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dijous, 5 de gener del 2023

CARTA CXIII. Episcopologio moderno.

CARTA CXIII. 

Episcopologio moderno. 

Mi querido hermano: En mis cartas anteriores no hice más que dar una ligera tintura de la historia y curiosidades literarias de esta iglesia. 

Su historia completa no puede darse sin la serie de sus ilustres Prelados. Trabajo útil, pero muy costoso para quien ha podido ayudarse poco de los Catálogos impresos en varias Sinodales, que cierto antes estorban con sus inexactitudes clásicas. De algún auxilio han sido dos Catálogos manuscritos que se guardan en el archivo de la Catedral: uno formado por el señor Finestres, canónigo de esta iglesia, con acotación de algunas escrituras y documentos que fijan bien las épocas de los Prelados, y otro brevísimo que formó el padre Don Jaime Caresmar, sin duda con el objeto de que se imprimiese en alguna nueva edición de Sinodales. Mas ni uno ni otro han podido eximirme del trabajo de examinar por mí mismo las escrituras, procesos, bulas, actas capitulares y semejantes instrumentos, únicas fuentes para averiguar las épocas de cada pontificado y los hechos dignos de memoria. Aun en esto soy muy deudor al señor canónigo archivero Don Rafael Barnola, que con su práctica en este archivo y más con su pericia diplomática ha adelantado considerablemente mi trabajo. Hanme servido para completar y perfeccionar algunos artículos los archivos particulares de esta ciudad, singularmente el civil, de donde son algunas noticias de costumbres y sucesos civiles, que insertaré en los artículos correspondientes para amenizar cuanto se pueda esta narrativa, de suyo árida y poco agradable. Los hombres aman por lo común una lectura fluida y filosófica, donde no se tropiece con citas y examen de cosas menudas. El que tal sea, no lea, pero no espere poder leer la historia de esta iglesia, si primero no se publica. 

GUILLERMO PÉREZ, 

de 1149 a 1176.

Llamado así según la costumbre usada entonces de los apellidos patronímicos; porque ya dije en el catálogo de Roda que sus padres fueron Pedro Gauzperto y Urraca, como consta de una donación que hizo a aquella iglesia en 1173 de una almunia que sus padres, a quienes nombra, poseían delante de la villa de Monzón. Igualmente se dijo en aquel Catálogo que Guillermo asistió con el título de electo Rotense, a una junta de Prelados y nobles del reino, tenida a 27 de noviembre de 1143, donde el Conde Don Ramón de Barcelona hizo varias donaciones a los Templarios, y fue la introducción y establecimiento jurídico de esta cruzada en nuestros dominios. También te acordarás que allí se advirtió que este Obispo no usó otro dictado que el de Rotense durante todo el sitio de Lérida; y que con él firmó III idus junii de 1149 la permuta que hizo con los Templarios y su Maestre Pedro de Roveria de la iglesia de San Juan de Monzón por la de Fonç in podio de Garden in obsidione Illerdae.

Verificada la conquista de esta ciudad a 24 de octubre del mismo año 1149, luego tomó el título de Ilerdense, del cual usaba unas veces solo y otras junto con el de Rotense. Costumbre que imitaron algunos de los Obispos inmediatos; pero que por punto general quedó abolida en consideración de ser esta la Sede propia, de quien la de Roda sólo había sido vicaria. Entendió luego el Prelado en lo más necesario, que era la consagración de la iglesia Catedral; y este nombre dieron a una mezquita que estaba dentro de la fortaleza, la cual consagró día 30 del mismo mes y año, con asistencia de Bernardo de Fort, Arzobispo de Tarragona y de los Obispos Pedro Redorta, de Vique, Guillermo Torroja, de Barcelona, Bernardo Sanz, de Urgel y Bernardo, de Zaragoza, y de muchos nobles del reino, como verías en la escritura que ya fue copiada que es propiamente la dotación de esta iglesia por el Conde conquistador, de lo que ya se habló en las cartas anteriores. De modo que el día 30 de octubre del año 1149 es el primero de la iglesia de Lérida en su estado moderno.

Es muy verosímil que luego entendiese el Prelado en el orden del clero y establecimiento de la canónica. Cosa tanto menos difícil cuanto que con él bajaron de Roda varios Arcedianos a residir en esta Catedral; todos ellos canónigos regulares de San Agustín. Así es fácil de entender que las varias memorias que hay de admisiones en canónigos y de canónica en los años 1156, 58 y 64, deban entenderse de la canónica Ilerdense establecida ya con su Prior y Prepósitos, tal cual confiesan todos que existió los años adelante. Mayormente que lo que hasta ahora se ha creído constitución fundamental de esta canónica en 1168, lo es del gobierno económico de ella, mas no de su principio y origen, según ya dije días atrás, como también de la constitución cibaria hecha ese mismo año, en que hay cosas curiosas.

Grande atención necesitaba la nueva iglesia en su pastor para zanjar con acierto las relaciones de jurisdicción e intereses, que entonces comenzaba a tener con otros cuerpos, y de que dependía su prosperidad futura. El Conde Ermengol de Urgel y la nueva orden de los Templarios, cada cual por su parte entró en arduas contestaciones con nuestro Prelado y su nuevo clero; largas de contar y poco útiles para la historia general; las cuales al fin se terminaron por solemnes concordias (a: Aps. núms. XXI, XXII y XXIII.).

Los canónigos de San Rufo de Aviñón, heredados aquí por su gran protector el Conde Don Ramón de Barcelona, y establecidos a poca distancia de esta ciudad, experimentaron luego la beneficencia de nuestro Obispo y su Capítulo, los cuales les cedieron la iglesia que se les había consignado, y dieron licencia para poder edificar otra derribando la vieja, y para tener cementerio para los canónigos de San Agustín y sus comensales, con tal que su primer Prior el maestro Guillermo y los sucesores prestasen obediencia al Obispo Ilerdense. Hízose esto en 1155 (a: Ap. núm. XXIV.). Más adelante, en 1173, les concedió el mismo Prelado las oblaciones de los que equitando, vel pedibus ambulando, ad monasterium se transtulerint. Va copia (b: Ap. núm. XXV.). Hallose también el Obispo Guillermo en la junta que celebró el mismo Conde en Morel, castillo de Aragón, a 15 de marzo de 1157 para ceder a la casa de San Rufo de la Provenza los monasterios, o como llamaban obedientias de Santa María de Besalú, San Pedro de Terrasa, y el sobredicho de San Rufo de Lérida, cuya escritura publicó Aguirre. En 1158 a fines de octubre congregó un sínodo en Roda, donde terminó el pleito que pendía entre el Abad de Alaón y el Arcediano de Roda Raimundo Oriol sobre la posesión y derechos de la iglesia de San Juan de Elins. Había ya diez años que Ponce, Abad de aquel monasterio, recobró dicha iglesia por sentencia de nuestro Obispo Guillermo, dada en Benavarre en 1148 (illo anno capta fuerat Almaria). Pertenecía ya de muy atrás a dicho monasterio por donación de Ponce, Obispo de Barbastro, el día que consagró la iglesia de San Salvador y San Bartolomé de Calasanz. Ahora en 1158 el Arcediano de Roda pretendía recobrar sus derechos en la dicha iglesia de Elins, videlicet, stabilimentum, cenam, mensuraturas de ipso granèr, pregariam, fidaucias clericorum et placitos et prohibitionem in clericos et in ecclesia. Nada de esto le fue concedido al Arcediano sino sólo una cena al año para él y para tres criados con sus caballerías. Mandose además que aun cuando el Obispo quisiese poner entredicho y censuras en la iglesia y clérigos, no lo notificase a ellos, sino al sobredicho Abad. De todo esto dan cumplida razón las dos escrituras adjuntas (a: Aps. núms. XXVI y XXVII.), copiadas de unos trasuntos que he hallado en el convento de mi orden de esta ciudad. Hallose en un concilio provincial en Tarragona en 1170, donde compuso el pleito del Abad de la O con el de Ripoll, etc. (Vid. Solsona hablando de Gualter).

Otras memorias hay de su cuidado y celo pastoral y del amor con que miró a la tierna planta de su iglesia, no cesando de establecer y reformar en ella cuanto pudo. Así en 1173, a 1.° de marzo (1174) dotó la enfermería de esta Catedral para alivio de los ancianos y salud de los dolientes. Quoniam, dice, infirmorum et senum mansionem intra claustra canonicorum a Praelatis fieri digne oportet, ut ibidem et subsidiis ecclesiasticis quibus indigent, et fratrum amminiculis misericorditer sustententur; idcirco, etc. Entre otras cosas cede a este fin la iglesia de Scarp, con diezmos, etc. No tiene data. El traslado es XIV kal. martii MCLXXIIII. Poco antes de morir, en 1176, confirmó a Roda varias donaciones de sus antecesores, videlicet, Raimundi Dalmacii, Poncii ac beatae memoriae Sancti Raimundi, Petri quoque et Gaufridi Episcoporum et Domini Ranimiri Regis.

Llamole Dios para sí día 17 de diciembre de 1176; y cuando se construyó la Catedral fue enterrado al lado de la capilla de Santa María ad nives, o de les Gralles. Costeó su sepulcro, y dotó una lámpara Gombaldo, entonces canónigo, y después Obispo, como se dirá en su artículo. Andan algunas copias de la inscripción sepulcral; mas no pudiendo yo salir responsable de su veracidad la omito. Y esto quede dicho para los sucesores.

BERENGUER 

de 1177 a 1191.

Hijo natural de Ramón Berenguer, Conde de Barcelona y conquistador de esta ciudad. Era ya Abad de Montearagón y electo Obispo de Tarazona en 1170. De él, y de cómo conservó siempre la citada abadía y residió siempre en ella, aun siendo sucesivamente Obispo de Tarazona y Lérida y Arzobispo de Narbona, y de cómo lo depuso de ella el Papa Inocencio III en 1204, trata largamente el padre Huesca (tom. VII de las iglesias de Aragón, pág. 381). Pero acerca de la época de su pontificado en Lérida se debe creer muy anterior al día 11 de junio de 1178, que es la fecha de la escritura de Roda, que alega el citado escritor, y yo vi también en aquel archivo: regnante... Berengarius electus in Illerda et in Rota. Anterior es la noticia que hay ya de su existencia a 10 de marzo de la era 1215 (año 1177), que es la fecha de la escritura en que Fortún de Stada y Sancha, su mujer, hacen varias concesiones a los pobladores de Masalcorex. Entre las firmas se halla: Berengarius electus in Sede Illerdae. Esta escritura vi en el archivo de Benifazá. Anterior es también otra de 18 de enero de 1178 (Lib. ver. fol. 90). Y mucho más adelantada la del 17 de abril de 1177, día en que subscribió el privilegio dado por su hermano Don Alfonso II, estando en Lérida, de la traslación de la iglesia parroquial de Hix a la villa de Puigcerdá, con estas palabras : Signum Berengarii Illerdensis ecclesiae electi, et Abbatis monasterii Arig.s No debe extrañarse la inexactitud con que se expresó la abadía de Montearagón. Mayor fue la de otra escritura de Roda de 1183, que dice: regnante... Episcopus Berengarius Mondensis Abbas in Sede Illerda et Rota. Pues, como he dicho, tardó poco en suceder al Obispo Guillermo Pérez, que murió en diciembre de 1176, y el nuestro ya lo era en abril de 1177. Desde esta época son frecuentes sus memorias. La principal es la que refiere Zurita (lib. II, cap. 38) de la embajada que su hermano Don Alonso II, Rey de Aragón, le encargó para el de Castilla sobre la restitución del castillo de Hariza (Fariza), y la guerra contra Don Fernando, Rey de León. Esto fue en 1179. En el de 1186 le hallamos en esta iglesia a XI de las calendas de marzo jurando conservar y mantener ilesas todas las concesiones hechas a la canónica por su predecesor, confirmadas ya por el Cardenal Legado Jacinto Bobo y por el Papa Alejandro III. Firma también en esta escritura, que existe original, Gombaldo, Arcediano de Lérida. Parece que este Obispo intentó eximirse de la jurisdicción de su Metropolitano en alguna parte, y aun (e incluso) que había impetrado letras para ello. En razón de esto (archivo de Tarragona) hay un convenio entre el Arzobispo Berenguer y la canónica de Lérida sobre mutua custodia, y los de Lérida ofrecían impedir los intentos sobredichos de su Obispo. Esta escritura no tiene fecha, mas el carácter de ella demuestra ser de fines del siglo XII. Sobre todo, lo evidencia el nombre del Arzobispo Berenguer, del cual no ha habido otro Arzobispo en Tarragona que Don Berenguer de Vilamuls; y lo fue desde 1174 hasta 1194.

El remate de su pontificado fue por traslación a la Silla de Narbona, la cual en la Gallia Christiana se fija en el año 1191; y debió ser a últimos de ese año, porque el día XV kal. novembris del mismo todavía suena aquí Obispo en escritura de poca monta.

Con esto se ve que no murió en 1179. Si esto fuese así, debiéramos decir que hubo dos Obispos Berengueres. ¿Mas quién se atreverá a multiplicar tan fácilmente las personas? Y más, que las equivocaciones de dicho catálogo son frecuentes; y no es menos continua la memoria del Berenguer que entró en 1176 hasta el 1191, siempre con la añadidura de Abad de Montearagón.

El obispado de Huesca que le atribuyó Aynsa (Aínsa) y otros escritores Aragoneses hacia el año 1180, es una fábula, desvanecida ya por el citado Padre Huesca (tom. VI, pág. 202). 

GOMBALDO O GOMBALLO DE CAMPORRELLS

de 1192 a 1205.

Hijo de Raimundo de Camporrells y de Lombarda, siendo este el primer Obispo en esta iglesia que dejó de apellidarse con el nombre patronímico y tomó el de familia. De sus padres y de dos hermanos Bernardo y Raimundo hace mención él mismo en la donación que hizo a esta canónica de un alodio en el término de Badells, entre Tamarite y Nacha. Otra semejante hay en el Libro verde, (fol. 215). Por donde me doy a entender que eran oriundos de Aragón, y acaso señores de Camporrells, lugar de aquel reino, aunque también hay otro lugarcillo del mismo nombre cerca de Balaguer, en Cataluña; y las conjeturas que en esto solo estriban, siempre son muy voluntarias. De un sobrino suyo, llamado Bernardo de Cepilio, hay noticia en escritura de 1175 (Lib. ver. fol. 226). Vivía también en Balaguer un Gisperto de Camporrells que hizo testamento en 1407, en el cual impuso a su heredero la obligación de dar de comer y lavar los pies en su casa a trece pobres el día de Jueves Santo ad faciendam, dice, horam nonam.

De su niñez se sabe que la pasó en Roda, o al menos que en aquella iglesia fue educado bajo la disciplina del Obispo Guillermo Pérez antes de la conquista de Lérida, como lo dice él mismo, haciendo en el año 1200 varias donaciones a dicha iglesia para remedio del alma de Guillermo qui me nutrivit. También consta que gobernó como Rector la iglesia de Santa María de Tamarite, villa que suena recién conquistada en 1169 por Pedro de Estopaniano (Estopiñá y variantes), como se ve en la donación de las décimas que a esa iglesia y a Gomballo hicieron ese año, a 30 de abril, Sancho y Bernardo de Estopaniano, Berenguer de Tamarid y Guillermo de Finestres (Lib. ver. fol. 79). En 1185, día 11 de junio, dio el mismo a Arnaldo, Prior, y al Capítulo de Lérida quendam excusatum in ipsa mea turre de Sancta Maria de Tamarith, nomine Johannem Gord... ad opus et honorem sepulcri venerabilis memoriae Domini mei G. Illerdensis Episcopi primi... ut et sepulcrum construatur, et eo constructo cuidam lampadi oleum ad ipsam illuminandam tam in diebus quam in noctibus, per singulos annos sufficienter continue amministretur, et continue ante ipsum ardeat. 

En esta escritura firma y se llama Arcediano de Lérida, porque cierto es que lo fue, y canónigo también, mucho antes de ser Obispo.

He visto en el archivo de Roda el decreto de su elección, sin fecha alguna, y firmado sólo por los canónigos de aquella iglesia. Circunstancia que hace sospechar que en los años anteriores al 1244, en que se hizo la concordia que se dijo en la de Roda, ambos Capítulos por entero entendían en la elección de Obispo, y que cada uno de ellos formaba separadamente el decreto de elección para pedir la confirmación al Metropolitano. El que digo va dirigido a Berenguer de Vilademuls, Arzobispo de Tarragona, pero sin fecha alguna de mes ni de año. Sin embargo, es claro que no pudo ser el de 1179, como dicen los Episcopologios manuscritos; porque además de constar la existencia de su antecesor Berenguer el día XV kal. novemb. de 1191, en escritura que firma dicho Obispo con Gombaldo, Arcediano, se sabe que el año 1192, a 10 de las calendas de marzo, Gombaldo se llama Obispo electo. Y yo entiendo que esa fecha no se ha de tomar por año de Encarnación, de modo que corresponda a 1193, sino al 1192; porque en 6 de abril del último año, y más claramente en otra escritura, que expresa además la era 1230, IV kal. julii, se añade pontificatus Domini Episcopi primo. Es pues averiguado que comenzó su pontificado hacia primeros de enero del año 1192. El instrumento que últimamente he citado es la constitución con que aumentó el vestuario a los canónigos de Roda, y mandó que no fuesen recibidos los canónigos sino en el día de San Vicente Mártir, titular de aquella iglesia. En el mismo mes de junio dio la iglesia de San Vicente de Huesca, propia de la de Roda, a un Juan de Huesca, con la obligación de pagar en el primer año 10 sueldos, y en los siguientes 20, y de recibir y hospedar a los canónigos de Roda, como a sus señores, cuando allá fuesen. Ambos documentos vi en aquel archivo.

Halló este Obispo a su reciente Catedral inquietada en la posesión de las de Barbastro, Belsa, Gestau y Alquézar, que pretendía para sí el Obispo de Huesca, insiguiendo las ideas de su antecesor el famoso Esteban. Sobre esta ruidosa causa había comisionado el Papa Celestino III a los Obispos J. de Tarazona, M. de Osma y G. de Calahorra; los cuales, sabiendo que el de Huesca después de varios efugios había marchado a Roma, enviaron a Su Santidad todo el proceso de la causa por manos de nuestro Obispo Gombaldo, cuya causa recomiendan en la carta que da razón de lo dicho, fecha en Tudela a 30 de noviembre de 1194. Va copiada del archivo de Roda (a: Ap. núm. XXVIII.). Por ella se ve que Gombaldo viajó a Roma para oponerse a la acción de su adversario. A este viaje aludía el mismo Papa en el breve que le dirigió, sujetándole los monasterios de San Victorián y de Ager, el cual he visto en el Libro verde (fol. 30), sin data alguna, que debió suprimir el copiante. Mas en otras partes la he visto dada en Letrán a 5 de las kalendas de julio, año VI de su pontificado, que era 1196. Dice allí el Papa: Licet bonae opinionis tuae odor iam pridem ad nos usque pervenerit... postquam ad nostram praesentiam accesisti, etc. 

El Papa procedió en esto según los informes que le dio nuestro Obispo, el cual creía que los límites de su obispado se extendían por Cataluña y Aragón mucho más de lo que tenía señalado. Aquellos dos Abades se resistieron a esta sujeción, y a las excomuniones que fulminó nuestro Obispo. A esta causa puso término la final sentencia de Inocencio III, contenida en su larguísima bula, que va copiada del Libro verde (fol. 9), aunque sin fecha (a: Ap. núm. XXIX).

Con el mismo tesón, y acaso con mejor éxito, defendió otros derechos de su iglesia; en particular recobró los que tenía usurpados el Conde de Urgel Ermengol VIII, que hizo de todos ellos restitución solemne, entregándose por canónigo de esta iglesia en el mes de julio de 1193, autorizando la escritura que se hizo, Dulcia, su madre, y Alvira su mujer. No menos glorioso fue para él ese mismo mes y año, en que por sentencia de Gregorio Diácono, Cardenal de San Angelo, Legado del Papa, recobró de los Templarios los diezmos de los molinos de Lérida que el Conde Don Ramón había dado a esta iglesia en 1149, y ahora le disputaban los individuos de aquella orden. Ambas escrituras existen originales en este archivo. Copiada está en el Libro verde (fol. 37) la cesión que los canónigos de San Rufo hicieron en 1203 a nuestro Obispo del palacio real en la Zuda, que les había dado el Rey Don Pedro: en cambio les dio el Obispo unas tierras y facultad para construir una iglesia in almunia vestra de Alcano.

X. kal. jun. ann. VI pontific. (1203) el Papa Inocencio III dio comisión al Obispo de Huesca y Prepósito de Jaca para que procediesen como sus delegados en la causa pendiente entre el Arzobispo de Tarragona, Obispos de Urgel y Vique y nuestro Obispo, el cual pedía a aquellos muchas iglesias que decía haberle usurpado durante el cautiverio de Lérida, con cuyo territorio se habían engrandecido ellos. No sé el éxito que esto tuvo; mas es cierto que no hubo cuerpo con quien no litigase sobre los derechos de su iglesia. A este tenor y de esta especie hay muchas memorias que contar de su vida, que interesan poco a la historia, y que sólo sirven para acreditar su existencia y el celo con que trabajó por la conservación y aumento del decoro debido a la iglesia de Dios. Acaso por los pleitos pasados no hubo lugar para entender en la construcción de un templo nuevo, y la Sede episcopal estaba todavía en la primera mezquita que había consagrado Don Guillermo Pérez. Nuestro Obispo, desembarazado de aquellos cuidados y asegurada la dotación de su esposa, entró en el vasto proyecto de edificar la iglesia con toda la grandeza y gusto que permitían aquellos tiempos. Tuvo la satisfacción de que concurriesen el Rey Don Pedro y el Conde Ermengol de Urgel a poner la primera piedra, como se verificó a 22 de julio de 1203. De esto ya se habló en otra carta. XII kal. jan., 1204, se firmó la escritura en que este Obispo concedió a Doña Elvira, Condesa de Urgel, el permiso para fundar un monasterio de monjas Cistercienses en la iglesia de San Hilario, junto a esta ciudad de Lérida. Vi la copia de Caresmar, sacada del convento de Tamarite. Poco más sobrevivió este grande Obispo, pues murió a 22 de abril de 1205. Depositaron interinamente su cadáver ante al altar de Santo Tomás; y después fue trasladado al sepulcro de su antecesor y maestro Guillermo Pérez, junto a la capilla de Santa María ad nives, en el que había dos inscripciones, que no copio por las razones dichas otras veces.

