divendres, 24 de juny del 2022

CARTA XXXII. Verdadero patrono de Xátiva: fragmento de una cruz antigua de piedra

CARTA XXXII. 

Verdadero patrono de Xátiva: fragmento de una cruz antigua de piedra: cual fue la iglesia mayor de Xátiva después de su conquista: erección de su colegiata y sus primeros canónigos: noticias de Calixto III y de algunas cartas suyas inéditas: entrada de Alexandro VI en Xátiva siendo legado de la santa sede: documentos de un sínodo de Valencia del año 1400 y del de Santo Tomás de Villanueva ya publicado: vestigios de la capa pluvial antigua: época de la situación actual de Xátiva: su acueducto llamado de Bellus: inscripción romana de La Enova.  

Mi querido hermano: Aprovecho estos cortos momentos para darte noticia de algunas otras antigüedades importantes de Xátiva, que he adquirido estos días, sobre las publicadas en el principio de mi viaje. Hablaré primeramente de S. Félix, patrono de esta ciudad, que no hallo ya razón para dilatarlo hasta Gerona como me propuse en mi primera carta. Afirman varios escritores que el S. Félix mártir, venerado como patrono en este y otros pueblos del reino, es el presbítero discípulo de S. Ireneo, obispo de León de Francia (Lyon). Dejando lo que la crítica juiciosa ofrece contra esta opinión, vengo sólo a lo que resulta particularmente de los monumentos antiguos de esta ciudad. Sábese que la iglesia antigua situada en la falda superior del castillo estuvo dedicada a S. Félix mártir, y así se ve en algunos documentos de los siglos XIII y XIV, que alegaré después. Mas que este santo fuese el diácono, consta ya desde los principios del siglo XV, en que se hallan varias fundaciones de doblas para el día de la fiesta de S. Félix, la cual expresan que se celebraba aquí a 1.° de Agosto; por donde se ve que era la del diácono de Gerona, porque la del presbítero se hubiera fijado en su día propio, que es el 23 de Abril (también de San Jorge, Sant Jordi). De estos tiempos es la nota que dejó de su mano un canónigo de esta iglesia, que dice así: Yo Garces digui (diguí, pasado de decir, dije; vaig dir) missa el (y no lo) primer dia (día sin tilde) de Agost a St. Feliu de Girona. Es pues indubitable (dubitare : dudar : indudable) que antes del siglo XV cuando aún no era colegial esta iglesia, ya se celebraba en ella fiesta a S. Félix de Gerona, y no al presbítero de Francia. Estos datos constan del acuerdo capitular de este cabildo de 15 de Octubre de 1643, que he visto original, y es otro argumento muy poderoso. De él, y de una relación que le acompaña, resulta que deseando el magistrado obedecer al decreto de Urbano VIII, puso en manos del cabildo el nombramiento de patrono de la ciudad, asegurando que se conformaría con la elección. Habíanse ya publicado por aquel tiempo los falsos cronicones y la historia de Escolano y otras que dan por cierta la predicación de S. Félix presbítero de León, y de su diácono Archilleo (archi + Leo, León, Lyon) en España, y especialmente en Sétabis. Pretendían algunos que fuese electo patrono de la ciudad este santo mártir, creyendo que con esto quedaría más ennoblecida. Mas el cabildo procediendo con la debida madurez, examinó las memorias de su archivo: y hallando que de tiempo inmemorial se había celebrado (1) fiesta a S. Félix diácono de Gerona en el día 1.° de agosto, eligió por patrono a este santo mártir. Conformóse con esta elección el magistrado, y dos días después, en 17 de octubre, hizo el acuerdo siguiente: “Nombramos por patrono de la presente ciudad al glorioso S. Félix; y asimismo mandamos que se haga otra estatua de San Félix presbítero, y que se coloque al lado del otro que está en el altar mayor de la ermita de dicho santo (a).” (a) Nomenam en Patro de la present ciutat al glorios S. Feliu; y axi matex ques fasa altre S. Feliu prevere, y ques pose al costat del altre que está en lo altar maior de la hermita de dit sant. 

Confieso que este es un acuerdo vago, y que en él debiera haberse hablado con mayor expresión y exactitud. Mas no cabe duda en que la ciudad eligió por patrono a S. Félix el diácono de Gerona; porque además de ofrecer que se conformaría con el parecer del cabildo, las palabras de su acuerdo dan a entender claramente la posesión inmemorial en que estaba este santo; cuya imagen suponen colocada ya muy de antiguo en el retablo mayor de la ermita. Tampoco cabía que contra una prescripción tan autorizada, despojase el magistrado a este pueblo de su gloria tan antigua como verdadera. Que si mandó hacer otra estatua de S. Félix presbítero, y colocarla en dicho altar mayor, fue por satisfacer a la devoción de algunos, persuadidos de la venida de este santo a España; condescendencia que ha traído la equivocación en que está ahora el pueblo de que estas dos estatuas son de S. Félix presbítero de León y de su diácono Achilleo; no siendo sino las de los dos Felices de que tratamos. Otro inconveniente mayor ocasionó aquel acuerdo indefinido; porque como la estatua del presbítero ocupa debidamente la mano derecha, aun los que saben que la de la izquierda es de S. Félix de Gerona, creen que el primero es el patrono de la ciudad: y así en la procesión que se hace en su fiesta sale la imagen del santo con casulla, y no con dalmática: ha venido a ser tan general esta persuasión, que los predicadores sólo hablan de él, y de su supuesta venida a Xátiva y de su martirio en Valencia, no acordándose siquiera de que en ese día hace fiesta toda la iglesia a S. Félix diácono de Gerona, y la del presbítero es a 23 de Abril. Ahí te envío copia de los documentos que atestiguan cuanto llevo dicho (a: V. el Apénd. número VI), a los cuales convendría que cediesen los que desean acertar en cosas tan graves. Me acuerdo de lo de Plinio: Reverere gloriam veterem, et hanc ipsam senectutem, quae in homine venerabilis, in urbibus sacra est (b: Plin. Jun. lib. VIII. epist. 21 ad Maximum). Si esto es verdad respecto de las piedras muertas que andan tiradas por esos campos, ¿cuánto más lo será en los monumentos de la religión, canales por donde se bebe el agua de la doctrina y de los ejemplos de Jesucristo y de sus santos?

Con estos ojos debe ser mirado un fragmento (2) de una cruz de piedra blanca, de las que llamamos griegas, que se conserva en la pared exterior de dicha ermita hacia  oriente. No queda de ella mas que el brazo superior y el derecho, y en el centro (3) un bajo relieve, que representa un corderito con una cruz de las que llaman immissas (4), tal como se suele pintar en los cuadros de S. Juan Bautista: en el adjunto dibujo verás lo que ello es, y si pudo o no pertenecer a nuestra catedral antigua (5), y a la costumbre de aquellos tiempos de colocar cruces de piedra en lo alto de los templos. 

El antiguo de S. Félix pereció sin duda con las guerras y el furor de los bárbaros. 

Tampoco es inverosímil que el edificio actual sea el mismo que ya existía a mediados del siglo XIII, en el cual el rey D. Jayme I sentenció un pleito sobre ciertos viñedos entre Balduino de Baldoví y Guaresques de Gerona, vecinos de Xátiva: Lata sententia, dice, in ecclesiam S. Felicis IIII.° kals. Febroarii anno Domini 1268. Así por esto como por la fundación de una capellanía que hicieron Guillermo Sentín y Jordana su mujer el año 1275 (a: V. el Apénd. n. VII), parece cierto que esta misma iglesia era por entonces la mayor de la villa, en la cual residía el clero, y se celebraban los oficios diurnos y nocturnos. Pocos años después debió trasladarse el clero a la iglesia que antes fue mezquita de los moros en la parte baja de la ciudad, pues ya en el año 1323, en la colación de la sobredicha capellanía, que dio D. Raymundo Gastón, obispo de Valencia, a Francisco Pich, se expresa la iglesia mayor distinta de la de S. Félix. Advierte de paso en este documento, cuya copia incluyo (b: V. el Apénd. n. VIII), que la colación beneficial se daba en Valencia per birreti impositionem: cosa desusada por entonces, como noté hablando de Segorbe. He dicho que la nueva iglesia era obra de los árabes; los cuales fundaron la parte baja de la ciudad, si no hallaron ya trasladada a ella la antigua Sétabis, que estuvo primero a la falda superior del castillo, como diré luego: en estos edificios modernos dejaron varias inscripciones arábigas. Habíalas también en su mezquita; y aun tengo entendido haber sido esta una de las causas que obligaron al magistrado a emprender dos siglos ha la fábrica del nuevo templo, suntuosa, de buena arquitectura; mas por desgracia harto distante de su conclusión. Esta iglesia fue erigida en colegial por Benedicto XIII (Luna) el año 1414. Consérvase en su archivo el proceso que se formó para evidenciar la utilidad y necesidad de esta erección, como también la bula expedida en Peñíscola V. id. Decemb. pontific. anno 20., y la comisión que se dio al deán de Barcelona, al tesorero de Cartagena, y a Francisco Ferrer, canónigo de Mallorca, para la ejecución de esta gracia. Los primeros canónigos de ella fueron Pedro Figuerola deán, Juan Bertrán sacrista, Martín Martínez chantre, Bernardo Boluda, Bartolomé Valls, Andrés Colom, Pedro Simón, Luis Sarañana, Francisco Bosch, Pedro de la Guerola, Pedro Darenys, Nicolás Caranyana, Juan Carbó, Juan Palomar, y Juan Ganer. (como el texto está difuminado, se lee también Ganet)   

