pues, para baños? El difunto canónigo Don Francisco Dorca,
es de este parecer en una Disertación que he visto manuscrita contra
el canónigo Premonstratense de las Avellanas, Don José Martí, que
opinaba ser un baptisterio. La única razón a favor de baños, es el
ver llamado así a este monumento en las escrituras desde el siglo
XIV, que se cuentan en la citada Disertación, y de que es el
extracto siguiente. El convento de Capuchinas se fundó en casa
propia de Josef Planes, comprada a 16 de enero de 1618 ante Juan
Riurans. En la escritura se venden también una huerta y los baños,
balnea sive bañs, cuyo total afrontaba por oriente con la
calle llamada de Saccimor, palabra hebrea que significa dolor y
amargura, que también dice se llamó dels Codols o de la Blanqueria.
Dicho Planes adquirió esta posesión por manda testamentaria de su
hermano Francisco Planes, sacristán segundo de la Colegiata de San
Félix, en su testamento de 4 de febrero de 1617 ante Honorato Durán.
Dicho sacristán la había comprado a 30 de agosto de 1606 ante
Francisco Pascual, del noble Don Juan Rafael Campmany (campo magno,
no Capmany que es cabeza magna) y Descoll (d' es Coll: del Collado),
ciudadano de Gerona. A este le pertenecía, como a sucesor de su
padre Rafael Campmany, en testamento de 24 de enero de 1600. A este
por herencia de su padre Gerónimo Campmany, instituido en capítulos
matrimoniales de 6 de abril de 1565. A este como a heredero de su
padre Juan Campmany,
 en
testamento de 26 de febrero de 1518. En fin, Pedro Campmany había
comprado esta posesión a Francisco de Cursu, clérigo de la
Catedral, a 23 de marzo de 1416. Más es que en 1342 consta, que ya
el Rey Don Pedro, con escritura de 1.° de marzo enajenó el derecho
alodial con que percibía nueve sueldos de censo anual sobre dichos
baños, vendiéndolo a su físico el maestro Arnaldo de Riaria.

Y
esta es la memoria más antigua que hay de este monumento, y tal, que
enteramente convence no haber sido baptisterio, que en ese caso no
sería de dominio laical.


Mas
no porque se llaman tan frecuentemente baños, entiendo yo que lo
fuesen, a lo menos que se pueda tener esto por cierto y averiguado.
Las muchas partículas térreas del agua pluvial en aquella
localidad, y la ventilación del aire a que estaba expuesta, no
 permiten
acomodarse a este modo de pensar. Más bien pudo ser un taller u
obrador, y acaso de adobo de pieles, que alude con el nombre de la
calle próxima, llamada la Blanqueria, donde además de la luz y
ventilación necesaria, se recogiese el agua que inevitablemente se
necesitaba en el pilón, y de ella se sirviesen para riego de la
próxima huerta. (O sea, un aljibe, cisterna, sitja, para recoger
agua)

Con más certidumbre puedo hablar de la Universidad
literaria de esta ciudad, trasladada y unida a la de Cervera con
todas las de Cataluña en 1717. Desde el siglo XIII hay memorias de
escuelas de gramática en esta Catedral, las cuales se tenían fuera
del claustro, en casa pegada a él por la parte del norte. En el sido
XIV se habla frecuentemente de lectura de teología en dicha iglesia,
para cuyos ejercicios se tocaba una de las campanas de la torre (Lib.
v., fol 117 b.). El lector era nutual del Capítulo, quien señalaba
también la materia de las lecciones. Dicho se está que era escuela
de escritura. No hay duda que habría algunas otras escuelas en la
ciudad, mas no de facultades mayores, por estorbarlo el privilegio
exclusivo de la de Lérida. A pesar de ello, hacia la mitad del siglo
XV pensaron los jurados en establecer aquí un estudio general, para
lo cual el Rey Alfonso V expidió su real diploma a 9 de marzo de
1446. Los Manuales de la ciudad, donde se halla esta noticia, añaden
la particularidad que los gastos del despacho ascendieron a XXXVI
ducats è VI gillats. Obtenida la licencia real trataron de conseguir
la pontificia para facultad de graduar, etc., y de acuerdo con el
Capítulo dirigieron a S. S. la súplica con fecha de 1.° de abril
del mismo año, encargándola al Obispo Don Bernardo de Pau, que a la
sazón se hallaba en Roma. Al mismo tiempo trabajaron mucho para que
el estudio general de los padres Benedictinos, que se había fijado
en Bañolas, se trasladase a esta ciudad, donde había monasterio de
aquella orden, y era más abundante y provista que aquella villa, de
donde huían los maestros. Así se explicaban en las cartas que he
visto dirigidas al Arzobispo de Zaragoza, comisionado para ese
estudio de los Benedictinos, y al Abad de San Feliu de Guixols.


