CARTA CXVIII.
Iglesia de Barcelona, su canónica o constitución interior. Titular de esta iglesia. Número de canónigos. Cuando comenzaron a llamarse así. El Rey canónigo de esta iglesia. Canónigos llamados legos. Hábito coral de los canónigos. Fábrica del templo. Noticia de algunos de sus artífices. Inscripciones de los sepulcros de sus restauradores. Sillería del coro. Noticia del primer Capítulo general de la orden del Toisón de oro en España. Descripción del altar mayor. Portada de la iglesia. Claustros, sepulcros, sacristía y sus ricas alhajas y curiosidades.
Mi querido hermano: La Santa iglesia de Barcelona es una de las pocas de nuestra nación que pueden gloriarse de habernos conservado la religión desde los primeros siglos. Como situada en la parte septentrional de la Península, vecina a los montes y a los ejércitos Franceses, no tuvieron los Sarracenos el tiempo oportuno para destruir en ella del todo la religión de Jesucristo, no sufriendo su política quedar sin tributarios, por quedar sin cristianos. Arrojados a los ochenta años escasos de posesión por las armas de Ludovico Pío en el de 801, y antes que se levantase la bárbara y asoladora persecución de Abderramen, pudo quedar en su ser la catedral de esta ciudad, aunque deteriorado el culto y forma clerical con la usurpación de los fundos antiguos y otros males consiguientes a aquella opresión. No se vio por consiguiente interrumpida la serie de sus Prelados; y como no hubo restauración de Silla ni de culto, tampoco hubo necesidad de establecer en ambas cosas la nueva forma que precisamente debieron recibir las otras iglesias, conforme iban saliendo del largo dominio de los árabes. Por donde se ve cuán respetable es la ancianidad de ciertos ritos usados ya aquí en los siglos XII y XIII, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días.
Esta misma es la causa porque nunca se introdujo en esta iglesia la vida reglar de San Agustín. Las conquistas de los Cristianos en este país no comenzaron a extenderse hacia el mediodía hasta fines del siglo XI, tiempo en que estaba muy floreciente la orden reglar de San Rufo de Aviñón, que había comenzado poco antes. Así que las iglesias que se restauraban, perdida la forma del clero antiguo, ya que se establecían y ordenaban de nuevo, era según el plan y disciplina de aquel monasterio. Ayudaba a esto grandemente el haber salido de él algunos Obispos para nuestras Sillas, y el afecto particular que profesaban a aquella casa los Condes de Barcelona, que lo eran también de la Provenza. Mas en las iglesias en que pudo conservarse la forma clerical, aunque en estado de decadencia, ni había necesidad de esta restauración ni fuera tampoco muy fácil, atendida la repugnancia que los hombres tenemos a dejar nuestro antiguo modo de vivir. En esta clase debe ser contada la iglesia de Barcelona, cuya canónica reglada y ordenada por el Obispo Frodoino en el año 878, fue restaurada por el Obispo Aecio en el año 1009. La forma de vida que se dio al clero en esta ocasión debió ser la llamada Aquisgranense, establecida en un concilio de Aquisgrán (Aachen, sede de Carlo Magno, por ejemplo) en el año 816, si no fue tomada de nuestros concilios Toledanos, señaladamente del IV. El clero, según esta disciplina, vivía de un fondo común, que no excluía la propiedad, guardaba la continencia, clausura y demás, sin profesión ni votos monásticos. Este es el aspecto que ofrece la canónica de Barcelona en los siglos XI y XII, sin hallarse en estas épocas rastro de vida reglar de San Agustín.