Esta iglesia tiene la gloria de contar entre sus hijos a los dos papas Calixto III y Alexandro VI; el primero nacido en una quinta vecina, llamada la torre del canals, fue bautizado en esta iglesia. Confiesa esto él mismo en la bula que envié tiempo atrás, y en tres cartas que escribió a este cabildo, que incluyo copiadas de mi mano (a: Se hallarán en los Apénd. núm IX. X. XI.); en la primera da cuenta de su elección y consagración en obispo de Valencia: está fecha en Peñíscola a 21 de agosto sin expresar el año, mas consta que fue el de 1429, así por los episcopologios MSS. de Valencia, como porque en 14 de agosto de ese mismo año había asistido sólo como doctor en derechos y como testigo particular, a la renuncia que hizo el famoso Gil Muñoz del supuesto pontificado en la villa de S. Mateo de este reino (b: V. las actas del concilio de Tortosa de 1429 que publicó el cardenal Aguirre). Había trabajado mucho nuestro Alfonso y ayudado en gran manera al legado Pedro de Fox en la conclusión de aquel cisma: la doctrina y virtud que mostró en esta y otras ocasiones, le elevaron luego a la silla de Valencia; el nombramiento del rey llegó a S. Mateo donde aún estaba el cardenal día 15 de agosto, que fue el siguiente al de la renuncia de Muñoz. Acompañó el electo al legado en el viaje a Tortosa; y estando en Peñíscola el día 20 del mismo mes, recibió el orden de presbítero, y fue provisto en la nueva dignidad, y al día siguiente consagrado. Todo esto consta de la carta. Por donde se ve que este es el episcopus valentinensis que firma en el citado concilio, comenzado en septiembre siguiente; siendo cierto por otra parte que su antecesor D. Hugo de Lupia y Bages había fallecido en 1427. Al din de la carta, mostrando su afecto a la colegial de Xátiva, dice In qua pabulum sancti baptismi assumpsi. La segunda carta la escribió siendo cardenal al mismo cabildo, enviándoles la provisión de su sobrino D. Rodrigo de Borja en chantre de esta iglesia, a la cual reconoce por su madre, ubi, dice, pabulum baptismatis suscepimus (1: Para que se vea claramente la equivocación que acerca de esto padecen algunos aun en nuestros días, copiaremos las palabras de un cronicón o diario MS. de los tiempos del papa Calixto, que comprende casi trescientos años desde 1178 hasta 1458. Dice así: “En dit any 1455 a 2 de Març mori en Roma papa Nicolau, e a 7 del mes de Abril fonc elet papa ab concordia de tots los cardenals, e encara a plaer del poble romá, micer Alfonso de Borja, que fon fill de un bon hom laurador de Xativa de regne de Valencia; lo qual la ora era cardenal e bisbe de Valencia. E vench la nova a Valencia en 18 iorns per correu que lo dit papa hi trames ab letra de sa ma. Lo qual correu fon vestit de carmesi e ach grans strenes, ab que pogue maridar dos o tres filles que tenia, quen altra manera era empachat. Per la qual raho en Valencia feren profesons, e alegria gran, et axi matex a Xativa. Fon son nom de dit papa apellat Calixte Terç, que axi li vench lo nom en lo libre." (Indica sin duda el voto que tenía hecho en las tapas de un libro, llamándose Calixto.) Y al fin añade: “En dit any 1458 mori lo desus dit papa Calixte a 6 de Agost. Fonch bisbe de Valencia, e pres la posesio de dit bisbat a 21 del mes de Agost del any 1429.” Posee este MS. el P. Lr. Ribelles. 

Se muestra en ella muy complacido de la reforma de las costumbres que aquí se había hecho, según los informes que le daba su vicario general el maestro Antonio Bou, del cual hablé en mis cartas anteriores. Finalmente manifiesta el deseo de que los cabildos no se tuviesen en la capilla que él había edificado. Era esta la que conocimos con el nombre de papal, la cual se derribó pocos años ha para dar lugar al nuevo edificio. Mas he oído que para conservar la memoria de tan ilustre fundación, mandó el magistrado sacar y depositar en su archivo un diseño de ella con copia de todas sus inscripciones. 

La tercera carta es breve, la cual escribió siendo ya papa al cabildo, recomendándole la posesión de un beneficio que había conferido a Ausias Ferrán su pariente y doméstico, su fecha es de 14 de Julio de 1458. Estas cartas, con las dos bulas del mismo papa que ya envié, acreditan algunos hechos de su vida. Sobre la certidumbre en que vivió de que llegaría a ser papa, como se lo tenía profetizado S. Vicente Ferrer; y sobre el voto que como papa y con nombre de Calixto tenía hecho muchos años antes de serlo de perseguir al Turco, pueden leerse los escritores de su vida, entre los cuales merece el primer lugar Fr. Pedro Ransano, que se halló presente a su elección, y habla de esto como testigo en la vida de San Vicente, que dirigió a su amigo Fr. Juan Pistoriense, ambos de la orden de predicadores. Me acuerdo haber visto este precioso MS. inédito entre los varios de tu librería (a: Se publica en el Apéndice n. XII.). 

La memoria de este esclarecido español me trae a las manos la ocasión de suplir un olvido que tuve hablando de los sínodos de la iglesia de Valencia: entre los cuales no conté el que celebró este prelado en 1432 a los tres años de ser promovido a aquella silla.  Y ciertamente fuera fácil decirlo, puesto que Ximeno en los Escritores del reino de Valencia (Tomo I . p. 45.) con el testimonio de Rodríguez, asegura que se conserva este sínodo MS. en folio en el archivo de la curia arzobispal, y que Don Josef de la Torre y Orumbela, obispo de Orihuela, tenía copia de él en su librería. De esta inadvertencia mía me avisó el Dr. D. Félix Josef Adelantado, cura de la villa nueva de Castellón, que como aficionado a las antigüedades eclesiásticas de este país, aprovechó la ocasión que tuvo los años pasados de registrar el archivo arzobispal de Valencia. Suyas son las palabras siguientes: “En el libro en folio registro de las colaciones y otras provisiones de la corte eclesiástica de Valencia del año 1432, que se conserva original en su archivo a fs. 4, bajo la jornada de 11 de enero, se halla a nombre del ilustrísimo señor Don Alonso de Borja la convocación del sínodo para el día 2 de febrero del mismo año (a: V. el Apénd. n. XIII.), y a fs. 37 se halla extendida una circular, su fecha 8 de Mayo, mandando la observancia y ejecución de las constituciones hechas en el referido sínodo (a), y con especialidad la de que los beneficiados celebrasen mensualmente las misas que debían por los fundadores de sus beneficios, que comúnmente se llaman misas del tercio... 

(a) Buscada con toda diligencia esta circular, no ha podido hallarse hasta ahora. Lo que hay en el fol. 5 del mismo libro son las relaciones de los nuncios de aquella curia eclesiástica de haber presentado la convocatoria de este sínodo al abad de Valldigna, al prelado de la Vall de Jesús, al maestre de Montesa, al prior del monasterio de esta villa, y otros, con la fecha de 19 de enero de 1432.

También he oído decir que los gaudes a María santísima, que se cantan todos los sábados del año después de 

la Salve en las parroquias y algunas comunidades religiosas y colegios de la ciudad y arzobispado, traen su origen de las constituciones de este sínodo." 

Ambas especies confirma una nota que se lee en una edición de los santos de esta diócesis de 1738, hecha en Valencia en casa de Antonio Valle fol. 150: Valentina synodus sub Illmo. et RR. D. D. Alphonso de Borja, episcopo (qui postea ad summi pontificatus apicem electus, Calixtus III est apellatus) anno à Nativit. Domini MCCCCXXXII. celebrata, constitut. I. de septem gaudiis BB. V. Mariae cantandis, edita, de consilio et assensu RR. capituli, et synodo approbante, in perpetuum ordinavit, in choro almae sedis, et in reliquis inferioribus parochialibus ecclesiis cantari septem gaudia B. B. V. Mariae; et singulis illa canentibus et confessis quadraginta dies de injunctis sibi poenitentiis idem Illmus. et RR. D. episcopus relaxavit.