Nada
de esto se verificó; y en el año 1483, estando el Obispo Don Juan
de Margarit en Roma, pusieron en sus manos la nueva súplica a S. S.
para el mismo objeto, fecha a 29 de enero. Mas ni aun entonces
consiguieron su deseo, y la erección del estudio general se dilató
hasta la mitad del siglo siguiente, situándolo en una huerta
contigua al convento de padres Dominicos, y propia de él. Del
edificio, y del objeto de él, da razón una inscripción colocada
sobre la puerta principal, que dice así:


Mille
et quingentis et sexaginta sub uno


Annis
à summi Nativitate Dei,


Quum
sua per varias terras populator averni


In
sanctam sereret dogmata falsa fidem,


Sacra
Gerundenses condunt gymnasia, quanta


Conscripti
possunt aedificare Patres.


At
tu, summe Deus, sub cuius numine nostrum


Crescit
opus, crescat tempus in omne iube.


Vamos
a algunas curiosas menudencias, que son interesantes a lo menos a
quien tenga manía en ellas. En varias cartas de mi Viaje
 te
he hecho observar que en estos países se calendaron las escrituras
por los años de los Reyes de Francia hasta todo el siglo XII, y aun
alguna parte del XIII, sin hacer caso de la constitución del
concilio de Tarragona de 1180, que dicen prohibió este cómputo, y
mandó se usase el de los años de la Encarnación. Acá quedan
algunos ejemplares de esta inobservancia, que añadidos a los sacados
de otras partes hacen muy probable la opinión en que estoy, hace ya
días, de que aquel concilio es fabuloso y su decreto también.


Porque
siendo entonces todos los notarios o clérigos o monjes, no es
concebible que siguiesen quebrantando aquella ley por espacio de
cuarenta años y más. Es verdad que la mayor parte usó de la era de
la Encarnación, mas eso no por ley sino por costumbre ya desde el
principio del siglo XII, la cual se fue introduciendo, de modo que la
otra se desusó insensiblemente, sin necesidad de precepto ni civil
ni eclesiástico. No sucedió así con la era de la Encarnación, que
desde esa época siguió constantemente en cuanto he visto de
Cataluña, contándose posticipale, como dicen, esto es, comenzando
en 25 de marzo el año que, según la cuenta vulgar, comienza ahora
tres meses antes, en 1.° de enero. La constancia y uniformidad de
este cómputo en todo el siglo XIII y la mitad del XIV está
demostrada por lo tocante a esta ciudad en cuantos documentos
produzco en mi Episcopologio de ese tiempo a que me remito. Cesó
esta costumbre con el decreto de Don Pedro IV en las cortes de
Perpiñán, dado a 16 de diciembre de 1350, en que aboliendo el uso
de notar las calendas, nonas e idus, y el año de la Encarnación,
mandó que en adelante se contase por los días del mes, y los años
desde el día de la Natividad. Tardaron sin embargo algunas ciudades
a adoptar el nuevo método, y esta lo difirió hasta el 1354.


