divendres, 27 de maig del 2022

CARTA XVII. Lanuza, Aliaga, hábitos episcopales, patena, Onteniente

CARTA XVII. 

Parecer de los obispos Lanuza y Aliaga sobre los hábitos episcopales de los obispos regulares: noticia de una patena antigua, y otras memorias de la iglesia parroquial de Onteniente. Antiquísima campana del Puig en el reino de Valencia: inscripciones notables de otras. Bula de Calixto III sobre el jubileo de la Asunción, concedido a la catedral de Valencia. Sínodo del beato Ribera, celebrado en Mayo de 1599. 

Mi querido hermano: Acabo de adquirir algunas noticias útiles sobre varios puntos, de que voy a dar razón para llenar el hueco de este correo, en que aún no puedo comenzar a tratar de la santa iglesia de Segorbe

Primeramente he recibido copia de una carta inédita del ven. doctor fr. Gerónimo Bautista de Lanuza, dirigida al rey don Felipe III, en que representa las dificultades que tenía para obedecer a la orden del nuncio de su santidad, sobre que los obispos regulares, dejando el hábito de su religión, usasen el prescrito por el ceremonial romano. Dolíale al ven. prelado, como él dice, mudar a la vejez el hábito santo, que escogió en su mocedad, bajo del cual se dedicó y consagró a Dios, y y vivió lo más de su vida, y le fue medio para sus medros y acrecentamientos. De mí (prosigue) confieso con entera verdad a vuestra majestad (creo lo mismo de los demás arzobispos y obispos regulares de España, por lo que los conozco religiosos de corazón), que tendrán grandísimo desconsuelo de dejar o mudar una mínima parte del hábito, que les ha sido perpetuo predicador de lo que deben hacer. Esta humildad, junta con el amor a su antigua profesión, le hacía negarse a usar del permiso que concede el ceremonial, cuyo precepto creía reducido a la capa de coro, sin admitir mudanza alguna en los otros actos y lugares. No dejaría de confirmarle en su parecer el que le envió don fr. Andrés Balaguer, obispo de Orihuela, que pensaba del mismo modo; y lo muestra la carta fecha en Caudete a 23 de Agosto de 1618, que se conserva original en el tom. X. var. fol. de la biblioteca de santo Domingo de Valencia, donde está también la del señor Lanuza. 

Con la misma duda y objeto escribió al arzobispo de Valencia don fr. Isidoro Aliaga, en cuya respuesta, que se guarda original allí mismo (de donde es la adjunta copia), verás cuan de otro modo pensaba este metropolitano, consultando con el decoro de la dignidad episcopal, sin faltar a la humildad de su primera profesión (a: Se hallarán estas dos cartas en el apénd. n. XII.). Disputas loables, nacidas de un mismo espíritu; pero que no pudieron fijar la costumbre que deseaba el nuncio de su santidad; antes bien quedaron los obispos regulares en la libertad que disfrutan hoy día, de conservar el hábito de su orden, o de vestir el episcopal del mismo color. Otros preciosos MSS. del mismo señor Lanuza se conservan en el mismo convento, y algunos de ellos originales de su mano, los cuales fuera bueno que se publicasen para utilidad común y honor de aquella casa. 

De la villa de Onteniente he recibido la adjunta copia de una patena que vi en su iglesia parroquial. El dibujo no es fino; pero es exacto, y sacado del natural. Aunque la inscripción da pacem, Domine, in diebus nostris, tomada de la oración Libera &c., que dice el sacerdote después del Pater noster, denota que pudo haber servido esta patena para el sacrificio del altar; sus relieves lo desmienten, que son muchos y a propósito para no soltar sin gran dificultad las partículas que se introdujesen en los recalados. Por lo mismo tampoco inclino a que fuese de las patenas ministeriales con que se daba la comunión al pueblo, sino acaso de las destinadas para dar la paz, como se acostumbró en tiempos posteriores. De todos modos se cree haber sido compañera de un cáliz que se guardaba en la misma iglesia, el cual deshicieron incautamente para renovar otros vasos sagrados. Sin duda era alhaja antigua muy estimable, según la descripción que me hizo de él mi amigo el presbítero don Joseph Ramón García, beneficiado de dicha iglesia. He visto en mi convento de Valencia un cáliz con inscripciones de esta especie, que dicen: tu es Deus meus, qui facis mirabilia: = ad firmandum cor sincerum, sola fides sufficit: y los caracteres son semejantes a los de esta patena, muy parecidos a los que se usaron en el epitafio del obispo de Valencia don Jasperto de Botonac, que murió a fines del siglo XIII, y a las mayúsculas que nos dan por muestra de este tiempo nuestras paleografías. No sé si esto bastará para conceder tanta antigüedad a estas dos alhajas. 