Sólo me falta advertir que no confundas este Gombaldo con el Gombaldo de Santa Oliva, Obispo de Tortosa, que floreció por este mismo tiempo. La distinción de estas dos personas quedó ya demostrada en el Episcopologio de Tortosa, a que me remito.

Poco tardó en suceder

BERENGUER DE ERIL,

de 1205 a 1236.

Noble Catalán y acaso nacido en alguno de los lugares de este nombre, propios de su familia. Fue Abad de Çaidin (Zaidín, Çaidí), a la orilla del Cinca. Entró a gobernar esta diócesis poco después de la muerte de Gombaldo, constando (Lib. vir. fol. 49) que era ya Obispo sin el dictado de electo a XI de las kalendas de enero (22 de diciembre) de 1205. A los treinta años que le duró el pontificado no corresponde el número de memorias que quedan de él; sin embargo, las pocas que se conservan le hacen harto memorable para esta ciudad y provincia. Porque en primer lugar son de su tiempo las fundaciones de la mayor parte de las comunidades religiosas, algunas de las cuales permanecen hoy día aunque en sitio diferente de su fundación, y otras se han arruinado o trasladado a otra parte. Débele también el monasterio de Santa María de Labax la introducción en él de la regla Cisterciense por encargo del Papa Honorio III con su breve dat. Signiae VIII. idus julii pontific. anno VII. (1223). Ya dije otro día que este monasterio era de Benedictinos desde los tiempos de Cario Magno, y que a fines del siglo XI pasó a ser de canónigos seculares, los cuales ahora quisieron unirse a la orden del Císter y al monasterio de Bonafont. En la Colección del Cardenal Aguirre se publicó el sobredicho breve. Glorioso es también para este Prelado e iglesia el concilio que aquí celebró Juan, Cardenal Sabinense, Legado de Gregorio IX, a 29 de marzo de 1229, que fue el principio de la reforma de la disciplina eclesiástica en esta provincia, y de tantos concilios Tarraconenses que con él comenzaron. El Cardenal Aguirre no publicó sus actas. Yo las tengo de varios códices que he ido encontrando por acá, mucho más completas y casi dobladas que las que publicó Mansi en el tomo II de sus apéndices a la Colección de Labbé. Y aun en ellas falta, si no me engaño, la noticia de los Prelados que asistieron a este congreso, los cuales indica la siguiente nota de uno de los códices que decía: Haec statuta quae sequntur, celebravit D. Joannes Sabinensis Episcopus Apost. Sedis Legatus in generali concilio Illerdensi praesentibus S. (Sparago) Terrachonen. Archiepiscopo et B. (Berengario de Palou) Barchinonensi, G. (Guillermo de Cabonellis) Gerundensi, G. (Guillermo de Tavartet) Vicensi, P. (Petro de Puigvert) Urgellensi, B. (Berengario de Eril) Illerdensi, P. (Poncio de Torrella) Dertusensi et G. (García de Gudal) Oscensi Episcopis; necnon Abbatibus et aliis ecclesiarum Praelatis in anno Domini M.CC.XXIX. IIII kalendas aprilis. No deja de ser extraño que no quede aquí memoria ninguna de tan célebre concilio, ni del lugar donde se tuvo, ni de cosa a él perteneciente. La mayor parte de estos Obispos se hallaron en el primer concilio provincial Tarraconense, que se tuvo ya el año siguiente 1230. Mas el nuestro no asistió a él si no es por procurador, como se lee en alguno de estos códices. Y llamo a este primero en el estado moderno, porque los dos que se suponen del siglo XII son una fábula, como diré de propósito cuando tenga ocio. 

En el año 1232 hizo con su Capítulo la ordinación en que se confirmó el número de veinte y cinco canónigos, y excluyó de toda voz activa en la iglesia a los honorarios, es a saber; Arzobispos, Obispos, Abades, etc., y aun algunos legos, a quienes se concedía la porción y honor canonical, quedando excluidos de todo lo demás. Fue copiada (a: Ap. núm. XV). Otras constituciones suyas y del Capítulo quedan del año 1234, en las cuales se arregló la porción que se debía dar a los canónigos de Roda cuando viniesen a Lérida por causa justa: quacumque hora venerint, dice, vel recesserint a pulsatione aurorae usque ad pulsationem cimbali, quod latronis communiter appellatur, tribus diebus suam accipiant portionem. Lo mismo se establece a proporción respecto de los canónigos Ilerdenses extravagantes seu volatiles, a los cuales define así: qui ad minus per octo menses residentiam non fecerint personalem. En Roda consagró el altar de San Vicente a 9 de julio de 1234, y del año siguiente me acuerdo haber visto en aquel archivo una memoria de su existencia, aunque ahora ni sé cual es, ni el día de su fecha. Y me fuera importante, porque en los Episcopologios manuscritos se dice que murió este Obispo en 1234. Pero a falta de aquella hay aquí otra del día VIII. kalendas februarii de 1234 (que es nuestro 1235), y es la escritura con que el Obispo Berenguer dio a Bernardo Pichario honorem cum capud manso de Alfagis. Suscribe en ella como testigo Magister Petrus de Albalate Sacrista Illerdensis, que es el Obispo sucesor; el cual como veremos no fue electo hasta el mes de octubre de 1236. Así que no hay necesidad de anticipar tanto la muerte de nuestro Berenguer; que atendida la costumbre de entonces en la poca duración de las vacantes, debe fijarse a mitad del mismo año 1236. 

PEDRO DE ALBALAT,

de 1236 a 1238.

Sacrista de esta iglesia desde antes del año 1228, y en 1233 juntamente Prepósito de San Andrés. Este es el llamado comúnmente magister, dictado con que suscribe en varias escrituras del 1232, 34 y aun del 36. Esta última es notable para fijar el principio de su obispado. Se reduce al establecimiento de un censo que él mismo hizo V idus jannuarii anno Domini M.CC.XXXV. (que es el 9 de enero de 1236) en que firma magister P. de Albalato, Illerdensis Sacrista. 

Con esto es claro que no fue electo Obispo en todo el 1235. Mas no son menester conjeturas, habiéndosenos conservado en el archivo de Roda el decreto de su elección que he copiado (a: Ap. núm. XXX.). En él verás que por la muerte del Obispo Berenguer de Eril los Capítulos de Lérida y Roda eligieron magistrum Petrum, Sacristam nostrum, y que esto fue el día 14 de octubre de 1236, que es la fecha del decreto, o muy pocos días antes. Va dirigido al Arzobispo electo y administrador de Tarragona Guillermo de Mongrí. Con esto está dicho que si este Obispo fue monje de Poblet, como pretenden los historiadores de aquella casa, sería después de su promoción a esta Silla, porque hasta esa época suena Sacrista Illerdense. La reputación en que estaba este Prelado puede inferirse del encargo que el Papa Gregorio IX le hizo junto con San Bernardo Calvó, Obispo de Vique, y San Raimundo de Peñafort para elegir el primer Obispo de la nueva iglesia de Mallorca y consagrarle a nombre de Su Santidad, buscando para ello otros Obispos que no fuesen de la provincia Tarraconense, recibiendo del candidato el juramento de obediencia a la Silla Romana. Este punto de nuestra historia no conocido hasta ahora, lo verás en el Viaje de Mallorca. La data de dicha bula es de 15 de julio de 1237. Eligieron en efecto a Don Raimundo Torrelles, primer Obispo de aquella isla, donde a principios del año siguiente estaba ya desempeñando su oficio.

Poco más de un año gobernó el nuestro esta iglesia, mas en eso poco hizo una solemne constitución a 11 de diciembre de 1237, fijando el número de canónigos en veinte y cinco, como estaba mandado, y el de las doce preposituras servideras por los mismos canónigos, las cuales diesen las décimas de sus frutos a la obra de la iglesia, mientras durase su fábrica. Entre las porciones canonicales señala la que se debía dar magistro scolarium qui in grammatica regat et doceat, como entonces, por falta de dotación, no produjese aquella escuela los frutos que solía antiguamente. Muy pocos días pasaron después de establecida esta constitución que no fuese promovido a la Silla de Tarragona, en la cual consta que se hallaba ya a principios de 1238, que como Metropolitano se halló en la conquista de Valencia desde la mitad de ese mismo año, en cuyo sitio recibió el palio, según hallo notado en un Croniconcito de Mallorca. Con esto cuadra la elección del sucesor, de que ya se trató a 29 de abril del mismo. Conforme a estos datos ciertos, debe explicarse la nota que hay en un Episcopologio manuscrito de este archivo, de cierto establecimiento de alfages por censo de una libra de pimienta, hecho por nuestro Obispo XI kal. martii de 1238, que según la cuenta usada entonces corresponde al 19 de febrero de 1239. Si se hallase el instrumento original, se vería si hay yerro en esta fecha. Mas cuando sea la misma, debe decirse que contó el notario los años Julianos, como tal cual vez lo hacían contra la costumbre común. De modo que no cabe duda que el Obispo Pedro de Albalat sólo lo fue hasta los principios de 1238. En el Catálogo de Arzobispos Tarraconenses hallarás lo demás que pertenece a su vida y operaciones pastorales. Pertenece al tiempo de este Prelado la celebración de un Concilio tenido en esta ciudad el año 1237, en el cual se encargó a varios religiosos Dominicos y Franciscanos la inquisición contra los Judíos del reino. Esto dice la Historia de Languedoc, lib. XXV. 

RAIMUNDO DE CISCAR (o SISCHAR), (o Siscar)

de 1238 a 1247.

Del cual los historiadores del monasterio de Poblet dicen que fue monje en aquella casa; y esto, atendida la costumbre de aquellos tiempos, no se opone a que hubiese sido, como realmente lo fue y diré luego, canónigo de la iglesia de Roda. Del archivo de dicha iglesia me consta que a 27 de abril de 1238 se juntaron ambos Capítulos para esta elección, la cual hicieron por compromiso en siete canónigos, cuatro de Lérida y tres de Roda. Recayó la elección ese mismo día en nuestro Raimundo de Ciscar, de la noble familia de este apellido, hoy arraigado en el reino de Valencia. La primera memoria que hay de su pontificado es del día 26 de abril de 1239, en que hizo con el Precentor de Lérida una permuta que está copiada en el Libro verde (fol. 197). Aun antes de ese día, en el 18 de abril, sabemos que asistió al primer concilio provincial, que juntó el Arzobispo Pedro de Albalat. Hallose también en el de Valencia de 8 de mayo de 1240, en el de 5 de mayo de 1243, en el de 12 de enero de 1244, y por último en el de 1 de mayo de 1246.

Por este tiempo se suscitó el pleito entre este Capítulo y el de Roda sobre la concurrencia del último a las elecciones del Obispo y otros puntos. El de Lérida recusó por juez en esta causa a nuestro Obispo Raimundo por haber sido canónigo de Roda y por su mucha adhesión a aquella iglesia. Esto pasaba en el año 1243 cuando se nombraron otros jueces árbitros en la causa, como ya se dijo en la historia de la iglesia de Roda. Sin embargo, se halla que en el año siguiente el Obispo con el Metropolitano de Tarragona dieron la sentencia final, como allí se explicó, la cual rigió hasta que por reservas papales y por concordato los Capítulos quedaron privados de elegirse su Pastor.

Dos años después, digo en el de 1246, se tuvo aquí el concilio o junta de Obispos en la causa de la absolución y penitencia impuesta al Rey Don Jaime I por haber cortado parte de la lengua y desterrado de sus reinos al Obispo de Gerona Berenguer de Castellbisbal. Cosa de que ya se habló en la carta XXXIV. Y es bien notable el silencio y ningún documento que hay aquí de negocio tan famoso como cierto, que acaso podía recibir mayor ilustración. Quédanos de este Obispo un copioso sínodo que celebró en su Catedral: que es el primero que se ha conservado de aquellos tiempos. Sus Constituciones versan sobre los ritos en los sacramentos, sacrificio de la Misa y reforma del clero. Van copiadas del códice que ya dije del archivo de la cofradía de Santa María y San Salvador (a: Ap. núm. XXXI). 

Su muerte debe fijarse hacia la mitad del año 1247. Porque es cierto que vivía aún el día 22 de abril de ese año, en que se celebró concilio provincial en Tarragona, al que envió por su procurador a G. Vitalis, sin duda por hallarse ya enfermo. Con esto no es menos cierto que había ya fallecido mucho antes del noviembre del mismo año, como vamos a ver en el sucesor

FRAY GUILLERMO BARBERÁ,

de 1248 a 1254.

De la orden de Predicadores, electo por autoridad pontificia, siendo el primero en esta iglesia en quien la Sede apostólica usase de su derecho en causa de apelación. Fue así, que no concordando los Capítulos de Lérida y Roda en el nombramiento de Obispo, resolvieron enviar a Roma dos comisionados, que fueron Mateo, Arcediano de Terrantona, y Pedro de Lerato, Precentor de Lérida; a los cuales otorgaron poderes VI idus de noviembre de ese año 1247 para que pudiesen ellos solos elegir Obispo de voluntad y consentimiento del Papa. Resintiose el Metropolitano Don Pedro de Albalat de esta apelación, ya por tocarle a él la elección devoluta, y acaso también por la circunstancia de haber él sido antes Obispo de esta misma iglesia. 

Y así envió a Roma su embajador, pidiendo que se conservase ileso su derecho y se declarasen inhábiles para elegir Obispo los dos enviados por los electores. El Papa Inocencio IV cortó este negocio con prudencia, y con su breve dat. IX. kal. jan. pontific. anno V, (que es a 24 de diciembre del mismo año 1247) dio comisión al mismo Arzobispo de Tarragona, a San Raimundo de Peñafort y a Fr. Miguel (Fabra sin duda), ambos religiosos Dominicos, para que proveyesen de Obispo a esta iglesia. Dos meses y medio tardaron en ello, y a 2 del marzo siguiente 1248 nombraron a nuestro Fr. Guillermo, entonces Prior del monasterio de Santa Catalina de Barcelona; el cual seis días después, a 8 de marzo, fue confirmado por el Metropolitano, y juró en sus manos la obediencia canónica. Todo esto consta parte de este archivo y parte del proceso que extracté en el de Tarragona, cuya copia va adjunta (a: Ap. núm. XXXII). El día 15 de marzo del mismo año le hallamos ya asistiendo al concilio provincial de Tarragona, como también sabemos que acudió el año siguiente al que se juntó en Alcañiz, poco conocido hasta ahora, y del cual he recogido algunas Constituciones sueltas. Tampoco faltó al que tuvo Don Benito Rocaberti, Arzobispo de Tarragona a 8 de abril de 1253. 

Estos cuidados no le estorbaron el que le merecía su iglesia. Así nos queda de él un sínodo que aquí celebró, aunque ignoramos el año. Va copia (a: Ap. núm. XXXIII.) de sus Constituciones sobre la residencia de los párrocos y la moderación de su porte, etc. Otras hizo para el régimen interior de la Catedral en el Capítulo general del año 1251, que se tuvo, según costumbre, en la vigilia de la Asunción, que es el titular de la iglesia. Estableciose, pues, que ninguno fuese admitido en canónigo que no prestase obedientiam manualem Episcopo y jurase canonicam servare. Item, que el libro donde se escribían las Constituciones capitulares se guardase en una arca en la sacristía, de la que tuviese una llave el Deán y otra el Sacrista. Es posible que la palabra Deán se substituyese en las copias que yo he visto a la de Prior. Porque cierto es que en ese año no se había aún introducido aquí la dignidad de Deán, porque se substituyó tres años después a la de Prior, resolviéndolo así nuestro Obispo con el Capítulo día XVI. kal. nov. del 1254, como ya se dijo. Firma en esta escritura el Obispo de su mano, llamándose frater Guillermus, como también he visto en otra escritura original X kal. julii del mismo año. Con esto queda evidenciado que este Obispo no murió hasta fines de ese año lo más pronto; y aun yo juzgo que vivió hasta más de la mitad del siguiente, pues estaba la Sede vacante XV kal. decembris de 1255; y estas vacantes no solían ser largas. Como quiera Fr. Guillermo murió en Barcelona, y está enterrado en la iglesia de su convento en la capilla de Santa Ana.

BERENGUER DE PERALTA.

1256.

Canónigo de esta iglesia, como he visto en escrituras del 1243. Y en la escritura que antes dije de la erección del deanato, XVI. kal. nov. de 1254, se halla su firma original así: Ego B. de Peralta, Sacrista Illerdensis subscribo. Debió ser electo a principios del 1256: pues como ya dije XV. kal. decembris de 1255 Arnaldus de Verneto (Arnaldo, Arnau de Vernet), decanus et helemosinarius Sedis Illerdae consilio totius Capituli, Sede vacante, estableció en censo a Domingo de Talavera un huerto. Murió dentro del mismo año 1256 el día 2 de octubre, como se lee en su inscripción sepulcral, en la cual se le da el dictado de electo, no permitiéndole consagrarse o la brevedad de su pontificado o su humildad. Sin embargo, asistió al Capítulo general de la fiesta de la Asunción, y en él hizo la Constitución de creatione notarii, que después confirmó el Obispo Pedro de Rege en 1299, llamándola Statutum clarae memoriae B. electi Illerdensis (Lib. constit. let. A, fol. 38). Dícese que fue religioso Dominico, y en ese traje le pintaron en una tabla antigua de la Catedral vieja. Repito que esto nada tiene de singular en aquellos tiempos, y como este se podían citar muchos ejemplares. Lo cierto es que falleció con grande opinión de santidad, y que se le dio culto en esta iglesia hasta después de todo el siglo XIV. Así es que a 2 de diciembre de 1370 Juan de Peralta, canónigo y acaso pariente del Obispo, obtuvo licencia del Capítulo para instituir quandam cappellaniam in et super altari seu sepultura SANCTI Berengarii Sedis Illerdensis. El mismo título de Santo se le da en el Catálogo de aniversarios para leer en la Pretiosa el día 6 de marzo. 

Por una consecuencia de esto la puerta de la iglesia inmediata a su sepulcro se llamaba de San Berenguer. Más es que todo esto la costumbre de esta iglesia, de que hay todavía testigos oculares, de que en algunas procesiones el clero hacía estación ante su sepulcro, turificaba y decía las oraciones de la fiesta.

GUILLERMO DE MONCADA,

de 1257 a 1282.

Deán de esta iglesia y de la nobilísima familia de este nombre (Montechateno y variantes) en Cataluña. Debió ser promovido a esta Silla a fines del 1256 o a principios del 1257 y muy poco después de la muerte del antecesor, pues ya se halló como Obispo electo en las cortes que Don Jaime I celebró en Lérida a 4 de abril de 1257 para confirmar a las iglesias todos sus derechos y privilegios, cuyas actas se hallarán en la Marca Hisp. y en la Colección de concilios de Aguirre. Acaso por no estar confirmado no asistió ni envió procurador al concilio de Tarragona, tenido pocos días después, a 16 de mayo del mismo año, como resulta de sus actas. En escrituras de 1261 suena todavía electo. Del mes de agosto de este año quedan las Constituciones que estableció con los canónigos en el Capítulo general sobre la residencia de los beneficiados y obligación del Succentor en cuidar de ellos y dar cuenta al Obispo, Deán o Precentor. Item que los que ultra el número de veinticinco canónigos consiguiesen expectativas, no tuviesen voz en Capítulo ni prepositura hasta que de hecho consiguiesen la prebenda futura. Item se fijó el orden con que debían firmar los capitulares; es a saber: en la una parte el Obispo, el Deán, el Arcediano de Lérida y el de Ribagorza. En la otra el Precentor, Sacrista, y los Arcedianos de Terrantona y Benasque; los canónigos por antigüedad de recepción. Otras se hicieron de secreto Capituli, de capis sericis, de volentibus ire ad studium y de testamentis, mandando en esta última que los bienes de los canónigos intestatos quedasen a disposición del Capítulo.

Del año 1262, a 4 de mayo, se conserva la escritura original de cierta concordia que este Obispo y su Capítulo hicieron con Pelay Periz, Maestre de la orden de Santiago. Cuelga en ella estampado en cera el sello de nuestro Prelado, que representa la imagen de un Obispo con báculo y en ademán de dar la bendición, y en el reverso un lirio (divisa de Lérida) con dos escuditos al lado del tronco o vástago, de los cuales el uno son los ocho panecillos de Moncada, (N. E. ¿serán 8 eslabones de cadena, cathena, cada; u 8 mantecados?) y el otro las barras de Cataluña, leyéndose al rededor: Exaudi orationem meam cum deprecor. En 1266 se halló en el concilio provincial de Tarragona que celebró su Arzobispo Don Benito de Rocaberti a 21 de octubre, y también al de 1273. En el Libro verde (fol. 295) está copiada la escritura de concordia que nuestro Obispo hizo día 5 de julio de 1272, con el Capítulo de la iglesia de Roda y su Prior Bernardo de Galliner, cediéndole la jurisdicción de las torres de aquella villa, y no obligándole a mantener allí al Obispo de Lérida más de dos días, menos (excepto) que fuese allá por negocios de aquella iglesia. Mediaron en esto Fr. Pedro de Copons, guardián de los frailes Menores de Monzón, y Fr. Miguel de Conchell, de la misma orden. 

Concluyose por estos tiempos la fábrica de la antigua Catedral, y pudo ya consagrarla nuestro Obispo en 1278, a 31 de octubre, como se dijo en su lugar. También se nos ha conservado un sínodo que tuvo en su Catedral, aunque no nos consta el año. Van copiadas sus Constituciones (a: Aps. núms. XXXIV y XXXV.)

No murió este Obispo hacia el 1280, como algunos dijeron. Porque es cierto que vivía aún a 13 de septiembre de 1281, fecha de la escritura original, con que nuestro Obispo aprobó la licencia que el Arcediano Guillermo de Moncada y todo el Capítulo habían dado a Arnaldo de Vernet, Deán, para construir un altar de Santa Ana detrás del mayor (a: Ap. núm. XXXVI.). Hay en ella un sello propio del Obispo de Moncada, el mismo que describí arriba. Y el Arcediano Guillermo de Moncada era persona distinta de nuestro Obispo, que en varias escrituras, durante este pontificado, suena canónigo desde 1268.