Debo esta noticia al erudito D. Rafael Anglés. Siendo pues cierta la celebración y existencia de este sínodo, debe añadirse a los veinte y siete que contamos de esta diócesis. Y te prometo hacer las diligencias posibles para conseguir una copia, que con los otros papeles inéditos de este papa honran nuestra colección.

Estos gaudes, que todavía se cantan concluida la Salve de los sábados, son la prosa que copiaré aquí según se halla en los oficios de los santos que dije, poniendo las variantes de un MS. que me comunicó dicho señor Adelantado.

Pro statione B. Mariae in sabbato. 

“Ad honorem summi Patris,

Et Virginis summae Matris, 

Quae nostra est medicina, 

Cantemus: Salve Regina &c. 

Et eam finitam dicitur: 

"Gaude, Virgo, Mater Christi

Quae per aurem concepisti, 

Gabriele nuncio. 

Gaude, quia Deo plena 

Peperisti sine poenâ 

Cum pudoris lilio

Gaude, quod oblatio 

Regumque devotio 

Exhibetur Filio (a). 

Gaude quia tui nati, 

Quem dolebat mortem pati,

Fulget Resurrectio.

Gaude Christo ascendente, 

Et in caelo, te vidente, 

Motu fertur proprio.

Gaude quod Paraclytus 

Missus (b) fuit coelitus

In tuo collegio.

Gaude, quae post Christum scandis, 

Et est honor tibi grandis 

In coeli palatio.

Ubi fructus ventris tui

Per te detur nobis frui

In perenni gaudio. Amen.

Monstra te &c. postea dicitur v. et oratio conveniens.


(a) MS. Gaude quod oblatio Regum, 

Jam dimissam curam rerum, 

Exhibetur Filio.

(b) MS. Dimissus.

El otro papa Alexandro VI nació en esta ciudad en la casa de los Borjas, de donde 

tomó nombre la plazuela que hoy llaman de Olomar: que fue bautizado en la iglesia parroquial de S. Pedro, consta de la sumaria información que se hizo en esta ciudad cuando llegó la noticia de su promoción al sumo pontificado, la cual envié hablando de la universidad de Valencia. Otros documentos he hallado ahora de lo mismo; es una relación de lo sucedido en Xátiva cuando entró en ella este famoso hijo suyo de vuelta de su legacía en Castilla. Verificóse esto a 5 de Agosto de 1473, entrando con mucha pompa por la puerta llamada de Cocentayna, plazuela de S. Pedro, vers la plaza dita de en Rodrigo de Borja, avui (y no hui o huy) del dit reverendissim señor cardenal. Una de las diligencias previas que practicó la ciudad, fue escribir a Jayme Rosell, abogado de ella en Valencia, para que dijese su parecer acerca del ceremonial con que debía ser aquí recibido al tenor de su entrada en Valencia. En su respuesta, cuya copia incluyo (a) expresamente asegura ser el legado natural de esta ciudad. También lo confesó él mismo en su partida de ella, que fue a 11 del mismo mes y año, cuando pidiéndole los jurados algunas gracias para esta ciudad e iglesia, respondió ser cierto que era hijo y natural de esta ciudad, y que la amaba tanto y la tenía tan en memoria, que con todo su poder haría fuese complacida en lo que pedía, y que se dejase esto a su cuidado (b).” 

(a) V. el Apénd. número XIV. 

(b) Que es veritat ell esser fill e natural de aquesta ciutat, e que la tenia en tanta amor e memoria, que per tot son poder faria fos complaguda del supplicat; e que fos lexat a son carrech. 

Es de notar que la visita que hizo a esta ciudad, no fue porque le viniese al paso, sino que vuelto de Castilla y otros reinos, retrocedió de intento desde Valencia, adonde volvió para restituirse a Roma el 12 de Septiembre de ese año. No he podido encontrar en el archivo de esta iglesia ninguna carta o bula de este papa. Mas registrando para el objeto varios papeles, hallé otras curiosidades, y algunas de ellas muy dignas de saberse. Tal es la de que el obispo D. Hugo de Lupia y Bages celebró un sínodo en Valencia por el mes de Octubre de 1400. Así consta de la carta auténtica en que concede al clero de esta diócesis ciertas gracias, al tenor de la que ya has visto en los sínodos de Segorbe. 

Consérvase aquí original, fecha a 15 de octubre de dicho año. Y por ser esta la única reliquia y noticia que de aquel sínodo tenemos, la he querido copiar (a: V. el Apénd. n. XV.), aunque añade poco a lo que ya sabíamos de la disciplina de aquel tiempo. Otra constitución hay del mismo prelado, relativa al orden de las distribuciones en esta iglesia, es del año 1425. Más apreciable es lo que he encontrado tocante al sínodo de Santo Tomás de Villanueva. Ya dije en mi carta sobre los de Valencia que este santo prelado sólo había celebrado un sínodo, y deshice los argumentos de los Bolandos, que suponen dos, uno en 1545 y otro en 1548. El M. Salón, que insinúa la celebración del primero, acaso habló de los deseos del arzobispo; y sin duda estuvo convocado, pues en los libros capitulares de esta iglesia  se halla un acuerdo del día 1.° de Mayo de 1545, en que nombran al chantre Baltasar Villaplana por síndico y procurador de esta iglesia para el sínodo convocado por Santo Tomás de Villanueva para el lunes siguiente. Pero es cierto que a pesar de la convocatoria no se celebró, porque he hallado la que expidió el santo para el sínodo tres años después, y en ella dice que en más de cien años no se había celebrado ningún sínodo en esta diócesis. Lo cual no fuera cierto, si tres años antes hubiera tenido el suyo. He copiado este documento original, que es buen preliminar del sínodo, y no se imprimió con él. La acompañó el santo con una carta castellana al cabildo, exhortándole a enviar procurador: todo va copiado (a: V. el Apénd. n. XVI.). 

Entre los inventarios antiguos de la sacristía he encontrado que Felipe Johan, familiar de Alexandro VI, regaló a esta iglesia, de donde era canónigo, en 1499 una capa de brocat carmesi ras ab la capilla levadiza... Es extraño que tanto durase el uso de estas capillas sueltas, que dieron el nombre de pluvial a la planeta, que luego se mudó en capa. Reliquia es de aquella capilla el escudo que ahora llevan pendiente estas capas. 

De las antigüedades seculares que se conservan en esta población, hablé ya en 

otra carta. Sobre lo cual sería bueno poder averiguar la época de su traslación desde la falda del castillo a la parte baja que ocupa ahora. La primitiva situación era muy a propósito para tiempos de guerra, en que los vecinos mal seguros se guarecían del 

castillo que aún está en pie, aunque en alguna parte de él se ha ensangrentado la codicia de los hombres, destruyendo lo que el tiempo no destruía, y arruinando los monumentos que, honrando la patria, ilustraban la historia, y servían de modelo a las artes. En todos los pueblos que han tenido nombre en la antigüedad, convendría destinar, como se ha hecho en Murviedro, un noble y hacendado que con el título de conservador protegiese los vestigios antiguos de la injuria del tiempo y de la inconsideración del vulgo. Volviendo a lo que decíamos, no se hace creíble que los godos se contentaran con las estrechuras de la ciudad antigua cuando ya pudieron establecer y asegurar su imperio; ni aun los romanos que la dominaron por muchos siglos, dejarían de tener edificios en lo llano de la vega, no sólo para su recreo, sino para las fábricas de telas, que aquí eran muchas y famosas. Todo esto induce a sospechar que la traslación de la ciudad, o de gran parte de ella, sea anterior a la época de los árabes. Contra esto nada vale el no hallarse rastros de conducto de agua fabricado en aquellos tiempos; porque tampoco se hallan del tiempo de los árabes, los cuales es indubitable que vivieron donde ahora está la ciudad; y aun después de conquistada esta, no hay memoria de acueducto hasta principios del siglo XV; ¿quién dirá por esta razón que no tuvo la situación de ahora? Es cierto que la primera memoria auténtica que hay de acueducto, es el privilegio que concedió el rey D. Martín para la acequia llamada de Bellus, fecho en Valencia a 12 de Julio de 1404, en que llama al acueducto nunc noviter constructum. Mas esto no prueba que antes no le hubiese; y no son menester para esto conjeturas, sino copiar aquí el extracto que hizo el maestro Diago del libro de Consejos de Xátiva del año 1409. Le he visto entre sus apuntamientos inéditos; dice así: "La ciudad de Xátiva emprendió en tiempos pasados después de la conquista traer encañada la fuente de Belluz; y con haber hecho innumerables gastos, no salió con esta empresa con entera perfección; porque aunque llegó la fuente a la ciudad, no parecía negocio de durada, ni llegaba con el ser que convenía. Y así por avenidas de agua se destruyó el caño, y se perdió el agua cerca del año 1400 con harto sentimiento de la ciudad; porque sin ella quedaba como sin vida y salud y hermosura. Porque en el verano los ayres calientes, que solían refrescarse con aquella agua dividida por la ciudad para no serle de daño, perdieron este regalo y medicina. La ciudad avezada a aquel regalo, tuvo de esforzarse a emprender aquel caño otra vez, y por diferente parte y camino, para que estuviese libre y seguro de avenidas de agua; y hallose que se podía labrar el caño en la misma roca donde nace el agua, y encañarle allí mismo y por la falda del monte adelante. Y fue cosa extraña que no faltó quien emprendió la fábrica del caño hasta la ciudad por mil y quinientos florines. Emprendióla a la fin en 1407, y túvola acabada en dos años y medio a los primeros de Abril de 1410."