Aun
en medio de esta general costumbre, los registros civiles de esta
ciudad pertenecientes a los años 1329 y siguientes, cuentan alguna
vez los años desde el día 1.° de enero. Mas debo prevenir que este
era el año civil de la magistratura, o gobierno de los jurados y sus
dependientes, los cuales se elegían todos los años ese día y
duraba hasta el mismo del siguiente. Eran seis los jurados, dos de
mano mayor, dos de menor y otros dos de mediana. Así que cuando se
habla de sus cuentas u operaciones en los sobredichos registros suele
decirse que son del año qui incepit à die I januarii; mas que esto
se entienda del año de su oficio se ve en cuantas escrituras hay
allí mismo, las cuales todas están calendadas por los años de la
Encarnación.



MONEDAS.
De las monedas de esta ciudad, que tanto deseas saber, diré lo que
ahora tengo a mano, dejando para otro tiempo su combinación con lo
de otras ciudades.


Pacifich.
Del pacífico consta aquí que corría como pieza de moneda distinta
de por sí, y del valor de veinte sueldos. Cuando entró canónigo de
esta iglesia Jorge Çarriera, a fines del siglo XV, dio al bedel
iuxta statuta huius ecclesiae unum aureum pacificum, id est, XX
solidos (Actas capitul., Manual de Alfonzello, fol. 196).


En
un depósito de monedas y alhajas que hizo en esta iglesia Pedro de
Sancto Celedonio, se especifica lo siguiente: in auro pacificorum et
quartarum et paucis regalibus auri CXXVIIII lib... et in regalibus et
duplis XXXV lib., computando pacificum ad XX sol. et regale aureum
 ad
XXX sol. et regale argenti ad XX denar. et florenum de reno ad XVI
sol. (ibid. Manual. de an. 1474 ad 1482, fol. 17 b.). En una carta de
los jurados al Rey, de 1483, he visto que por la mala calidad de la
moneda menor, el pacífico, había llegado a valer veinte y cinco
sueldos.


Barbarroja.
Más antigua y menos conocida es otra moneda llamada de Barbarroja,
que corría aquí a fines del siglo XII y siguiente. Del
 1182
queda una escritura de venta pro CCX morabatinis barbe roge boni auri
rectique pensi (Archivo de la Catedral, arm. de la sacristía
segunda). En 1214 Bernarda, Señora del lugar de Dos Quers (Dosqués),
recibió prestados de Bernardo de Chexanis centum septuaginta aureos
barbe roge
boni auri et fini rectique pensi (Ibid. arm. de Bisbes).
Otras hay a este tenor. El valor de esta moneda consta de un
debitorio del año 1202, donde se lee: donec reddamus tibi C. sol.
Barchinon. vel aureos barbe roge boni et fini auri rectique pensi,
unumquemque ad computum VII sol. (Ibidem).


De
la primera de estas monedas, que es el pacifich, hay memorias en
Lérida y otras partes, y sé que era general en toda Cataluña, y
que duró hasta el siglo XVII, cuando el cronista Pujades la nombra
en una graciosa jácara pintando las fiestas de Navidades.


De
la otra moneda dicha de Barbarroja sólo he hallado memoria en esta
ciudad, y con todo eso no es fácil asegurar que fuese propia suya,
si bien en un inventario de la casa de la ciudad de fines del siglo
XV, se nota entre otras cosas tocantes a la fábrica de moneda:


Item
un troscell (troquel) de batre los barbuts.


Rocabertins.
Mejor podrá decirse esto de la que llamaban rocabertins, usada en el
siglo XV, la cual mandaron los jurados en
 1481
que se acuñase de nuevo, poniendo en una parte las armas de la
ciudad, ço es, les ones (olas; unda, Gerunda), y en la otra la inicial G. En 1467 
tenían
mandado que los menuts rocabertins quis corrien à tres per dos, de
qui enant corregant à dos per I: axi que dos dels dits menuts 
valeguan
è sien comtats (comptats) per I diner, è XXIIII valeguan un sou.
Así el valor de estos era el mismo que el del óbolo o malla. De
esta moneda dice un Cronicón coetáneo que copié en el monasterio
de Breda lo siguiente: En l' any LXVIII faeren molte monede manude,
so es, dines menuts, en la ciutat de Gerona, los quals dines
appellaven rochavertins: è puys foren abetuts, que no valgueren res,
perque era falsa moneda.