Así es que hacia el año 1094 San Olaguer, canónigo y Prepósito de esta iglesia, deseoso de mayor perfección pasó al monasterio de San Adrián, recién fundado por el Obispo Don Bertrán, de cuyas manos recibió el hábito de San Agustín. Cosa de que no había necesidad, si en esta iglesia se hallase entonces establecido dicho instituto. Tampoco le había en 1149 cuando el Obispo Don Guillermo Torroja con su Capítulo puso bajo la obediencia de San Rufo de la Provenza la iglesia de Santa María de Marmella, ut in eadem ecclesia … religionem canonicam secundum regulam B. Augustini constituant ... et disponant eam sicut alias obedientias Sancti Ruffi. Ni los canónigos de Barcelona dicen en esta escritura que eran de la misma orden, ni siéndolo era regular que hiciesen tal donación o cesión pudiendo ellos por sí mismos ordenar el nuevo monasterio, como lo hizo la iglesia de Tarragona con el de Escornalbou. Todavía se ve esto más claro en la reconciliación que el mismo Obispo Don Guillermo dio en 1160 a un Arnaldo de Palou, el cual postposito clericatu ad vias saeculi transierat, et a consortio et a comunitate Barchinon. ecclae. impudenter recceserat. Porque imponiéndole la reclusión de un año y otras penitencias, le asegura que cumplidas estas sería de nuevo admitido a la participación de la vida canónica, y añade: dabimus tibi de honore nostrae canonicae aut illum scilicet honorem, qui fuit patris tui, aut tantum de alio honore nostrae canonicae, unde debebis esse paccatus... quem honorem habebis et possidebis per nostram canonicam in vita tua (a: Ap. núm. XLI.).
Este Arnaldo apóstata era sin duda canónigo, aunque no sacerdote, y acaso de los que siendo niños eran ofrecidos por sus padres en canónigos de esta iglesia. En cuyo caso era ley general en ella que canonicus noviter veniens tradat ecclesiae nostrae suam hereditatem incontinenti, et accipiat de ea commutationem, si fuerit clericus. La conmutación consistiría en cederle el usufructo de aquella heredad o de otra de la canónica, como indica lo hecho con Arnaldo. Como quiera que sea, es claro que en este tiempo no había en esta iglesia vida común reglar, la cual de su naturaleza excluía estas propiedades y consignaciones de usufructos. Y no sólo había esto en nuestra canónica sino que sus individuos percibían también las porciones diarias en dinero. Así en el libro llamado del Ventre, que se conserva en el archivo, manuscrito de principios del siglo XV, donde están escritas las obligaciones de los prepósitos, se les mandaba a estos dar a cada canónigo su porción de moneta de terno, como antes la daban de moneta dublenca, la cual corrió desde el 1221, hasta el 1258. Item, había porciones canonicales fundadas, que es algo más. Y este dinero lo distribuía el botillero per domos canonicorum, a las cuales también se mandaba llevar el vino pro collatione, si sint domus de Capitulo, et sint infra muros civitatis Barchinonae. Todo esto se supone en este códice, como cosa ya usada y corriente desde la creación de las preposituras, que fue en el año 1157. Por otra parte solían agregarse a los canonicatos algunas capellanías con título de vestuario. A todo esto era consiguiente el dominio de propiedad, la facultad de hacer testamentos, sin solicitar dispensa, de instituir legados píos y fundar beneficios. De todo lo cual hay acá gran número de ejemplares desde el siglo XII.
Sobre lo dicho es de considerar la ninguna memoria que aquí se halla de recepciones y profesiones de canónigos y del rito y ceremonias que en ello se usaba. Tampoco quedan libros de congregación, donde las iglesias reglares solían escribir los nombres de los finados en dicha profesión, ni rastro de los oficios de Prior claustral, camarero, hospitalero, enfermero, etc., ni noticia del tiempo en que se aboliese aquí la vida reglar, siendo así que en ninguna parte se quitó antes del siglo XVI. Y es cosa extraña que sabiéndose el remate que tuvo en otras iglesias o por bulas particulares, o por la general de Clemente VIII se ignore el término de la que se supone haber existido en la catedral de Barcelona.