Más es, que en 1282, a 8 de septiembre, todavía hay licencia dada por este Obispo al mismo Deán para labrarse un sepulcro junto al altar sobredicho de Santa Ana. Así que debe fijarse su muerte a fines de ese año 1282: y esto cuadra muy bien con los principios del gobierno del sucesor. Dícese que tenía su sepulcro en la capilla de San Pedro de la Catedral antigua, la cual mandó construir su sobrino Don Pedro de Moncada en el testamento que hizo el año 1300. De su tiempo es la curiosa constitución que remito del Rey Don Jaime prohibiendo a los barberos de Lérida afeitar en día de fiesta (a: Ap. núm XXXVII.). 

GUILLERMO B. (BERNARDO) DE FLUVIÁ,

de 1283 a 1284.

Canónigo de esta iglesia desde antes del 1268, y posteriormente Arcediano de Ribagorza. No consta el día de su elección en Obispo; pero debió ser en los principios de 1283, puesto que en la fundación de cierto aniversario del día 24 de febrero de ese año se llama todavía electo. También se sabe que se halló en el concilio provincial celebrado por el Arzobispo Don Bernardo Olivella de 23 de enero del mismo año, en el cual se pone su nombre en el último lugar. Aunque yo entiendo que estas dos memorias, o a lo menos la última, puedan y deban pertenecer al año siguiente 1284; porque es cierto que esta fue la costumbre común entonces de contar por los años de la Encarnación. De todos modos, por lo dicho del remate del pontificado anterior, se ve que este no comenzó hasta el 1283. En el Capítulo general del mismo año, vigilia de la Asunción, hizo la constitución de los siete canónigos presbíteros obligados al turno de las conventuales, por semanas. Además de estos sólo debían ser sacerdotes el Deán, el capellán de San Pedro y el del Conde. En 1284, a 23 de octubre, consagró el altar que poco ha decía de Santa Ana, y en el siguiente, a 17 de septiembre, consagró el de San Vicente. Ambas memorias quedaban en sendas inscripciones de la Catedral vieja. Nada más nos consta de su vida ni de su muerte, cuya época es muy oscura, por serlo igualmente la de la entrada del sucesor

GERALDO DE ANDRIANO, O ANDRIA (Andría) O ANDIRÁ, 

de 1291 a 1298.

De todos estos modos expresan su apellido los monumentos que de él nos quedan. Dícese que era extranjero; en cuyo caso no sé cómo sería su elección en Obispo. Hállase ya como tal asistiendo al primer concilio provincial que celebró el Metropolitano Don Rodrigo Tello a 15 de marzo de 1291, donde se escribe el nombre de Geraldo Illerdense en el último lugar de los que asistieron. No se sabe si se halló en alguno de los otros tres que juntó el mismo Arzobispo, porque en las actas que yo tengo de ellos no se ponen los nombres de los sufragáneos. Aunque es indubitable que se halló en el tenido en Lérida día 1.° de agosto de 1294. Porque cierto es que nuestro Obispo se hallaba entonces aquí, donde a 6 de marzo del mismo año había celebrado sínodo diocesano en su Catedral, de quien sólo nos queda una Constitución sobre la audacia de los curas y clérigos que burlaban las censuras episcopales (a: Ap. núm. XXXVIII.). Hallábase en Barcelona VI kal. martii anno Domini MCCLXXXXII, cuando con esta fecha concedió indulgencias a los que en su obispado diesen limosna a los cuestores del hospital de Santa Eulalia del Campo de Barcelona. Et Deo datae, dice, seu conversae hospitalis praedicti propter magnam paupertatem quam sustinent, non possint multitudini egenorum, et infirmorum ad ipsum confluentium, nec etiam infantibus qui frequenter inibi exponuntur, quibus habent nutrices conducere prout expedit necessaria ministrare (Archivo de Santa Ana de Barcelona, original copiado por Martí en las Avellanas).

El año siguiente 1293 había concedido a los paheres de esta ciudad que aun en tiempo de entredicho pudiesen tocarse, según costumbre, las campanas llamadas cimbala latronis et aurorae, que ya se dijo otro día lo que eran. Lo más notable de su pontificado es la entrega del Santo Pañal a esta iglesia, verificada en 1297, cuidando este Obispo que se tomase jurídica declaración al dador Arnaldo de Solsona. De esto se dio completa noticia en los correos anteriores. Sábese que existía aún día 28 de junio de 1298, en que dio la colación de la iglesia de Crespá a Bononato Mazareto, presentado por el Castellán o Comendador de Monzón. Por desgracia está gastado el sello de esta escritura original, en que sólo se descubre una flor de lirio. Lo destruido nos daría alguna noticia más de su persona.

Ignórase el día de su muerte, pero debió sobrevivir muy poco a esta época, pues a mediados del año siguiente se halla ya gobernando esta iglesia el sucesor 

PEDRO DE REGE, 

de 1299 a 1307. 

Llamado así, como conjetura el Sr. Caresmar en la brevísima cronología que escribió de los Obispos de esta iglesia, eo quod nutritus fuerit in domo Regis. En alguna escritura he hallado que se nombra de Regio; con lo cual queda lugar para sospechar si su apellido sería Rey o Reig. Lo que consta ciertamente es que era hermano del famoso Jaime de Roca, Sacrista de esta iglesia, Deán de la de Valencia y después Obispo de Huesca; el cual en la escritura de fundación del altar de San Nicolás de esta Catedral, hecha en 1268, ya habla de nuestro Obispo, canónigo entonces de la misma. Sucesivamente fue Sacrista y Precentor. Era juntamente canónigo de Valencia en el mes de agosto de 1269, cuando el Rey Don Jaime I le nombró Prior del monasterio de San Vicente Mártir de aquella ciudad. Llámale Pedro de Rege. Existe la noticia de esta provisión en el Archivo real de Barcelona (Reg. IX. Jac. 1, part. 2.a fol. 195). 

Hallámosle ya presidiendo como Obispo en el Capítulo general de la Asunción de nuestra Señora de 1299, en el cual hizo varias Constituciones, la del turno de semanas de los canónigos, diáconos y subdiáconos que debían ejercer su oficio en los domingos y fiestas colendas. En otra se mandó que los bautizos se hiciesen sólo en la Catedral, quoniam, dice, Illerdensis ecclesia mater nostra hedificata seu constructa est in montis celsitudine, propter quod a parrochianis eiusdem consuevit rarissime visitari. Item se confirmó la costumbre antigua de que el capellán del Conde dijese la misa de la aurora. A más de esto recopiló todas las Constituciones útiles de sus antecesores, cuya colección está en el libro de ellas, let. A. Otras muchas Constituciones estableció en el mismo Capítulo general del año 1304. Más trascendentales y curiosas son las que ordenó en el sínodo que celebró en esta Catedral, día 5 de diciembre de 1301, de las cuales nada digo ahora, que harto es haberlas copiado por extenso (a: Ap- núm. XXXIX). De varias escrituras, que citaré en el artículo siguiente, se colige que nuestro Obispo murió antes del día 16 de mayo de 1307. 

En la Consueta antigua de esta iglesia, que vi en Roda, hablando de las estaciones en el día de Ánimas, se dice enterrado en la capilla de San Nicolás; que es puntualmente la fundada por su hermano Jaime de Roca. Lo mismo querrá indicar el libro antiguo de aniversarios cuando dice que tenía su sepultura junto al Portal del (dels) Fillols. En su sello pintaba tres barras con una torre y dos peñas o rocas y dos estrellas, y al rededor el lema: Gratia Dei sum id quod sum.

Memorable será siempre su pontificado para esta ciudad por la fundación de su Academia literaria en el año 1300, en que es de creer que tuviese grande influjo el Prelado, que tan estimado era del Rey como suponen.

El sucesor fue

PONCE DE AQUILANIU (DE AQUILANIDO), (nido de águila

de 1307 a 1313.

Electo (como dicen los Episcopologios manuscritos de esta iglesia) en 1307, como que ya subscribió en dos escrituras de disposición testamentaria del Obispo anterior, una del 16 de mayo y otra del 6 de septiembre de ese año. En el archivo de Roda, de cuya iglesia era Prior, se lee que fue electo en 1308. Y por la verdad sus firmas en las sobredichas escrituras no prueban que fuese ya Obispo en los días de sus fechas, pudiendo subscribir confirmándolas mucho después. Lo que yo puedo asegurar es que era ya Obispo confirmado y consagrado el día 9 de diciembre de 1308, en que celebró aquí un sínodo, cuyas Constituciones van copiadas, como todas las demás (a: Ap. núm. XL.).

Tampoco fue tan breve su pontificado como se ha creído. A lo menos me consta del mismo archivo de Roda que vivía a 21 de octubre de 1313, aunque ya enfermo, y que por esta causa no pudo confirmar la elección de Prior de aquella iglesia, que recayó en Bernardo de Avellana. Mas debió morir de esa misma enfermedad, constando que a mitad de abril del año siguiente 1314 ya era Obispo el sucesor. 

(Continuará en otro tomo. Ahora siguen los apéndices al tomo XVI)

dijous, 21 de juliol del 2022

CARTA XLIX. Adiciones e ilustraciones del episcopologio antiguo Ausonense, publicado por el P. M. Fr. Enrique Flórez.

CARTA XLIX. 

Adiciones e ilustraciones del episcopologio antiguo Ausonense, publicado por el P. M. Fr. Enrique Flórez. 

Mi querido hermano: El episcopologio antiguo de la iglesia de Vique, ordenado por el P. M. Flórez, necesita de gran corrección. Las escrituras nuevamente descubiertas nos dan noticias más copiosas y averiguadas de los años en que existieron aquellos antiguos prelados, sus elecciones en obispos, testamentos, óbitos y otras cosas que fijan su cronología de un modo seguro e indubitable: esto sin contar sus hechos ignorados hasta aquí, y la mayor exactitud de los ya sabidos. Esta consideración me obliga a emprender de nuevo este trabajo, dejando intactas las memorias que aquel sabio escritor publicó ajustadas a la verdad histórica, y añadiendo solamente las halladas de nuevo, y las correcciones que me han parecido oportunas. Con lo cual otro más desocupado podrá, reuniendo los dos escritos, formar entero este catálogo. 

Citaré las sobredichas escrituras, poniendo entre ( ) los números con que las ha señalado el presbítero D. Domingo Jaumá, sujeto muy versado en la paleografía y en la historia de esta diócesis. Y primeramente nada me ocurre que añadir a las memorias de los obispos anteriores a la invasión de los árabes; porque ya el P. Flórez disfrutó la noticia que de ellos nos queda en los códices de concilios Urgelense y Gerundense, que es lo único que yo pudiera alegar como viajero. Así que notaré solamente los nombres de aquellos prelados con los años de su existencia que constan de dichos concilios. 

Obispos. Años de su existencia. 

(N. E. Ya se ve que son nombres catalanísimos)

CINIDIO 516. 517. 

AQVILINO (AQUILINO)  589. 599. 

ESTEBAN 614. 633. 

DOMNINO 638... 

GVERICO (GUERICO) 643. 653.

WISEFREDO 683. 693. 


Obispos posteriores a los árabes. 

GODMARO.

Tampoco hay cosa que añadir a lo que dice de este obispo el P. Flórez, el cual fija bien su época desde el año 886 hasta 898. Sólo advierto que la inscripción de Empurias que deseó aquel escritor (pág. 75) la copiaré en el viaje de Gerona, tal cual se halla, y entonces como en su propio lugar se dirá quién era el conde Suniario, que se mezcló en los negocios de aquella iglesia: y también se verá que no está errada la indicción XV, y que la fecha allí notada no es el año 935, sino el 926; ni el año 48 de Carlos el Simple, sino el 30; con lo cual se corregirán las equivocaciones de quien puso el prólogo al tomo XXVIII de la Esp. Sagr., engañado con la copia que le dieron de aquel monumento. 

IDALCARIO 

(Idelhero, o Idalquero.) 

desde 902 hasta 914. 

La primera noticia que tuvo el P. Flórez de la existencia de este obispo es el concilio de Barcelona del año 906. Mas en el archivo de esta catedral (522) se halla de él memoria anterior algunos años; es a saber, la donación de una casa cum sua quintana, hecha por un cierto Esteban ad domum Sancti Petri in Vico... in manus Idalquerio episcopo, et quamdiu vixerit ille, et omnes successores sui teneant &c. La fecha dice: Facta scriptura donationis Idus Aprilis anno V. regnante Karulo rege (Karolo, Karles, Carlos, Charles, etc). Los años del rey Carlos el Simple cuentan algunos desde el 900 de Cristo, cuando fue reconocido pacíficamente por rey en toda la Aquitania y Marca 

Hispánica. Según esta opinión de Mabillon, Campillo y otros diplomáticos, la sobredicha donación pertenece al año 904. Mas como en la mayor parte de las escrituras de ese tiempo que he visto aquí, sea todavía más común la época desde la muerte de Odón en 898, sin gran arbitrariedad diremos que la donación es del año 902; en el cual existiendo ya este obispo, debe ser tenido por inmediato sucesor de Godmaro, y elegido muy poco después de su muerte. Este cómputo último se prueba con la donación de la iglesia de Olost, que hizo el conde Wifredo a nuestro obispo (de la cual habló Flórez, pág. 81): cuya fecha entera, como he visto en la escritura  original, dice así: Kal.endis Ianuarii anno incarnationis Iesu Christi DCCCCVIIII. anno XII. regnante Karulo rege filio Ludovici post discessum Odonis regis. Porque muy clara es la cuenta que aquí se siguió desde el año 898. Muchas ocasiones se me ofrecerán de ilustrar este punto diplomático; y acaso lo haré algún día de propósito.

El monumento más insigne del pontificado de Idalcario, es el concilio de Barcelona del año 906, donde peroró elocuentemente a favor de su iglesia, y logró que se quitase el tributo anual de una libra de plata que Teodardo, arzobispo de Narbona, había impuesto a su antecesor Godmaro, y Arnusto sucesor en aquella metrópoli impuso de nuevo al mismo Idalcario. No reproduciría yo esto, sino para decir que he hallado aquí un ejemplar de las actas de dicho concilio con las firmas originales de los prelados que asistieron a él; del cual va una copia exacta, porque su texto me parece más correcto que el impreso por Balucio y Flórez, en los cuales falta además la firma del obispo de Barcelona Teuderico, que aquí se halla original como las otras (a: Apend. n. XI). Masdeu decide resueltamente (b: Hist. crit. de Esp. tom, XV. p. 224) que este concilio de 906, y el del año siguiente celebrado en S. Tiberio, diócesis de Agde, relativos ambos al tributo impuesto por la iglesia de Narbona a la de Vique, son apócrifos, inventados posteriormente por los franceses, promovedores del derecho metropolítico de aquella sede. ¿Qué diría este escritor si viese con sus ojos, como la estoy yo viendo, la escritura que digo, que sin disputa es de aquel tiempo, y autorizada con las 

firmas originales de los obispos asistentes: firmas idénticas con otras que quedan de los mismos en escrituras de otra especie, como por ahora lo pudiera demostrar respeto de la de Nantigiso, obispo de Urgel? Tengo para mí que si tal viese aquel escritor, que esta y otras cosas muy ciertas puso en duda, convencido de la verdad retractaría lo que dijo por no haber visto los documentos de nuestros archivos. 

Volviendo a las memorias de nuestro obispo, he tenido el placer de encontrar aquí (528) su testamento original inédito. Su fecha es XV. Kal.. Martii anno XI. regnante Karulo rege; la cual según las varias épocas de este reinado puede acomodarse a diferentes años; mas en ninguna de ellas puede pasar del 912, y según la cuenta más común aquí, como dije arriba, téngolo por del año 908. Hallábase, como él mismo dice, enfermo ya mucho tiempo había; y acaso esta enfermedad de que no curaría, le estorbó asistir al concilio de Foncuberta, celebrado en 911 para restituir a la iglesia de Urgel los derechos que le usurpaba Adulfo, obispo de Pallás (Pallars; Ataúlfo, Adolf, Adolfo). En este concilio subscribió en lugar de Idalcario, no Aicardo, como dijo Flórez (pág. 81) siguiendo a Marca y a otros, sino Adalbaldus legatus domni Idalcharii, como se verá en la copia de las actas que hallé en Urgel, e irá en el viaje a aquella iglesia. 

El Aikardo que allí subscribe con el simple dictado de Sacerdos, no sé quién era, ni a qué iglesia pertenecía. Mas de Adalbaldo presbítero, el mismo obispo que le envió a aquel concilio, hace mención en el testamento de que voy hablando; en el cual, después de implorar con expresiones muy humildes el perdón de sus culpas, nombra por albaceas al benignísimo príncipe Wifredo, al obispo de Urgel Nantigiso, y a tres de sus canónigos Audgario, Adanagildo y Rodulfo, a los cuales encarga que repartan sus muebles y alhajas como expresa a continuación. Va copia de este instrumento que no te pesará leer (a: Apend. n. XII). El llamado en él príncipe Wifredo, era el conde de Barcelona III de este nombre, hijo de Wifredo II el Velloso (Guifre, Wilfred, etc), de quien heredó también el condado de Ausona. Su muerte aconteció a 26 de Abril del año XIV del rey Carlos, según dice su epitafio, que se conserva en el monasterio de S. Pablo del Campo de Barcelona. La confianza que nuestro obispo hizo del conde nombrándole su testamentario, fue pagada por aquel príncipe con la misma moneda, como consta de la ejecución de su testamento, que se halla en este archivo, fecha, no a 1.° de Diciembre (b: Marc. Hisp. ap. n. LXIV. Flórez: tom. XXVIII. p. 85), sino a 31 de Octubre del año XIV de Carlos. Con lo cual se ve que nuestro obispo, uno de los ejecutores de aquel testamento, no murió de la enfermedad que padecía el año XI de dicho rey. Otras ocasiones se ofrecerán donde de propósito se demuestre que el año XIV de Carlos en que murió aquel conde, no es el de la encarnación 914 como dice su epitafio. Por ahora no debo omitir una prueba evidente que resulta de esto que estamos diciendo, comparándolo con la noticia cierta que tenemos de la elección del obispo sucesor Jorge; el cual consta de una manera indubitable que fue electo a 17 de Junio de ese mismo año 914. ¿Quién compondrá con esto la muerte del conde a 26 de Abril, y la ejecución de su testamento por el obispo Idalcario en 31 de Octubre del mismo año? Luego el conde murió el año anterior cuando menos, con lo cual hubiese tiempo para que muerto también Idalcario, se le nombrase sucesor en el Junio de dicho año. Y no sólo al año anterior, sino al de 911 debemos adelantar la muerte y testamento del conde; porque a ese corresponde, según la cuenta común de esta ciudad e iglesia, y aun de toda esta provincia, el año XIV de Carlos. Así los electores del obispo sucesor en 914, contaron en ese año el XVII del mismo. Porque esta es la verdad que desde que murió Odón en 898, Carlos fue reconocido acá por rey. Cualquiera que sea la antigüedad que se atribuya al epitafio, en este punto no debe ser creído, viéndole incompatible con hechos que nos constan como si los viéramos con nuestros ojos. El cantero o el que le dirigió comenzó a contar los años de dicho rey desde el 901: cosa por acá inaudita.

En resolución, el obispo Idalcario murió en los primeros meses del año 914, pues en el de Junio ya tenía sucesor; y bien sabemos la costumbre de aquellos tiempos, que no permitía largas vacantes en las iglesias. 

JORGE 

desde 914 hasta 947. 

El P. Flórez (pág. 85) conjeturó muy bien rastreando por varios caminos que este fue el sucesor del obispo Idalcario; mas reconociendo equivocadamente vivo a este último prelado día 1.° de Diciembre de 914, en el testamento que arriba dije del conde Wifredo, dio por cierto que Jorge no le sucedió hasta el año 915. Yo he hallado aquí (144) la escritura auténtica de la elección de este obispo, y de los medios con que se procuró su confirmación, fecha a 17 de Junio del año de la creación del mundo 4866, de la encarnación de Cristo 914, del rey Carlos XVII después de la muerte de Odón, indicción II. Estos tres últimos cómputos cuadran entre sí perfectamente; con lo cual se evidencia lo que muchas veces he dicho, que acá se contaron los años de Carlos desde el 898 inclusive. La época de la creación del mundo está equivocada, si atendemos a la cuenta comúnmente recibida en la iglesia de haber nacido J. C. en el año del mundo 5199, según la cual el 914 de Cristo debe ser 6113 de la creación. 

No sé si el que extendió la escritura siguió otro cómputo, en lo cual sabes que ha habido gran variedad de opiniones; pero sí sé que su equivocación en esto no hace desmerecer la autoridad que los otros cómputos dan al instrumento. Por desgracia se halla roto en muchos lugares, mas vista su preciosidad e importancia, he copiado las reliquias de él, que no desestimarás (a: Apend. n. XIII). 

Dícese en él que habiendo el obispo Teodrico (que era el de Barcelona, y no el que al fin subscribe Lutevensis ecclesiae episcopus) dado sepultura al obispo Idalcario, y ejerciendo el oficio de visitador de la iglesia huérfana, el pueblo y clero con unánime aclamación pidieron que fuese declarado sucesor Jorge, que según parece era individuo de la misma iglesia. Por consejo del sobredicho obispo, los principales de los electores y el electo también, llevando consigo el decreto de elección firmado por ellos, pasaron a Gerona, cuyo obispo Wigo, por la mayor proporción que tenía de ir y venir a Narbona, quedó encargado de presentarlos a aquel metropolitano. Pero antes consultó el negocio con Riculfo, obispo de Elna, Reginardo de Beziers, y Teodrico de Lodeve; los cuales le dijeron que si venían en ello los obispos Artmando de Tolosa, Gimara de Carcasona, Gerardo de Agde, Ucberto Neumacense, Gunterio (Günter, Günther) de Magalona y Adulfo de Pallás, con el privilegio o aprobación de Agio metropolitano, podía hacer lo que pedían los de la iglesia Ausonense. Así se ejecutó, extendiéndose la escritura de confirmación, firmada por cuatro de dichos obispos, el primero de los cuales, que no puede leerse, acaso será el metropolitano, o Wigo de Gerona, subscribiendo en seguida Reginardo, Gerardo y Teodrico.