Picta.
Corría también acá la picta Barcelonesa, como he visto en los
libros de la Colegiata de San Félix de los años 1319, donde hace
distinción de óbolo y picta, aquel la mitad y esta la cuarta parte
de un dinero
; pero cuando nombra picta siempre nota de moneda de
Barcelona.


Sueldos.
Con todo eso es indubitable que Gerona tuvo su moneda propia, no sólo
en el siglo XV, como acabamos de ver, sino también en el X, como se
ve en la donación de la tercera parte de ella que hizo a esta
iglesia el Conde Suñer, año 934, cuya escritura se publica en la
Marca Hisp. (Ap. núm. LXXI). De los siglos XI y XII son innumerables
las memorias de sueldos y dineros Gerundensis monetae, que suenan en
escrituras de ventas, censos, etc. En una del año XXII del Rey Luis
el Craso (1129) hay una venta propter XIII solidos denariorum
Gerundensis monete ex XVI in solido (Cartor. de Carlo Magno). En otra
del mismo tiempo se lee: XII denarios Gerundensis monetae, aut V
argenteis platae, si haec moneta mutata fuerit. De esta mudanza se
habla frecuentemente, y tal cual vez se indica que se hacía por la
Pascua. Acaso tendrá conexión con esto el aumento y disminución de
la marca de plata, de que he hablado varias veces. Lo que tengo por
cierto es que recaía la mudanza sobre la moneda imaginaria, y que el
hacerse por la Pascua nacía de comenzarse en aquellos días el año
de la Encarnación.


Varias
monedas. En escritura del año XLI de Luis el Joven (1187) se nombran
sueldos monetae Raymundi Comitis, año XLIII del Rey Felipe (1103),
una compra per quatuor libras de plata ad pensum legitimum ferreum
(Cartor. de Carlo Magno, fol. 119) Varias son las de mazmudinas de
oro, avinaiars, de azalmus, alfonsinos, jucefinos, etc. De los
carlines se dio ya noticia hablando de la fábrica del altar de esta
Catedral. También di noticia en el artículo del Obispo Pedro Roger
de las onzas de oro jaari, aut cepti, aut almeedi, aut almanzori, aut
alcarovi. Véase también el artículo del Obispo Berenguer de Llers,
y baste de monedas.


Del
título de condado (ducado) de esta ciudad no hay más que saber sino
que fue erigido en 135..., como te dije en el Episcopologio y en
otras partes. Hízolo el Rey para honrar con él a su hijo primogénito el Infante Don Juan. Más es que en 1414 Don Fernando I
la hizo título de principado, para intitular con él al primogénito
de la casa de Aragón.


A
la parte del Norte de esta ciudad hay un monte llamado Monjuich,
pudiéndose dudar de él como del de Barcelona, si se llamó así de
Monte Jovis o de Monte Judaico. De este último modo le llama una
escritura de permuta de ciertas tierras, que en él tenía el Obispo
de esta iglesia Arnaldo de Crexell, hecha el año 1207 (Cart. o Lib.
V. fol. 149 b.). Favorece a esta opinión el haberse hallado en la
vertiente occidental de este monte algunos sepulcros hebreos, de los
cuales se conservan algunos fragmentos de inscripciones en aquel idioma, delante de la heredad o quinta de Coll de Monjuich. Baste por
hoy. (Visitad en Barcelona lo fossá dels juheus)

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Anales de Cataluña, Narciso Feliu de la Peña y Farell (Index)

(Nota del editor : Se corrige parcialmente la ortografía en castellano.)  Imagen: Biblioteca de Catalunya. Llibres Pere Borrás: MCMXIX: D. V...