¿Qué era pues la canónica de Barcelona y el refectorio y los claustros y todo lo demás que suena a vida reglar? Era todo ello perteneciente a la vida canónica, clerical o secular, y no a la monástica: era todo conforme a la Regula canonicorum, según la cual el Conde Suñer y su mujer Richilde dotaron el clero de esta iglesia: era (por omitir otras ideas tomadas de nuestro concilio de Toledo y del Aquisgranense de 816), la que indicó el Obispo Ausonense Wadamiro en la restauración que hizo de la canónica de su iglesia el año 957. Documento desconocido y precioso, en que por lo tocante a nuestro objeto se leen estas palabras: Haec omnia dono atque trado vobis in perpetuum habenda ... ut regulariter exinde vivatis, et secundum instituta SS. Patrum fidelissimi dispensatores existatis, in susceptione hospitum et sustentatione peregrinorum, in sublevatione captivorum, et in omnibus gradibus bene ministrando.
Con estas ideas de la disciplina clerical secular, se compadece muy bien que viviesen los canónigos bajo la obediencia de un Abad o Prepósito, encargo que tuvo San Olaguer: que tuviesen sus casas propias de la iglesia, situadas en su inmediación y en la calle que llaman de Paradis, que hoy todavía se conoce por la Canonja: que observasen en ella algún género de clausura: que a lo menos en el siglo XI durmiesen juntos todos en una pieza, y comiesen en refectorio (a), y ejerciesen otros actos regulares, sin que les obligase a ello ni profesión, ni otro título más que la posesión de algún beneficio o prebenda que podían dejar cuando les pareciese. Basta de esto, y vamos a otra cosa.
(a) Sábese que el uso del refectorio estaba todavía en su mayor vigor, muy entrado ya el siglo XIV, cuando Berenguer de Plana regaló a la canónica doce tazas de plata del valor de una marca cada una para bebida in refectorio Sedis post celebrationem et post vesperos et completorium. La donación es de 19 de diciembre de 1335 y existe en el archivo de esta catedral.
El titular de esta iglesia es de Santa Cruz, y lo es desde el siglo VI a fin del cual en el año 599, se tuvo ya aquí un concilio in Sede S. Crucis.
A este título se añadió luego el de Santa Eulalia, y así continúa hoy; aunque en sus estandartes, que llaman ganfarons (y antes decían ganfanons), no se ve sino una cruz grande blanca sobre las barras de Cataluña en campo colorado. Y cierto que debía ser al revés, esto es, cruz roja en campo blanco, si fuese cierta la visión que tuvo Carlo Magno cuando conquistó a Gerona: en memoria de lo cual dicen que su hijo Ludovico fundó esta catedral en honor de la Santa Cruz. Fábulas a cada paso inventadas, y fácilmente creídas por los feligreses de la parroquia de San Justo, que pretenden haber sido su matriz la única y primitiva Sede de Barcelona. De esto se dirá más otro día.