Por aquí se ve que el privilegio del rey D. Martín no recayó sobre acueducto nuevo y hecho por primera vez, sino sobre los reparos del antiguo, y que se expidió años antes de comenzarse la fábrica del actual. Nada más he hallado sobre este punto. 

Acabaré mi carta con una inscripción que he visto estos días en un pueblo cercano a esta ciudad llamado la Enova. Debió ser población antigua, y quedan vestigios de ello: entre otros una piedra romana de jaspe de buscarró, harto maltratada por haber servido de lavadero. Lo que queda dice así: 

(a) … LICINIVS... 

GAL * PRISCVS 

...ICINI... I T E 

MARCELLA VXO... 

Puede leerse así: Junius Licinius....Galeria, Priscus: Licinianus Junii Filius: Marcella Uxor. Sin duda pertenece esta inscripción a la familia de los Licinios, de que hablé en la carta primera con motivo de la inscripción que se conserva en el despoblado de Ternils; mayormente considerada la proximidad de ambos pueblos. Y así pudo ser la de Ternils llevada allá de este lugar de la Enova, sin ser necesario recurrir a la conjetura de que se sacó de entre las de Xátiva. No más por hoy. 

A Dios. San Felipe &c. 

(a) Aquí sólo se descubre la parte inferior del palo vertical, que debía ser de las letras I, o F, o T; juzgo que debía ser I, como se ve en la línea tercera. 

NOTAS Y OBSERVACIONES 

(1) Había celebrado fiestas a S. Félix, diácono de Gerona. A este S. Félix mártir de Gerona confunde Baronio (die XVIII. Martii) con el diácono de S. Narciso que tuvo el mismo nombre, cuya equivocación desvanecieron Solerio y Cupero, demostrando que el nuestro llamado por Berengario el obispo de Gerona santísimo doctor, apóstol y profeta, fue africano, el cual desde Argel donde estudiaba las buenas letras, cum fideli relatu, dice San Eulogio, persecutionem catholicorum, quae apud Gerundam Hispaniae urbem, confinem Galliae, gerebatur, comperiret, .... praepeti navigatione aequore transmisso, praedictum oppidum adiit, ibique martyrium, quod patriae suae deerat, devotus miles Christi triumphabiliter consummavit (S. Eulog. lib. I. n. 15.). 

De grande edificación fue el triunfo de S. Félix para toda la iglesia, especialmente para España, a lo cual aluden aquellas palabras del antiguo breviario mozárabe: 

Hispaniarum ecclesias 

Felix martyr inclytus 

Roboravit eloquio, 

Et ornavit martyrio. 

Pinio y Cupero dudan que sea de este S. Félix la cabeza que con su nombre se conserva en el relicario de S. Lorenzo el Real, traída de Colonia por Fr. Baltasar Delgado. Los fundamentos de esta duda pueden verse en el § III del comentario que precede a las actas de S. Félix mártir (Act. SS. I. Aug.). Pero se halla a mi juicio desvanecida con lo que sobre esto dice Vega en sus eruditas Memorias para la historia de S. Félix M. Gerund. p. 64. 65. 

(2) Un fragmento de una cruz de piedra blanca, de las que llamamos griegas. 

Al principio me ocurrió si sería este fragmento de la cruz que en la antigua iglesia catedral de Sétabis debió de estar como en otras en la parte superior de la capilla o tabernáculo, donde se guardaba la Eucaristía para los enfermos, llamado por los escritores eclesiásticos ciborium, y por el orden romano tegimen y umbraculum: práctica antiquísima de la Iglesia Latina, a la cual alude S. Paulino en la carta XXXII. a Severo (n. 7 op. pág 204.), describiendo el tabernáculo de una iglesia por estas palabras: 

Divinum veneranda tegunt altaria foedus, 

Compositis sacram cum cruce martyribus,

Cuncta salutiferi coeunt martyria Christi 

Crux, corpus, sanguis, martyris ipse Deus.... 

Sic ubi crux, et martyr ibi: quà mártir, ibi et crux. 

Sobre el cual lugar dice Mabillon: “Crux in summo, corpus et sanguis, id est reliquiae martyris in imo, scilicet subtus altare; ipse Deus, hoc est, ipsum Domini corpus in columbam appensum in medio." ( Mabillon de liturg. Gallican. lib. I. cap. IX. pág. 94.) 

Tuve presente también lo que Paulo Silenciario en la descripción del templo de santa Sofía (Part. II. v. 322. ad calc. hist. Joann. Cinnami pág. 517.) dice que en la parte superior del tabernáculo crux supereminens conspicitur: y aquellas palabras del segundo concilio Turonense, celebrado en el pontificado de Juan III hacia los años 570. (Can. III. t. VI. concil. Labb. pág. 533.) Corpus Domini in altari non in imaginario ordine, sed sub crucis titulo componatur. (V. Rosveyd. in S. Paulin. epist. XXXII N. CXLVI et Steph. Borg. de cruce velitern. pág. 218, seq.) 

Pero luego reflexioné que aquellas cruces por lo común no eran de piedra, sino de metales preciosos, ni estaban fijas en la pared como debió de estarlo la nuestra, sino colgadas en el aire, llamadas por lo mismo en varios escritos antiguos pendentes y pendulae, lo cual consta claramente de lo que acerca del papa León III escribe Anastasio el Bibliotecario (in Leone III. tem. I. n. 66.) que en el oratorio de la santa Cruz hizo una corona maciza y cerrada por arriba de las que solían ponerse colgadas sobre los altares con una cruz en medio: regnum Spanoclystum ex auro purissimo cum cruce in medio pendens super altare; y de lo que dice S. Gregorio de Tours (de miraculis S. Juliani lib. II. cap. XLIII.) pendebat super ipsum altare crux holoerysa, eleganti opere facta. (V. Paciaud. diatrib. de veteri Christi crucifixi signo et antiquis crucibus quae Ravennae sunt in t. I. crucis dominicae edit. Gorran. et Borg. de cruce vaticanam pág. 7.)

Parece más verosímil que esta cruz sea de las que ya muy de antiguo se fijaban como ahora en las paredes de los templos en su consagración, la cual práctica supone Jac. Pamelio hallarse recibida ya en occidente en los tiempos de S. Paulino (Pamel. liturgic. latinor. t. I. p. 502.), o acaso de las que en los siglos anteriores fijaban solemnemente los obispos en el sitio donde se había de edificar algún templo, o en los gentiles cuando se purificaban para dedicarlos al culto del verdadero Dios, a lo cual alude la ley del emperador Teodosio para que los adoratorios que quedaban de gentiles, se consagrasen al culto divino, collocato in iis venerandae religionis signo (V. Gothofred. in l: XXV cod. theodos. lib. I. tit. III.), y la prohibición de Justiniano para que nadie fundase iglesia ni oratorio, nisi episcopus civitatis interveniens... crucem *figeret (Authent. LXVII.). Iguales leyes hicieron Carlo Magno, Ludovico Pío y otros príncipes (Capitul. lib. V. cap. CCXXIX.).

Puede verse lo que dice Rufino de las cruces colocadas en el sitio donde estuvo el templo de Serapis (Rufin. lib. II. cap. XXIX.) De esta práctica inmemorial de poner cruces en los templos y oratorios trata largamente Gretsero (de cruce Christi tom. I. lib. II. cap. VII. X.). 

(3) Y en el centro un bajorrelieve, que representa un corderito con una cruz. Este símbolo le descifra elegantemente S. Paulino, diciendo:

Sanctam fatetur crux, et agnus victimam.

(Epist. XXXII. ad Sever. n. II. op. pág. 206.). El cordero como imagen de víctima, la cruz como el ara donde fue inmolada.