De este precioso documento resultan las noticias siguientes: 1.a que a principios del siglo X estaba todavía en su vigor el canon del concilio Valentino del año 546, si no me engaño, en el cual se mandó que en la enfermedad mortal de un obispo acudiese el inmediato a cuidar de la iglesia huérfana; como vemos aquí a Teodrico (o Teodorico si se quiere) de Barcelona enterrando a Idalcario, haciendo el oficio de visitador de su iglesia, y presidiendo la elección del sucesor. Lo mismo se verá después en la muerte del obispo Wadamiro. = 2.a Que para la confirmación de los obispos electos por el clero y pueblo, aún viviendo y ejerciendo su autoridad el metropolitano, se requería el consentimiento de las sedes comprovinciales. = 3.a Que estas en la provincia Narbonense eran XV, inclusa la Septimania y España. = 4.a Que la Marca de España no se contaba por una parte de la Septimania, como pretendió Balucio; de lo cual hablaré a la larga en las Memorias de los condes de Urgel. = 5.a Que en este año 914 aún vivía Adulfo, intitulado obispo de Pallás desde por los años 886, y que era reconocido en la provincia por obispo legítimo, a pesar de la resolución de suprimir esta silla, que tomó el concilio de Foncuberta de 911: especie harto curiosa para lo que se dirá en el viaje a la iglesia de Roda de Aragón. = 6.a Por último, que Agio, metropolitano de Narbona, había ya recibido el palio a 17 de Junio de 914; y por consiguiente que el papa Juan X que se lo concedió, no comenzó su pontificado a fines de Abril de 915, como defendió Papebrochio (in Propilaeo) sino de 914, como había dicho Pagi. Desde ese día 17 de Junio de 914, en que Jorge fue confirmado obispo Ausonense, hay varias memorias que prueban su existencia en esta silla, y las hay ya desde el año inmediato al de su elección, XVIII del rey Carlos, y también del XXI, que son 915 y 918 de Cristo. Ambas anteriores a la primera que conoció el P. Flórez; pero de poca importancia para ser mentadas aquí.

Vengamos a lo que más importa, que es la época de la muerte de esté prelado, la cual dicho escritor (pág. 89) fijó antes del Septiembre de 938. Con esta opinión no cuadra lo que se lee en la carta del docto P. Caresmar sobre la población antigua de Cataluña, es a saber: que el obispo Jorge, a ruegos de Suniario conde de Urgel, y de su hijo Ermengol, consagró la iglesia de Santa María de Moyá (Modielano) X. Kal.. Septemb. del año IV de Luis Ultramarino, que es el 939 (a: Posteriormente me ha enviado el canónigo Don Jaime Ripoll esta escritura copiada de un traslado que existe en el arciprestazgo de la villa de Moyá; y va en el apend. n. XIV.). No es esto sólo. Aún debe alargarse la vida de Jorge seis años más siquiera. Para lo cual se ha de tener presente que al rey Carlos el Simple sucedió algunos años después de su muerte su hijo Luis, apellidado el Ultramarino, cuyo reinado comenzó día 20 de Junio de 936. Según esto, en que están conformes todos los cronologistas, véase a qué año corresponde la escritura de donación de una viña, que se halla aquí original (601) que Aster y su mujer Síndula hicieron ad domum Sancti Petri de sede Vico, vel in manu de Georgio episcopo. Facta donatione V. Kal.. Madii anno VI. regnante Ludovico filio Karoli. 

Véase a qué año pertenece otra escritura del mismo archivo (613) en que Elías presbyter, et Wifredus sacerdos, testamentarios del difunto Wimarano (Guimerá) presbítero, dan a esta iglesia in manu Domno Georgio (Jorge, Jordi, etc) episcopo ciertos campos en el lugar llamado Buada. Facta ista donatione VII. Idus Madii anno VIII. regnante Leudevico rege filium Karloni (Ludovico, Luis etc; rey, hijo de Carlos, Karoli, Karles, Charles, etc). Finalmente véase otra donación (223) que Bonesinda y sus hijos Atila, Ermelda y Adeleva hicieron a esta iglesia de unas tierras, sitas en el lugar de Foncuberta en el condado de Ausona, ut teneat, dice, et possideat Georgius episcopus, vel canonici ipsius ecclesiae. Facta donatione III... Februarii, anno VIII. regnante Ludovico rege filio Karloni. Es claro que la primera de estas tres escrituras originales es del año 942, y las dos últimas son del 944; en cuya época es preciso reconocer vivo al obispo Jorge, si hay fe histórica en el mundo. 

Vivía aún en el año siguiente 945 cuando confirmó la restauración del monasterio de Santa Cecilia de Monserrate, hecha cinco años antes por Suniario, conde de Barcelona y de Urgel, y por su mujer Richildis; cuya escritura original vi en el archivo de Santa María de Monserrate, y en su final se lee: Ego Georgius episcopus (no Gregorius, como dijo el. P. Argaiz en la Perla de Cataluña) concedo ad restaurationem huius cenobii... pariliata (parellada) una de terra ad boves laborandum &c... Et ut haec conscriptio firmis et stabilis permaneat, manu propria &c. = + (cruz, signum) Suniarius Comes. = + Richildes Cometissa.... Acta sunt enim haec anni incarnati Verbi D.CCCC.XLV. Indictione III. VIII. Kal.s. Iulii anno VIIII. regnante Ludovico gloriosissimo rege filio Karoli. Radulfus sacer &c. &c. Ato ac si merito indignus sacer hanc scripturam scripsi, et de rebus meis vineam I. ibidem tradidi; et de manu mea sub die et anno quo supra. Wadamirus archilevita. Sonifredus (Seniofredus) &c. Las épocas de la fecha concuerdan entre sí. El arcediano Wadamiro que subscribe, y el Atón sacerdote que hizo aquí de notario, son sin duda los dos obispos inmediatos sucesores del nuestro. 

Otra memoria queda todavía posterior, y es del día VII. Idus Februarii anno XI. regnante Lodovico rege filio Karloni regi, que contando este reinado desde el Junio de 936 corresponde al 7 de Febrero de 947. En ese día pues, in iudicio Suniario comite, et Wadaldo comite, et iudices Suniario &c... à petitione Wisalfredo, qui est mandatarius Georgio episcopo, qui cathedram beati Petri Apostoli regit hoc tempore, recognoscimus nos Gudemirus &c. La suma de todo es que restituyeron ciertos alodios, quot rex Odo per consilium Wifredi comiti condam concessit ad domum Sancti Petri, seu etiam ad Gotmare episcopo, qui eo tempore regere videbatur praefatam ecclesiam, vel à cunctos successores eius. El original de esta escritura, última memoria de este pontificado, está y lo he visto en el archivo episcopal; y de él, además de todo lo dicho, se infiere que el obispo Jorge no sólo no murió antes del año 938, sino que aún vivía en 947. Resta ahora satisfacer a los dos argumentos en que se fundó el P. Flórez para 

anticipar casi diez años la muerte de este prelado. El primero es un privilegio del mismo rey Luis a favor del monasterio de Santa María de Ripoll, expedido el año III de su reinado, de Cristo 938, en que se habla de nuestro obispo como si ya fuese difunto, puesto que de algunos bienes de aquella casa dice: quae Georgius episcopus concessit. Lea quien quisiere este documento en la Marca Hisp. (apend. n. LXXIV.) donde está impreso; y hallará que lo que de él se infiere es que las donaciones hechas por el obispo Jorge al monasterio, precedieron al privilegio o praeceptum del rey; mas no que el obispo hubiese ya muerto. El segundo argumento tiene apariencia de mayor solidez. Trátase de una bula del papa León VII, que también se halla en la obra citada (apend. n. LXXV.) en favor del mismo monasterio, dirigida a varios obispos de nuestro territorio, entre ellos Wadamiro Ausonensi. Y como aquel papa murió en el año 939, Balucio editor de la Marca Hisp. redujo la bula al 938; en el cual por consiguiente se supone muerto el obispo Jorge, puesto que se menciona el sucesor Wadamiro. 

Ni la autoridad de Balucio (a: Marc. Hisp. col. 387), ni la de los que le siguieron (b: Esp. Sag. tom. XXVIII. p. 89, y tom. XLIII. p. 126), me dispensa de examinar la época de este documento, ni de afirmar que es posterior a lo menos en diez años al de 938. Prueba clarísima de esto es que la bula va dirigida a cuatro o cinco prelados, de los que yo he podido averiguar hasta ahora, los cuales no existían en 938 ni hasta muchos años después, y cuyos nombres sino con espíritu profético no podían ser entonces conocidos. Uno de ellos es Riculfo obispo de Elna; del cual el mismo Balucio afirma y prueba que no entró en aquella silla hasta el 949, habiéndola gobernado su antecesor Wadaldo hasta el 946 cuando menos. Del obispo de Urgel Wisado II tengo demostrado en el episcopologio de aquella iglesia que no lo fue hasta el 942. Ni el mismo abad de Ripoll Arnulfo, en cuyo favor se expidió la bula, entró en el gobierno de aquella casa hasta el 949, como se verá otro día. A la manera pues que esta bula supone existentes en 938 a estos prelados, que no lo fueron hasta pasados algunos años; lo mismo diremos respeto de Wadamiro Ausonense, del cual consta con certeza que no pudo entrar a serlo hasta pasado el 947. Y diremos que la bula que habla de él y de los otros, es (no fingida posteriormente como dice el P. Masdeu, acostumbrado a decir lo mismo de cosas muy ciertas) sino expedida o dirigida muchos años después que muriese el papa León VII (que fue el que confirmó las posesiones del monasterio) cuando vivían todos aquellos prelados a quienes se encarga su observancia, cuyos nombres se pusieron entonces, conservando el del romano pontífice que había concedido aquella gracia. A esta conjetura da margen el hallarse este documento sin ninguna fecha. Y si esta interpretación te pareciese arbitraria, atribuye a lo que quieras su anacronismo, con tal que se diga que no se expidió ni publicó en 938, porque eso no lo sufren las reglas de crítica. Y si se quiere apurar el año de su publicación, yo diría que es uno de los que van desde 949 al 956, porque sólo en ese periodo de siete años se verifica la coexistencia de los prelados sobredichos, como lo verás en el estado siguiente: 

         Desde. Hasta. 

WISADO... Obispo de Urgel. 942 978 

RICULFO... de Elna.         949

 WADAMIRO. de Vique. 947 957. 

ARNULFO... Abad de Ripoll.  949. 956. 

Id... Abad y obispo de Gerona... 956. 970. 

Quede pues asentado que el obispo Jorge vivió hasta el año 947 cuando menos. 

Los necrologios de esta iglesia ponen su óbito, unos a 20 y otros a 21 de Octubre. 

WADAMIRO.

(o Wadimiro)

desde antes del 949 hasta 957. 

Acabamos de ver que el obispo Wadamiro no pudo entrar en el gobierno de esta iglesia hasta fines del año 947 lo más pronto. No he podido dar con acta o memoria alguna que nos asegure de su elección; mas no es poca fortuna el haber topado con otros documentos preciosos de este obispo, a quien debe mucho su iglesia, y de quien sólo se sabía el nombre, y aun ese el único que lo ha puesto en el catálogo ha sido el P. M. Flórez. Por lo mismo te han de ser más apreciables las noticias que voy a escribir. Y primeramente es muy verosímil que este prelado sea el Wadamirus archilevita que subscribió las actas de la restauración del monasterio de Santa Cecilia en Monserrate, de que hablé poco antes. Esto dice bien con la disciplina de aquel tiempo, en que los obispos eran por lo común elegidos del clero propio de cada iglesia. 

Gobernaba ya esta sede en 949, cuando Godemaro y su mujer Elvia le hicieron donación de unas tierras en el lugar de Foncuberta de este condado (639). Donamus,  dicen Domino Deo, et Beato Petro, vel verius Domino Wadamiro episcopo, vel successores eius &c. Facta donatione V. Kal.. Madii anno XIII. regnante Ludovico rege filium Carloni. 

También me acuerdo de haber visto en el archivo real de Barcelona la escritura de elección de Adalaizis en abadesa de S. Juan de Ripoll (hoy de las Abadesas), hecha por el conde Borrell, concurriendo nuestro obispo Wadamiro, el conde Seniofredo, y otros personajes: ante el presbítero Guiliardo, su fecha XVII. Cal. Septemb. anno XIV. regni Ludovici filii Caroli, indictione VIII,; cómputos que cuadran bien, y corresponden al año 950 de Cristo. Esta es la única nota que tomé del documento; pero es cierta. 

Acá queda otra donación (651) que hicieron al mismo obispo y a su iglesia Albarico y su mujer Ofresa de unas viñas en el lugar de Cellabona, IV. Idus Maii anno XVI. del mismo rey, 952 de Cristo. Tras esto ya no se hallan noticias de este prelado hasta el año III del rey Lotario. Para cuya declaración es menester fijar antes las épocas de este reinado, las cuales tomaron los escribanos de diferente manera: unos desde el día 10 de Septiembre de 954 en que murió su padre Luis el Ultramarino: otros desde su coronación a 13 de Noviembre del mismo año: y otros finalmente, no haciendo caso de los meses que quedaban de ese año, contaron por primero todo el 955; y esto último dice Campillo (a: Disquis. meth. &c. p. 152) que es lo más común en este país.

Supuesto esto, sábese que el año III del rey Lotario IIII. Nonas Septembris permutó nuestro obispo con Daniel una casa y campo in appendicio Gorbitano, in locum que vocitant Granuliarios, En esta permuta anterior al día 10 de Septiembre siguió el notario un método no conocido acerca de los años de aquel rey, que fue contar por primero todo el 954; de manera que la donación sea del 2 de Septiembre de 956. Porque si ajustáramos su fecha a una de las tres épocas que dije, pertenecería la escritura al 2 de Septiembre de 957, día en que como veremos había ya muerto nuestro obispo. 

Otra memoria suya queda, y es ciertamente del año 957, era 995, indicción XV; y es la de la consagración de la iglesia de Santa Cecilia en Monserrate, y en el castillo llamado Marro, hecha a ruegos del célebre abad Cesario, que todavía no estaba promovido al honor de metropolitano Tarraconense. Este célebre personaje siendo ya presbítero había adquirido para sí dicho castillo en el año 942 por donación de su prima Druda y del hijo de ella Ansulfo. Druda y su marido también Ansulfo habían comprado el castillo con su iglesia de Santa Cecilia en el año 871 por cinco libras de plata, expresando el vendedor Radulfo que le pertenecía aquella posesión por donación del rey Carlos, que sin duda debía ser el Calvo. Cesario, adquirido ya aquel lugar, alcanzó licencia del conde Suniario por la mediación de su mujer Richildis para recogerse a él con cuatro monjes, a los cuales el obispo Jorge confirmó en la restauración de la casa en 945, como ya vimos, y ahora nuestro Wadamiro les dio la regla de S. Benito, consagró su iglesia, y confirmó sus posesiones. Todo esto consta de la escritura que vi original en el archivo del monasterio de Monserrate; pero tan rota y deteriorada, que de su fecha sólo se pudo leer lo que he dicho, y no el día. Mas es cierto que debió ser anterior al mes de Junio, porque a 10 de él ya se hallaba el obispo en Vique gravemente enfermo, y muy luego murió como vamos a ver. 

Bien tendrás presente que en los correos anteriores dije como el obispo Wadamiro restauró la canónica Ausonense IIII. Idus Junii, anno III. regnante Leuthario rege, anno dominicae Trabeationis DCCCC.LVII. Indictione XV. Todos estos datos se verifican en el día 10 de Junio de 957, de cualquier modo que se cuenten los años de Lotario; o por la muerte del padre, o por su coronación, o excluyendo todo el año 954. Vuelve a leer, te ruego, este documento que envié (a: V. sup. pág. 33 y sig.), porque lo es muy claro de la humildad y celo de este obispo, y de la liberalidad con que enriqueció a su iglesia con sus propios bienes. Forma además una época muy notable para la historia de su vida canónica. 

Murió el obispo a los cuatro días de haber hecho esta grande obra, es a saber, día 14 de Junio del mismo año III de Lotario y 957 de Cristo. Consta esto del inventario que el obispo Wilara de Barcelona formó de las alhajas del obispo difunto, y aun de todas las de la iglesia, que eso significa lo que él dice ipsum avere de ipsa ecclesia. En el exordio de esta escritura que va copiada (a: Apend. n. XV) se lee el día y año del fallecimiento de Wadamiro con estas palabras: Anno III. regnante Leutario rege, sub die XVIII. Kl. Iulii SIC obiit Wadamirus Ausonensis episcopus Sedis Vicho. 

De ese adverbio sic, cuyas virtudes otro día diré, sólo advierto ahora que en este lugar tiene la de afirmar con más aseveración, que ese día y año fue el en que falleció el obispo. Y no hay más fecha que esa, como ninguna otra escritura de las de esta clase la tiene, sin que por eso deje de ser original y fehaciente como la más pintada. La práctica enseña en esto más que cuantas lecciones den los maestros de diplomática. Pues digo que el obispo de Barcelona Wilara, cumpliendo con lo dispuesto por el concilio Valentino de 546, como el más cercano a esta iglesia, vino a visitarla luego que supo la enfermedad mortal de su obispo. Esta visita de obligación y no voluntaria denotan las palabras puestas como de propósito en la escritura: qui eum venerat ad visitandum. Por esto después de dar su consentimiento para la restauración de nuestra canónica, según consta de la escritura que sobre ello se extendió, como visitador dio sepultura al cadáver de Wadamiro, e inventarió los bienes de la iglesia; y es indubitable que debió presidir la elección del sucesor Atton, aunque de esto no ha quedado documento alguno. Además de las curiosidades que contiene el citado inventario, es muy apreciable por la noticia que nos da de que en el año 957 estaba todavía vivo y en buena salud el obispo de Barcelona Wilara, a quien el P. Flórez no conoció vivo después del año 950. 

Por último debo contar entre las memorias del obispo difunto la que nos conservó un martirologio de esta iglesia con estas palabras: V. Idus Octob. Dedicatio Sancti Michaëlis in Sede Vico per manus Guadamiri (Wadamiro; W : G; Wilhelm, William, Guillermo, Guillem; Wimarano : Guimerá; Wifredo : Guifre etc.) episcopi. Algo más hay que decir de esta iglesia o capilla de S. Miguel, que otro día vendrá a cuento. Ahora vamos a continuar nuestro catálogo, desembarazando primero los estorbos que en él se encuentran. 

RADULFO 

excluido del catálogo de los obispos Ausonenses.

Después del obispo Wadamiro pone el P. M. Flórez (pág. 90) a Radulfo como prelado Ausonense, de que, dice, antes no se conocía ni aun el nombre. El motivo que tuvo para introducir esta novedad es el privilegio con que el rey Lotario confirmó los bienes del monasterio de Santa María de Ripoll en el año 982; porque en él entre las donaciones que hicieron a aquella casa los tres obispos Ausonenses anteriores se cuenta la de Radulfo: in valle Matamala alodem qui fuit Radulfi episcopi. Lo mismo se repite en la bula que para ello expidió el papa Sergio IV. Ambos documentos publicó la Marca Hisp. (ap. n. CXXXI. y CLXV.). De aquí infiere el citado escritor que antes de ese año 982 y hacia el 950 hubo en Ausona, de cuya diócesis es Ripoll, un obispo llamado Radulfo, cuya sede, aunque allí no se exprese, debe ser la misma que la de Godmaro, Idalcario y Jorge, a quienes tampoco se da título episcopal.

Si estos dos instrumentos bastaron para introducir un obispo nuevo, que no anda 

conocido entre nuestros autores, ¿cuánto más se confirmaría en esa opinión aquel sabio escritor, si viera las memorias que quedan aquí auténticas y mucho más demostrativas de la existencia de dicho obispo? Una es la escritura de venta hecha por Scipion y su mujer Rodesinda a Rodulfo obispo (sin expresar la sede), de una viña en el condado de Berga, in appendicio de Borrassederes, in villa que nominant Buvatella. Facta carta venditionis VIII. Kal.. Iunii anno XXII. regnante Karulo rege filio Leudivici. Otra venta hay hecha por Ennego (Eneco) abba atque levita con la congregación de Santa María de Ripoll a Miro y Wisamundo, y a sus mujeres Manuplena y Casta, de unas tierras in castro Sancti Laurentii in villa de Filgairoles, de las cuales una lindaba de meridie in terra de Rodulfo episcopo. Facta carta venditione XVII. Kal. Augusti, anno XXIII. regnante Karulo rege filio Ludovici. Otra por fin de tierras con límites in terra de Rodulfo episcopo. Kal.. Novemb. anno XXIIII. regnante Karlulo filio Leudevici. Estas 

tres son las escrituras que decía, las cuales, considerada sola la circunstancia de hallarse originales en el archivo de Vique, cuya sede se atribuye a Radulfo, hace subir mucho de punto la probabilidad de la opinión del P. Flórez.

Sin embargo ellas mismas me sirven de guía para excluir a ese obispo de la serie de los nuestros. El rey Carlos, por cuyos años se calendaron estos tres instrumentos, no puede ser otro más que el llamado el Simple, hijo de Luis el Balbo; porque ni después de ese Carlos hubo en Francia otro del mismo nombre hasta el siglo XIV, ni los que lo tuvieron antes que él reinaron tantos años como aquí se dice, si no es Carlos el calvo, a cuyos tiempos sería locura hacer subir la memoria de un obispo de Ausona, cuya silla tardó mucho todavía a restaurarse. Así que estas escrituras de los años XXII, XXIII y XXIIII del rey Carlos pertenecen a los años de Cristo 919, 920 y 921, o a dos más de atraso cada una de ellas, conforme la cuenta que se siga en el reinado de aquel príncipe. Pregunto ahora: ¿reconocería el P. Flórez en esos años por obispo Ausonense a Rodulfo, cuando él mismo asegura y prueba con documentos que Jorge ocupó aquella silla desde el 915 hasta el 938? Luego el Radulfo obispo que estas tres escrituras mencionan, lo era de otra sede. Luego también lo era el mencionado en los dos documentos en que se apoyó el P. Flórez: en los cuales sobre callarse como en los míos la sede, se habla de él indefinidamente en cuanto al tiempo en que existió. 

Y si el Radulfo de mis tres escrituras no cabe en esta silla que ocupaba Jorge, tampoco el de las otras dos puede tener lugar hacia el año 950, porque hasta siete años después vivió Wadamiro, como vimos arriba, y acaso antes de cumplido el mes de la muerte de este, ya lo era Atton, como se verá luego.