El número de canónigos en esta iglesia era ya de cuarenta en el siglo XI. Debió aumentarse después sobre lo que permitían las rentas, puesto que en 1229 visitando esta iglesia el Cardenal Sabinense Juan, Legado del Papa Gregorio IX, los redujo al número sobredicho. Posteriormente Clemente VIII los redujo al de 34. De entre ellos mismos se elegían los que habían de regentar los oficios, que ahora llaman dignidades; y sobre esta práctica, tan conforme a la disciplina de otras iglesias y al buen gobierno de las temporalidades, hay aquí varios estatutos hasta el siglo XIII; a mediados del cual se comenzó a oír por acá el nombre de dignidad. El de canónigo le hallo ya usado en el decreto de elección del Obispo Don Bernardo de Berga de 1172, época que puede fijarse sobre el principio de este nombre, pues en la elección del Obispo Don Arnaldo Armengol de 1137, todavía firman los electores de Capítulo, especificando el nombre de su oficio, o del grado de su orden, pero no el de canónigo. No faltaba aquí lo que en otras iglesias había, y es un canonicato con el título de Stator Regis. Habíalo ya en 1172, como consta del citado decreto del Obispo Berga, donde firma Arnaldus de Villamaiori eiusdem ecclesiae Stator Regis. Llamábase así, à statu, que también significa Stallum, Sedes, como que ocupaba un lugar señalado y una prebenda de la iglesia en obsequio de los Príncipes, y para rogar por su salud. Esto se deduce de la dotación que el Rey Don Jaime I hizo de este canonicato, a quien llama Staturiam, en el año 1263, en que lo obtenía Guillermo de Rubira (a: Ap. núm. XLII.). Otra cosa era el canonicato que estaba aquí reservado para la persona del mismo Rey, cuya posesión tomaba como los otros canónigos, y percibía, estando presente en la ciudad, la prebenda diaria que les estaba señalada en el libro del Ventre, o de obligaciones de los Prepósitos. Aún hoy día se guarda esta costumbre, como se ha visto estos años, cuando estuvieron SS. MM. en esta ciudad. Parece que en tiempo del Obispo Don Fr. Ferrer de Abella debió haber alguna omisión en las formalidades de la posesión de este canonicato, pues se estableció el juramento que debían prestar los Reyes, y que prestó Don Pedro IV, llamado el Ceremonioso, cuya fórmula he copiado del original, y es la siguiente: "Nos Petrus, etc., ex certa scientia ad honorem D. N. J. C. et Beatae Martiris Eulaliae Barchin., convenimus et promittimus vobis vener. in Christo Patri fratri Ferrario Divina Providentia Episcopo, et vobis etiam dilectis nostris Capitulo eiusdem Sedis recipientibus ac stipulantibus pro ecclesia Barchinon. ac etiam iuramus per Sanctam Crucem D. N. J. C. Salvatoris nostri, ac per sancta Dei quatuor Evangelia manibus nostris corporaliter tacta, conservare et manutere privilegia et observantias, seu consuetudines approbatas eccl. Barchinon. et libertates ac inmunitates eiusdem ecclesiae et personarum et iurium et rerum eiusdem ecclesiae; et contra predicta seu aliqua praedictorum non facere per nos vel per alium, seu aliqualiter contravenire. Sic nos Deus adiuvet, etc.”
De esta clase de canonicatos reales no sé si queda otro ejemplar en nuestras iglesias. En la de Valencia concedió al Rey Don Martín esta gracia el Papa Luna en 1409, y en el siguiente tomó ya posesión de él. Dime algo del origen de este distintivo de honor, que no desdeñó la Majestad Real. Otra especie de canónigos había llamados legos, y eran los que dejaban alguna heredad a la canónica, por lo cual se hacían acreedores a la percepción de las prebendas y a los sufragios de la iglesia. El hábito coral de que hoy usan los canónigos en el verano es como el de la catedral de Valencia, con levísima diferencia. En el invierno usan de capa talar morada sobre las colas y roquete. La consueta antigua dice: a die Defunctorum ad Sabbatum Sanctum utuntur in choro cappa nigra rotunda; excipiuntur hebdomedarii, Precentor et Succentor qui utuntur in officiis missae solemnis capis purpureis. Los beneficiados graduados de doctor o bachiller llevan todo el año las colas recogidas sobre el brazo. La fábrica del templo actual se comenzó en 1298, y se concluyó en 1430, no 1330, como se lee en el Viaje de Ponz, por yerro de imprenta. Hasta el año sobredicho son frecuentes las memorias de indulgencias concedidas a favor de esta fábrica, algunas de ellas por Obispos extranjeros. Dos inscripciones quedan pertenecientes al principio y progreso de la obra, las cuales publicaron Aymerich y Campillo, mas con algunas alteraciones y variantes. Por lo mismo, y para satisfacer a los ruegos de algunos buenos amigos, las copiaré aquí con su carácter mayúsculo, y con las mismas abreviaturas del original. Hállanse ambas en la pared exterior de la iglesia, al lado de su puerta colateral, frente al palacio de los Condes. La primera dice así:
(Ver dibujo 1; escribiré a continuación los caracteres en mayúscula, pero no las rayas superiores, excepto AÑO, ni los puntos entre palabras.)