Otra explicación se halla alrededor de un cordero semejante al nuestro, esculpido en una puerta antigua del templo romano de santa Pudenciana:

Hic agnus mundum restaurat sanguine lapsum.

Mortuus et vivus, idem sum pastor et agnus.

(Ciampin. veter. monim. p. I. cap. III. pág. 27.)

Supuesta la antigüedad de este monumento, si tratásemos de fijar la época de su construcción, pudiera servirnos de guía lo que acerca de este símbolo en las cruces y vasos sagrados ofrece la historia eclesiástica. Pondré uno u otro ejemplo.

Un cordero semejante tiene esculpido la patena de San Pedro Crisólogo, que se conserva en Imola, cuya alusión declararon Juan Patricio en una disertación que publicó en Roma el año 1706, y Sebastián Paulio en otra impresa en Nápoles el año 1745.

Marangonio hace memoria de un monumento de mármol sacado del cementerio de Priscila, en que se ve otro bajorrelieve en todo semejante al de nuestra cruz (Marang. Act. S. Victorini episc. Amiter. et M. p. 43.)

En el mosaico antiguo de la tribuna de la basílica vaticana, cuyo dibujo publicó Ciampini (de sacris aedificiis à Constantino M. constructis cap. IV. sect. II. pág. 42.) se ve también una cruz, y al pie de ella un cordero. En Narni, ciudad episcopal de la Umbría, en el centro de la losa donde está el epitafio de S. Casio, que floreció por los tiempos del emperador Justiniano, hay una con dos corderos (Baron. Martyrol. XXIX. Jun. Grestser. de sancta cruce lib. II. cap. XI.).

Otro bajorrelieve igual al nuestro tiene la cruz de plata dorada que dieron a la iglesia vaticana el emperador Justiniano el mozo, llamado comúnmente Curopalata, y su esposa Sofía, sobre la cual escribió Esteban Borja una erudita disertación impresa en Roma el año 1779.

Por estas y otras tales memorias antiquísimas (V. Ciampin. in laud. op. et Trombelli de cultu SS. Dissert. IX. cap. XLV II. t. II. p. II. pág. 208.), y por lo que dice S. Paulino acerca de esta práctica general en su tiempo (S. Paulin. laudatam epist. XXXII. ad Sever. V. Du-Cang. Dissert. de inf. aevi Numism. pág. 153.) se ve que los primeros cristianos aun cuando privadamente y para su particular devoción tuviesen imágenes de nuestro Señor Jesucristo, en las cruces expuestas a la veneración pública le pintaban comúnmente bajo el símbolo de cordero, para no dar ocasión de mofa a los gentiles y a los judaizantes, y no retraer o escandalizar a los flacos con la vista clara de la crucifixión, cuya infamia no se había borrado aún enteramente (Borg. de cruce vatic. cap. V. pág. 40.) De otras varias imágenes y alusiones simbólicas, que solían esculpirse también en la cruz, habla Juan Ciampiani en su Investigatio histórica de cruce stationali, impresa en Roma en 1694. Venida la paz a la iglesia, como todavía durase esta costumbre, el concilio Trulano celebrado el año 692, declaró que mudados los tiempos eran ya de más aquellos símbolos, y que convenía presentar a los fieles sin figuras con claridad la imagen del crucificado: Ut ergo quod perfectum est, vel colorum expressionibus omnium oculis subjiciatur, ejus qui tollit peccata mundi, Christi Dei nostri humanam formam caracterem etiam in imaginibus deinceps pro veteri agno erigi ac depingi jubemus (Synod. Trullan. can. LXXXII. V. Baronio ad ann. 692, n. I. et seq.). Otro tanto y casi con las mismas palabras dijo el papa Adriano I en la carta a Tarasio, patriarca de Constantinopla, publicada por Labbé entre las actas del segundo concilio Niceno (Coll. concil. t. VIII. p. 767.). Balsamon (in VI. synod. can. LXXXII.) juzgó haber sido prohibido este símbolo por el concilio Trulano. Del mismo parecer fue nuestro arzobispo Carranza, que dice: Patres voluerunt cessare typos praesente veritate. Hinc prohibuerunt... Christum sub vetere agno (figutari) sed humanam formam (in can. Trullan.): Gretsero y otros juzgan que esta no fue prohibición de aquel símbolo, sino pura preferencia de las imágenes de Cristo en forma humana. Como quiera, en esta prohibición conjetura Borja 

haberse fundado en el siglo IX Claudio, obispo de Turín, imbuido en los errores de Ario y de Nestorio, para calumniar a los latinos de que agnos vivos, como decía él, volunt vorare, et in pariete pictos adorare: contra el cual escribieron Dungalo, y Jonás, obispo de Orleans. Merecen leerse a este propósito las observaciones de Cristiano Lupo sobre el citado canon del concilio Trulano. 

Desde aquella época comenzó a sustituirse en las cruces la imagen del mismo Salvador a la del cordero, del pez, y otros tales símbolos, hasta que andando el tiempo vino a ser general como lo es ahora esta práctica.

He dicho esto, para que por el bajo relieve del cordero solo, sin la imagen del Salvador, se colija que la cruz de cuyo fragmento se trata, cuando menos es del siglo séptimo. Tengo presente que Ciampini, fundado en la misma razón, conjetura ser del siglo VI o VII el bajo relieve del cordero con la cruz que arriba dijimos conservarse en la antigua puerta del templo de Santa Pudenciana (Ciampin. loc. laud. pág. 28.). Porque aunque en los tiempos siguientes se hallan cruces con este símbolo, pero regularmente llevan también la imagen del crucificado, como se ve en la cruz de plata que en el siglo X dio el papa Sergio III a la basílica reedificada de S. Juan de Letrán, habentem, dice Juan Diácono, crucifixum totum de auro, et agnum de auro cum gemmis. (Joan Diac. lib. de eccles. Lateranens. cap. XVII ap. Mabillon Append. Ord. Rom. Mus. Ital. t. II. pág. 575.) 

(4) Cruz de las que llaman immissas. Así llamaron los antiguos a la cruz más conocida entre nosotros, compuesta de un palo largo, y de otro pequeño clavado en él hacia uno de los extremos, de suerte que quede la parte menor del palo vertical sobre la cabeza del crucificado, la más larga hacia los pies, y los dos cabos del madero pequeño hacia los brazos. Por lo cual la comparan algunos santos al arado, a la entena de la nave, al estandarte m¡litar, y al hombre cuando nada o hace oración. A esta forma de cruz immissa alude S. Justino M., explicando las palabras de la bendición de Josef: Cornua rhinocerotis (rinoceronte) cornua illius: in ipsis ventilavit gentes (Deut. XXXIII. 17.). 

Dice así: Unicornis enim cornua nemo dicere aut demonstrare possit in aliam re aut figuram inveniri, nisi in ea quae crucem exhibet. Rectum enim lignum unum est, à quo summa pars in cornu attollitur, cum adaptatum fuerit aliud lignum, et utrinque extrema, veluti cornua uni adjecta cornu, apparuerint. Et illud quod in medio figitur, ut ei insideant qui crucifiguntur, ipsum etiam veluti quoddam cornu eminet, et cornu speciem exhibet cum aliis cornibus conformatum et fixum. (S. Just. M. Dial. cum Tryph. Jud. n. 91 op. pág. 188. V. apol. I. ad Antonin. n. 55.) 

De ello habla también S. Gerónimo en el comentario de S. Marcos, diciendo: Ipsa species crucis quid est, nisi forma quadrata mundi? aves quando volant ad aetera, formam crucis assumunt: homo natans per aquas, vel orans, forma crucis visitur. Llamábase immissa esta cruz, a diferencia de la sencilla, que consta de un solo madero, de la decussata compuesta de dos atravesados oblicuamente a semejanza de la X, de la cual dice nuestro S. Isidoro: In figuram crucem, et in numero decem demonstrat (Orig. lib. I. cap. III.) y de la commissa semejante a la T, cuyo palo menor estaba clavado en el mismo extremo del mayor; de la cual dice Tertuliano: Littera graecorum Tau, nostra autem T, species crucis (lib. III. adv. Marcion.), y S. Isidoro: Tau littera speciem crucis demonstrat (de Vocat. gent. c. XXV.). Lo mismo dicen S. Gregorio, S. Agustín, S. Paulino el de Nola, y otros Padres y escritores eclesiásticos; por cuya causa se cree haberla tomado los cristianos de Egipto como distintivo de la religión, con la cual aún hoy día pintamos a S. Antonio Abad, famosísimo entre sus monjes. Si esta divisa fue usada en los monumentos gentílicos de los antiguos egipcios como conjunto de muchas letras, o como jeroglífico de la vida venidera, no pertenece a nuestro propósito; es materia tratada por los primeros historiadores eclesiásticos, e ilustrada después por Justo Lipsio en el lib. I. de cruce cap. VIII., por Kircher (Interpret. obelisci Aegypt. hicogl. 5.), Muratori (Anedoctor. t. I. diss. XXI. de cruce Nolana.), y Marco Velsero en su carta a David Hoeschelio (apud Christ. Aug. Heumann. Poecile t. I. lib. IV. p. 578.) Otras memorias de esta cruz commissa publicó Boldettio en sus observaciones ad Caemet. urbis p. I. lib. I. cap. XIX. y en otros lugares. 