Así que es preciso borrar a Radulfo del catálogo de los obispos de Ausona. Y aunque esto debía bastar a mi propósito, pasando adelante con mi labor, todavía quiero detenerme en busca del nicho donde le coloquemos. Que pues es cierto que era obispo, alguna silla y de las de por acá gobernaría, no estando entonces usando el titular obispos in partibus, como vimos después.

Yo tengo para mí que este es el Rodulfo hijo del conde de Barcelona Wifredo II el Velloso, ofrecido por su padre a Dios en el monasterio de Santa María de Ripoll y a su abad Daguino en el año 888, dándole en dote entre otras cosas in locum quem vocant Matamala ipsas ecclesias Sanctae Mariae, et Sancti Petri (a: Mar. Hisp. ap. n. XLVI); el cual creciendo en edad vino a ser obispo de Urgel desde el año 914 hasta después del 940, como se demostrará en el viaje a aquella iglesia. Esta dignidad no le impidió que conservase el señorío de las posesiones que su padre le diera en distintos condados al tiempo de entregarle al monasterio de Ripoll; ni que agradecido a la educación que en él había recibido, le diese el alodio de Matamala, en cuyo valle ya tenía la misma casa otras posesiones. Esta misma circunstancia fue la causa de hallarse en la segunda dedicación de la iglesia de dicho monasterio en 935, y de viajar con alguna frecuencia por este obispado, y de ser en él muy conocido, siendo tan célebres su padre y hermanos; de manera que los notarios no necesitasen especificar su sede, bastando para los que entonces vivían decir que una heredad lindaba in terra de Rodulfo episcopo. Y esto pudiera confirmarse con el ejemplo de otros obispos, cuyos nombres solos suenan en escrituras de iglesias diferentes de las que gobernaron. En resolución, yo creo que este Rodulfo era el obispo de Urgel, no habiendo otro por acá de ese nombre en todo el siglo X. A lo menos esto es cierto que nunca ocupó la sede Ausonense, en la cual a Wadamiro sucedió muy pronto 

ATTON 

(arzobispo) 

desde 957 hasta 971. 

El P. M. Flórez (pág. 92) no conoció de este prelado memoria alguna anterior al año 960. Yo puedo asegurar que ya lo era a 26 de Septiembre del año III de Lotario, 957 de Cristo. Porque de ese día hay (724) una donación de algunas viñas hecha por Recosindo ad Beato Petro apostolo, qui est fundatus, vel hedificatus in comitatum Ausona in Sede Vico, vel ad ipsum episcopum Attone, vel ad ipsos canónicos &c. 

La fecha es: VI. Kalendas Octobris, anno III. regnante Leutario rex filio Leudevici. 

En esta escritura el notario no contó los años de aquel rey desde la muerte de su padre a 10 de Septiembre, en cuyo caso hubiera dicho anno IIII; sino o desde su coronación a 12 de Noviembre, o excluyendo los meses restantes del año 954. De todos modos se ve que Atton sucedió muy pronto a Wadamiro, puesto que a los tres meses y doce días de su muerte ya estaba confirmado obispo.

Ya dije, y es notorio a los que entienden algo de la disciplina de aquel tiempo, que los obispos se elegían del clero de las mismas iglesias. Conforme a esto no dudo afirmar que nuestro obispo era aquel Atto sacerdos que admitió la vida canónica, y subscribió a la restauración y dotación de ella hecha por Wadamiro en el Junio de ese mismo año 957, como se dijo. El mismo es también el que en 945 subscribió entre los canónigos de Vique, y autorizó como notario la escritura de restauración del monasterio de Santa Cecilia en Monserrate, de que poco ha se habló. Léese así su firma: Atto, ac si merito indignus sacer, hanc scripturam scripsi, et de rebus meis vineam I. ibidem traddidi, et manu mea sub die et anno quo supra.

A las pruebas que da el P. Flórez de la existencia de este obispo en 960, puede añadirse la donación (163) que le hizo el conde Borrell de unas tierras en el condado de Manresa, en el término de Castro de Montebui (Montbuy, Mombui, donde “les caldes” etc): IIII. Kal.. Iunii anno VI. regnante Leutario rege. Tres o cuatro escrituras más hay de ese año, que no contienen cosa particular. Al 961 corresponde la consagración 

hecha por el mismo obispo de la iglesia de S. Bartolomé de Lers, edificada por Ranlo, abadesa del monasterio de S. Juan de Ripoll (hoy de las Abadesas). Va el documento copiado del archivo real de Barcelona con las notas oportunas para ordenar y concertar sus fechas, con lo cual excuso decir más ahora (a: Apend. n. XVI.). 

A las tres bulas del papa Juan XIII, que el P. Flórez publicó (a) en prueba de haber tenido nuestro obispo el honor de metropolitano Tarraconense, puedo todavía añadir otras dos. Una de ellas está en la curia episcopal, dirigida a Suniario obispo de Elna, y al padre de él Gaucefredo, conde de Rosellon, y al arcediano y clero de Gerona, mandando a estos últimos que reconozcan a Atton, honrado ya con el dictado de arzobispo, como gobernador y provisor suyo. El examen del por qué se da a Gerona este gobernador provisional, teniendo como tenía entonces a Miro su verdadero obispo, lo dejaré para lo de aquella iglesia, que ahora nos distraería mucho. La data de este breve es del mes de Enero, indicción XIV, que se verifica en el año 971. La misma fecha tiene la otra bula que decía, y es en la que el citado papa le concedió el honor del palio. Está en el archivo capitular. Va copia de ambas (b). 

(a) Esp. sag. tom. XXV. p. 102, y tom. XXVIII. pp. 96 y 252. No entiendo por qué en este último lugar se llame Octavo a este papa Juan, a quien en todos los otros se llama XIII, como en verdad lo era. 

(b) Apend. nn. XVII y XVIII. 

Nada más tengo que añadir a lo del P. Flórez sobre este célebre prelado, que además del honor de metropolitano, mereció ser maestro del famoso papa Silvestre II: de lo cual diremos no poco en las Memorias de los condes de Urgel. 

FRUIANO

desde 972 hasta 992. 

Se da razón del intruso Guadallo. 

Tampoco hay que añadir a las memorias ya publicadas de este obispo, sino es algunas escrituras de donaciones, ventas &c., que sólo servirían para confirmar su existencia en los primeros años de pontificado, conforme la fijó el P. M. Flórez (pág. 100 y sig.). Únicamente debo advertir que no vivió tanto como supone este sabio escritor, y que lo más llegó al año 992, puesto que en el siguiente era ya obispo el sucesor Arnulfo, como se demostrará en su artículo. 

He querido copiar entera la bula del papa Benedicto VII en favor de este obispo, de la cual sólo publicó un trozo el sobredicho padre (pág. 102). Este documento sin duda es posterior al 977 en que entró a ser arzobispo de Narbona el Ermengaudo (Armengol; Hermenegildo) que en él se nombra; pero es anterior al 984 en que aquel papa murió (a: Apend. n. XIX). 

A este periodo de siete años pertenece sin duda la persecución que Fruiano sufrió de parte del intruso Guadallo, para cuya protección se expidió aquella bula. A lo menos puedo asegurar que esta conjuración, que ocasionó grandes disgustos y acaso la muerte de nuestro obispo, es muy anterior al año 990 en que la supone el P. Flórez; puesto que Guadallo estaba ya reconocido por obispo en estos países en el año XX del rey Lotario, que es el de 975; como consta de una venta que le hicieron Elo y Auria, hermanas del obispo de Urgel Wisado II; cuya escritura está en el archivo abacial de Cardona, e irá copiada en el viaje de Urgel. En ella dicen esas señoras: vinditrices sumus tibi Wadaldo viceschomite episcopo (obispo, vizconde : vicecomite). Reconocíanle también por su obispo los sediciosos de acá a 28 de Septiembre de 989, cuando públicamente autorizó como testigo el testamento sacramental de Eldemaro (N. E. aún hay algunos Elmar en Alemania, supongo que es el mismo nombre, Eldemar). La escritura está en el archivo de esta iglesia (879) fecha IV. Cal. Octob. armo III. regnante Ugone rege (rey Hugo, Uch, Ug, Uc); el cual ya se sabe que comenzó a serlo a 3 de Julio de 987. Los padres de este intruso se llamaron Gonmaro y Gersindis, como se ve en escritura del año IX del rey Enrique, 1039 de Cristo; por medio de la cual fueron restituidas ciertas posesiones que ellos habían ocupado en el término de Voltregá, a Guillermo archilevita que después fue obispo; y en el testamento de este consta además que él las compró del obispo Guadallo. Llámale vizconde la escritura que dije de Cardona; mas no sé de dónde le venía ese título. 

Este perverso obispo, depuesto de esta silla en 997, vivió aún mucho tiempo. Del año 1034 he visto aquí una escritura de venta de tierras, en cuyas afrontaciones (linderos) se señala terra de Guadallo episcopo; a no ser que les quedase el nombre de su antiguo dueño. En el año 1039 ya se habla de él como difunto, y también en 1040 en la consagración de la iglesia de Urgel, donde de cierto alodio se dice: quod fuit de Guadaldo episcopo. A no ser que en estos documentos se hable del obispo de Barcelona de este nombre, que vivió desde 1029 hasta 1035. Nada se pierde por dejar apuntadas estas dudas. No es de esta clase la existencia de nuestro obispo Fruiano en 988, cuando autorizó con su presencia y su firma la solemne permuta que los condes de Barcelona Borrell y su mujer Aimedruds y el hijo de ellos Raimundo hicieron con el obispo Salla y todo el clero de Urgel. En aquel episcopologio irá copiada la escritura original donde nuestro obispo subscribe así: Frugifer Presul subscribo. 

Vamos al sucesor 

ARNULFO 

desde 993 hasta 1010. 

El P. M. Flórez (pág. 108) le supone nacido en la diócesis de Narbona, fundándose en que el metropolitano Narbonense Ermengaudo en la carta formada o testimoniales que le dio para su viaje a Palestina, dice de él nostrâ dioecesi natum. Mas yo entiendo, salvo el parecer de aquel escritor, que la palabra dioecesi aquí se tomó por provincia, como la tomó el mismo arzobispo en la misma carta y muy pocas palabras después, diciendo: Convocavimus unâ pontífices omnes nostrae dioecesis. Y ya se sabe que en aquellos siglos solían frecuentemente no guardar la exactitud que ahora queremos, y promiscuamente decían: episcopatus, paroecia, provincia, dioecesis &c. Así que por este motivo nadie nos obligará a creer que fuese francés nuestro obispo, sabiéndose que la provincia eclesiástica Narbonense comprendía (comprehendia) todo el territorio de nuestras iglesias catalanas. 

Por otra parte, en una escritura de este archivo (809) perteneciente al año 1005 se habla de bagolia de domno Arnolfo episcopo, vel de Reimundo vicescomite fratri suo. Este mismo hermano suena también en el testamento del obispo, de que hablaré luego. Y aunque no se expresa el título del vizcondado, parece ser de los de por acá, considerado el sitio de las heredades de que dispone, entre las cuales ni una sola hay que pertenezca a la diócesis de Narbona; sino que todas son del condado de Urgel y término de Cardona (N. E. p. ej. vizcondado de Ager). El marqués de Mondéjar en la historia de la casa de Moncada dice que fue hermano de Mirón, primer señor de la parte superior de la ciudad de Vique, por habérsela cedido este mismo prelado. 

De esto no hallo qué decir. Lo que yo sé de cierto es que nuestro Arnulfo era hermano de Raimundo vizconde de Cardona, que heredó aquel estado por haber muerto sin hijos su hermano Ermemiro, el cual los poseía desde el año 986, como se ve en la carta-puebla de Cardona, de que se hablará en su lugar. Los tres hermanos Ermemiro, Raimundo y Arnulfo eran hijos de Wadardo o Guadallo (Guadaldo), y de su mujer Ermetruit. Lo dicho basta para desengañarnos de que nuestro obispo Arnulfo no era francés. También es preciso fijar el principio de este pontificado cuatro años antes del 

que señala el mismo escritor. En este archivo existe una escritura original (888), con la cual nuestro obispo permuta el castillo de Spadas y otros alodios por la iglesia de S. Baudilio que poseía Sendredo, hijo de Ansulfo, el cual la había comprado del conde Raimundo. La fecha dice: Facta ista commutatione XV. Kalendas Martii anno VI regnante Ugone rege; que ciertamente corresponde al día 15 de Febrero del año 993. Léese en el exordio: Ego Arnulfus gratia Dei episcopus, et abba, simul cum congregatione Sancti Petri sanctae Sedis Ausona (Ausonae) &c. Y en la suscripción dice: Arnulfus ac si indignus gratiâ Dei episcopus, et abba, qui hanc commutationem fecit, et firmare rogavi. Otra escritura hay aquí (1292) que también supone a nuestro obispo existente y en posesión de su silla en el año 1.° del rey Roberto, de Cristo 996. 

El haber sido Arnulfo confirmado en el concilio romano a 9 de Mayo de 998, que es en lo que se funda el P. Flórez para atrasar tanto su pontificado, no impide que estuviese ya electo y aun confirmado por su metropolitano mucho antes y en el año que dije. Porque la confirmación de aquel concilio sólo fue judicial, cuando examinada la causa se falló contra el intruso Guadallo; el cual allí mismo fue degradado canónicamente, y en seguida confirmado Arnulfo en la sede Ausonense que legítimamente ocupaba. Léanse las actas de este concilio en Balucio (Tom. II. Miscell. pág. 117) y en el P. Flórez, pág. 257, y se verá que una de las razones en que Arnulfo apoyaba su derecho era la de estar ya consagrado por su legítimo metropolitano el arzobispo de Narbona. Así que ni debe decirse electo en 997, ni confirmado en 9 de Mayo de 998. 

Al derecho legítimo de Arnulfo y a la plena posesión que tenía de esta silla antes de aquella sentencia conciliar, alude sin duda una escritura original que he visto en el monasterio de Ripoll (Armario de la pavordria de Aja) fecha V. Kal.. Iunii, anno VIIII. regnante Ugone rege, 996 de Cristo; en la cual el abad de aquella casa Seniofredo da a Goltredo y a su mujer Trudelindis un alodio en la Cerdaña (Ceritania y versiones), y añade que hace esto unâ cum consensu atque nutu PROPRII praesulis nostri Arnulphi episcopi. La expresión proprii praesulis parece puesta con mucho acuerdo para denotar el derecho de Arnulfo, a quien el monasterio tenía por verdadero obispo, contra las pretensiones de Guadallo, al cual no faltaría quien obedeciese en la diócesis, como acontece en los cismas. En dicha escritura firma también el obispo: Arnulfus ac si indignus gratiâ Dei episcopus, conscius huius scripturae. Quede pues asentado que era ya obispo confirmado y reconocido como tal mucho antes del 998.

No te se (se te) pase observar que en algunas de estas escrituras Arnulfo se llama a sí mismo Episcopus et Abba; con lo cual se confirma la noticia que dan algunos necrologios de que fue abad de S. Félix de Gerona, y además se sabe que conservó la abadía junto con el obispado. Dícelo él mismo más claramente en otra escritura de este archivo (909), y es una permuta que él hizo con Madexo primer archivero (primo scrinii Sancti Petri) III. Id. Octob. anno I. quod obiit Uggo rex. 

Data muy notable (aunque no la única), porque Roberto que sucedió a su padre Hugo, fue aquí reconocido por rey sin intervalo alguno, y no parece haber necesidad de contar los años por la muerte del antecesor. Mas ¿quién puso puertas al capricho de los notarios? de aquel tiempo digo. Como quiera que sea, la escritura es del año 997, o del siguiente, porque en esto hay disputa. Pues en ella dice el obispo: in Dei nomine. Ego Arnulfus gratiâ Dei sedis Ausonensis episcopus, et abba Sancti Felicis Gerundensis, simul cum canonicis Sancti Petri &c.

Una memoria curiosa nos queda de su pontificado, perteneciente al año 1002, que es un congreso tenido en esta iglesia, donde se hallaron los condes Ramón Borrell (de Barcelona) con Ermesindis su mujer, y su hermano Ermengol (de Urgel), el arzobispo de Narbona Ermengol, y los obispos Salla de Urgel, Eizón de Barcelona y el nuestro, y varios vizcondes y nobles. Ante los cuales el abad de Ripoll Singfredo se quejó de la usurpación hecha a su monasterio del alodio llamado castrum Camba; el cual luego le fue adjudicado y mandado restituir. Los títulos y encomios con que califica la escritura a los sujetos que asistieron, hallarás en la copia adjunta, o más bien extracto que tomé, cuanto creí que bastase para noticia de esto, omitiendo los trámites legales de aquel juicio (a: Apend. n. XX). A nuestro Arnulfo elogia con estas palabras: in omni studio philosophiae plenissime eruditus. Que este congreso se tuvo en los días de la festividad de San Pedro Apóstol de dicho año, consta de una escritura fecha a 3 de Julio del mismo, de la cual se hablará en el episcopologio de Urgel, por donde sabemos que Salla, obispo de aquella iglesia, alcanzó allí sentencia favorable sobre la posesión del castro Keralt (Queralt); y sabemos que para este fallo había sido citado en otro congreso de los mismos señores y prelados tenido pocos días antes en Barcelona. De lo cual se infiere además que estas juntas mixtas eran muy frecuentes para resolver las causas graves. También sabemos por ella que aquí se celebró esta junta in ecclesia Sanctae Mariae (la Rotunda): y que asistieron muchos más obispos que los que dice la escritura de acá. Omito algunas otras memorias que son de poca entidad. El P. Flórez (pág. 109) declaró muy bien lo que era el artificio de la carta formata, o sean testimoniales y como un pasaporte que el metropolitano de Narbona dio a nuestro obispo para el viaje que proyectó y acaso efectuó a Palestina. Mas la copia que enviaron a aquel escritor no es muy exacta ni conforme con el original que existe en este archivo. Y como este es un documento tan precioso, y el único de su clase que a mi entender tengamos por acá de los siglos medios, me he tomado el trabajo de copiarlo de nuevo con el esmero posible, y enviártelo tal cual está, dejando a los curiosos y de más ocio la investigación de las inexactitudes del que lo escribió (a: Apend. n. XXI). 

Otro punto muy notable es el de la época en que murió este prelado. El deán Moncada dice que se halló en la batalla que dieron nuestros condes a los moros junto a Córdoba, día 1.° de Septiembre del año 1010; mas que no pereció en ella, sino que viniendo acá enfermó en el castro Colónico en la Segarra, donde hizo testamento, y murió día 1.° de Agosto del año XIV del rey Roberto y 1010 de Cristo. De aquí resulta una contradicción que encarece mucho el P. M. Flórez, reducida a que si Arnulfo murió a 1.° de Agosto del año 1010, no pudo hallarse en la batalla de 1.° del Septiembre siguiente. A mí me constan con evidencia ambos extremos. 1.° Que el obispo murió a 1.° de Agosto del año XIV de Roberto, lo dice la escritura de la publicación y ejecución de su testamento, fecha a 31 del mismo mes, que existe aquí (813) original. 

2.° Que se hallase en la batalla de Córdoba y de ella saliese herido gravemente consta de su testamento original que va copiado (a: Apend. n. XXII), al fin del cual se lee: Haec omnia ordinavit Arnulfus episcopus, quando fuit reversus de Cordova in sua memoria IIII. Kal.. Augustas anno IIIIX. regnante Radebertus rex. Más claramente se ve esto mismo en la publicación que dije de ese testamento, en la cual afirman los testigos que se hallaron presentes ad ea ora quando reversus de publica expeditione Spaniae quondam Arnulfus episcopus, vulneratus graviter, atque detentus egritudine, quiescebat in lecto &c. Mas a pesar de que estas dos cosas son ciertas, y por lo mismo que lo son, no hay entre ellas contradicción alguna. Primeramente está controvertido entre los diplomáticos el año de la muerte de Hugo Capeto, diciendo unos que fue el 996, otros el 997, y algunos el 998; de manera que no está determinada la época cierta del reinado de su hijo Roberto. Sé que el P. Flórez, Campillo y otros tienen por más común la primera época, y yo soy del mismo parecer; según la cual el día 1.° de Agosto del año XIV de Roberto corresponde al año 1010. Mas ¿quién negará que hubo notarios que contaron por la segunda época del 997, así como hay escritores y muy clásicos que han seguido esta opinión? Así es que Balucio en la Marca Hisp. prefiere esta cuenta como la más conforme a los documentos de por acá, y la sigue en todos los que publica en esa obra. Con esto ya se ve que sería muy llano decir que el día 1.° de Agosto del año XIV de Roberto, en que murió Arnulfo, corresponde al de 1011; y que por consiguiente pudo hallarse en la batalla del Septiembre anterior. 

Mas a pesar de cuenta tan galana, sálenos al encuentro el obispo sucesor Borrell, que ya lo era ciertamente a fines del año 1010; con lo cual no es posible atrasar al año siguiente la muerte de Arnulfo, y se hace preciso buscar otra salida a la dificultad propuesta. Y yo la hallo sin salir de la cuenta que adoptó el P. Flórez, poniendo la muerte de Arnulfo en 1010, y asegurando que todavía se halló en la sobredicha batalla. Porque esta no se verificó, según se ha creído hasta ahora, en el día 1.° de Septiembre, sino a 21 del Junio anterior. Debo alegar con alguna extensión las pruebas de esta verdad que es tan nueva (a) como importante para la historia general de España, no sólo porque en aquel encuentro murieron los obispos de Barcelona y Gerona y el conde de Urgel Ermengol I, con otros personajes ilustres, sino porque allí comenzó a ir de caída el imperio de los árabes (N. E. que sólo duraría hasta 1492, con la toma de Granada por los reyes católicos Fernando II de Aragón etc, e Isabel I de Castilla etc; sólo 482 añicos, un soplo en la historia de la lengua catalana). 