Consérvase también en el archivo de aquella iglesia un libro de canto, que contiene las pasiones, lamentaciones y la angélica, impreso en Zaragoza por Jorge Coci año 1510: item, varias cartas del beato Juan de Ribera, tocantes al régimen de la parroquia, entre las cuales hay algunas que aumentarían dignamente la colección, que se desea de cartas y papeles inéditos de este grande arzobispo. Otras noticias esperaba y mucho más importantes sobre una antiquísima campana, que dicen se conservó hasta la mitad del siglo XVI, en el real convento del Puig, de la orden de la Merced, cercano a Valencia. Pero me avisan que no hay que saber en la materia más que lo que dijo el padre fr. Francisco Martínez, en la historia que publicó el año 1760 sobre el hallazgo de la imagen de María santísima del Puig. En resolución, la imagen se dice encontrada en el Puig el año 1237 dentro de una campana, en la cual se leía esta inscripción con caracteres góticos: sancta Maria, ora pro nobis. Imago tua sit nobis tutrix, quae fuit ab angelis in lapide sepulchri tui dedolata et ab eis asportata ac apostolorum adventu decorata: Servi tui te colimus. Abige fulgura, tonitrua, sonitu campanae: quam fecimus aera sexcentesima sexagesima. Sea cual fuere la época de la invención de las campanas, discurre tú (1) si es poca gloria el haber poseído una construída en la era 660, año de Cristo 622, y de tal magnitud como es esta, porque ocultando bajo de sí a la imagen que tiene cinco palmos de alta, y tres y medio de espesor, debía ser la campana de siete palmos de elevación poco más o menos, que es la que con razón le da el citado historiador. Cosa por cierto maravillosa, que apenas inventadas las campanas, hubiese ya arte para hacerlas de tal tamaño, y (2) en un país tan distante de su cuna.

Poca instrucción debían de tener en estas materias los que gobernaban aquel pueblo e iglesia por los años 1550, en que se asegura, que rompiéndose la campana, lejos de conservarla en tal estado, la fundieron para hacer otras pequeñas. A buen seguro, que conservado este precioso monumento de nuestra iglesia, no le quedara arbitrio a don Nicolás Antonio para dudar, como duda, en su biblioteca antigua (lib. VIII c. 2. n. 19) de semejante inscripción, fundado en el silencio de los escritores coetáneos al hecho, y aun de los siguientes hasta el padre Francisco Boil, que en su cámara angélica impresa en 1631, citó el primero de todos el testimonio de un Martín Ximénez, presbítero de Daroca, que estuvo presente al hallazgo de la imagen, y leyó la inscripción, y la copió en el tratado que compuso sobre la recuperación de España. Efectivamente, por extraño que parezca el silencio de Beuter, Miedes, Escolano y otros en este punto, lo es mucho más el que guardó el padre fr. Felipe Guimeran en el capítulo XVI de su historia de la orden de la Merced, impresa en Valencia en 1591; mayormente, que siendo como era comendador del monasterio de Puig, pudo y debió tener noticia de la obra MS. de Ximénez, a lo menos de la inscripción, de que se trata, y publicarla en su libro. Parecía también regular que entre las preces que compuso el beato Juan de Ribera, cuando en el año 1588 fue traída esta imagen en rogativa a Valencia, se injiriese y adoptase esta inscripción tan autorizada. Mas ni esto hallo en dicha historia, ni tampoco la especie de haberse quebrado la campana en 1550: cosa de que acaso podía hablar el autor como testigo ocular, así como cuenta prolijamente otras muchas cosas de su tiempo. Bien es verdad que el citado padre Martínez para apoyar la certeza de la inscripción produce el epitafio del general de su orden fr. Raymundo Albert, escrito en 1333, donde se lee que fueron trasladados sus huesos desde Valencia, donde murió, tres años antes, a la casa de la bienaventurada virgen María del Puig, celebrada desde la venida de los apóstoles. Mas de este documento posterior un siglo al hecho, sólo se infiere la tradición de aquel tiempo acerca de la imagen de María santísima, y no lo que decimos de la campana y su inscripción, de que no hay rastro en tal epitafio. Lo mismo digo de otro documento que trae, y es el breve de Benedicto XIII (Luna) dado en Marsella año de 1407. Cierto es que en estos testimonios se alude a las noticias que contiene la inscripción; mas no se dice hallada la campana ni su letrero, que es lo que yo quisiera, y con razón, para que de todo en todo quedase justificado tan apreciable monumento, sin dejar lugar a dudas ni sospechas; con las cuales, por otra parte, puede componerse muy bien la creencia de los demás puntos de esta tradición, en que no me entrometo. Bueno será que tengas presente lo que sobre esta materia dice Bayer en las notas a la biblioteca de Nicolás Antonio loc. laud. “De hujus, dice, campanae inventione, et circum ipsam epigraphe, necnon de lapideo beatissimae Virginis Mariae, quod eamdem contegebatur simulacro late fr. Franciscus Martinez è sacro mercedariorum instituto in vernacula historia de la imagen sagrada de la Virgen santísima del Puig, edita Valent. 1760. 4.°; cujus narrationis fidei nihil profecto detractum vellem: de aureo tamem numismate, cujus icon pág. 61 visitur, in ejus facti confirmationem adducto, quasi hac occasione a Jacobo I Aragoniae rege percussum fuerit; est quod lectores admoneam, non ejus Jacobi, nec alterius ex Aragoniae regibus esse, nec ullo modo ad nos pertinere, cum manifestissime recens numus Venetus sit ex iis quos vulgus Zecchinos vocat, atque ita inscriptus: SIT. T. XPE. DAT. Q. TV. REGIS. ISTE. DVCA. sive: sit tibi Christe datus, quem tu regis iste ducatus: nimirum in ántica in qua beatissima Virgo Maria circumdata stellis conspicitur, in postica vero S. M VENET. id est: sanctus Marcus Venetus, et ducis sub quo cussus fuit nomen, cui genuflexo sanctus evangelista stans vexillum, idest, reipublicae gubernacula committit. Plurimos ejusdem omnino typi et comatis vidi, binosque possideo, atque ad manum habeo, in quibus JOANNIS CORNELLI, et FRA. FOSCARINI venetorum ducum nomina leguntur: ut nullus de hoc supersit dubitandi locus.” 