Que Cristo nuestro Señor fue crucificado en cruz immissa, y no en las otras, es sentencia de S. Justino M., de S. Basilio, de S. Agustín, de Sedulio, de S. Juan Damasceno, y de otros Padres y escritores eclesiásticos. Pueden leerse sobre esto Lipsio (de cruce lib. I. cap. X.), y Gretsero (de cruce Christi lib. I. cap. II. III.) 

(5) La costumbre de aquellos tiempos de colocar las cruces de piedra en lo alto de los templos. Aun cuando fuera cierta esta conjetura, nada puede colegirse de ella contra la antigüedad de este monumento, constando ser antiquísima en la iglesia la colocación de cruces en lo alto de los templos. De lo cual quedan memorias en S. Gerónimo (in Sophoniae cap. I.), y en Cedreno (in compend. historic.) hablando del templo del monte Olivete, en Nicéforo Grégoras (lib. IX.) tratando de los templos de Constantinopla, y en otros antiguos. 

No faltará acaso quien incline a que fuese cruz sepulcral de las que solían ponerse en los sepulcros de los primeros cristianos, de cuya práctica hablan Baronio (ad ann. 395.) y Gretsero (de s. cruce lib. II. cap. XV.) tanto más que en estos sepulcros solía también esculpirse el cordero representando a Cristo, como del famoso sarcófago de Junio Basso que está en el vaticano, lo dice Felipe Bonarota (Osservazioni sopra alcuni frammenti di vasi antichi di vetro, ornati con figure, ritrovati ne cimiteri di Roma ad fig. I. tab. VI.) 

dissabte, 11 de juny del 2022

CARTA XXXI. Monasterios de nuestra Señora de la Murta y de Cotalva

CARTA XXXI. 

Monasterios de nuestra Señora de la Murta y de Cotalva de la orden de S. Gerónimo: el de Aguas-vivas de la orden de S. Agustín: el de Valdigna de la orden de S. Bernardo: colegiata de Gandía: algunas noticias del convento de dominicos de Luchente. 

Mi querido hermano: Al cabo he podido verificar el viaje que deseaba a los cuatro monasterios que hay en este reino situados en la costa del mar entre Valencia y Denia, que aunque no son tan antiguos como otros muchísimos de España, sin embargo esperaba hallar en ellos algunas antiguallas depositadas por sus fundadores; mas la experiencia me hizo ver el daño que hacen a la literatura las discordias y guerras civiles, (1), cuyo furor no perdona ni aun a los códices viejos encerrados en los archivos; muchos de los cuales suelen perecer y perderse por la misma mano que los quiso salvar. Me ha acontecido en este viaje lo que al P. Martene en el que hizo por la Flandes, y parte de Alemania el año 1718, donde dice que muchas de sus expediciones no tenían otro premio que el dolor de ver por sus ojos la pobreza literaria de algunos monasterios y abadías. En estos de que voy a hablar, queda por lo menos alguna cosa apreciable y digna de memoria. 

El primero que se encuentra caminando hacia el mediodía de Valencia es el de nuestra Señora de la Murta, de la orden de S. Gerónimo, distante como una legua hacia el oriente de la villa de Alcira. Su fundación es del año 1401: está situado en el ángulo de un valle llamado de Miralles, que se va estrechando por entre dos altas sierras, vestidas en todo tiempo de romeros, arrayanes y murtas espesísimas, de donde tomó después el nombre; sitio apacible, muy solitario y a propósito para la contemplación. Esta casa fue en los principios muy pobre, como la pinta el P. Sigüenza; la mayor parte de las cosas preciosas que ahora posee son dádiva de D. Diego Vich, patrono del monasterio, que murió hacia la mitad del siglo XVII. En su sacristía, que es grande y devota, vi un portapaz de plata, de medio palmo de elevación, de dibujo gótico, en cuyo centro hay una figura del Ecce homo: será cuando mas del siglo XV. Item un púlpito de piedra, donde se dice haber predicado S. Vicente Ferrer el año 1409, con un buen cuadro del santo en esa actitud; otro como de tres palmos de elevación, que allí creen ser retrato del Españoleto, pintado por Juan de Ribalta, no lo es. D. Diego Vich regaló al monasterio una porción de retratos de españoles ilustres, originales de Ribalta, cuya noticia puede verse en el Diccionario de profesores de las bellas artes (v. Ribalta), entre los cuales no se halla ninguno del Españoleto; ni a este grande hombre, que floreció en el siglo XVII, puede convenir lo que se figura estar escribiendo en un libro el retratado en este cuadro, je vint... à Bruseles à 28. Nov. 1531; lo cual y la fisonomía parece convenir mejor a Luis Vives: sin duda es de este el retrato de que hablamos, el primero que refiere aquel Diccionario, pintado por Ribalta; el cual con los demás estuvieron antes en la librería, y ahora se hallan esparcidos por el convento. 

De otro cuadro grande maltratado que hay en la misma sacristía me contaron cosas harto singulares: representa la crucifixión del señor, o alguno de los actos preparatorios. En él se halla escrito que le regaló al monasterio mosen Gerónimo Maestre, beneficiado de la parroquial de los santos Juanes de Valencia el año 1522, y que le había traído de Roma un maestro Balaguer, a quien le regaló el papa Eugenio IV, siendo ya entonces opinión común en aquella capital que era pintura del tiempo de los apóstoles: especie de todo punto inverosímil. 

Conservan también aquellos monjes un Horario, o sea Devocionario escrito magníficamente en vitela con muchas miniaturas, el cual, como parece por una nota que hay en él, dio D. Diego Vich entre otras pinturas a este convento de la Murta a 26 de Junio de 1641. Aunque en el calendario y letanías falta el nombre de S. Vicente Ferrer,  le tengo por posterior a su canonización, y escrito muy a los fines del siglo XV, o entrado el siguiente; porque después del calendario se hallan dibujadas las armas imperiales, y al rededor esta inscripción: Maximilianus imperator romanorum semper augustus; y al pie de ellas dice así: HALI-MAS. Por donde debe suponerse posterior este códice al año 1493, que es cuando Maximiliano I fue coronado en Aix. En la plana colateral a esta se halla otro escudo de armas, con estas palabras en el contorno: Franciscus de Taxis, magister postarum serenissimi principis Ka. archiducis Austriae

Al fin del libro, que contiene lo que todos los de esta clase, dice así: Vidit Fr. Joannes Vidal 23 Maji 1586. La biblioteca del monasterio es harto abundante en libros del siglo XVI. Lo más singular que en ella vi es un código MS. en vitela, que contiene los siete libros Divinarum institutionum de Lactancio. Téngole por del siglo XII, aunque las iniciales de bermellón saben a otra mano posterior. Hay en él variantes de consideración, y por lo mismo merece ser consultado cuando los españoles emprendan una nueva edición de las obras de este filósofo cristiano, con que mejoren las extranjeras (* Este códice ha venido a mi poder por especial gracia de aquella comunidad.). Las reliquias principales que aquí se conservan son dos cabezas de las compañeras de Santa Úrsula, un dedo de S. Gregorio Taumaturgo, un diente de S. Gerónimo, y la cabeza de Santa Fulgencia.; otras alhajas reconocí modernas y de poca consecuencia para la historia de la literatura. De este monasterio pasé al llamado de Aguas-vivas de la orden de S. Agustín, donde hace algunos años se guarda la perfecta vida común. El sitio es ameno sobremanera; pero es mucho mas deliciosa la unión y paz con que viven aquellos religiosos, a que contribuye mucho el celo y 

ejemplo de su prelado el P. M. Fr. Basilio Rosell (Rossell), bien conocido por sus tardes monásticas. Otra obra tiene el mismo casi concluida, en que prueba que el antiguo monasterio servitano, cuyo abad fue S. Donato en el siglo VI, estuvo en este mismo sitio de Aguas-vivas. No contradice a esta situación lo que de él dijo S. Ildefonso que estaba in agro setabitano; cuya denominación pudo extenderse a este territorio, que sólo distaba de Sétabis tres leguas escasas. Favorecen mucho a esta opinión las ruinas de edificios que se han hallado en sus inmediaciones; los cuales en la uniformidad de sus áreas, puertas y construcción, y en la proporcionada distancia de unos a otros, muestran bien haber sido celdas de alguna de las lauras antiguas. Otras observaciones tiene recogidas este docto escritor, cuya publicación podrá contribuir a que se aclare este punto tan oscuro de nuestra historia eclesiástica.