(a) No llamaría yo nueva a esta verdad histórica, si cuando hice y escribí mi viaje en 1805, estuviera ya impreso el tomo XLIII de la España sagrada, que ahora poco se ha publicado en 1819. Y en esto caso hubiera también dejado intacta dicha cuestión, la cual tan detenidamente han ilustrado sus diestros compiladores. Mas pues ya lo escribí, y con el gusto de ser el primero que descubriese la verdadera época de dicha batalla, no creo que nadie me reprenda si al cabo de tantos años de silencio involuntario, repito algunas de las cosas que otros más felices en esto pudieron ya comunicar al público. Tanto menos, que si no se halla aquí la copia de doctrina que puede cómodamente recogerse de obras magistrales impresas, se hallarán algunas noticias de los archivos, que no pudieron ver aquellos sabios historiadores, que es el mejor y más sólido fruto que puede presentar un viajero, que en la historia no tiene más oficio que el de un simple aparejador

Dejando pues a un lado para cuando haya más ocio el examen de cronicones e historiadores, lo que como viajero he recogido hasta ahora es lo siguiente. 

1.° En el monasterio de S. Benito de Bages vi una escritura fecha a 29 de Julio del año XXXVI de Roberto, 1031 de Cristo, y es una declaración de testigos sobre la pérdida de ciertos derechos, la cual había acontecido 23 años antes, es a saber, XV. Kal.. Augusti, anno XIII. regnante Rotberto rege, y añaden los testigos: hoc fuit anno antequam Remundus comes in expeditione Cordube profectus fuisset, et quando relinquit ibi defuncto fratre suo Ermengaudo comite. La pérdida de esos derechos dicen los testigos que se verificó un año antes que se hiciese la expedición a Córdoba; y ese año dicen que era el XIII de Roberto. El año XIII de este rey empezó en 24 de Octubre de 1008; luego el XV. Kal.. Aug. del año XIII era el 18 de Julio de nuestro 1009. Eso dicen los testigos que aconteció un año antes de la expedición de Córdoba; luego la expedición de Córdoba y la muerte del conde de Urgel, y de los otros obispos, y la herida del nuestro fue en 1010. Esto en cuanto al año. Vamos ahora al día. 

2.° En el archivo de esta iglesia (let. A. n. 9) hay un testamento sacramental, fecho en Barcelona XVII. Kal.. Ianuarii, anno XV. regnante Roberto rege, en el cual los testigos Adalberto, Vivas, Aeicio y Juan, jurando sobre el altar de Santa María del Mar, aseguran que los dos hermanos Elías y Gondemaro ad ea ora, et illud tempus, quando initum fuit ULTIMVM praelium post Cordubam cum exercitu de Domno Raimundo, et catervas barbarorum, dijeron a estos testigos, que también iban a entrar en la misma batalla, que si morían in ipso instante praelio, quod eis vel nobis iminebat acriter vel fortiter de ipsos bárbaros, dejaban a su hermano Eroigio por heredero del alodio de Celada en Barcelona in Buadella antiqua. Explicada así la voluntad de los dos hermanos Elías y Gondemaro, continúan diciendo los testigos: Et tunc continuo introierunt, et nos introivimus pariter cum illis in ipso praelio; et ipsi praedestinati à Deo accidit sicut... et nusquam comparuerunt. Nobis vero concedit pietas superna evadendi per sua gratia; et evasimus vivi inde sicut placitum fuit maiestatis suae gloriam. Et ea quae hic dicimus et proferimus... iurando recte et veraciter testificamus... Et fuit praefatum praelium in mense Iunio, IIII. feria, XI. Kal.endas Iulias, anno IIIIX. rege Roberto regnante in Francia. Siguen las firmas originales con la fecha arriba dicha.

Aquí tenemos cuatro testigo oculares, que a 16 de Diciembre del año 1010 aseguran que la batalla última de Córdoba fue miércoles día 21 del Junio anterior. Porque ya se sabe que este testamento sacramental debía como todos según la ley goda hacerse dentro de los seis meses (a) de la muerte del testador, so pena de nulidad. 

(a) En el citado tomo XLIII de la Esp. sag. (p. 156) se dice que este juicio fue formado diez y ocho meses después de la batalla. Basta lo dicho en el viaje para deshacer esta equivocación. 

Y pues ellos no tenían interés en alterar la época de aquel suceso, ni era regular que olvidasen trance tan arriesgado, en que así peligraron sus vidas, debe tenerse su dicho por cierto. La expresión última batalla claramente denota que antes hubo otros encuentros, mas que después del 21 de Junio ya no hubo otro, y que es supuesto el del día 1.° de Septiembre. Y no te perturbes al ver que ese 21 de Junio es del año XIV de Roberto, y el 16 de Diciembre inmediato es ya el año XV del mismo rey. Ambos meses son del año 1010, comenzando a contar el notario el año XV en 24 de Octubre, época de aquel reinado. De otro modo no se cumpliría la ley que sólo permitía un semestre para estas declaraciones testamentarias, como saben todos los que han visto los Usajes (Usatges) y otras ordinaciones catalanas sobre esto. De paso advierto que la rareza de escribir anno IIIIX (anno quarto decimo) la veo no pocas veces usada por acá en aquellos siglos, en que al señalar los años y días con notas romanas, posponían la decena a la unidad; v. g. VIIX = IXX (septimo decimo = nono decimo),  guardando en la colocación de los números desde el 13 hasta el 19 el mismo orden con que los pronunciarían. 

3.° El obispo Borrell sucesor de Arnulfo fue electo acaso en el mismo mes de Agosto, y lo más en el Septiembre de ese año 1010, como se dirá en su lugar. Luego la batalla que fue ocasión de la muerte de Arnulfo fue mucho antes del 1.° de Septiembre. 

¿Cuánto más pesan estas pruebas que el epitafio de Otón, obispo de Gerona, de quien también se dice que murió en aquella batalla, y es el único apoyo del P. Flórez (a) y de todos los demás que la fijan en 1.° de Septiembre? Porque ya se sabe lo que 

son los epitafios, compuestos acaso mucho después de los sucesos y muertes de las personas, y también se sabe lo que es la libertad de los poetas rimadores, y más de los leoninos, y las angustias en que se verían para encontrar consonantes. 

(a) No puedo dejar de congratularme con los autores del citado tomo XLIII por haber tenido la ocurrencia de dirigirse a nuestro común amigo Don Félix Torres y Amat,  sacrista de Barcelona, para que examinase el sepulcro del obispo Otón, y desvaneciese la fantasma de este epitafio, que por espacio de tantos siglos ha traído engañados a los historiadores más críticos. Porque todos creyeron que en el sepulcro estaba esculpido lo que se leía en una tabla colgada al lado de él. Y yo lo creí también, cuando estuve en el monasterio de S. Cugat (San Cucufate): que ni siquiera me ocurrió otra cosa. Mas ahora con la buena diligencia de dicho Sr. Torres sabemos que en el sepulcro hay un letrero diferente, del cual se han empezado a descubrir algunas palabras sueltas, en las cuales por de contado se menciona batalla de moros y el año mille decem. Es de creer que con el tiempo se acabará de descubrir la inscripción. 

No entiendas que en esto que digo trato de curarme en salud; antes en la misma letra del epitafio, aunque hallo que el obispo Otón murió día 1.° de Septiembre; mas no hallo que la batalla fuese ese día. Dice así: 

Nam in bello Cordubensi cum pluribus aliis 

Morte ruit datus ensi coeli dignus gaudiis 

….....

….....

Erant anni mille decem post Christi presepia, 

Quando dedit isti necem prima lux Septembria. 

Aquel morte ruit es poético, y el dedit necem es histórico. Sin duda olió esta diferencia el sabio dominicano Diago, que en el episcopologio Gerundense, aunque pone entero el epitafio, y confiesa que Otón murió en 1.° de Septiembre, anticipa la batalla al 21 de Agosto. Aténgome a la declaración de mis cuatro testigos, según la cual nuestro Arnulfo, herido gravemente en la refriega de 21 de Junio de 1010, pudo restituirse a su diócesis, hacer testamento a 29 de Julio, y morir de allí a dos días. 

Porque no me quede escrúpulo, advierto por último que la historia de Languedoc (lib. XIII. c. 55.) llama equivocadamente Arnaldo a nuestro obispo. Vamos al sucesor. 

BORRELL 

desde 1010 hasta 1017. 

En la publicación del testamento del difunto obispo Arnulfo, fecha como se dijo a 31 de Agosto del año XIV de Roberto, último día del mismo mes en que murió aquel prelado, se halla ya la suscripción del sucesor: Borrellus ach (ac) si indignus episcopus. Yo no creo que su elección se verificase tan pronto, que a los 30 días de la vacante estuviese no sólo electo, sino confirmado. Y así tengo por cierto que esta suscripción es posterior a aquella fecha, cuando ya hecho obispo aprobaría y ratificaría las donaciones de Arnulfo a la canónica, y la ejecución de su testamento. Muéveme a esto particularmente el ver que en el cuerpo de dicha escritura suena como uno de los albaceas (helemosinarii) (N. E. elemosina, eleemosyna, almoyna, almoina: limosna; los albaceas testamentarios debían repartir las limosnas que legaba o dejaba el testamentario) del difunto un Borrello canónigo de S. Pedro, donde era regular que expresasen su nueva dignidad, si ya la obtenía al tiempo de extenderse la escritura en el 31 de Agosto.

Mas así como no debe anticiparse tanto su elección, tampoco debe atrasarse al 1.° de Octubre de 1011, como quiere el P. M. Flórez. El documento en que para ello se funda dicho escritor, que es el que se halla en la Marca Hisp. (Apend. n. CLXII.), me parece que ya la supone hecha; y si allí se refiere, es como un preliminar del pacto que hicieron los canónigos con el conde Raimundo. Porque muy cierto es que las escrituras de elecciones de obispos tienen otro carácter y manera. Por otra parte es indubitable que a 18 de Noviembre del año 1010 era ya obispo, y que como tal dio su consentimiento para la restauración de la canónica Aquisgranense en la iglesia de Urgel por su obispo S. Ermengol; de lo cual se dirá a la larga en lo de aquella iglesia. 

Casi puede asegurarse que la madre de este obispo se llamó Ingilrada (N. E. un nombre típico catalán), y que junto con esta dignidad poseyó la abadía de S. Félix de Gerona. Ambas cosas se leen en una escritura de homenaje o fidelidad, que como todas las de su clase está sin fecha, pero no por eso deja de ser original y escrita en aquel tiempo; en la cual un Pedro obispo promete a Borrell obispo serle fiel, no usurparle sus posesiones, y oponerse a cuantos quisieren dañarle en ellas, exceptis Ermessendis comitissâ (condesa Ermesinda, comtessa), et filio suo Berengario (su hijo Berenguer). No hallo por estos tiempos condesa de este nombre con tal hijo, sino la mujer de Ramón Borrell, conde de Barcelona, que lo fue desde el año 993 hasta el 1017. Así que esta nota pertenece sin duda a este pontificado, y el Borrell es nuestro obispo, y el Pedro es el de Gerona. Y aun tengo por cierto que deberá reducirse al año 1013, cuando estos dos obispos con otros muchos se congregaron en Barcelona a tratar de otros negocios, como dice el P. M. Flórez (pág. 119). Va copia de este documento (a: Apend. n. XXIII), que acaso despertará la curiosidad para adelantar algo más en las memorias de nuestro prelado. Omitió el P. Flórez la noticia de su sepultura, la cual se halla en el necrologio con estas palabras: VI. Kal.. Martii obiit domnus Borrellus episcopus venerandae memoriae: sepultus est in cripta subtus ecclesiam Sancti Michaëlis. Si el obispo murió en Gerona, como dice el P. Flórez, y como lo aseguró el sucesor Oliva, sin duda se trajo acá su cadáver, porque el necrologio indica en sus mismas palabras que la iglesia de S. Miguel estaba aquí. Algunos han creído que esta iglesia o capilla fue fundada por S. Ermengol obispo de Urgel, movidos de lo que se lee en su testamento sacramental de 1035, donde hay una manda a Sancto Michaële Archangelo, quem ille aedificavit in sede Vico, propter remedium animae domno Sallano (Salla) episcopo, que era su tío y antecesor. Mas esto no vale, porque el sede Vico era también Urgel, que así se llamaba comúnmente en los instrumentos y en este mismo testamento. El S. Miguel que edificó S. Ermengol era una iglesia de aquella ciudad, donde se profesó la regla Agustiniana, cuyo abad era canónigo, y sus súbditos también, formándose como acá una sola canónica de propietarios y no propietarios. Esa iglesia de S. Miguel es la que hoy tienen allí los PP. Dominicos. 

De todo esto se dirá largamente en aquel viaje. Acá basta para desengaño lo que ya dijimos del obispo Wadamiro, que dedicó la iglesia de S. Miguel en esta sede de Vique. Lo cual se verificó casi medio siglo antes que S. Ermengol viniese al mundo. Estaba esta capilla dentro de la catedral, con capellanía anexa a un canonicato, y el que la poseía se llamaba rector Sancti Michaëlis. Esta palabra rector, que en el día sólo se aplica a los curas párrocos, servía antiguamente para indicar el poseedor de una capellanía; el cual así como percibía los frutos, oblaciones y otros emolumentos pertenecientes a ella, así estaba obligado a cuidar del aseo y de cuanto tocaba al buen estado y régimen de la capilla o altar. De lo dicho se infiere que el entierro de nuestro obispo estuvo en esta capilla de S. Miguel, construida ya mucho antes de su muerte, la cual llamó el necrologio iglesia. 

OLIVA 

desde 1018 hasta 1046. 

Acerca de este célebre obispo, de quien trató el P. M. Flórez con la debida extensión, tengo que añadir las memorias siguientes.

En primer lugar va copia de la dedicación que hizo en el año 1022 de la iglesia de S. Pablo apóstol y S. Pablo confesor del lugar de Pino en el Conflent, a la que asistió también su sobrino Guifredo arzobispo de Narbona, hijo de su hermano conde de Cerdaña. Esto que dice la escritura es una prueba más de que Oliva era hijo de Oliva Cabreta conde de Besalú y de Cerdaña. Las fechas están conformes, salvo la indicción que debe ser V y no IV. La copia es del original que vi en el monasterio de Camprodón (a: Apend. n. XXIV). (N. E. Campus rotundi, Camp rodó; campo redondo, rotundo)

También he copiado de este archivo (339) la escritura de composición que hizo con Bernardo Sendredo sobre las iglesias suburbanas del castillo de Gurb, propias de esta sede; de lo cual habló Flórez (pág. 128), pero sólo por lo que leyó en Moncada. 

El cuento tiene gran conexión con la historia eclesiástica de aquel tiempo, y es menester aclararlo. El obispo Fruiano había dado estas iglesias de que se trata ad victuaria canonicae, con pena de excomunión que no se enajenasen; mas luego las consignó el mismo en beneficio a Bonefilio (Bonfill) canónigo de esta iglesia, y hermano de Sendredo, señor del castillo de Gurb. Confirmó esta consignación el obispo sucesor Arnulfo, y muerto Bonefilio las dio a Berenguer clérigo, hijo del sobredicho Sendredo. Aprobólo todo el obispo sucesor Borrell; porque esta era la costumbre, dar en censo de por vida a los canónigos las fincas inalienables de la misma canónica. Promovido a la sede de Elna el sobredicho Berenguer, trató el obispo Borrell de recobrar para la canónica las citadas iglesias; en lo cual hubo reyertas y grandes oposiciones de parte de Berenguer y de su padre Sendredo que querían conservarlas: en términos que Borrell acudió al concilio que se celebraba en Narbona, presentando y pidiendo confirmación de la escritura de excomunión impuesta por el obispo Fruiano. Hízose así, y con autoridad del concilio fue despojado de dichas iglesias Sendredo con su hijo Berenguer obispo de Elna. Muerto luego el obispo Borrell en Gerona, acudieron los dos agraviados al sucesor Oliva, alegando que era falsa la escritura presentada al concilio con el nombre de Fruiano. No sé qué es lo que pudo creer nuestro obispo en este caso; lo cierto es que consultado el negocio con el metropolitano Guifredo (Wifredo, Guifre), y con los obispos Amelio de Albi, Guifredo de Carcasona, Guadallo de Barcelona, y Berenguer de Elna, y levantada la excomunión sobredicha, restituyó las iglesias a Sendredo, con la condición de que ofreciese un hijo in clericum, y que mientras fuese niño pusiese en su lugar unum statorem, y que en caso de morir todos sus hijos, quedase Sendredo con las iglesias de por vida, y luego tornasen a la canónica. Agradecido a esto Sendredo dio al obispo veinte onzas de oro, y ofreció mantener una lámpara ante el altar de S. Pedro, y dar a la canónica una buena comida el día de S. Andrés. Hízose esta concordia IIII. nonas Aprilis, y no hay más de fecha; pero ha de ser dentro de los años 1029 a 1035, que son los en que Guadallo aquí nombrado fue obispo de Barcelona. La importancia de este documento tal cual está (a: Apend. n. XXV) se conocerá más abajo, cuando en el pontificado siguiente se hable del concilio de Narbona de 1055, donde según yo pienso, fue condenada esta escritura como sacrílega y contraria a las leyes eclesiásticas. 

Más gloriosa es para el obispo Oliva la noticia siguiente, poco conocida entre nosotros. Sábese que este prelado, siendo también abad de Ripoll, fue al mismo tiempo abad de S. Miguel de Cuxa en el Rosellón. Mas no saben muchos que en calidad de tal decretó en el año 1027 el culto solemne que debía darse al B. Pedro Urseolo (ursus: oso : onso : Ursino), gran Dux (Duce, duque; ducere, ducto, guía, conductor, etc, Führer alemán al tiempo de Hitler, Führerschein : carnet de conducir; Mussolini, il Duce, etc) de Venecia, que abandonada aquella dignidad se vino huyendo a este monasterio, donde vivió penitentemente por espacio de 19 años, y murió en el de 997. Trata de esto el arzobispo de Ancira Justo Fontanini en la disertación que imprimió en Roma en 1730 de S. Petro Urseolo, Duce Venetorum, postea monacho ordinis S. Benedicti. 

La escritura de la consagración de esta catedral hecha en 1038 existe original en este archivo, y de ella he querido sacar la adjunta copia (a: Apend. n. XXVI), porque la que se envió al P. Flórez está diminuta, inexacta y poco decorosa a la erudición diplomática de tan sabio escritor, que se vio en la dura necesidad de pasar por lo que le enviaron. Con ella está más conforme el traslado que existe en el archivo real de Barcelona hecho en 1215, el cual examinó D. Manuel Abella, y de él sacó muchas variantes que envió al Sr. obispo actual.

Va también copia de la escritura que dicho P. Flórez extractó en el artículo de este obispo (n. 22) llamando Selp al castillo que ella nombra Speut (a: Apend. n. XXVII). 

Debe también añadirse a sus memorias la dedicación que hizo de la iglesia de San Miguel in castro Rocheta, propio de Aleman Cervelló, el cual en reconocimiento se obligó a pagar a la catedral de Vique una libra de cera en cada sínodo, a cuyo congreso debía también concurrir el capellán de dicha iglesia. Fue esto a 21 de Abril 

de 1043, año XII del rey Enrique. Va copia de esta poca cosa (b:  Apend. n. XXVIII). 

El M. Flórez propuso con duda la muerte de nuestro obispo Oliva en el año 1046. 

Mas es cierto e indubitable que murió ese año, III. Kal. Novembris, feria V. hora VIIII. iam decedente. Es decir a 30 de Octubre, que ese año fue jueves, por regir en él la let. dom. E. 

Esto dice la encíclica (enclítica) inédita, que según la loable costumbre de aquellos tiempos escribieron los monasterios de Ripoll y de Cuxa (cuyo abad había sido el difunto) a varias iglesias y monasterios de la provincia Narbonense, que son en todo 

más de 80. Existe esta carta en el archivo de Ripoll, junto con las contestaciones en 

prosa y verso; de las cuales he copiado dos para muestra, es a saber, la de la catedral 

de Vique, y la del monasterio Karrofense, en la diócesis de Poitiers (a: Apend. n. XXIX.). (N. E. Karrofense me suena a Garraf, cerca de Sitges, y a garrofa, algarroba)

La costumbre en estas ocasiones era que muerto algún ilustre obispo o abad, su iglesia o monasterio dirigía, como dije, esa carta noticiando su óbito y elogiando sus virtudes. Al correo o portador de la carta llaman las contestaciones cedifer, pellifer, gradiens callem itineris, gerulus, gramatoforus y otros tales dictados. Los que le enviaban pedían que adonde llegase le diesen comida y alguna ayuda de costa para pasar adelante. Lo ordinario era escribir al mismo tiempo los nombres de los obispos, abades, canónigos y monjes recién difuntos. Lo mismo hacían en sus respuestas las iglesias y monasterios. Omitiose esto en la presente encíclica, donde se lee: nostrorum vero fratrum defunctorum nomina, quibus vestrae pietatis deposcimus solatia, ideo hic non sunt notata, quoniam ei sunt nota, qui nichil nesciens novit omnia. La costumbre de escribirse los nombres de estos difuntos en una tablita que se tenía presente al tiempo del sacrificio de la misa, consta de la respuesta que a dicha encíclica dio el monasterio de S. Pablo (y no expresa cuál es) donde se lee: eius (Olivae) nomen in paginola super altaria in commemoratione conscripsimus. He aquí a mitad del siglo XI conservada la costumbre antigua de los dípticos. Es también de notar que estas contestaciones se escribían a continuación de la encíclica, sin otro orden que el del tiempo en que se recibía, cosiendo nuevos trozos de pergaminos según la necesidad, y formando de ellos una sarta de algunas varas; y cuando ya les parecía que para el número de monasterios e iglesias que faltaban era bastante el respaldo de los pergaminos, en él se continuaban las contestaciones. Con lo cual formaban un volumen escrito por de dentro y por de fuera. Además de este precioso monumento, 

quedan en el mismo monasterio de Ripoll otros dos iguales, uno en la muerte del abad Seniofredo, que murió a 4 de Julio del año 1008, y otro en la del abad Bernardo a 20 de Junio de 1102. De ellos me he aprovechado bien para la noticia de abades y obispos recién finados en esta provincia. No dejo de extrañar que de toda ella sea este solo el archivo que conserve esta especie de documentos, que no son poco importantes para la historia y literatura de aquellos tiempos.