+ IN: NOIE DOI NTI IHV XPI AD HONORE +
SCE TRINITATIS PATS ET FILII ET SPS SCI AC BE
ATE VIRGINIS MARIE ET SCE CRVCIS SCE Q
EVLALIE VIRGINIS ET MARTIRIS XPI AC
CIVIS BARCHN CVIVS SCM CORPVS IN ISTA
REQVIESCIT SEDE OPVS ISTIVS ECCE FVIT IN
CEPTVM KL MADII AÑO DNI M.CCXCVIII RE
GE ARAGONV VALN SARDINIE CORSICE
+ COMITE Q BARCHINONE. +
Esta inscripción se halla repetida en dos piedras, una a cada lado de la sobredicha puerta. Allí mismo se halla estotra:
(Dibujo 2)
+ (cruz grande) IN NOIE DNI NRI IHV XPI KDS NOVEBR
ANNO DNI M.CCC.XXIX. REGNAN
TE DNO ALFOSO (Alfonso) REGE ARAGONV VALE
CIE SARDINIE CORSICE AC COMITE BAR
CHN OPVS HVIVS SEDIS OPERABATVR AD
LAVDE DEI AC BTE M SCE + SCEQ EVLAIE.
No se sabe el arquitecto que hizo el plan de este templo. Yo sólo he hallado dos de sus continuadores: el primero Jaime Fabre, Mallorquín, instituido maestro de la obra por el Obispo Don Ponce de Gualba y su Capítulo a 23 de junio de 1317, con salario de 18 sueldos cada semana, y abono de los gastos en sus viajes a Mallorca, el cual seguía aún en el mismo oficio en 1339, cuando se hizo la traslación de Santa Eulalia, cuya capilla subterránea es sin duda obra suya. El otro es Bertrán, que lo era en 1344. Un magister Pujol qui fecit retrotabulum S. Eulaliae suena en
1305 en los libros de gasto y recibo de la sacristía. En 1345, a 23 de julio, concertó el Capítulo con Martín Ferrandis, Toledano, y factor de órganos, la construcción del de la catedral por ochenta libras en todo.
Este templo se construyó en el mismo sitio donde estaba el antiguo, consagrado en el año 1058, cuya área ocupaba parte del coro actual, como conjetura Campillo. Las cenizas de sus fundadores, o más bien restauradores, están en dos grandes urnas levantadas en la pared, entre la sacristía y la puerta que manda al claustro, con estas dos inscripciones modernas. = 1.a D. O. M. = Raymundo Bereng. Barchinonen. Principi, propugnatori ac muro christiani populi, disciplinaeque militaris exemp.,
huius basilicae una cum Almodis coniuge conditori, quem, quum annos XXXXII. feliciter regnasset, invida mors rapuit XXVII. mensis maii
anno salut. humanae naturae M.LXXVI. = 2.a = D. O. M. = Almodis Comitissae cui fortuna summae auctoritati non defuit, omnium virtutum
exemp. hic cum viro iacenti, Capitulum sepulchra iam vetustate collapsa tam pientisimis B. M. instauran. curavit, et ab eadem temporis iniuria post duo secula repetita iterum grato animo vindicavit anno M.D.CCLXXXVI. = Otras dicen qué hay dentro de las urnas. No pongo la copia que tengo de ellas, porque no estoy seguro de su verdad.