Entre las demás campanas de Valencia, ya que hablamos de ellas, creo que no habrá una que sea anterior al siglo XV; digo de las que se conservan enteras. Porque en aquella ciudad es muy señalada la destreza y actividad de los que las manejan; lo cual contribuye tal vez a su poca duración. Años pasados trató de remediar este abuso el arzobispo de aquella iglesia don Francisco Fabián y Fuero, por medio de una pastoral que anda impresa. Las inscripciones que en muchas de ellas he leído son comunes. La de la llamada Bárbara en la torre de la catedral, dice así: laudo Deum verum, populum voco, congrego clerum, defunctos ploro, sathan fugo, festa decoro, que es la misma que tenía cuando se quebró en el año 1680; y luego añadía: Joannes Calcena me fecit anno Domini 1306. La de la llamada Pablo, dice así: Paulus vocor, si quis non obedierit voci meae, anhatema sit illi, anni 1489; y luego repite seis veces las palabras Te Deum laudamus. Y baste de esto.

Te incluyo dos copias de papeles apreciables; una es de la bula de Calixto III, en que concedió a la catedral de Valencia en plenario jubileo para el día de la Asunción de nuestra Señora; del cual hablé en mi carta III. Es tomado del diario del capellán del rey don Alonso V, que está en santo Domingo de Valencia, al cual debemos la conservación de este documento traducido al lemosín, ya que el original latino es tan difícil de encontrar. Van juntamente las fórmulas de la absolución, las reglas que se dieron a los confesores, la noticia de los reservados papales, y otras muchas especies curiosas (a: V. el apéndice núm. XIII. ). El jubileo se concedió a petición de los jurados, los cuales a 14 de Mayo de 1455 escribieron a Manuel Suau, su embajador en Roma, lo siguiente: “os placia obtenir en favor daquesta ciutat.... singular gracia, è absolucio pera la Seu, e per obs de cloure aquella ab lo campanar nou, e per la fabrica, ornaments e reparacio daquella, a pena e a culpa en la festa de nostra Dona de santa Maria dagost, semblant de la que fon atorgada per papa Eugeni a la sglesia de santa Maria de Daroca per raho dels corporals, la qual se guanya tantost com passen per la sglesia, donanthi alguna cosa, e apres encara en lo article de la mort en la manera que volra dispondre lo dit sant Pare.”

La otra copia es del sínodo que celebró en esta iglesia el beato Juan de Ribera por el mes de Mayo de 1599. Lo imprimió el mismo año Pedro Patricio (Mey), como dije en la carta IV; pero es rarísimo, y por ello he querido incluirte la copia que me ha franqueado don Rafael Anglés, que lo posee (a: V. el apéndice núm. XIV.). 

A Dios. Segorbe 16 de Marzo de 1803. 


NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) Si es poca gloria el haber poseído una (campana) construida en la era 660, año de Cristo 622. A pesar de los testimonios de Baronio y de Francisco Bernardino de Ferrara, que creen haberse introducido las campanas en la Iglesia católica en los tiempos de Constantino Magno, y de la persuasión de Bevelet, de Ángel Rocca, y otros que hacen autor de ellas a S. Paulino, que murió en el año 431, no carecen de dificultades una y otra sentencia. La primera tiene contra sí el silencio de los historiadores antiguos, especialmente de Eusebio Cesariense, que escribió en cuatro libros la vida de Constantino, hizo su panegírico, y describió largamente en su historia eclesiástica el extremo gozo que causó este emperador a toda la Iglesia, liberándola de sus perseguidores. Contra la segunda opinión, además del silencio del padre Chifflet y de otros ilustradores de S. Paulino, y asimismo de los demás escritores eclesiásticos, que hablaron de las campanas en los diez siglos siguientes a dicho santo, hace también alguna fuerza, que aun los defensores de ella no alegan en su abono documento ninguno, y sólo acuden a la persuasión del pueblo, como lo hace Duranti (de ritib. Eccles. cathol. lib. I. c. 22. n. 3), diciendo: vulgo fertur Paulinum episcopum Nolanum illarum usum in ecclesiam invexisse. Vossio (etymolog. ling. lat. v. campana) dice también: primus putatur Paulinus Nolanus episcopus, Hieronymi aequalis in ecclesia sua campanas ad pios usus transtulisse... atque hinc etiam factum creditur, ut a regione quidem campanae, a civitate autem Nolae nomen imponeretur. Añádese a esto que el mismo S. Paulino en la descripción que hace de la iglesia de Fondi, edificada por él, no obstante que habla del baptisterio, de las pinturas, de las inscripciones y de otras cosas de que fue enriquecida, ni una palabra dice de las campanas.