Poco más de una legua dista de este monasterio el de Valdigna, de la orden del Císter, donde fuimos hospedados por el señor abad en su palacio. Fundó esta casa el rey D. Jayme II de Aragón hacia fines del siglo XIII. Queda de aquellos tiempos el claustro y alguna otra parte del edificio: lo demás ha tenido varios aumentos y mejoras, que no contribuyen poco a la magnificencia del monasterio. Nuestro primer cuidado fue reconocer la biblioteca, en la cual hallamos lo que en las más de este reino, bastante caudal de libros impresos, pero pocos MS.: húbolos en otros tiempos; mas las guerras asolaron cuanto era capaz de experimentar su furor. De esta y otras desgracias pudo salvarse una biblia en fol. MS. en vitela, de que da razón la nota siguiente: Ista biblia est monasterii Vallisdignae; quam quidem bibliam dedit dominus Jacobus Aragonum rex ffratri Iohanni dicti monasterii tunc abbati. Acaso será anterior al siglo XIII. Más reciente es un salterio MS. vit. 8. secundum ordinem cisterciensium. Posee además este monasterio algunos libros raros, aunque no desconocidos. Mucho se enriquecerá su biblioteca con la del docto maestro S. Juan, abad que fue de esta casa; en ella traté a tu buen amigo el maestro D. Alberico Rubio, y a otros dignos monjes amantes de las buenas letras, no menos dedicados al estudio que a la práctica de las virtudes monásticas. La sacristía es correspondiente a la iglesia, espaciosa, desahogada, y adornada con buenas pinturas. En el relicario, que es muy bueno, vi, entre otras cosas, un cáliz antiguo de plata como de un palmo de elevación; el cráter, que es de figura cónica, tiene ocho dedos de diámetro, y cinco de profundidad: una dalmática moderna al parecer con inscripciones arábigas, de la cual me dijeron que habla Ríos, el difunto cura de Cullera, en una disertación sobre la antigüedad de Llauri. No he podido ver hasta ahora este papel; creo que si la dalmática es de las antiguas, la forma actual de las mangas será obra de remiendos con que han contrahecho aquella pieza; tengo por mas verosímil que toda ella sea obra reciente mandada labrar por algun morisco convertido a nuestra santa fe. Otras reliquias de los moros quedan en una ermita de Santa Ana próxima al monasterio, donde en el alero del tejado se ven muchos ladrillos con caracteres arábigos. Aunque mi principal objeto era visitar el monasterio de Cotalva, quise al paso detenerme en Gandía, para ver aquella iglesia colegial, erigida por Alexandro VI a fines del siglo XV. Mas en su archivo no hallé de lo que buscaba sino el misal valentino en vitela, impreso. en Venecia año 1509, del cual tengo hablado en mis cartas anteriores: item un epistolario impreso en Madrid por Tomás Junta en 1595, y un pontifical romano en fol. con esta nota al fin: Finit liber pontificalis emendatus diligentiam rev. in Christo patris domini Jacobi de Lutiis utriusque juris doctoris, episcopi Cajacensis, et domini Joannis Burckardi, capellae S. D. N. papae caerimoniarum magistri. Impressus Collibus vallis Trompiae per Mafeum de Tracazinis sedente Alexandro VI. P. M. anno ejus XI. MCCCCCIII. die XII Augusti, esto es, seis días antes de morir este papa. Fueron vanas las diligencias que practiqué para adquirir alguna noticia de un hijo de la misma ciudad llamado Onofre Capella o Capilla, buen poeta, que floreció muy a los principios del siglo XVI, discípulo, o por lo menos amigo del sevillano Juan Partenio Tovar, maestro de poética en la universidad de Valencia. Nuestros bibliógrafos no conocieron las obras de estos dos poetas, las cuales se imprimieron en Valencia por Jorge Suriano año 1503; de cuya edición vi años atrás un ejemplar muy raro, que se conserva en la biblioteca de mi convento de S. Onofre. Es un volumen en 4.° que tiene por titulo: Torrentis tarraconensis carmina, y contiene otras poesías latinas, igualmente desconocidas, en loor de la Concepción de nuestra Señora. Allí pues hay una correspondencia epistolar en verso entre Tovar y Capilla; y que este era hijo de Gandía consta de un Tetrastichon de Tovar, en que habla así a su amigo: Musoeum danaum, aut Album te credo Tilbullum, Dirceum aut vatem, Gandia quem genuit.

Este país es deliciosísimo y muy poblado, la gente alegre e industriosa, y el suelo fértil; no son de extrañar las lisonjeras descripciones que hacen de esta tierra los viajeros nacionales y extranjeros. Pero a mí me llevaba toda la atención el monasterio de Cotalva, situado a una legua de esta ciudad hacia el mediodía, fundado por el duque real de Gandía D. Afonso de Aragón en 1388; es esta una de las primeras casas de la orden de S. Gerónimo. Antes estuvo en la Plana de Xabea junto a Denia; mas por las correrías y daños de los moros se trasladaron los monjes a este sitio, que es acaso lo mejor de todos sus contornos. Hace famosa a esta casa, además de la vida regular que en ella florece, la gran colección de pinturas que dejó de su mano el discípulo de Joanes Fr. Nicolás Borrás, casi tan aventajado en el dibujo como su maestro; aunque en el colorido es muy inferior, o porque no le permitía más su pobreza, o porque quiso ser conocido con este carácter. La noticia por menor de sus obras se halla en el Diccionario de los profesores de las bellas artes, cuyo autor se admira de que pudiese pintar tanto un hombre solo; mas era monje, desprendido de todos los negocios y cuidados de la vida, libre de las distracciones de los vicios, es decir, muy apto para servir a la sociedad en las artes y ciencias. En el capítulo, que es bueno, hay una sepultura, de que me contaron muchas maravillas, cuya memoria se conserva por tradición en aquella casa. Una es y muy señalada, que hallándose disminuida la comunidad cuando se trataba de hacer la procesión del Corpus, no se sabe en qué tiempo salieron de la sepultura monjes difuntos, los cuales después de haber asistido a aquel acto volvieron a su huesa. Queda este hecho representado en un mal cuadro, que dice poco con los de Borrás. En la sacristía hay un antiguo portapaz harto parecido al de la Murta. En el archivo vi un códice MS. en papel, que contiene lo que dice el epígrafe siguiente: Constitucions generals ordenades per lo primer capitol general del orde de sanct Jeronim en lo monestir de Gadalub en lani MCCCCXVI (1416). En la biblioteca, que está harto descuidada, reconocí un volumen en 4.° impreso sin foliatura; y aunque por faltarle al fin algunas hojas, no se puede averiguar el lugar y año de la impresión, bien se echa de ver que es de los principios de la tipografía. Contiene lo siguiente: In nomine Domini nostri Jesu Christi, ac gloriosissimae matris suae: incipit liber qualiter ministranda sunt sacramenta religiosis egris juxta morem ordinis eximii doctoris patris nostri Hieronymi. Sigue un tratado con este título: Consideración contemplativa para los que están propinquos a la muerte, sacada del contemptus mundi, y de los soliloquios de Sant Buenaventura. De un Fr. Martín Romeu se conservan allí varios opúsculos MSS., entre los cuales el más considerable es: Apología pro defensione operis B. Ariae Montani. 

El acueducto por donde va encañada el agua una legua distante del monasterio, no quiere competir con el de Segovia en altura y grandeza, como dijo un sabio escritor, aunque está bien construido, y tiene la recomendación de ser obra de los mismos monjes. No hallando ya más en el monasterio que pudiese detenerme, resolví pasar a S. Felipe (Xátiva). En el camino se descubre el convento de mi orden de Luchente, situado en lo alto de un monte, del cual, pues queda lugar, referiré alguna de las cosas que tenía registradas y notadas en él hace algunos años. Conservan en la biblioteca una historia MS. en lemosín del suceso de los Corporales de Daroca, que aconteció en este monte. El autor muestra ser religioso, y en el prólogo dice que su nombre le expresarán las letras iniciales de los seis capítulos de su obra; las cuales unidas forman esta palabra Ragual, que pudo ser su apellido. Es posterior a los tiempos del papa Eugenio IV, de cuya bula para el jubileo de la iglesia de Daroca hace mención en el prólogo; allí mismo dice que dedicaba su escrito a Doña Leonor de Proxita y de Castellet, condesa de Adversa y señora de las Baronías de Almenara y de Luchente. 