La sillería del coro es todavía la misma que existía en 1519, cuando el Emperador Carlos V celebró aquí un Capítulo general de la orden del Toisón de oro, el primero que se tuvo en España. Permanecen renovadas posteriormente las armas y títulos de cada caballero en lo alto del respaldo de las sillas que ocupaban por su antigüedad. Omito su noticia porque ya la publicó Chifflet (Insignia, etc.): mas no dejaré de enviar un extracto en castellano de la relación lemosina que un diario de aquel tiempo hace de fiesta tan grande (a: Ap. núm. XLIII.).
El altar mayor forma una como galería de gusto gótico; es de madera y algunos creen ser de palma; el zócalo es de piedra de labor del siglo XVI, y a esto alude el año 1596 que se halla escrito en él, no al resto del altar, que es más antiguo y de lo mejor de aquellas labores que se separaban de la sencillez sin faltarles cierto gracejo de capricho que falta a los que vinieron después. La mesa del altar es aislada y tiene un buen frontal de piedra mármol con las insignias de la pasión y las armas del Patriarca Don Francisco Clemente Çapera, Obispo de esta iglesia, que la construyó: todo de relieve. En el centro del altar está depositado el cuerpo de San Severo M., Obispo de la misma, en una arca de plata, dentro de la cual dicen que se conserva la que mandó labrar el Rey Don Martín, cuando trasladó estas reliquias del monasterio de San Cucufat (Cugat) del Vallés: sobre él el tabernáculo del Santísimo, y sobre él la imagen de un crucifijo en significación nada propia del titular de la iglesia, que sólo es la Santa Cruz. Al lado de las gradas últimas del altar hay dos cortinas colaterales, que se corren mientras dura la consagración, como para conciliar mayor veneración a tan augusto misterio. Las arañas de la iglesia que llaman Salomones, son también de un gusto gótico, y no todas son de aquel tiempo, sino que los artífices han guardado la propiedad debida en acomodarse al genio del edificio para que sirven. La portada principal de la iglesia está por concluir, y lo estará mientras no cesen las distracciones de las contribuciones que hay para ello. Esto que parece una paradoja, no lo es para los que conocen el terreno. Cuando Dios quiera que se verifique, sería muy doloroso que abandonasen el plan y diseño que existe en el archivo, y en parte está comenzado a verificar, que ciertamente es comparable con el famoso frontispicio de la iglesia de Burgos. Los claustros de esta iglesia son buenos y espaciosos, concluidos en 1448. Hay en él varios entierros. Los más notables son dos elevados en la pared con sus casilicios correspondientes y de buena labor. Uno es del Capiscol y canónigo de esta iglesia Don Francisco Desplá, cuya estatua de piedra, tendida sobre la urna, está adornada con un bonete redondo y con alguna elevación a modo de mitra, tal como lo tiene la estatua de otro Precentor de la familia Despujol, cuyos entierros están en otras de las capillas. Tiene además esta que digo capa coral y báculo en la mano, distintivo de su oficio. En el plano del sepulcro se leen estos hexámetros:
"Haec petra Franciscum de Plano continet ortum
Sanguine praeclaro, cui magna scientia, virtus
Fortuitis sociata bonis, laus, gloria fulsit.
Qui Sacrista Vicensis erat, qui sedibus almis
Canonicus, qui Prepositus, Precentor amatus,
Pauperibus largus, pius, ecclesiamque frequentans,
Semper amans patriam, studuit sua iura tueri:
Nomine vivet ob id varias velitante per oras.”
En los necrologios de la iglesia de Vique consta que murió a 30 de julio de 1453.
Todavía es más memorable el segundo sepulcro de los dos que decía, que está junto a la puerta excusada de la capilla de las Santas Vírgenes. Hay en él una estatua de bronce que representa a un soldado, y sobre él este letrero: Hic iacet Dominus Borra miles gloriosus. Facta fuit sepultura ista anno Domini M.CCC.XXX ...