No parece más verosímil la opinión de Jacobo Felipe de Bérgamo (supplem. chronic. lib. X. ad ann. 605), de Onofre Panvinio (epist. roman. pontif.), y de Genebrardo (chron. lib. III. ad ann. 604), que atribuyen el uso de las campanas en la Iglesia al papa Sabiniano, electo en 1.° de Septiembre de 604, inmediatamente después de S. Gregorio el Grande, la cual adoptó nuestro Alfonso Chacón (vit. rom. pont. in Sabiniano) diciendo: Sabinianus usum campanarum invenit, jussitque ut ad horas canonicas, et missarum solemnia pulsarentur in ecclesia. Porque además de no alegarse documentos de este hecho, por el testimonio de S. Gregorio Turonense, que murió en 596, consta que ya en su tiempo era convocado el clero al oficio divino a son de campana: de lo cual hay otras memorias más antiguas en las reglas de S. Benito, de S. Aureliano, de S. Cesáreo Arelatense, de S. Isidoro y de S. Fructuoso el de Braga (Bona rer. liturg. lib. I. c. 22. n. 5). Thiers traite des cloches c. 3. 5) Esto debe entenderse del occidente. Porque de los orientales no consta que tuviesen campanas hasta el año 865, en que, como dice Baronio, referunt scriptores prosecuti res venetas aerea instrumenta, quae campanas dicimus, usui esse coepisse graecis, missis ipsis a duce venetiarum Urso Patriciaco ad Michaelem imperatorem. Contestando este hecho el padre Goar not. ad eucholog. graec. p. 560) añade que estas campanas las mandó colocar el emperador en la torre de santa Sofía.

En Jerusalén las introdujo Gofredo de Bullon por los años 1099, de cuya destrucción por Saladino cuando se apoderó de aquella ciudad el año 1186, hablan Platina (in Urbano III), y Genebrardo (chronol. lib. IV. ad ann. 1186). Este hecho prueba la verdad con que dice de los Turcos Juan Bohemo (de omnium gentium morib. lib. II c. II): campanarum usus apud eos nullus, nec etiam christianos inter eos habere ac uti permittunt. Cuya causa señala Ángel Rocca (comment. de camp. c. I. p. 3), diciendo: campanarum usum a turcis vetitum esse graecis constat: eo quod campanarum sonus nimiam securitatem, et auctoritatem prae se ferat, et valde ad conjuratorum, aut seditiosorum animos, quamvis longè latèque dispersos, contra turcam de improviso congregandos existat idoneus.

A estas razones de política y de interés que tienen los turcos, añade Alacio (de recentior. graecor. templ. observ. I. p. 102) otra fundada en su filosofía y teología, o más bien en su ignorancia y superstición: ne per aerem palantes animos timor incussus, quiete qua fruuntur, expoliet.

Por aquí puede colegirse también no ser extraño que la antiquísima campana de que se trata, hubiese estado oculta durante la larga dominación de los moros en el territorio de Valencia. 

(3) En un país tan distante de su cuna. Walafrido, Honorato el de Autun, Guillermo Durando, Pedro Mexía, el cardenal du Person y otros dan por cierto haber tenido su origen las campanas en Italia hacia los tiempos de S. Paulino. Acaso dieron motivo a esta sentencia aquellas palabras de nuestro S. Isidoro (de orig. lib. XVI. c. 24): campana a regione Italiae nomen accepit, ubi primum ejus usus repertus est. Mas es cierto que no habla aquí S. Isidoro de nuestras campanas, sino de una especie de balanza o peso, semejante a las romanas de ahora, añadiendo: haec duas lances non habet, sed virga est signata libris, et unciis, et vago pondere mensurata. 

Por lo mismo, y siendo cierto que ya antes del cuarto siglo muchos escritores profanos habían hecho memoria de las campanas, tiene Thiers por atinada la duda en que deja este negocio. Polidoro Virgilio (de inventor. rer. lib. III, cap. 18).


dijous, 26 de maig del 2022

CARTA XVI. Noticia de varios MSS. preciosos del monasterio de S. Miguel de los Reyes y de otras partes.

CARTA XVI. 

Noticia de varios MSS. preciosos del monasterio de S. Miguel de los Reyes y de otras partes. 

Noticia de varios MSS. preciosos del monasterio de S. Miguel de los Reyes y de otras partes.


Mi querido hermano: Acabo de llegar a esta ciudad de Segorbe para continuar mi expedición; y deseando no perder tiempo, mientras comienzo a tomar conocimiento del archivo de su santa iglesia catedral, que es uno de los más bien conservados de la nación, y voy preparando las noticias preliminares de esta silla, necesarias para el plan de sus costumbres religiosas; habiendo dedicado unos cortos instantes a rebuscar mis papeles, he ido entresacando de ellos sobre varios MSS. que he visto los apuntamientos más dignos de tu atención, y cuya memoria puede hacer al caso. A poca distancia de Valencia y a la orilla del camino real de Barcelona está el monasterio de S. Miguel de los Reyes de la orden de
S. Gerónimo
, cuya descripción hizo Ponz en el t. IV de su viaje (carta IX). Mas como este viajero habló tan de paso de la biblioteca de aquella casa, que apenas la nombra, y estas sean el principal objeto de mi especulación; después de haber reconocido el edificio, las pinturas y otras memorias de la generosidad de su fundador don Fernando, duque de Calabria, debí a los padres Llazer y Giner, dignos sucesores del docto y piadoso bibliotecario fr. Francisco Vives, que me franqueasen sus preciosos códices MSS. La mayor parte de ellos son de humanidades, escritos en Italia en los siglos XIV y XV con mucha prolijidad en finísimas vitelas, adornados de buenas miniaturas.