Volviendo a las cosas del obispo Oliva, el día 30 de Octubre en que murió consta también expresamente en la escritura de elección de su sucesor en la abadía de Ripoll, la cual comienza así: Anno millesimo quadragesimo VI. III. Kal. Novembris, feria V. excessit à saeculo feliciter domnus Oliva, bonae memoriae, eximius pater, episcopus Ausonae, et abbas caenobii Sanctae Rivipollentis Mariae. Anno vero millesimo XLVII. incarnationis Christi venit domnus Guillelmus inclitus comes in caenobio Sanctae Dei genitricis Mariae Rivipollentis, II. Idus Marci, et praefecit ipsi caenobio domnum Petrum abbatem &c. Esta escritura vi en el archivo de aquella casa (caj. 1. leg. 4. n. 7). 

Sobre el lugar de su sepulcro, el P. Flórez (pág. 32) impugna a Yepes en lo que dice que el difunto obispo fue trasladado a Ripoll desde Cuxa donde murió. Es cierto que hasta ahora no se ha descubierto prueba alguna que nos asegure de esta traslación; pero no deja de ser respetable la tradición de Ripoll, que señala por lugar de su entierro un sepulcro de piedra que hay en su iglesia, pegado a la pared lateral del coro, y bastante elevado sobre el pavimento, en el cual está entallada una figura antigua de obispo. Más es, que ya de tiempo inmemorial los monjes, celebrado su aniversario el día 30 de Octubre, van a dicho lugar, y allí cantan un responsorio por el alma de ese prelado. De los escritos de este sabio obispo sólo se conocen hasta ahora el sermón en la fiesta de S. Narciso, y la carta al rey de Navarra D. Sancho el Mayor, y alguna otra cosilla de que ya habló el P. Flórez. Yo puedo añadir la noticia y copia de un breve poema que compuso en alabanza del monasterio de Ripoll y de su iglesia. Refiere en él los nombres de los condes que allí están enterrados, y también de los abades que gobernaron la casa. Entre los cuales (después de haber hablado de sí mismo en tercera persona) se cuenta él con estas palabras: 

Septimus ipse sequor, qui nunc sum carminis auctor. 

Esta obrilla existe en la biblioteca de dicho monasterio (vol. fol. vit. n. 57). 

El primero que yo sepa que tuvo noticia de ella, fue el P. M. Fr. Benito Ribas, monje benedictino de Monserrate. Yo la he copiado del mismo códice, y va adjunta (a: Apend. n. XXX). Allí mismo (vol. n. 40) se hallan escritas de letra del siglo XI dos cartas inéditas de nuestro obispo. Una dirigida a los monjes de Ripoll, participándoles las constituciones establecidas en el sínodo que acababa de celebrar, y encargándoles su observancia, y que las comuniquen domno Pontifice para su cumplimiento. Quién fuese este domno Pontifici no es fácil decirlo, porque el que escribía la carta era también abad de Ripoll. Acaso quiso designar con esa expresión a Wifredo, obispo de Besalú desde el 1017 hasta 1020 o poco más, y después obispo de Carcasona, pero residente en los lugares inmediatos de S. Juan de Ripoll y Besalú hasta su muerte en 1054: y que por lo mismo debía estar enterado de las leyes eclesiásticas que regían por acá, siendo la mayor parte de ellas ordenadas tan en pro de la agricultura y del comercio, como verás en la copia adjunta (a: Apend. n. XXXI). Mas esto no pasa de conjetura. La otra carta que decía, debe llamarse más bien una memoria que dejó a sus sucesores en la abadía de Ripoll, encargándoles el cumplimiento de lo que había establecido, es a saber, que se cantase un aniversario por todos los hermanos difuntos el día en que se lee el evangelio de la resurrección de Lázaro, lavando además los pies a trece pobres, en reverencia de J. C. y de sus doce apóstoles, y sirviéndoles comida y vestido. Digo que este encargo se hace a los abades de Ripoll, porque al margen de este MS. se halla el decreto de Raimundo abad de aquella casa, en que renovando lo mandado por su antecesor Oliva, lo recomienda de nuevo a sus sucesores. Y así debe entenderse el ir la carta dirigida karissimo successori katedrae nostrae (a: Apend. n. XXXII).

Advierto que no confundas, como han hecho muchos bibliógrafos, los escritos de este obispo Oliva con los de otro del mismo nombre monje también de Ripoll, y que floreció al mismo tiempo. La distinción de ambas personas, y los escritos del segundo se dirán oportunamente en su lugar. 


GUILLERMO 


desde 1046 hasta 1075. 


Era este obispo hijo de Guifredo, y hermano de Bernardo Guifredo de Balciarenno (Balsareny) casado con Bonadona, llamada también Guascha (N. E. igual Wasca, Wasqa, Huesca, Osca, que Gascuña, Gascogne, gascón, etc). Todos estos le ofrecieron por canónigo a la iglesia de Vique siendo obispo Oliva día 23 de Octubre del año II del rey Enrique (1032). En esta ocasión dieron los oferentes a la canónica todo el señorío de Castelet y los mansos de Puigladre, Peralta y Puig, y el honor y pertenencias de la parroquia de Santa María de Balsareny. El obispo dio al nuevo canónigo la posesión de los mansos de Caneles y Pujol, y el honor de Villalambert, pagando él por censo a la canónica en cada un año duos porcos canonicales.

La identidad de este Guillermo con nuestro obispo se convence por el necrologio de esta iglesia, donde se lee: XIII. Cal. Augusti obiit Bernardus Guifredi de Balciarenno, frater dicti Guillelmi pontificis: y también por el testamento del mismo Bernardo de 18 de Octubre año XV del rey Enrique (1046), donde dice que es hermano de Guillermo, arcediano entonces de esta iglesia, y es el electo obispo poco después. Así que no hay duda en este parentesco apoyado en documentos legítimos. Y es bien extraño que no 

se haga en ellos mención del deudo con el obispo Oliva, que el P. Flórez supone, siendo según su cuenta el oferente hermano de dicho Oliva, y el ofrecido su sobrino. Bástame proponer esta duda; por lo demás no tengo a mano con qué contrarrestar los fundamentos en que apoya su dicho aquel sabio escritor. 

Mejor pudiera desvanecer la calumnia con que Balucio (Marca Hisp. col. 447) denigró el clero de nuestras iglesias, suponiendo que en ellas se toleraba el matrimonio de los canónigos. Porque leyendo que nuestro obispo Guillermo, con anuencia de los suyos, dio en feudo el castillo de Medalia en el año 1052 a Ermengol Ermemiro, canónigo de esta iglesia, y a su mujer e hijos, tuvo por cierta su sospecha, y concluyó: Mirum valde est fuisse inter eos canonicum coniugatum. Sed id tamen insuetum non fuit ea tempestate in his regionibus. No hubo más, leyó canónigo, y lo supuso eclesiástico. ¿Qué diría, si leyera los nombres de varias canónigas? No se acordó tan sabio escritor de que en todas las iglesias había canónigos legos de ambos sexos: y que los archivos están llenos de testamentos de canónigos casados, los cuales se llamaban así, no por ser admitidos al ministerio, sino a la porción canonical, la cual les concedían agradecidos a las pingües donaciones con que dotaban las canónicas, o a otros beneficios que les hacían, o por convenios particulares (a: V. sup. pág. 64). 

A esta manera nuestro rey católico es canónigo de varias iglesias, en cuyos coros toma asiento como tal, y recibe la porción que le corresponde. Así la iglesia de Barcelona llamaba canónigos a los pescadores. Y ya se sabe que la palabra canónigo tiene dos etimologías; porque o se toma à canone sive regula, esto es, norma de vida clerical, o à canone, esto es, nómina o lista de los pertenecientes a la iglesia en cualquier manera, o en cuanto al servicio de ella, o en cuanto a la participación de sus frutos. Basta de esto por ahora; porque lo que toca al obispo Guislaberto (Gisbert) de Barcelona, que cita el mismo escritor, se examinará en su lugar. 

Volviendo a las memorias de nuestro obispo Guillermo, el P. Flórez refiere el viaje que hizo a Roma hacia el año 1050. Yo tengo motivo para creer que lo repitió diez años después; porque en el testamento sacramental de Guillermo Cixile, canónigo de esta iglesia, que dispuso de sus bienes estando para ir a Roma, dicen los testigos:

“Ego Petrus Guillelmi sacerdos et canonicus &c. qui illo interprete cum domino Guillelmo pontífice revertebamur à Romana Urbe, iurando testificamur super altare Sancti Benedicti in Sede Vici, quia vidimus... Postea ex illa infirmitate ex parte convaluit, et ut medicaretur à medicis ad Florentinam Urbem adiens in mense Februario, ibi ab hoc saeculo decessit. Quod est actum Idus Iunii anno primo regis 

Philippi.” Este año es el de 1060; y como estas declaraciones se hacían antes de cumplirse los seis meses de la muerte del testador, es preciso decir que a fines del año antecedente volvía de Roma nuestro prelado, acompañado de este intérprete que murió en Florencia. Mayor certidumbre tenemos de otro viaje del mismo obispo al concilio de Narbona en el año 1055. Ya dije en el pontificado de Oliva la concordia que este hizo con Bernardo Sendredo sobre las iglesias sufragáneas de Gurb, las cuales le dejaba solamente durante su vida. Parece que muerto Sendredo, Guillermo uno de sus hijos pretendería vincularse la posesión de ellas. Lo cierto es que nuestro obispo Guillermo logró que en el citado concilio se fulminase excomunión contra dicho poseedor, y que se declarase por los Padres que era nula, sacrílega y forjada sophisticâ machinatione la escritura que él había presentado en abono suyo, la cual según el tenor de aquel decreto era la concordia insinuada del obispo Oliva. 

Manda asimismo el concilio que se esté a la excomunión fulminada por el obispo Borrell, y en su virtud sean despojados de las tierras y derechos anexos sus injustos poseedores. Mejor se verá esto que digo en la copia del documento original que existe en este archivo, sacada con increíble trabajo por lo descolorido de la tinta (a: Apend. n. XXXIII). 

Advierto que no se han publicado las actas de este concilio, que yo sepa, y que no fue a 1° de Octubre, como dijo Flórez siguiendo a Moncada, sino a 27 de Septiembre del año XXV del rey Enrique. Muy precipitadamente hizo este obispo el viaje a Narbona, pues a 12 del mismo mes y año me consta que se hallaba en Ripoll excomulgando a los usurpadores de los bienes de aquel monasterio, como vi en su archivo; y a 27 del mismo ya había logrado con su presencia en Narbona aquel decreto conciliar. 

En el año 1062 y II del rey Felipe, día 23 de Agosto, dedicó la iglesia de San Martín del lugar del Brull, edificada por Guilia vizcondesa de Cardona, y dotada por Ramón Folch y su mujer Ermesinda, vizcondes del mismo título. Todo lo cual confirmó nuestro obispo según costumbre; aunque el exordio y remate de la escritura tiene su originalidad en algunas cláusulas muy ponderadas. De la cual no diré más, ni va copia, porque sólo hallé un traslado de ella en el archivo de la misma parroquia. Y a trasladar traslados no 

me sé acomodar, si no hay de ello grande necesidad.

Otro viaje o cruzada del mismo obispo contra los moros de España consta por el testamento que hizo un Pedro Bernardo a 7 de Octubre, año IIII del rey Felipe (1064), el cual empieza así: In nomine Domini. Ego Petrus Bernardi volo pergere cum domno Guillelmo pontífice, seu cum ceteris fidelium turmis, in Ispania pro amore Dei: et ideo facio hunc testamentum &c. La escritura está en este archivo (núm. 1442). 

La expedición que indica sería la que por entonces se emprendió contra el territorio y ciudad de Barbastro, que fue ganada de los moros a principios del año siguiente 1065. 

Del año 1066 queda una noticia importante para la historia de este país, y es la erección de la abadía y dedicación de la iglesia de S. Marcial de Monseny, monte situado a 4 leguas al E de esta ciudad de Vique. Ya de más antiguo había en Monseny (inter duo montis signa) una iglesia de S. Marcial, a donde Guifredo, instruido desde la niñez en las letras sagradas y educado en la disciplina monástica, se había retirado con algunos monjes, erigiendo el lugar en monasterio, y gobernándolo sin título de abad. Este dictado se dio ahora al mismo Guifredo por nuestro obispo, el cual a ruegos de los monjes y del noble Umberto, hijo de Otón y de su mujer Sicardis, y del hijo de ambos Guillermo, que dotaron la nueva casa, la elevó a abadía de la orden de S. Benito, confirmándole con la autoridad canónica y bajo las penas de estilo todas las posesiones que le dieron los fieles. La escritura que de esto se hizo, existe original en el archivo del monasterio de S. Salvador de Breda (a: Apend. n. XXXIV), escrita por el mismo abad Guifredo en cuyo favor se hacía, el cual subscribe así: Wifredus abba, qui amore Dei, et Sancti Marcialis honore, hanc dotem per se ipsum, VI. Idus Decembris, et in anno millesimo LX.VI. ab incarnatione Domini scripsit cum litteris superpositis, et VI. anno Philippi regis Francorum sub+scripsit. De paso advierto que esta es una de las pruebas más claras de la costumbre que entonces había de firmar las escrituras de donaciones, como testigos de ellas, los mismos en cuyo favor se hacían; de lo cual me acuerdo que trata Mabillon de re diplomática. Cosa que por no saber algunos historiadores, han dado por fingidos algunos documentos con no pequeño daño de la historia. En el que digo firma también de su mano nuestro obispo, y muchos de los canónigos de su iglesia, y el abad Suniario, que sin duda era el de Breda. Entre las posesiones de la nueva abadía es notable la siguiente: Omne alodium apud marítima in loco vocato Argentona, ubi cognominatur CIVITAS FRACTA vel ALCRONA. 

La civitas fracta es la ciudad de Mataró; y esta es una nueva prueba de haberse llamado así en el siglo XI, en alusión a la grandeza del antiguo Iluro, o bien de fretum o 

freta, como dice Tarafa en un diccionario geográfico que conserva la biblioteca del Carmen descalzo de Barcelona (cod. N. núm. 350). El mismo escritor conjetura que Argentona se llamaría antes Argantona por ser fundación de Argantonio rey de los Tartesios. Pero esto ya se sabe lo que vale: y también se sabe que es fácil distraerse del asunto principal.

Volviendo pues a él, y después de recordar que nuestro obispo asistió al concilio de Gerona de 1068, del cual se tratará en lo de aquella iglesia, digo que el remate de este pontificado necesita de alguna ilustración. Hizo el obispo su testamento a 6 de Febrero (no a 4) del año XIV del rey Felipe (1074). Su exordio es este: “In nomine Domini. Ego Guillelmus dictus episcopus Ausonensis ecclesiae, quia divinâ largiente gratiâ actenus fui in magna constantia valde repletus de magna substantia, antequam veniat dies ultima, dum adhuc sum in mea sanitate, et memoria, volo relinquere omnia, et Christum sequi ex toto corde cum omni diligentia ac patientia. Habeo quidem in animo fixum, ut faciam me monachum; et antequam (pergam) ad cenobium, in quo debeam plangere meum peccatum, meum facio testamentum &c." 

Parece que puso en ejecución su deseo de retirarse a un monasterio, aunque no se 

sabe cual: pues con fecha de 7 de Junio del año XV del mismo rey (1075) hay aquí una escritura de arriendo de ciertas tierras en Vilalleons, que comienza de esta manera: 

In nomine Domini. Ego Guillelmus OLIM dictus episcopus, et Guillelmus sacristanus, et ceteri canonici Sancti Petri &c. Es claro lo que significa aquel olim; mas por otra parte parece que no debió renunciar la silla, puesto que desde su retiro cualquiera que fuese, hacía este y otros actos de jurisdicción y propiedad. Acaso podrán componerse ambos extremos diciendo que el obispo no se hizo monje en monasterio distinto de su 

iglesia, sino que abrazó el monacato y la vida común que prescribió a esta canónica su antecesor Wadamiro en 957, según dije en los correos anteriores: en los cuales se vio también que había en esta canónica monjes y no monjes. Así que no saliendo de su iglesia, y siendo (aún monje) cabeza de la canónica, pudo nuestro obispo ejercer dicha jurisdicción; aunque siempre será difícil concordar esto con el olim dictus episcopus. 

El tiempo acaso descubrirá más. 



GUIFREDO (GVIFREDO) (N. E. Wifredo, Guifre)

excluido de este catálogo. 


El P. M. Flórez (pág. 141) pone este obispo Ausonense, medio entre Oliva y Guillermo. Yo no puedo dejar de hacer hincapié en el silencio de esta iglesia, que ni en episcopologios, ni en necrologios, ni en escritura alguna hace mención de haber tenido tal obispo. Además en las mismas palabras de la escritura en que únicamente se funda dicho historiador para decir que Guifredo era obispo de Vique, se ve claramente que no lo era; y yo no acabo de admirarme cómo no lo advirtió el mismo. Dice en ella nuestro obispo Guillermo: Veni ego ad dominum Guifredum episcopum, quando adhuc eram archidiaconus, me ipsum commendavi, et suum hominem me feci. Guillermo era arcediano de Vique; luego no era obispo de la misma iglesia el Guifredo a quien él se 

encomendó y se hizo su vasallo (Guifredo, Guifre, no es el mismo nombre que Wilhelm, William, Guillermo, Guillem, Guillermus, etc). Prosigue el mismo: Et ille (Guifredus episcopus) ecclesiam Sancti Quirici cum decimis et primitiis ad suum opus, et ad opus canonicorum SVORVM retinuit. Aquí se distinguen claramente los canónigos del obispo Guifredo de los de la iglesia de Vique; porque si de estos hablara Guillermo, siendo él como lo era uno de ellos, de otra manera debiera explicarse. 

Y efectivamente y sin disputa eran distintos los canónigos de aquel obispo de los de Vique. Eran los de la iglesia de San Juan de Ripoll, o de las Abadesas, introducidos ya allí desde el año 1017, en que por decreto del papa Benedicto VIII fueron expelidas las monjas que allí había, y substituidos los canónigos según la regla Aquisgranense. Guifredo era abad de esta canónica, y además era su obispo. Para inteligencia de esto es menester prevenir que en ese año 1017 el conde de Besalú Bernardo, apellidado Tallaferro (N. E. de tajar, cortar, fierro, hierro, cortahierro), logró del sobredicho papa el honor de silla episcopal para su condado, sin fijar la iglesia o sede, y dejando al arbitrio del conde señalarla o en S. Juan de Ripoll, o en S. Ginés de Besalú, o en S. Pablo de Fenollet. Este obispado duró cosa de seis años, y no más: merced a las quejas y diligencia de los diocesanos de Vique y de Gerona, de quien se había desmembrado. El obispo Guifredo que obtuvo esta silla efímera, poseyó al mismo tiempo la abadía de S. Juan de Ripoll, conservándola hasta su muerte acaecida en 1054, aun después de suprimido el obispado de Besalú, y de haber sido promovido como lo fue al de Carcasona en 1031. Siendo pues Guifredo a un mismo tiempo obispo de Carcasona y abad de S. Juan, en cuantas cosas hizo se intitulaba y era reconocido por obispo. 

Tal es la restitución que se hizo a los canónigos de San Juan y a su abad el obispo Guifredo de la iglesia de S. Quirico, propia de dicho monasterio de S. Juan desde su primera fundación, la cual había enajenado la última abadesa de aquella casa Ingilberga. De todo lo dicho se darán las pruebas y se hablará con la extensión que merece esta curiosa especie, cuando tratemos de las colegiatas de San Juan de las Abadesas, y de Santa María de Besalú. Entonces acabarás de entender con cuanta razón debe ser excluido esté Guifredo de la serie de los obispos de Vique. 


BERENGUER 

(arzobispo) 

después del 1075 hasta el 1099. 


Que este prelado se llamase Berenguer Seniofredo consta ciertamente de una venta que hizo Raimundo con su mujer Ginedell en el Febrero del año XXVII del rey Felipe (1087), donde se lee: et affrontat à parte orientis in terra de Berenguer Seniofred episcopus. Mas no hay inconveniente en que junto con este apellido patronímico fuese también conocido por el de Rosanes, su casa solar. Su madre se llamó Ermessindis (Ermesinda y variantes), como se lee en el homenaje que le prestó Guillermo Ramón 

Senescalch (Senescalc; senescal), y se halla en este archivo (núm. 1551). Esta clase de escrituras es muy apreciable, porque regularmente se expresan en ellas los padres del que recibía el homenaje, y muchas veces también los de quien lo hacía. Otro carácter constante se observa en ellas, y es que no tienen fecha alguna: lo cual importa mucho advertir, para no creerlas de contado o fingidas, o simples copias. 

En este género sólo decide la antigüedad de la letra, en la cual siendo cursiva cabe poca equivocación.

Los principios de su pontificado no pueden fijarse hasta después del 1075, en que aún vivía su antecesor. Asistió con otros prelados de la provincia al concilio celebrado en Gerona el año 1078 por el cardenal Amato; de lo cual se dirá más en lo de aquella iglesia. 

Algunas escrituras hay aquí pertenecientes a este pontificado, que aunque están sin fecha, merecen publicarse por la singularidad e importancia de su contenido.

Primeramente hay un pergamino escrito sin duda a fines del siglo XI que empieza así: Notum sit... quod mater ecclesia Barchinonensis captivata et destructa à perversis hominibus longo tempore mansit. Sed postquam Dei misericordia voluntatem Berengarii comitis inspirare dignata est ut ipsam ecclesiam Barchinonensem de tanta captivitate liberaret, et eam ad Dei servitium restitueret, voluit ipse comes B. ut Berengarius Ausonensis in sua potestate Barchinonensem sedem et episcopatum teneret. Prosigue diciendo que temeroso el conde de que Bernardo Guillem de Queralt se opusiese por la discordia que entre ellos había, y ocupase dicha sede de Barcelona, mandó que diese rehenes y fianzas al Ausonense, conforme verás en la copia adjunta (a: Apend. n. XXXV). 

Voy a proponer mis conjeturas.