Este Borra era un truhán del Rey Don Alfonso V de Aragón. El P. Caresmar extractó en el archivo de la catedral una escritura de venta hecha por Mosen Borra en el año 1451, y dice que el tal Borra se llamaba Antonio Tallander, y que era hijo de otro del mismo nombre y apellido. Es graciosa la memoria que queda de él en un privilegio que le concedió el Rey su amo, dándole facultad de regresar de Nápoles a Barcelona, en el cual en consideración a su vejez y a no tener ya dientes ni muelas, manda se le suministren todos los vinos que él quiera. Hace ya algunos años que se publicó este documento en castellano; pero allá va su copia latina con que desempalagar (a: Ap. núm. XLIV.). Por todo ello se ve la propiedad con que en su sepulcro se le da el dictado Plautino de miles gloriosus. En la sacristía se guardan ricas alhajas. Un altar portátil de plata de uso del Rey Don Martín y también su espada, aunque ni uno ni otro me consta que sea de este Monarca. Un códice de evangelios del siglo XV, con las cubiertas de plata y muchos relieves en ellas con singular artificio en el lomo, para abrirse cómodamente: sirve sólo para el juramento que hace el Obispo cuando toma posesión de su silla, y el Rey en la de su canonicato. La custodia que sirve en la procesión del Corpus es de hechura singular: consiste en una silla de plata cuyo asiento tendrá dos palmos de elevación, y sus pies, brazos y respaldo están ricamente labrados. Sobre el asiento y en medio de él se eleva un cuerpo gótico, cuya materia, que dicen ser de oro, y hechura apenas se pueden distinguir, por las innumerables sartas de perlas que lo cubren entretejidas en su labor: colocación que desagradaría mucho al artífice, si amaba como es regular que luciese su trabajo. Contribuye a ello el collar del Toisón de oro que dicen regaló el Emperador Carlos V, y ciñe esta rica pieza. La mayor parte de las sobredichas alhajas son dádiva de un caballero llamado Luis Cervelló, de quien fue testamentaria la Reina de Aragón doña Violante, y en calidad de tal dio molts et diverses joyels á la custodia del precios cors de Jhu. Xpst. Así se lee en el libro de aniversarios de esta iglesia. También ciñen la silla con una faja de cuatro dedos recamada de oro y perlas y algunos diamantes que regaló para el objeto una Reina de Aragón. Dádiva apreciable, más por la calidad y afecto de la donadora, que por su valor y artificio. En una caja bien labrada vi un copón, cáliz, vinajeras, etc., todo de oro y de hechura muy graciosa, obra del platero Martínez de Madrid, y dádiva del liberalísimo Obispo y amantísimo de su iglesia D. Gavino Valladares, hecha en 1792.
Más apreciable es un cáliz como de un palmo de elevación y con el cráter cónico, si es verdad lo que dicen que se fabricó del primer oro que trajo de América Cristóbal Colón y que presentó a los Reyes católicos en esta ciudad. Es de una ductilidad particular, que cediendo el cráter a cualquiera impresión recobra por su elasticidad su propia figura. En orden a reliquias las hay de las comunes y frecuentes en otras iglesias.
Son de notar cuatro cabezas de las once mil vírgenes y una faja que dicen ser de la Virgen, tela delicadísima y de un hilado muy prolijo y casi imperceptible. Ya me había olvidado. Volviendo a la silla de plata sobredorada, sobre cuyo asiento se coloca un viril muy alto, todo de oro, para la procesión del Corpus, algunos sabios amigos Barceloneses, han querido persuadirme que sobre dicha silla entró sentado en esta ciudad y como en triunfo, el Rey D. Martín, de vuelta de sus conquistas. Así será tal vez; pero yo no he hallado hasta ahora ningún documento auténtico que tal diga.
A Dios. Barcelona, etc.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Els comentaris de robots o de malparits i malparides catalanistes s´esBURRaran.
No us mateu, agafeu un llibre.
Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.