Entre ellos vi un martirologio escrito el año 1254, como consta de una breve nota, que se halla al principio con este título: de arte inveniendi qualiter sit pronuntianda Luna. De la duda acerca del autor de este martirologio me sacó una breve prefación con este epígrafe: de prologis diversis super opus martyrologii: notandum, dice, quod licet multi dederunt operam ad compilandum martyrologium, tamen tres fuerunt.... Primus Hieronymus... secundus fuit Beda... tertius fuit Usuardus... et hujus est martyrologium subscriptum quod fratres praedicatores prae aliis elegerunt. Seguidamente están los tres prólogos de dichos tres autores, y luego la carta de Usuardo a Carlo Magno. Habiéndose hecho en varias iglesias adiciones de fiestas a este martirologio, como se insinúa también en la misma prefación, es extraño que en este ejemplar escrito en el siglo XIII no se halle mención de de santa María Magdalena, ni de la conmemoración de los difuntos, ni de santo Domingo, ni de S. Francisco, ni de san Pedro mártir, ni de otras fiestas anteriores al año en que se escribió. Por la misma razón es también difícil de averiguar la iglesia o nación a que pudo pertenecer: aunque yo conjeturo que es códice italiano. También lo es un breviario de la orden de Predicadores que allí mismo se conserva, curiosamente escrito en vitela en folio, muy parecido a otro que vi en la biblioteca real de esa corte, que fue del rey de Nápoles Fernando I y de su mujer Isabel, hija del conde Tristán, regalado por dichos príncipes a fr. Juan Pistoriense, dominicano, el año 1467. 

Algunos otros libros litúrgicos conserva este monasterio, pero de corta consideración; lo cual me dejó tiempo para atender a otras curiosidades literarias que quise notar; porque al cabo ya estaba allí, y no era razón perder el viaje. Tuve pues la complacencia de leer la carta original de Luis Vives al fundador de esta casa, fecha en Breda a 20 de Agosto de 1538, y publicada en el tomo VIII de la edición de sus obras, que se hizo en Valencia el año 1790: un sermón para la fiesta de S. Matías, original de S. Luis Bertrán, que también se imprimió entre los demás de este santo. Si te acuerdas del que copiamos suyo en el Escorial de Conceptione beate Virginis, puedes hacer cuenta que has visto este manuscrito verdaderamente estimable. Lo es también, aunque por otro estilo y por varias circunstancias, otro en folio, que contiene el famoso (1) romance francés, intitulado: de la Rose, ou le miroir des amateurs (de la rosa, o el espejo de los amantes). Muestra del miserable estado de la poesía en Francia en el siglo XIII, en cuyos principios le comenzó a componer Guillermo de Lorris, y le concluyó un Juan de Meun a mediados del mismo. A este último le atribuyen por entero casi todos los diccionarios y bibliotecas que he visto hasta ahora. Mientras no llega a mis manos una disertación francesa sobre los verdaderos autores de esta obra, que se imprimió en Dijon en 1737, con un suplemento al glosario que sobre ella había impreso dos años antes el abad Langlet Dufresnoy, diré lo que arroja de sí este ejemplar. Después del romance, que es largo, y en que no suena cual sea el autor, siguen inmediatamente tres obritas desconocidas en todas las bibliotecas, que yo sepa, con estos títulos: ci comence se testement le maistre Jean de Meun. = Codicille du meme. = Les articles de la Foi compiles par le maistre Jean de Meun. Estos dos últimos escritos nada tienen que notar: son breves y de doctrina corriente. 

El primero me obliga a detenerme en su descripción. Primeramente, el hallarse estos opúsculos a renglón seguido del romance, y algunas palabras del prólogo al testamento parecen bastante prueba, que Juan de Meun tuvo parte en la composición del romance. Dice allí en mal francés estas palabras: 

J' ai fait en ma jeunece maint dit par vanite. 

Du manite, gent se sont manites foir delite 

Or men donit Dieux un faire par vraye charite 

Pour amender les autres qui poy moint proffite. 

Donde parece (2) que el autor, como arrepentido de haber servido a la vanidad, se propone escribir obligado de la caridad para enmienda de sus próximos. Copiaré ahora los epígrafes de algunos de los capítulos del dicho testamento. Les trois fins auxs quelles un chretien doit tendre en chacune euvre. = Comme len doit plus tort sauver les aucteurs que les reprendre. = Les choses par les quelles penser on se garde de pecher. = De la briefte de jeunece, et des miseres de jeunece, et de viellece. = De la vilte de homme mort, et de la beaute del ame. = Du content qui est entre les mendians, et prelas pour confesser. = Comment les mendians, confessent toutes manieres de gents; et lur font faire testement à son gre. Por estos dos últimos epígrafes se ve cuan desafecto a los mendicantes se mostraba Meun en su última y más reflexionada obra; y por consiguiente, con cuanta razón le excluye Echard del número de los escritores dominicanos (bibli. script. O. P. tom. I. pág. 741). El silencio de los monumentos antiguos de su orden, la indecencia que resalta en el dicho romance, y la insulsez del cuento del arca llena de piedras, que dejó cerrada, con que chasqueó a sus hermanos, que creían hallar en ella un gran tesoro, son los únicos argumentos de que Echard se vale para negar que fue dominicano. Mas yo tengo a mano otra prueba de lo mismo; y permíteme esta digresión. Uno de los capítulos del testamento se intitula: les biens que Dieu fist à maistre Jehan de Meun, pour quoi appt quil ne fust fas boiteaux. Cuenta pues estos beneficios en las siguientes estrofas.