Aunque este papel parece escrito con más piedad que crítica; sin embargo creo que algunas curiosidades podrán notar en él los historiadores; como lo es, que la entrada del los cristianos hasta Luchente fue con el permiso del rey D. Jayme I: que se ejecutó antes de la conquista de Valencia, apenas concluida la de Mallorca, esto es, hacia el año 1230: que en ella iba de capitán el famoso D. Berenguer Dentenza (de Entenza, Entensa, Entença), acompañado de D. Fernando Sanchiz de Inerbe (f. Ayerbe), D. Pedro de Luna, D. Pedro Eximénez Carroz (o Carrós), D. Ramon de Cardona y otros caballeros. Novísimamente he pedido una copia de este documento, la cual me ha franqueado el P. Fr. Vicente Maiques, y la envío para la colección. 

En la misma biblioteca vi dos MSS. originales del sabio M. Fr. Tomás Maluenda; el 1.° tiene este título: Praeclara de Antichristo disputatio. Es como el primer borrador de la grande obra que escribió de Antichristo: el 2.° In Davidicos psalmos commentarii, in quibus vetus et vulgata latina editio ex fonte hebraico eruitur et illustratur. Esta obra es más extendida que la que se publicó después, y es sensible que no la concluyese, pues sólo comprende los tres primeros salmos.  

Llámase este convento de Corpus Christi: en el nicho principal del altar mayor se ve de escultura un clérigo en aptitud (actitud) de mostrar al pueblo los Corporales con las formas consagradas teñidas en sangre. La ara está sobre el codol o peñasco, bajo del cual se escondieron los Corporales, cuando con el rebato que dieron los moros, se interrumpió el sacrificio de la misa, en que debían comulgar los capitanes cristianos. Guárdanse allí varias reliquias preciosas; la casa ha florecido siempre en letras y virtud. Algunas tradiciones quedan, si merecen este nombre, de los favores con que se supone haber distinguido Dios aquel lugar y sus moradores, aunque en el día no se cuentan ni oyen sin desprecio. Sólo diré de las repetidas procesiones que se veían por los aires, de las once mil vírgenes; cosa que pudieron tomar de lo que refiere Martene en su viaje de 1718, cuando mil y cien vírgenes de las once mil que se cree están depositadas en el monasterio de los Macabeos en Colonia, fueron en procesión por los aires a la abadía de los cistercienses Altemberg: especies populares, desechadas por aquel sabio monje que supo hermanar la piedad con la buena crítica (a: Voyage litter. de deux religieux benedict. de la congr. de S. Maur. pág. 261. 262.). 

Concluyo con una noticia importante, y de grande ejemplo para los amantes de la literatura nacional. La casualidad me ha presentado un amigo, que lo es muy íntimo del actual prior de la iglesia colegiata de Besalú, D. Luis García Conde, nombrado para tesorero de la catedral de Tortosa. Con esta ocasión manifesté mis deseos de saber la antigüedad que tiene en aquella iglesia colegial la famosa reliquia de la vera cruz, que allí creen poseer, según he oído, desde los tiempos de S. Dámaso en el siglo IV. 

Esta tentativa ha producido los mejores efectos. El señor Conde, noticioso de mi empresa, ha querido remitirme una docta disertación que tenía trabajada acerca de esta reliquia, junto con algunas observaciones críticas sobre la serie cronológica de los condes de Besalú. Y aunque yo debo guardar para cuando llegue a aquella iglesia el hacer uso de su trabajo, no puedo dejar de enviarte la copia de algunos documentos que me ha remitido también, sacada fielmente de los originales que existen en su archivo, los cuales, por no haber publicado Pedro de Marca en su Marca Hispánica, me parecen muy importantes para nuestra colección. Tú los verás, y darás conmigo las gracias a quien tanto se interesa en los progresos e ilustración de nuestra historia

A Dios. Valencia &c. 

NOTAS Y OBSERVACIONES.

(1) Las discordias y guerras civiles, cuyo furor no perdona ni aun a los códices viejos encerrados en los archivos. Son innumerables los archivos y las bibliotecas que han perecido, o han sufrido grandes extravíos y pérdidas por esta causa. Añádense las guerras con los extraños, las irrupciones de gentes bárbaras, los incendios, los robos de los literatos avaros, que han desflorado o disminuido insensiblemente estos depósitos públicos de las buenas letras. Aunque no consta quien fue el autor de las bibliotecas y archivos (V. Reimman. Idea antiq. lit. Aegypciacae p. 96. 8. 44. et p. 176. seq.), por lo menos se sabe que los han tenido todas las naciones cultas, aun en la más remota antigüedad. Dio origen a estos establecimientos la necesidad de guardar las actas e instrumentos públicos, así civiles como religiosos; la liberalidad de los príncipes y de otras personas públicas; el celo de propagar las buenas letras (V. Gundling. Hist. lit. p. 522.). Del conjunto de documentos públicos y otros códices resultaron copiosas bibliotecas entre los hebreos, egipcios, griegos y babilonios: de aquí las de Jerusalén en tiempo de su obispo y mártir S. Alexandro: las profanas de Roma llamadas Ulpia y Palatina: la del presbítero Pánfilo en Cesarea de Palestina, que llegó a juntar hasta treinta mil códices, los más de materias sagradas y eclesiásticas: por no hablar de la pontificia, conocida antiguamente con el nombre de archivo romano, de que hacen ya memoria San Gerónimo y S. Gregorio Papa, amplificada después por Nicolao V, Sixto IV y otros sumos pontífices, cuyo origen y progresos describe exactamente Ángel Rocca (Comment. de biblioth. apost. vaticana.) 

Todas estas bibliotecas y otras innumerables de varios pueblos de oriente y occidente, de que da noticia Struvio en su tratado de Bibliothecis deperditis (Introd. adnot. rei litter. p. 151. seq.) han perecido por la mayor parte, o han quedado de ellas unas leves reliquias esparcidas por varios reinos, de suerte que de las más de ellas apenas queda memoria. 

Igual suerte han tenido otras formadas posteriormente. Mabillon (Praef. musaei italic.) hace memoria de varias bibliotecas incendiadas. Lintrupio (Reliq. incendii Bergens.  Hafn. 1704.) y Edmundo Castello (Epist. dedic. Lexic. Heptagl.) lloran la quema de las suyas. En el incendio de Londres del año 1666 pereció un sinnúmero de libros, cuyo valor llegó a regularse, como dice Struvio, en cincuenta mil libras esterlinas. La famosa biblioteca de Juan Hevelio, la de Antonio Codro, la de Hassensteinio (Hassenstein), la de Stockflet de diez y ocho mil volúmenes selectísimos también se quemaron, sobre cuya desgracia merecen leerse la vida de Hassensteinio por Struvio, la carta de Teustelio a Stockflet, y Kochio de biblioth. ordin. p. 26. Sin salir de España tenemos memoria muy triste del incendio del Escorial, en que perecieron un gran número de códices árabes, y otros no menos estimables, y muchos libros, y la quema recentísima de la biblioteca de MSS. del duque de Alba en la casa nueva junto al Prado. De las bibliotecas incendiadas dio un largo catálogo Schelhormio (in Amoenit litter. t. VII. p. 75 seq.). De otras que han perecido o se han extraviado por varios incidentes tratan Julio Pflugk (Epist. ad Seckendorffium de Biblioth. Budensi pág. mihi 318. seq. Collect. I. Schmidianae), y Bartolino (Diss. ad filios, sigill. p. 20.). Entre estas causas de la pérdida de MSS. y códices de ciertas comunidades, puede señalarse la facilidad de los prelados en deshacerse de ellos, vendiéndolos o trocándolos por libros más usuales, en lo cual, aunque al parecer sirvan a los domésticos, hacen un verdadero perjuicio a los extraños, o más bien a la causa común de las letras, constando que estos códices sólo sirven al público mientras se conservan en los archivos o bibliotecas públicas. De esto se queja Martene en su segundo viaje con motivo del extravío de algunos códices del célebre monasterio de Auchin (Aquicinctum) junto a Douay, y en otros lugares. De ahí nace la actual pobreza de algunas bibliotecas, que han sido riquísimas, como de la de Cluni (Cluny) lo dice Mabillon (Itiner. Burgundic. an. MDCLXXXII. op. posthum. t. 2.p. 22.) y Ruinart de la del monasterio de S. Faron junto a Metz, fundado en el siglo VII (Iter litterar. in Alsat. (Alsacia, Alsace) et Lotharring int. op. posth. Mabillon t. III. p. 414.), y el mismo Martene de las de varios monasterios de Flandes y los Países Bajos (Second. voyag. liter. pág. 82. 106. 107.). 

Anales de Cataluña, Narciso Feliu de la Peña y Farell (Index)

(Nota del editor : Se corrige parcialmente la ortografía en castellano.)  Imagen: Biblioteca de Catalunya. Llibres Pere Borrás: MCMXIX: D. V...