Primeramente reflexionando las expresiones con que se pondera el cautiverio, desolación y restauración de la iglesia que allí dicen, parece que quisieron denotar la Tarraconense, en cuyo lugar el que extendió aquella nota pusiese Barchinonensem. Cuadra con esto que el conde Berenguer allí nombrado pudo ser Berenguer Ramón, el cual muerto su hermano Ramón Berenguer Cabeza de Estopa, gobernó como conde desde el año 1082 hasta el 1092, tiempo en que se trató de la conquista de Tarragona y restauración de su metrópoli en la persona de nuestro obispo Berenguer: dos cosas en que el conde empleó todo su poder y valimiento; y a esto alude el temor de que el dicho Queralt, oponiéndose a la posesión de nuestro obispo, ipsi comiti honorem auferret. Porque cierto era cosa honrosísima al conde restaurar la metrópoli, y sacar a nuestra provincia de la sujeción a la Narbonense. En esta hipótesis es llana la inteligencia del documento. Bernardo Guillem de Queralt era persona muy principal en 

aquel tiempo, y a lo que entiendo el mismo que fue tutor del niño conde Ramón Berenguer III en 1082 junto con su tío Berenguer Ramón. La discordia de este noble con nuestro obispo sobre las iglesias de Gurb está patente en el P. Flórez (pág. 157), reliquia de los cuentos que arriba se dijeron en el pontificado del obispo Oliva. Así que no es extraño que se opusiese a que su rival creciese en jurisdicción.

Mas la constancia con que el MS. dice siempre iglesia, sede y episcopado Barchinonense, da margen a otras da reflexiones. Porque o bien Queralt siguiendo el partido del Narbonense se opuso a que mater ecclesia Barchinon. por ser de la capital, reconociese por metropolitano al obispo de una ciudad subalterna cual era el de Vique, creado arzobispo de Tarragona: o puede este cuento referirse a la vacante de la iglesia de Barcelona que en Flórez (Tom. XXIX.) suena sin obispo desde el 1083 hasta el 1086, a la cual quisiese el conde trasladar a nuestro Berenguer, o encargarle por lo menos su gobierno.

Como quiera que esto sea, el documento por todas las personas que en él figuran, pertenece al tiempo de nuestro obispo, y de un modo o de otro la cosa es algo, y acaso proporcionará descubrir algún hecho de importancia.

También coloco en este pontificado un concilio tenido en esta iglesia para confirmar la inmunidad eclesiástica, que, llamaban paz y tregua de Dios. Hállase aquí un ejemplar sin fecha ni firmas; pero es posterior a otro concilio celebrado aquí mismo y con el mismo objeto en 1033, porque en el que digo se menciona la fiesta de la consagración de la iglesia Ausonense, que fue en 1038. También es posterior al año 1068 en que se estableció la tregua Gerundense; y con todo esto es distinto del que se publicó en la Marca Hisp. (apend. n. CCLXIX.) como se ve en su contexto; que aunque en lo substancial convienen, mas el nuestro pone el catálogo de todas las fiestas en que se debía particularmente guardar la paz y tregua. Por esto, y no constándome el año a que puede reducirse, he querido conformarme con lo que indica su carácter, que es del 

tiempo de este pontificado (a: Apend. n. XXXVI).

Sin fecha se halla también otra escritura de varias quejas propuestas por la iglesia Ausonense contra los perversos que invadían sus posesiones: en la cual hay noticias harto curiosas acerca de la disciplina de aquel tiempo. Al fin se manda que Pedro Rigual (que era el fundador de la canónica de Vilabertrán) deje el priorato de S. Juan (de las Abadesas) de que se había apoderado, y vuelva a su primera iglesia. De esto se dirá en su lugar. Mas ello basta para creer que esta escritura de que hablo, es de este tiempo en que vamos. Con esto cuadra la queja contra Bernardo de Gurb (que en el Queralt que dije) qui aufert nostrae canonicae ecclesiam Sanctae Mariae de Mesleu: y la otra contra Arnaldo de Guardia, qui asalivit nostram sedem et archiepiscopum. 

Va copia (a: Apend. n. XXXVII). No se sabe a quién se presentaron estas quejas; acaso al concilio que Bernardo arzobispo de Toledo, legado del papa, celebró en esta catedral, de lo que habló el M. Flórez. 

Este concilio quiso congregarlo por sí solo nuestro arzobispo, y presidirlo como 

metropolitano; pero se lo estorbó el sobredicho legado, mandándole además que se le presentase en la fiesta inmediata de S. Miguel en cualquiera parte de España donde estuviese. Consta todo esto de la carta que le dirigió sin fecha; pero que está aquí original, como se ve en el sobre y en los cortes y dobleces para cerrarla. Va copia (b: Apend. n. XXXVIII) de ella, como también de otras dos escrituras que contienen algunas disposiciones que se tomaron para la conquista de Tarragona, y la nota de los caballeros que ofrecieron al conde Berenguer y a nuestro arzobispo pasar a vivir y poblar aquella ciudad (c: Apend. n. XXXIX). Háblase como de cosa reciente de la elección que el papa Urbano hizo de nuestro Berenguer para arzobispo de Tarragona; y así las reduzco al año 1090. También se hace mención de un viaje que nuestro arzobispo hacía a las partes de España; acaso sería el que le mandó el arzobispo de Toledo en busca suya; y por consiguiente aquella carta debe también fijarse hacia el mismo año 1090, en el cual nuestro arzobispo en cumplimiento de su nuevo cargo había ya intentado congregar concilio provincial.

Más cierta que todo esto, aunque no tan importante, es la noticia de la dedicación de la iglesia de Santa María, San Pedro y S. Martín del castillo llamado Albarels (en la Segarra) hecha por nuestro prelado a instancias de Bernardo Onofredo, imponiéndole la obligación anual de una libra de cera para la catedral de Vique. La escritura original existe en el archivo de Monserrate (caj. 25. leg. I. n. 6.). En el exordio se lee: anno ab incarnatione Christi M.LXXXVII. Era M.CXXIIII. Al fin dice: facta carta III. Kal. Decembris anno XXVII. regnante Philippo rege. La era debía ser 1125; pero pues escribiendo XXIIII no cabía ese descuido, más fácil será suponerlo en los años de la encarnación, en los cuales el notario añadiese una unidad de más; de manera que el hecho sea del año 1086, con el cual puede convenir el XXVII del rey Felipe. 

No caben estas dudasen la dedicación que él mismo hizo de la iglesia de S. Julián Çasorba, término de Gurb, VIII. Kal. Aprilis incoante anno incarnationis Domini MXCI; que es prueba, aunque no necesaria, de que el año comenzaba a 25 de Marzo. 

De esta escritura hay aquí un traslado hecho X. Kal. Septembris anno M.CCXII. regni regis Philippi XXXIII: fecha notable para los que han creído que un concilio Tarraconense del año 1180 abolió la costumbre de calendar las escrituras por los años de los reyes de Francia. Sobre la época de la muerte de nuestro prelado trabajó mucho el P. M. Flórez, resolviéndose al fin en que murió en el año 1100. Por no fastidiar al que esto lea, omitiré el examen de las razones que alega en favor de su opinión. Y para que nadie la siga bastará producir un testimonio irrefragable de que mucho antes del día 1.° de Mayo de 1099 había ya fallecido. Hablo de la bula original del papa Urbano II en confirmación de la reforma que nuestro arzobispo había introducido en esta iglesia; cuya copia viste ya en los correos pasados (a: V. sup. pág. 43). 

El P. Flórez dio noticia de esta bula (pág. 174); mas no debieron enviársela copiada, porque el original es pésimo y para gente desocupada: y así no conoció las palabras de ella, que tan al caso son para lo que tratamos. Porque dice el papa: caetera universa (confirmo) quae BONAE MEMORIAE Berengarius episcopus vestrae communiae tradidit, et scriptorum suorum indiciis tam vivens, quam MORIENS confirmavit. Veamos ahora la fecha de la bula: Kalendis Maii, Indictione VII. anno Dominicae incarnationis MXClX. pontificatus autem domni Urbani secundi Papae XII. Datos que cuadran perfectamente entre sí hasta formar una demostración histórica de que a 1.° de Mayo de 1099 ya era muerto Berenguer, y tan muerto que hubo lugar para que el prior y los canónigos reformados acudiesen al papa y lograsen de él en ese día la confirmación de su canónica. 

Más es que Urbano II falleció a 29 de Julio del mismo año 1099; y así no podía expedir una bula en que mencionase la muerte de nuestro obispo, si este hubiera fallecido en el año 1100. Después de esta razón tan concluyente oigamos a un testigo coetáneo, es a saber, el necrologio que hay en el martirologio de Adón de la iglesia de Gerona; el cual dice: III. Idus Ianuarii: eodem die obiit Berengarius Tarrachonensis archiepiscopus, anno M.XC.VIIII. ab incarnatione Christi. La misma cuenta siguen otros necrologios, de los cuales alguno nota el año XL del rey Felipe, comenzando su época desde el 23 de Mayo de 1059, cómputo que era por acá muy común, según se ve en Campillo, y yo he dicho y diré muchas veces. Queda pues demostrado que el obispo Berenguer murió día 11 de Enero de 1099, con lo cual viene bien que ordenase su testamento el 7 del mismo mes. A esta cuenta debe ajustarse el documento que el P. M. Flórez cita en contrario, es a saber, la institución de los canónigos de S. Agustín en Manresa año MXCVIIII a 31 de Octubre del año XL del rey Felipe. Yo opino que en el año de la Encarnación señalado con notas romanas es imposible que el escribiente no pusiese VIIII (IX : 9) en lugar de VIII (8): recurso a que dicho escritor acude algunas veces, cuando a ello le obligan otros documentos incontestables, como a mí me sucede en vista de la citada bula de Urbano II. Así que tengo por cierto que en el año XL del rey Felipe, que comenzó a 23 de Mayo de 1098, instituyó nuestro prelado la canónica de Manresa en el mes de Octubre: a 7 del Enero siguiente hizo testamento, y murió a 11 del mismo mes. Con esto es llana la explicación de las escrituras que produjo Flórez, del obispo sucesor existente ya en el año 1100, sin necesidad de corregir sus fechas. 

GUILLERMO BERENGUER 

desde el año 1099 hasta el de 1101.

De lo que acabo de decir se sigue que la elección de este prelado se verificó en uno de los meses inmediatos al de Enero de 1099, no habiendo motivo para creer que vacase la iglesia, como lo hay para decir que el electo nunca se consagró, ni aun fue confirmado, sin duda porque cesando el derecho de metropolitano en la sede de Vique, hubo alguna repugnancia en volver a reconocer como tal al Narbonense. En las memorias que ya publicó el P. Flórez suena constantemente electo. Lo mismo he hallado en otras de poca entidad pertenecientes al año XLI del rey Felipe (1101). 

Entre ellas sólo citaré una original existente en el archivo de Ripoll (arm. de la camarería) fecha XII. Kal. Februarii anno XLI. regni rege Philippo: la cual empieza así: Ego Guillelmus Berengarii electus ad episcopus, et Bernardus Berengarii frater meus. Es una venta a Perfecto hebreo de un campo sito junto a S. Pedro de las Puellas propter pretium mancusos D.tos (500, quingentos, quinientos) auri Valencie de Rovals = firma Guillelmus electus Ausonensis ecclesie. La disposición testamentaria del censo que tenía en Barcelona, de que ya habló el P. Flórez, va copiada de aquel archivo (a: Apend. n. XL). 

En la donación hecha a esta iglesia y a su obispo por Giriberto Ugo, omitió dicho escritor la noticia que contiene la cláusula siguiente: ecclesia Sancte Marie Montisserrati, quam mittit idem Girbertus, cum omnibus quae habet, in baiulia (veguería, bájulo, veguer, bajulus, etc) Sancti Petri sedis Vici, et eiusdem episcopi, et successorum suorum. 

ARNALDO

desde el año 1102 hasta 1109. 

A las memorias de este prelado debo añadir la de que acaso fue de la ilustre familia de Malla, según puede inferirse del martirologio de esta iglesia, donde se halla el óbito siguiente: VIII. Kal. Iunii anno XVIII. regni regis Ludovici (1126) obiit Estephania de Medala, mater Bernardi archidiaconi, et soror Adirnal pontificis.

En la noticia de la adjudicación de la iglesia de S. Esteban de Granollers al monasterio de Ripoll hecha en 1103 (de que habló Flórez pág. 188), hay que añadir, que la escritura original de ello está en Ripoll (arm. de la abadía, leg. Granollers), y que en ella subscriben Pedro abad de Ager y Petrus episcopus Nazarensis confirmo.

Del mismo año es una escritura con que el conde Ramón Berenguer, de consentimiento de nuestro obispo Arnaldo, dejó en su libertad y total independenciaal monasterio de Santa Cecilia de Monserrate, el cual antes estaba sujeto a San Cucufate (Cugat) del Vallés; su fecha es Anno M.C.III. Era M.C.XXXXII. Indictione XII. VIII. Idus Septemb. anno XLIII. regni regis Philippi. De ella he visto un traslado en Monserrate (caj. 10. leg. 1). A la indicción sobra una unidad; o digamos que tomaron ya la del año siguiente, como también tomaron la era; y así se ve en otras escrituras fechas entrado el mes de Septiembre. Más adelante quejándose el abad de S. Cucufate de esta disposición, se remitió la causa a nuestro obispo, a Raimundo obispo de Barcelona y a S. Olaguer (Olegario), prior entonces de S. Adrián; los cuales se juntaron apud Matam de Pera, y juzgaron unánimes que según un privilegio del papa Urbano II, el monasterio de Santa Cecilia debía permanecer sujeto al de S. Cucufate, salvo el derecho de la iglesia de Vique. Esto sucedió XVI. Kal. Augusti anno XLVIIII. regnante rege Philippo. La escritura original vi en Monserrate (caj. 10. leg. 1. n. 18) (a:  Apend. n. XLI.). 

Pertenece esto al año 1108 de Cristo, último de Felipe, cuyo reinado comenzó el notario desde la primera época de él en 1059. Volviendo a las memorias del obispo, en el archivo del monasterio de Amer vi la escritura original de la dedicación que hizo de la iglesia de S. Miguel de Ordeig, sujeta al mismo monasterio. Su fecha es: anno Dominice incarnationis M.C.IIII. Indictione XII. regni quoque Philippi XLVII. die VIII. Decembris. La indicción cuadra bien con el año de Cristo; mas no el del rey Felipe, que debió escribirse el 44 o 45. ¿Quién adivinará la cuenta que el notario se forjó? ¿Diremos por eso que esta escritura no es original? ¿que es apócrifa? 

No le excede en esto, con ser más exacta, otra escritura de consagración de la iglesia de S. Marcial de Monseny, celebrada por nuestro obispo acompañado del de Gerona Bernardo Umberto. El primero hizo aquella solemnidad, por ser el lugar de su diócesis, y el segundo asistió por ser de su patrimonio, como monasterio dotado por sus padres Umberto y Sicardis, cuya constitución confirman ahora estos obispos, aprobando de nuevo la que hizo el obispo Guillermo de Vique el año 1066, como vimos en su lugar (a: V. sup. pág. 200). Hay que notar que entonces se instituyó abadía, y ahora no suena aquella casa gobernada sino por prior, que lo era Bonushomo. A esta decadencia dio causa la violencia con que Arnallo prior de Bañolas usurpó los alodios de esta iglesia, trasladándolos a otra de la diócesis de Barcelona, como se expresa en la escritura que va copiada del archivo de S. Salvador de Breda (b: Apend. n. XLII). 

Así esta como la otra del obispo Guillelmo indica ser escritura de consagración. Mas no habiendo en ninguna de las dos ocasiones edificio nuevo de iglesia, se han de reputar ambas por de pura dotación o confirmación de la casa y sus posesiones. Porque sabido es que para seguridad de ellas no había en aquellos siglos otro medio más eficaz que publicar el obispo, en este acto solemne, que tales bienes eran del monasterio o iglesia, dedicados y consagrados al culto de Dios y al alimento de los que allí le servían. Dígolo, ya que se ofreció la ocasión, porque algunas escrituras de consagración de iglesias no son más que esto que digo. A este monasterio impuso nuestro obispo la obligación de sujetarse al sínodo de Vique, como lo hizo o debió hacer su primer abad Guifredo. Fue esto año de la encarnación de Cristo 1104, indicción XII, día 5 de Febrero, año XLV del rey Felipe.

De la restauración de la canónica de Manlleu, o decreto dado por nuestro obispo en 1105, habló Flórez (pág. 190) extractando aquella escritura. Mejor será ver copia de ella; y va adjunta (a: Apend. n. XLIII).

Así como esta escritura pertenece al año 1105, y con todo eso se notó el año 47 de Felipe: no sé si tendrá lugar la misma discordancia en otra que va copiada del original, y que sólo notó el año 48 de dicho rey. Mas de un modo o de otro es una nueva memoria del obispo Arnaldo, el cual absolvió a Ugo hijo de Dalmacio y a su mujer Ermesindis de la sentencia de excomunión en que incurrieron por haber ocupado la iglesia de Rosdors. Redimiéronse ellos con una nueva donación a esta catedral (a: Apend. n. XLIV). 

Al año 1108 y día 17 de Julio pertenece otra escritura que vi en el archivo abacial de Cardona, y es la aprobación que dio nuestro obispo de la dote de la iglesia de Santa María, construida en el monte de Molsosa, la cual con licencia de los canónigos de Vique (acaso en alguna vacante de sede, o por ser de la jurisdicción de ellos) había dedicado Berenguer obispo de Barcelona. De esto se dirá más en lo de Cardona. 

RAMÓN GAUFREDO 

desde 1110 hasta 1146. 

En este obispo termina el P. M. Flórez el estado antiguo de la iglesia de Vique; y yo también acabaré esta carta que salió más larga de lo que pensé. Mas todavía es preciso decir dos palabritas de una concordia que este prelado hizo y firmó con sus canónigos, ofreciéndose mutuamente a defender sus bienes, y jurando terminar privadamente las querellas que en adelante se suscitasen a juicio de cuatro individuos escogidos del mismo capítulo, sin acudir a otro capítulo extraño, y mucho menos al juicio arbitral de personas seculares. Añadieron que el que quisiese entrar en su hermandad, esto es, ser canónigo, debía antes jurar este estatuto, nisi aetas, dicen, vel stultitia illum impedierit. Hállase esta escritura sin fecha, como es frecuente en las de esta clase. Mas su carácter, el nombre del obispo y de la mayor parte de los canónigos que subscriben en ella, demuestra que pertenece a esté pontificado (a: Apend. n. XLV).

También va nueva copia de las actas del concilio de Narbona, en que se estableció una cofradía de contribuyentes a la restauración de Tarragona. Al P. Flórez (pág. 199) envió copia el P. Caresmar de la que él halló en el archivo de Ager: y debió ser de la notada allí con el núm. 2342, la cual es muy diminuta. Yo la tomé del otro ejemplar que allí hay núm. 960. Sólo advierto que de dichos dos ejemplares uno es del año 1128 y otro del 1129, no del 27 y 28 (b: Apend. n. XLVI). 

En 1130 se halló con S. Olaguer, arzobispo de Tarragona, y Pedro obispo de Roda, en la dedicación de la iglesia de Tolba en Aragón; la cual algunos creen que fuese la antigua sede de Ictosa, mencionada en la división de obispados que se atribuye sin razón al rey Wamba. De esto se dirá en su lugar. A este mismo año 1130 pertenece la junta de condes y obispos en Barcelona, que Flórez adelantó al 1125 (pág. 197). 

Al año que digo la pone el original que vi en S. Pedro de Roda, donde lo copié para mi colección. Y es de notar, que las palabras que Flórez copió para honrar la sede de Vique, en el mío honran la de Barcelona. Y es que debieron escribirse varios ejemplares, según la variedad de los obispos que asistieron; a cada uno de los cuales en su distrito hicieron juez de los malhechores que allí se quisieron castigar.

En 1134 se halló presente y aprobó el decreto del mismo S. Olaguer, y del conde R. Berenguer IV, en que concedieron su inmunidad y protección a los que profesaban la orden de Jerusalén. En el viaje de Barcelona irá copia de esta escritura, sacada del archivo real de aquella ciudad, en la cual firma de su mano nuestro obispo. 

Otra noticia quiero poner aquí, aunque no toca a este prelado ni a su iglesia; y es la de un concilio celebrado en Narbona por su arzobispo Arnaldo, legado de la Sede apostólica, en el año 1135; en el cual el obispo Udalgario de Elna dio razón de como los moros invadieron aquella ciudad, y se llevaron cautivos a muchos cristianos, para cuyo rescate pedían que se les entregasen cien doncellas. El concilio para remediar este daño expidió un decreto concediendo varias indulgencias a los que contribuyesen con alguna suma de dinero. Hállase en el archivo de esta catedral (494) este decreto, que debieron enviar a las iglesias de la provincia comarcana Tarraconense, separada ya entonces de la de Narbona. Va copia de él por si no es conocido (a: Apend. n. XLVII).

Volviendo a nuestro obispo, día 18 de 1136 con acuerdo del conde de Barcelona hizo donación de las iglesias de Santa María de Prats de Rey, y de S. Andrés de la Menresana a los canónigos del Santo Sepulcro de Jerusalén, a su patriarca Warmundo y a su prior Girardo. Consta del Cartoral 1.° de dicha villa de Prats. 

Hallábase en Barcelona en 1139 cuando se extendió el decreto de elección del obispo de aquella catedral Arnaldo Ermengol, en el cual firmó de su mano, como se dirá en lo de aquella iglesia. 

Con el mismo obispo de Barcelona se halló en 1142 en el lugar de Alfoz (hoy Alfou) diócesis de Barcelona, donde consagraron ambos la iglesia de S. Julián. La escritura está aquí; mas no irá copiada hasta que se hable de aquel otro prelado.

Finalmente a 10 de Agosto de 1143 junto con su capítulo dio al monasterio de Santa Cecilia en Monserrate y a su abad Guillermo, la iglesia de S. Esteban de Marganell, cuyo patronato conservaba aún dicho monasterio durante todo el siglo XIV. Por lo menos he visto provisiones de su curato hasta el 1391, hechas por el abad de aquella casa. Los vecinos de aquel lugar debían recogerse al castillo Marro en tiempo de guerra, y seguir su someten (somatén, so metent), según lo dispuso el rey D. Pedro IV de Aragón en 1364.

Estas son las memorias que he tenido que añadir al episcopologio del P. M. Flórez, dejando intactas y sin repetir las que él publicó, sino cuando ha sido necesario corregir alguna equivocación. En la serie de los obispos siguientes podré hablar con más fluidez cronológica; aunque no faltará ocasión de refutar la cuenta que sigue el catálogo impreso al principio de las sinodales. A Dios. 

Anales de Cataluña, Narciso Feliu de la Peña y Farell (Index)

(Nota del editor : Se corrige parcialmente la ortografía en castellano.)  Imagen: Biblioteca de Catalunya. Llibres Pere Borrás: MCMXIX: D. V...