1. Encor le doy je plus amer quant il me membre

Quil me fist quant au corps sans defaulte de membre

Quil me fist chretien, et quil me daigna rembre 

Ce ne doy oublier en aoust nen septembre.

2. Dieu ma fait seue grace maint bien corporalment

Et ma tousiours preste des biens temporelment

Encor ma il plus fait espirituelmen: 

Pour quoi ie le devroie amer trop corelment, 

3. Dieux ma trait sans reprouche de jeunece et defance:

Dieux ma parmains perils conduit sans conescheance: 

Dieux ma done au monde honneur et chevisance: 

Dieux ma done servir les plus grans gens de France. 

4. Mais une remembrance mespouvente et affronte 

Que qui plus tient de Dieu plus endoit rendre compte 

Nul ne prent si gran coup com cil qui trop hault monte. 

…....

En estas palabras no aparece vestigio de estado religioso, del cual es regular hiciera mención, aunque no fuese sino para abominarle. A este argumento no quiso ceder un cierto amigo, fundado en las miniaturas de que está sembrado este códice, en las cuales se ven religiosos dominicos, o predicando, o paseando, o en otras actitudes. Pero es de notar que el autor personifica entre otros vicios la abstinencia forzada y el falso semblante, y los introduce haciendo guerra a la maledicencia o crítica, a la cual llama male bouche por una manera semejante a la que usó nuestro arcediano de Ita

Sea pues este códice del tiempo del autor, o posterior; porque se le antojase al escribiente figurar l' abstinence violente por un religioso dominico, y le faux semblant por una como monja; de estos símbolos no puede inferirse que fuese este escritor dominico ni de otra orden religiosa. Gerson le llama clérigo. Pero dejemos ya esto, y vamos a otra cosa nuestra, y muy digna, a mi parecer, de que no se pierda su memoria. Este papel adjunto, escrito en lemosín, es copia de un breve MS., que existe en esta librería, mejor y más elocuente sin comparación que el largo romance de la Rosa. El judío rabi Çag (3) de Sujulmeça (según se lee en la biblioteca de Nicolás Antonio), o Izach de Zigi Valmeja, como dice este MS., había recibido de su amigo rabí Samuel de Fez, una carta o libro en que probaba la venida del Mesías, y que era por consiguiente vana la larga espera de los de su secta (a). A ella contestó Izach aprobando su doctrina con una breve carta que he hallado aquí traducida al lemosín, sin haber podido rastrear quien fuese su intérprete. El carácter del MS. es de principios del siglo XV o fines del XIV. Del mismo tiempo es el lenguaje, en el cual no sabíamos hasta ahora que estuviese traducido este documento de tanta confusión para los judaizantes (b: Se publica en el apéndice núm. XI.). 

(a) De esta obra traducida al latín por el dominicano fr. Alfonso Buenhombre, y de sus versiones castellanas habla Nic. Ant. en la bibl. vet. 

Consérvase también MS. el tratado de eruditione principum, el mismo a la letra que se injirió entre los opúsculos de santo Tomás, edición de Roma 1570, como obra apócrifa. Nadie duda ser del dominico fr. Guillermo de Peralta. Mas en este códice hallo que el autor en la dedicatoria y prólogo con el mismo nombre y apellido, se llama ordinis heremitarum S. Augustini.

Quisiera hablar de otros MSS. aun del siglo XIII, que existen en aquella exquisita biblioteca; pero son de obras ya publicadas, y falta el tiempo para otras cosas. La necesidad de registrar códices y libros rituales, me va trayendo a las manos una buena porción de ellos escritos por autores españoles, y no muy conocidos. De muy pocos hace mención el erudito Francisco Antonio Zacaría en su bibliotheca ritualis. Por lo que he visto hasta ahora puede presentar España una colección de tratados sobre la disciplina ritual tomada en toda su extensión, los cuales, ya que no excluyan la necesidad de acudir a los escritores extranjeros, merecen por lo menos nuestra gratitud, como merecieron muchos de ellos ser estudiados y disfrutados por los sabios de otras naciones. No creo que perdería el trabajo empleado en ir formando una biblioteca ritual española, mayormente siendo casi necesaria resulta de mis apuntamientos sobre lo que me va viniendo a las manos. Uno de los autores que merecerían distinguido lugar en esta biblioteca tiene depositadas sus obras litúrgicas en la de la catedral de Valencia, riquísima en MSS. estimables, como ya insinué en otra ocasión, de que pudiera hacerse un uso de mucho honor para aquella iglesia, y de gran provecho al orbe literario. Este es el dominicano fr. Guillermo Anglés, cuyas obras litúrgicas se recogieron en un tomo en folio menor, falto de algunas hojas en el fin. El primero y principal escrito suyo tiene este epígrafe: incipit expositio de ordine missae, sumpta à multis dictis ss. doctorum compilata à rev. dom. fr. Guillermo Anglesi de ordine Praedic. lectore sedis Valentiae. Princ. Est sciendum quod expressè est determinatio ss. doctorum specialiter S. Thomae, quod presbyter qui non intelligit totum canonem grammaticaliter quid sonat quaelibet pars, semper quotiescumque celebrat non intelligens canonem totum, peccat mortaliter &c. Es una exposición de cada una de las partes de la misa, por el estilo de Guillermo Durando, aunque no tan ilustrada con especies histórico - rituales. Llena ciento y ocho folios, a los cuales sigue del mismo autor y en lengua lemosina: exposicio breu gramaticalment en romanç del canon, la cual dice haber trabajado para instrucción de los clérigos que no saben latín. Consta de diez y seis hojas. Siguen luego las oraciones del ordinario de la misa, que son con corta diferencia las mismas que usó esta iglesia hasta la reforma de S. Pío V. Las últimas cinco hojas contienen un tratado incompleto con este título: regulae generales circa officium missae. Todo el códice está escrito en Valencia por un Guillermo de Pomareda, notario, año 1420. He tomado algunas noticias de estas obras, y he copiado la traducción valenciana del canon que va adjunta. Esta es la lectura, que según Escolano (a: Escolano histor. de Valencia p. I. lib. 3. c. 7. n. 6.), sacó a luz un fr. Guillermo de la orden de santo Domingo, lector de teología en la iglesia mayor el año 1275, que fueron treinta y siete después de la conquista. 

Pero Escolano con la prisa de escribir su historia, se contentó con copiar a Pedro Antonio Beuter, que en el tratado de rectam sacrificii oblatione, al fin del cap. IV dice lo mismo (a) sin advertir ninguno de los dos el anacronismo en que cayeron; porque si fr. Guillermo publicó su obra en 1275, que fueron treinta y siete después de la conquista, siendo necesario suponer una edad madura para escribir esta obra, no pudo llegar a ser lector de teología de la iglesia mayor; oficio que se instituyó el año 1345 por el obispo don Raymundo Gastón, como lo puedes ver en Diago, que trae el instrumento público de esta erección (b: Diago histor. prov. Arag. lib. I. c. 21.). La verdad es que nuestro fr. Guillermo, nacido a principios del siglo XIV, fue el primer lector de esta cátedra, la cual regentó desde su erección hasta su muerte acaecida en 1368. En este tiempo medio escribió sus obras. 

(a) Aliae ovationes ponuntur in romano caeremoniali, et aliqui etiam orant psalmum Miserere mei inter induendum. Non reperi quis eas ediderit,  quicumque tamen author fuerit, primus episcopus Valentinus, post Valentiam restitutam, e manibus maurorum agarenorum, qui fuit frater ord. Praed. (Véanse las notas a la carta III), eas instituit dici; prout refert Guillelmus frater ejusdem ordinis, primus lector Valentinae sedis, in quadam lectura, quam edidit anno Domini 1275, post Valentiae restitutionem anno 37 (Beut. loc. laud).

Tampoco hallo en ellas que diga su autor lo que afirman Escolano y Beuter, que las oraciones preparatorias a la misa fueron instituías o mandadas decir por el que suponen primer obispo de Valencia después de su conquista fr. Berenguer de Castel-Bisbal (a). Acaso estaría esta especie en las hojas que faltan; en las cuales no sé yo si tendría ocasión más oportuna de decirlo, que en las que se conservan. Como quiera, no es cosa inverosímil: aunque pudiera ser más bien que estas oraciones con lo demás perteneciente a los oficios de dicha iglesia, las comenzase a ordenar don Pedro de Albalat, que vino a Valencia como arzobispo de Tarragona a celebrar un concilio en 1240 día 8 de Mayo (b), y a disponer algunas cosas relativas a la tranquilidad y buen régimen del obispado reciente, como su visitador, en el año 1242 (c). 

(a) Véase la carta III not. 2. 

(b) V. Antón. Agust. constit. tarracon. p. 369.

(c) Consta esto de algunas constituciones que se hallan entre las de esta iglesia catedral: cum nos, dice en ellas, Petrus archiepiscopus tarracon. ex debito pastoralis officii Valentinam ecclesiam curaremos personaliter visitare &c. 

Basta de ensayos de Biblioteca: sólo quiero añadir dos palabras sobre un breve MS. hallado en mi convento de S. Felipe, que aunque no pertenece a nuestro propósito, al cabo, es cosa rara y desconocida aun a los que poseen los opúsculos inéditos de su autor fr. Diego de Yangas, confesor de santa Teresa de Jesús, y autor de la obra de Christi et sanctorum operibus. Esta que yo he encontrado se intitula del silencio y olvido y sueño espiritual que alcanzan los siervos de Dios en la oración. Escrito por el padre fr. Diego de Yangas, de la orden de santo Domingo, a una religiosa descalza. Está dividida en tres breves tratados, en los cuales explica las palabras siguientes: 

1. Laetati sunt quia siluerunt. Ps. 106. 

2. Quoniam non cognovi litteraturam, introibo &c. Ps. 70. 

3. Per somnium in visione nocturna quando irruit sopor super homines, et dormiunt in lectulo. Job 33. 

Dios te guarde. Segorbe a 2 de Marzo de 1803. 

NOTAS Y OBSERVACIONES. 

(1) El famoso romance francés intitulado de la Rose. 

Esta obra ruidosa en su tiempo, y muy protegida con especiosos pretextos por las pasiones humanas, dio motivo a Juan Gerson a que escribiese el año 1402 aquella sabia invectiva titulada: tractatus contra romantium de Rosa, que se publicó en la colección de sus obras, hecha en Antuerpia (Antwerpen, Amberes) el año 1706, t. III. col. 297. El mérito de este romance puede colegirse de las siguientes palabras de Gerson: quod autem opus tale Ovidii pejus sit opere, manifestè liquet. Ars enim amandi quam scripsit Ovidius, non solum in dicto romantii continetur libro; sed translati sunt, aggregati, et vi quadam tracti absque proposito ullo complures alii libri, tum Ovidii, tum aliorum qui non sunt minus inhonesti et periculosi; ut sunt dicta Eligii, et Petri Arbellart, Juvenalis, et fabellae fictae omninò ad perversum hunc finem... Erat enim fatuus amator, ideo non curabat quemquam excipere, ut majorem omnibus (mulieribus) se prosternendi daret audaciam. Nec hoc melius poterat complere, quàm ut per eum mulieres intelligerent, omnes esse tales, nec sese servare posse, quin illud agant (col. 304). Y luego añade: si quis immorari vellet omnia taxare et reprehendere, quae male in hoc libro proponuntur, potiùs dies deficeret, quam querela (col. 305). Y luego concluye diciendo: auferatur ergo liber talis et exterminetur absque ullo usu in futurum. El mismo Gerson en un sermón contra la lujuria predicado en la IV dominica de Adviento (op. t. IV. col. 926. seq.) da un compendio de los principales errores de esta obra, diciendo: magister Joannes Meldunensis...in hoc errabat quod per rationes stultum effinxit amatorem. Secundo, in hoc quod hortabatur omnes communibus et nudis loqui sermonibus. Tertio, in hoc quod publicavit librum suum nondum perfectae aetatis hominibus qui abutebantur. Quarto, in hoc quod suae etiam rationes mostrabant nudè incendendum esse. De donde concluye: si esset mihi liber romantii de Rosa, qui esset unicus, et valeret mille pecuniarum libras, comburerem eum potius quam ipsum venderem ad publicandum eum sicut est... Si scirem ipsum (auctorem) non egisse poenitentiam, non potius rogarem pro eo, quàm pro Judâ; et augmentant hi qui in malo eum legunt, poenam suam, si est damnatus vel in purgatorio.

He aprovechado la ocasión de manifestar esta sabia y piadosa censura, para que conforme a ella se corrijan las excesivas alabanzas que han dado algunos escritores a este romance. 

(2) Parece que el autor como arrepentido de haber servido a la vanidad. 

Esta era una de las razones alegadas por los defensores de este escritor, la cual propone Gerson (tract. contra rom. de Rosa col. 299) diciendo: alius veniam quaerebat ob juventutem et stultitiam, allegando illum amatorem poenitentiam ductum fuisse quando scripsit. Feci, iniquit, in juventute mea varia dicteria per vanitatem.

A lo cual responde Gerson: optarem... auctorem qui hic accusatur in propriam personam, praesentem adesse redeundo de morte ad vitam... velociter, ultro et aequo animo delictum suum fateretur, veniamque pro delicto satisfaciendo esset petiturus. Ad id praesumendum multa me movent conjectura, praecipuè verò illa quam nonnulli allegarunt, quod adhuc superstes et vivens poenitentiam egerit, librosque interea de verà fide, et sanctam doctrinam ediderit. 

(3) El judío rabí Çag de Sujulmeza, o Isach de Zigi Valmeja... había recibido de su amigo rabí Samuel de Fez una carta &c. Este Samuel es el famoso judío de Fez, que se convirtió en Toledo a nuestra santa fe hacia los años 1087, poco tiempo después de haber sido conquistada de los moros aquella ciudad por don Alfonso VI. Vuelto a Marruecos después de su conversión, tuvo allá una famosa disputa con el docto moro Albucaleb, cuya historia escrita por él en lengua arábiga, se conservaba en la real biblioteca del Escorial en los tiempos de Nicolás Antonio (V. bibl. vet. lib. VII. c. I. n. 7.), y debió perecer en el incendio del año 1671, pues ahora no existe (V. Bayer not. in bibl. V. Nicol. Ant. loc. laud. ) 

Esta carta escrita en arábigo por rabí Samuel a Isach (Isaac), rabino de la sinagoga de Subjulmeta en el reino de Marruecos, la tradujo en latín fr. Alonso Buenhombre el año 1339 (Echard bibl. t. I. p. 594), de la cual versión se conserva una copia en la real biblioteca del Escorial, y de esta versión hizo en Salamanca otra castellana Álvaro de Villaescusa a ruegos de Juan de Villafuerte, por los años 1418 (Higuera hist. de Toledo lib. XVI. c. 5), la cual debe ser la impresa en Valladolid el año 1511. De la versión castellana de esta carta, que se conserva en esta real biblioteca de Madrid, publicó varias muestras el señor Bayer en sus notas a Nicolás Antonio (bibl. vet. IX. c. 5. n. 250). 

https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_San_Miguel_de_los_Reyes


carta XVII Lanuza Aliaga

Curta biografía de Braulio Foz.

BRAULIO FOZ. Va estudiá los primés estudis a Calanda, y al 1807 apareix matriculat a la Universidat de Huesca. Allí, com mols atres compañs,...